La cuenca del carbón guarda muchas historias de grandes luchas y grandes luchadores, también de violenta represión y masacres obreras, ya que los derechos sociales y laborales alcanzados por el pueblo lamentablemente no fueron, no han sido, ni tampoco serán nunca gratuitos.
En esta larga historia de la lucha de clases en nuestro país, el pueblo minero del carbón ha escrito páginas notables como la gran huelga de 1920, donde se conquistaron por primera vez en Chile las 8 horas de trabajo, el fin del pago en fichas, el fin del maltrato físico en el trabajo y de las guardias privadas de las empresas, éxito que no fue gratuito, costó detenciones, golpizas y el asesinato del máximo líder de aquel movimiento, el obrero Carlos Barrientos. Ya antes de eso trabajadores del carbón había entregado su vida junto a sus hermanos de clase, desde las grandes movilizaciones de Iquique (1907) a Puerto Natales (1919).
Por ello no es de extrañar que tras el golpe militar de 1973, en esta zona, surgieran hombres de la envergadura de Eulogio Fritz, Heriberto Leal o mujeres como Maria Galindo, todos ellos hijos de mineros del carbón, nacidos y criados en una pequeña población obrera, surgida tras el terremoto de 1939, conocida como “La Central” en el sector de Villa Mora en Coronel. Sorprende tanto héroes y mártires de la lucha antidictaorial, de la resistencia popular en tan pocos metros cuadrados.
Coincidentemente, era de esta misma población y contemporáneo a estos compañeros, Sebastián Acevedo, el obrero que se inmoló para que la CNI le devolviera a sus hijos.
Hoy cuando se cumple un año más de la detención y desaparición de Eulogio Fritz Monsalvez, el “Duro Pablo”, nuevamente se efectuaron dos sencillos actos: un acto en la Plaza de Coronel y otro en Villa Mora, y es que las historias de cada una de estas familias de “La Central” vuelve a unirse, en el dolor y el recuerdo, pero también en el orgullo del coraje, la dignidad y la memoria. Resulta imposible -en el caso de estos cuatro luchadores- de la misma pequeña población, homenajearlos por separado, cuando sus vidas estuvieron entrelazadas, al igual que las de sus familias. Allí estuvieron los compañeros, los familiares, los amigos que como cada año reforzaron su compromiso con esta batalla por la memoria, de no olvidar a estos compañeros, ni a ningún otro de los caídos en la lucha antidictatorial, por que fue gracias a ellos que gozamos de algunos espacios de libertad y gracias a ellos es que logramos salvar en parte algunos derechos sociales, los que por la lucha de sus padres y abuelos fueron conquistados.
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