La figura de Pinochet en la presidencia se hizo, con el paso del tiempo, indiscutible. El carácter cesarista del dictador es considerado excepcional en el ciclo de regímenes autoritarios de los años setenta en América Latina. En rigor, ese rol que asumió Pinochet entroncaba con la adscripción a la figura autoritaria que definió Portales para la conformación de la presidencia en el siglo XIX, cuestión que Pinochet rescató como antecedente para su propia armazón constitucional.
Las motivaciones en las visitas fueron diversas, entre esas razones estuvo la inauguración de obras públicas y sociales, así como anunciar cambios en las políticas públicas, cuestión bastante normal en cualquier régimen, Pinochet estuvo en la región en muchas ocasiones, buscando entronizarse en el el espacio público local para controlar e imponer el modelo económico y social que hemos heredado.
La región sufrió la visita del dictador en múltiples ocasiones, estas intromisiones en un territorio hostil para la derecha tuvo diversas caras, algunas veces fue directamente política o militar, pero en otras representó la imposición neoliberal, que sufrimos en esta región de manera brutal, causando la desindustrialización y precarización mantenida por años de transición pactada, pretendemos recordar en esta crónica el origen del actual modelo en nuestra zona.
Una forma que adquirieron las visitas y giras de Pinochet tuvieron que ver con relevar las obras de su gobierno, si bien, muchas veces se vincularon opiniones políticas con inauguraciones y cortes de cinta, estas últimas instancias nos dan luces para entender el carácter que le imprimió Pinochet a sus visitas, carácter que se vio modificado con el tiempo, dadas los diferentes momentos sociales y políticos por los que pasó el país y las necesidades que el mandatario de facto tuvo para escenificar su presencia.
Pinochet se vio preocupado por la situación de la industria nacional, amenazada por la drástica baja de los salarios y los problemas políticos y sociales que eso pudiera acarrear. Visitó Talcahuano a inicios de diciembre de 1975 para tranquilizar a los trabajadores de la industria siderúrgica Huachipato, luego de lo cual volvió a Santiago, básicamente anunció que no se despedirían más trabajadores, pero lo sueldos se vieron severamente afectados.
El dictador tomó las riendas del poder y demostró la marcha del ejecutivo a través de medidas polémicas. En agosto del mismo año, y en visita a la cuenca carbonífera, dio vacaciones colectivas a los mineros argumentando la necesidad de disminuir las existencias del mineral; estas circunstancias en realidad venían a disminuir los costos de producción de la empresa. Junto con ello anunció medidas sociales que amortizaron el estancamiento productivo de la zona.
“Medidas para disminuir el stock de 550 mil toneladas de carbón, que incluyen un feriado colectivo para 15 mil trabajadores de esa actividad, la incentivación del consumo y la adopción de disposiciones para solucionar problemas de los sectores agrícola e industrial, sin profundizar sobre esto, anunció ayer aquí, el Presidente de la República, general Augusto Pinochet Ugarte, al finalizar una gira de cuatro días por las provincias de Ñuble, Bio Bio y Concepción...
Recordó también que el año 1948 tuvo oportunidad de conocer la zona del carbón, ubicada en las provincias de Concepción y Arauco y que, al volver a ella, 35 años más tarde, había comprobado que allí el progreso era mínimo. “Fue eso lo que me llevó a disponer un plan especial de viviendas para los trabajadores del carbón, que lamentablemente tuvo tropiezos por incumplimiento de las empresas encargadas de llevarlo a cabo. Pero en este viaje he podido ver que en Coronel los trabajos de construcción de una nueva población avanzan con toda normalidad” (El Mercurio, 23-08-1977: 1).
Cuando volvió, en 1980, lo hizo de una manera mucho más directa, anunció la negociación colectiva para la Empresa Nacional del Carbón, aplicando el nuevo código laboral recién proclamado ese año. En un lenguaje mucho más agresivo, se refirió al agotamiento de los yacimientos y que, por lo tanto, el gobierno no invertiría más en la industria de extracción, así se mantuvo durante todo el período, aplicando la nueva doctrina neoliberal, que ya se había impuesto en el gobierno y que le restaba al Estado mayor participación en la economía.
Volviendo a agosto de 1977 y utilizando estas intromisiones antidemocráticas en la región, la sombra del dictador intentó hacerse más popular por medio de entrega de viviendas, es así que inauguró una de las etapas de la población Lagunillas de Coronel.
“El general Pinochet se encuentra desde el viernes en la Octava Región, donde permanecerá hasta mañana al mediodía. Durante su gira ha cumplido un programa de inauguraciones en las provincias de Bio Bio y Ñuble, correspondiendo ahora a Concepción. Integran la comitiva, además, los ministros del interior, general César Raúl Benavides; de Defensa Nacional, general Herman Brady; de Vivienda, Edmundo Ruiz Undurraga; de Minería, Enrique Valenzuela Blanquier; y del Trabajo, Sergio Fernández” (El Sur, 21-8-1977: 1).
Las cuatrocientas casas para mineros fueron producto de una política social que buscaba desviar la atención de la precarización del trabajo en la zona del carbón. En esta entrega de viviendas, la tercera etapa ya se consolidó la entrega a privados de la construcción, en este caso la empresa Urvi, las constructoras haciendo viviendas baratas comenzaron a hacerse de millonarios contratos, cumpliendo con el mandato de la ideología neoliberal, enriquecer a costa de dinero público a empresarios de nula ética.
Las giras y viajes de Augusto Pinochet nos dejan entrever su focalización obligada en el flanco interno de la política, dado el cierre absoluto de la política exterior para su régimen. En este sentido, el dominio absoluto sobre el territorio se concretó en virtud de estas inauguraciones que instalaban una falsa idea de progreso para la comunidad, tras ello se escondía la territorialización de la población, echando a la periferia a los sectores más dañados por la política económica, en este caso al proletariado precarizado.
Por último, en estas ocasiones, las declaraciones políticas tuvieron enorme importancia, se utilizaron las salidas para contestar a la oposición y para sorprender a la derecha política, utilizando las inauguraciones de obras y anuncios de políticas públicas propias del devenir de los regímenes democráticos, esto se supeditó a la necesidad de generar discursos políticos en torno al conflicto generado por la dictadura.
40 años: El militante popular Patricio Sobarzo