Las Masacres de Adana: la etapa previa al genocidio armenio
La denominada “doble masacre de Adana” de 1909 forma parte de un proceso histórico de persecuciones y discriminación contra el pueblo armenio. Junto con las “masacres hamidianas” de 1894/1896, en las que el Sultan Abdul Hamid II fue responsable del asesinato de 300 mil armenios por parte del Ejército Otomano, bandas civiles y paramilitares kurdos (1), constituyen matanzas previas a modo de pruebas experimentales –como las denomina Rita Kuyumciyan- para el Genocidio Armenio de 1915-1923 en el que fueron brutalmente asesinadas mas de un millón y medio de personas (2).
Para explicar el proceso que llevó al genocidio debemos situarnos históricamente. El pueblo armenio es originario de la Península de Anatolia, habitando desde la antigüedad en las laderas del Monte Ararat. Por su parte, el pueblo turco es originario del Turan, en Asia Central, desde donde comenzaron a expandirse conquistando Asia Menor en el siglo XI y el Imperio Romano de Oriente en 1453 con la caída de Constantinopla. El Imperio Otomano siempre estuvo obsesionado por su competencia con las potencias europeas, lo que se exacerbó en el siglo XIX debido a pérdidas territoriales, como la ocurrida durante la Independencia de Grecia (1821- 1830). Hacia fines del siglo la doctrina del Otomanismo, que proponía una “nueva nacionalidad” fundada en la fusión entre los pueblos cristianos (eslavos, griegos, asirios, armenios) y musulmanes (turcos, kurdos, árabes) que componían el Imperio, fue desplazada por el Panturquismo o Panturanismo, que proponía la unión de todos los turcos desde el Bósforo hasta China eliminando a pueblos como el armenio que representaban un obstáculo a este objetivo. Pero el régimen corrupto y débil de Abdul Hamid era incapaz de ejecutar este programa (3).
En 1908 los “Jóvenes Turcos”, un grupo de oficiales y estudiantes nucleados en el Comité Unión y Progreso o Ittihad, llevaron adelante una revolución incruenta que derrocó a Abdul Hamid y restauró la Constitución y el Parlamento disueltos en 1876. Los partidos políticos armenios adhirieron en un primer momento a la ideología liberal y emancipadora que proponían los Jóvenes Turcos, llegando incluso un armenio a ocupar un cargo en el nuevo gobierno.
Pero rápidamente los Jóvenes Turcos traicionaron estos principios e iniciaron una política de turquificación que imponía una nueva identidad nacional turca a todos los que vivieran dentro de las fronteras del Imperio Otomano. Esto no solo alcanzó a pueblos cristianos como los armenios o los griegos, sino también a súbditos musulmanes como los árabes de Palestina, prohibiendo toda asociación que promoviera la autonomía e independencia árabe (4). Esto demuestra que la masacre de armenios nunca estuvo motivada por cuestiones religiosas, sino por cuestiones geopolíticas de un Imperio que buscaba la homogeneización como parte de sus planes expansionistas.
A un año de hacerse con el poder, los Jóvenes Turcos impulsaron en el Parlamento una serie de medidas liberalizadoras que no trajeron mejoras a las minorías, llevando a levantamientos en los Balcanes (Macedonia, Albania) y en el sur de la Península Arábiga (Yemen). Los armenios se mantuvieron al margen de las rebeliones ya que confiaban en obtener mejoras dentro de los órganos de gobierno del Imperio. Muchos de estos levantamientos resultaron exitosos, lo que redundó en nuevas pérdidas territoriales para el Imperio.
Como consecuencia del descontento que produjo esta situación el 31 de marzo de 1909 un grupo de fundamentalistas islámicos y seguidores de Abdul Hamid iniciaron un movimiento contrarrevolucionario que tomó brevemente Constantinopla, la capital del Imperio, y que fue derrotado el 13 de abril por el III Ejército Otomano movilizado desde Salónica. Vahakn Dadrian sostiene que la contrarrevolución fue desencadenada por la falta de interés de las autoridades en detener a los asesinos de un editor periodístico opositor a los Jóvenes Turcos. A partir de entonces comenzaron a sucederse crímenes similares y el gobierno revolucionario adoptó medidas cada vez más represivas (5).
A diferencia de la contrarrevolución que sacudió la capital del Imperio, en la provincia de Cilicia los armenios comenzaron a manifestarse en apoyo de los principios de libertad constitucional pregonados por los Jóvenes Turcos. Por este motivo eran vistos con desconfianza por muchos turcos que aún se mantenían leales a Abdul Hamid o por funcionarios del nuevo gobierno que veían peligrar sus carreras ante el ascenso de los antiguos rayas o súbditos infieles. Hay que recordar que la ciudad de Adaná –la mas importante de la provincia- había escapado de las masacres hamidianas y la población armenia gozaba de una relativa prosperidad.
Esta nueva etapa del genocidio tuvo dos momentos, por lo que fue llamada “la doble masacre de Adaná”, y fue organizada en secreto con la cooperación de funcionarios del gobierno y autoridades militares que hicieron un amplio uso del armamento estatal. También participaron de la misma bandas kurdas, circasianas, afganas, turcomanas y chechenas, y se liberaron presos comunes a los que se les proveyó de fusiles mauser del Ejército.
El primer momento ocurrió entre el 1° y el 14 de abril. Ante la renuncia del comandante de gendarmería turco Kadri Bey se designó como jefe de las fuerzas agresoras a Zor Alí, ex comisionado de policía de Adaná que había sido separado de su cargo por los abusos cometidos cuando estaba a cargo de la fuerza. Éste lanzó un ataque contra barrios y comercios armenios que resultaron en fracaso porque, anticipándose a los hechos, muchos jóvenes habían acumulado armamento y montado autodefensas que no solo lograron repeler a los agresores durante varios días sino también infligirles grandes pérdidas. No obstante, las autodefensas cometieron el error de entregar las armas luego de un armisticio mediado por el cónsul británico de la vecina ciudad de Mersín, el mayor Doughtly Wylie, sin contar con que el Ejército Otomano se estaba movilizando para restaurar “la paz y el orden”.
Mapa de la ciudad de Adaná con los barrios armenios y el lugar donde se montaron las autodefensas.
Habiendo sido desarmadas, las autodefensas no pudieron resistir al segundo momento de la masacre que se llevó a cabo entre el 15 y el 30 de abril. El justificativo fue la supuesta muerte de un turco a manos de armenios que no fueron detenidos, lo que generó ataques a los barrios armenios y cristianos, en los que también murieron al menos tres griegos y varios misioneros europeos y estadounidenses. Días después medios extranjeros publicaron que en realidad el crimen que provocó las masacres fue el resultado de una pelea entre dos turcos por una mujer (6), pero la masacre ya se había desencadenado y durante el primer día habrían muerto entre 70 y 400 personas de la comunidad armenia.
Las tropas turcas recién llegadas a las ciudades de Adaná y Mersín, enfurecidas por las bajas sufridas durante la resistencia armenia, descargaron su ira contra una población indefensa y mayormente desarmada –solo quedaban pocos hombres que habían conservado sus armas-. Los testimonios, principalmente de misioneros o diplomáticos extranjeros, cuentan que se mataba a cuchillazos a hombres, mujeres y niños, que se quemaban vivas a las personas dentro de sus casas o se mutilaban los miembros antes de darles el tiro de gracia. Cuerpos de bomberos participaron utilizando las bombas para arrojar parafina sobre las casas que se incendiaban y un millonario llegó a donar 600 latas de combustible para facilitar la tarea. También había bandas armadas que saqueaban y torturaban. Otros testimonios dan cuenta del caso de una mujer a la que un militar turco perdonó la vida por parecerse a su esposa y que luego fue capturada por un grupo de hombres que le cortaron los senos, o el de una anciana que fue torturada gravándoles cruces con un cuchillo en todo el cuerpo antes de asesinarla.
Masacres similares se realizaron en otras ciudades. El 22 de abril un misionero estadounidense expresaba que en la ciudad de Hadjin “armenios bien armados se mantenían en la ciudad asediada por miembros de la tribu musulmana”. También se informaba que la totalidad de los armenios de Kirikhan habían sido asesinados. Lo mismo sucedió en los poblados de Deurtyul, Marash, Kayerle, Karatach -asesinados por orden al alcalde- y Birejik -en esta tras un motín-. En Tarso los clérigos musulmanes movilizaron a fieles para que lucharan contra los “insurgentes armenios” quemando mas de 700 casas y asesinado a 560 personas en las granjas vecinas. En la aldea de Abdoghlou, ante el peligro de un ataque, el alcalde se movilizó a Adaná para pedir protección al gobernador siendo asesinado al entrar a la ciudad, desencadenándose luego la masacre. En Kara Issalou las masacres se desataron luego de que un griego venciera a un turco en el tradicional torneo de lucha que se realizaba en la localidad (7). En Alexandrette la matanza se daba ante la vista indiferente del crucero británico Diana.
Se calcula que el número total de víctimas de las masacres de 1909 fue de 25 a 30 mil personas, la mayoría de las cuales fueron asesinadas en el segundo momento. A esto se le debe sumar las personas que murieron por lesiones en los meses siguientes, los 2000 niños que murieron por la epidemia de disentería que se desató el verano de ese año, y las niñas y niños armenios apropiados para ser criados en la cultura turca, lo que constituye un terrible antecedente de la apropiación de hijos de desaparecidos por el Franquismo y las dictaduras latinoamericanas. Una comisión oficial fijó las perdidas económicas en 5,6 millones de liras turcas, lo que repercutió en condiciones de pobreza para los sobrevivientes armenios.
El gobierno de los Jóvenes Turcos se desentendió rápidamente de las masacres culpando a elementos pertenecientes a las fuerzas contrarrevolucionarias de Abdul Hamid. Inmediatamente dio inicio a una investigación que tuvo como primera reacción que campesinos turcos incendiaran la ciudad de Adana para cubrir las brutalidades ocurridas. También funcionarios locales ordenaron enterrar a los muertos turcos, mientras que a los armenios se los arrojó al río para hacerlos desaparecer.
En 13 de julio de 1909 se emitió una circular ministerial en donde se hacía saber que los armenios de Adana no habían incurrido en ninguna censura y eran ciudadanos “devotos y leales”. En una intervención en el Parlamento el Gran Visir Hilmí Pashá denunció a los “reaccionarios y canallas, criminales que habían masacrado y pillado a los armenios atacándolos por sorpresa”. Esto muestra el interés del gobierno de los Jóvenes Turcos de desligar sus responsabilidades de las masacres, aunque las mismas no se podrían haber producido sin la participación de funcionarios civiles y militares del Imperio.
Un hecho ocurrido en la provincia de Cesarea, vecina a Cilicia, parece aportar argumentos para responsabilidad al gobierno central por las masacres. Según recopilan algunas fuentes, el gobernador de la provincia había recibido un telegrama de Constantinopla ordenándole tomar medidas contra los armenios. Dándose cuenta de las consecuencias de cumplir con esa orden, el gobernador destruyó el telegrama y llamó al comandante de la guarnición para preguntar si había recibido una orden similar. Este respondió afirmativamente pero se negó a entregar el telegrama. Entonces el gobernador sacó un revolver y apuntándole al pecho le ordenó: “entregue el mensaje recibido o le mato en el acto”. El comandante entregó la orden y el gobernador la destruyó. Con este acto -cuya veracidad es discutible- se habría evitado una masacre similar a las que se dieron en Adana y otras localidades de la provincia de Cilicia (8).
Entre mayo de 1909 y diciembre de 1910 se llevaron a cabo numerosos juicios a cargo de Tribunales Locales y Cortes Marciales que culminaron con muerte en la horca de 124 turcos y también –para calmar a los fanáticos musulmanes- de 7 armenios.
Un punto que hay que mencionar es el papel que jugaron las potencias extranjeras. Si bien el cónsul británico de Mersín –acaso por sentirse culpable del armisticio que culminó en la masacre de armenios indefensos- murió durante el segundo momento tratando de salvar a los armenios que eran atacados, este fue un acto excepcional que no representa el papel jugado por los funcionarios de los países centrales. En el Puerto de Mersín había naves de guerra británicas, francesas, italianas, austríacas, rusas, alemanas y estadounidenses provistas de marinos y equipos de combate. Pero ninguna de ellas intervino debido a: 1) que no había acuerdo para actuar en conjunto; 2) que cada potencia se concentró en proteger a sus súbditos y personal consular; 3) las mutuas sospechas de designios imperiales-coloniales del Imperio Otomano que paralizaron la voluntad de emprender una iniciativa unilateral por cualquiera de las potencias; y 4) por lo repentino de la situación que paralizó a los gobernantes extranjeros a la hora de emprender la acción. Esto llevó a que las potencias fueran espectadoras -y por consiguiente cómplices- del genocidio que se estaba llevando a cabo (9).
Tras las masacres los gobernantes otomanos vislumbraron que podrían llevar adelante su política de turquificación con total impunidad y sin llamar la atención de las potencias extranjeras, ejecutando así lo que habían planeado: el Genocidio. En 1913 un golpe de estado comandado por la facción ultranacionalista de los Jóvenes Turcos impuso un triunvirato compuesto por los Pashá Djemal (Ministro de Marina), Enver (Ministro de Guerra) y Talaat (Ministro del Interior). Estos serían los responsables visibles del Genocidio Armenio que comenzó en 1915 y que hasta el día de hoy permanece impune y negado por el Estado Turco, heredero del Imperio Otomano ejecutor de uno de los mayores genocidios del siglo XX.
Agradecimientos:
A Julieta Ojunian y Nélida Boulgourdjian, quienes me proveyeron de material y realizaron correcciones al presente artículo.
Notas:
(1) Sobre este tema se puede consultar mi artículo: Valencia, Luciano Andrés; “Las masacres hamidianas: el primer genocidio armenio (1894- 1896)”, en: Semanario Alternativas, Montevideo, N° 262, 12 de abril de 2013.
(2) Valencia, Luciano Andrés; “El genocidio armenio: del silencio a la lucha por el reconocimiento”, en: Semanario Alternativas, N° 216, Montevideo, 4 de mayo de 2012.
(3) Mutafian, Claude; El genocidio de los armenios, Buenos Aires, Akian, Consejo de las Organizaciones Armenias de Francia, 2008, p. 6.
(4) Pappe, Illan; Historia de la palestina moderna: un territorio, dos pueblos, Madrid, AKAL, 2007, p. 92.
(5) Dadrian, Vahakn; Historia del genocidio armenio: conflictos étnicos de los Balcanes a Anatolia y el Caucaso, Buenos Aires, Imago Mundi, 2008, pp. 175- 177.
(6) Citado por el diario argentino La Nación, 20-04-1909, en: Boulgourdjian, Nelida; El genocidio armenio en la prensa argentina, tomo II: 1901- 1915, Buenos Aires, Unión Armenia de Beneficencia, 2005, p. 205.
(7) Testimonios de estas masacres se pueden consultar en los sitios web: www.factoriahistórica.wordpress.com e http://www.imprescriptible.fr/rhac/tome3/p1ch4.
(8) Boulgourdjian, Nelida; El genocidio armenio en la prensa argentina..., pp 254- 255.
(9) Dadrian, Vahakn; Historia del genocidio armenio…, pp. 177- 178.
Foto: ian.cc
Otros artículos del autor:
“El Genocidio Armenio: del silencio a la lucha por el reconocimiento”:
http://resumen.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=9127:el-genocidio-armenio-del-silencio-a-la-lucha-por-el-reconocimiento&catid=6:internacionales&Itemid=50
“Las masacres hamidianas: el primer genocidio armenio (1894/1896)”:
http://abogadosencooperativa.blogspot.com.ar/2013/04/las-masacres-hamidianas-el-primer.html
Luciano Andrés Valencia es escritor. Autor de La Transformación Interrumpida (2009) y Páginas socialistas (2013), además de numerosos artículos en medios alternativos y páginas de internet.