Sucesivas intervenciones militares y crisis políticas y económicas, entre otros factores, generaron en diferentes períodos un éxodo de científicos argentinos al exterior. Si bien a partir de 2003 ese proceso comenzó lentamente a revertirse, en noviembre de 2008 la repatriación de investigadores se transformó en política de Estado. Con el Programa Raíces, cerca de 850 investigadores ya han sido repatriados.
Desde noviembre de 2008 la repatriación de investigadores pasó a ser política de Estado en la Argentina. El catalizador fue la promulgación de la Ley 26.421, más conocida como “Ley RAICES”, promotora del retorno de científicos e investigadores que residen en el exterior y desean volver al país, e impulsora de la vinculación entre los científicos residentes en la Argentina y aquellos que viven en el extranjero. A través de ese programa ya han sido repatriados cerca de 850 investigadores.
“El objetivo es fortalecer las capacidades científicas y tecnológicas del país por medio del desarrollo de políticas de vinculación con investigadores argentinos residentes en el exterior. También buscamos promover la permanencia de investigadores en el país y el retorno de aquellos interesados en desarrollar sus actividades en la Argentina”, señaló a la Agencia CyTA la ingeniera agrónoma Agueda Menvielle, directora de Relaciones Internacionales del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación y titular del programa Raíces. Y agregó: “La iniciativa pretende ser un ámbito abierto a las inquietudes de los investigadores argentinos, mediante la implementación de políticas de retención, de promoción del retorno y de vinculación.”
“Raíces” apunta a revertir una tendencia histórica, común en la región. Ya en 1946 el fisiólogo Eduardo Braun Menéndez decía que: “(…) la Argentina, además de exportar carne, cereales y algunos productos manufacturados, exporta también hombres de ciencia. Todos ellos fueron formados con grandes sacrificios y largos años de estudio y trabajo. Cuando se encontraban en condiciones de ser útiles a la sociedad que costeó su formación, fueron abandonados (…..) Y así se han ido físicos, anatomistas, filólogos, químicos, histólogos, psicólogos, botánicos, etc., que tanta falta hacen al país”.
Según indica la ingeniera Menvielle, la emigración de investigadores ha sido fruto de “las distintas crisis políticas y económicas que padeció la Argentina, pero sin duda lo que ha marcado una gran ruptura en la ciencia argentina ha sido la llamada ‘Noche de los bastones largos’, donde más de 1500 científicos abandonaron sus cargos en una sola noche; sin dejar de nombrar a la última dictadura militar donde partieron gran cantidad de científicos por persecución política.
“La noche de los bastones largos”
“Aquella fatídica noche fue la del 29 de julio de 1966, cuando la dictadura militar que encabezaba Juan Carlos Onganía –y que había derrocado el gobierno democrático de Arturo Illia–, decretó la intervención de cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires, ordenando a la policía que reprimiera para expulsar a estudiantes y profesores.
Luego, en la década de 1980, muchos argentinos partieron al exterior a hacer sus doctorados, en especial a los Estados Unidos y Francia. A su vez la crisis de 2001 llevó a que uno de cada cuatro argentinos estuviera desocupado, lo que marcó también la migración de talentos argentinos.”
En 2003 comenzó a revertirse la migración de científicos argentinos; Menvielle sostiene que la ex Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva –que en diciembre de 2007 se transformó en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación– y el Programa Raíces, en particular, tuvieron un papel fundamental, incentivando las políticas de repatriación y de vinculación.
Acciones del Programa Raíces
Durante la implementación del citado programa, además de la repatriación de 793 investigadores, se organizaron 114 visitas de profesionales argentinos reconocidos en el mundo, que han viajado a su país de origen con el fin de colaborar con sus pares argentinos.
Asimismo la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica financia 46 Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica-Raíces que buscan promover el vínculo entre grupos de investigación del país e investigadores argentinos residentes en el exterior, para desarrollar un proyecto en una institución de Argentina.
“Para incrementar la vinculación entre investigadores argentinos radicados en el exterior y el país, el Programa lanza anualmente la convocatoria para la conformación de Redes en las distintas áreas del conocimiento. Se han financiado 32 redes en las áreas de ciencias exactas y naturales, ciencias sociales, ingenierías y biológicas y de la salud desde 2004”, afirmó la ingeniera Menvielle. Y agregó que en la actualidad cuentan con una base de datos con más de 4500 científicos, profesionales y técnicos argentinos residentes en el exterior.
Además del Programa Raíces se implementan dos nuevas líneas de acción. Por un lado, la “incorporación de científicos extranjeros”, donde se prevé la incorporación de los cónyuges extranjeros en tanto ellos sean investigadores, y por el otro “Raíces Productivo”, programa que “permitirá vincular a empresarios, profesionales y tecnólogos argentinos en el exterior para el desarrollo de oportunidades de cooperación científica, tecnológica y de negocios con alto valor agregado tecnológico”, destacó la funcionaria.
Desde 2010 también se ofrece asistencia legal a las familias de investigadores argentinos interesados en volver al país, a partir de un convenio firmado con la Dirección Nacional de Migraciones. Por otra parte, el Programa de Recursos Humanos del programa cuenta con dos instrumentos de financiación, uno de los cuales busca la radicación o relocalización de investigadores. Se trata de los “Proyectos de Investigación y Desarrollo para la Radicación de Investigadores en Áreas Tecnológicas Prioritarias”. A través de esta línea de financiamiento la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica aporta 45000 pesos argentinos (alrededor de 8700 euros) por cada investigador repatriado destinados a gastos de radicación. Otorga además subsidios para la adecuación de infraestructura y compra de equipamiento y para la realización de proyectos de investigación científica y tecnológica de los que el investigador repatriado forme parte.
El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), por su parte, mantiene también una política sostenida de repatriación de jóvenes investigadores argentinos residentes en el exterior a través del programa de becas de reinserción y la convocatoria permanente para tramitar solicitudes de ingresos desde el exterior a la Carrera del Investigador.
El retorno
El doctor Gabriel Briones se graduó de bioquímico en 1991. Realizó su doctorado en Biología Molecular y Biotecnología en la Universidad de San Martín (UNSAM) en Argentina y estuvo ocho años en la Universidad de Yale (Estados Unidos). A través del Programa Raíces retornó a la Argentina en 2009.
“Mi proyecto se centraba en el desarrollo de vacunas recombinantes utilizando Salmonella (grupo de bacterias relacionadas con enfermedades de transmisión alimentaria) como portador de antígenos. En el proceso se adaptaron los sistemas de secreción de proteínas de la bacteria mediante ingeniería genéticas para transformarlos en una ‘jeringa’ molecular de manera de introducir antígenos de relevancia (cáncer, virus y bacterias). Durante ocho años y medio trabajé en la Sección de Microbial Pathogenesis de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale”, señaló a la Agencia CyTA el doctor Briones.
Ahora que regresó al país, el científico argentino se dedica al estudio del desarrollo de vacunas, orientado a solucionar problemas de importancia local como es la infección provocada por la bacteria Escherichia Coli Enterohemorragica, agente causal del síndrome urémico hemolítico. En la actualidad se desempeña como investigador adjunto del Conicet y profesor de Proyectos Biotecnológicos de la Universidad de San Martín, en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la UNSAM (IIB-INTECH).
Para Briones, el Programa ha sido una herramienta importante “a la hora de decidir el retorno brindando ayuda económica para facilitar el retorno al país, una tarea casi imposible si no se contara con este aporte y la carrera de Investigador Científico del CONICET.”
La doctora en Química Patricia Hansen se especializó en tres países diferentes. En la actualidad trabaja como investigadora del CONICET en el Departamento de Física de la Universidad Nacional de La Plata; realizó su doctorado en el Royal Institute of Technology (Estocolmo, Suecia), y sus posdoctorados en el Bartol Research Institute, Universidad de Delaware (Estados Unidos) y en la Universidad de Santiago de Compostela (España). Con el apoyo del Programa Raíces regresó al país en enero del 2008 para trabajar en el Observatorio Astronómico Internacional Pierre Auger en Malargüe, Mendoza.
“Antes de regresar a Argentina realicé trabajos de investigación en el grupo del profesor Enrique Zas, en la Universidad de Santiago de Compostela, bajo el programa ‘Juan de la Cierva’, financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología Español”, destacó a la Agencia CyTA la doctora Hansen. Y agregó: “Durante el primer año de mi posdoctorado en Santiago de Compostela, colaboré en el análisis de las consecuencias de las recientes medidas experimentales de rayos cósmicos de muy altas energías del Observatorio Pierre Auger.” Los rayos cósmicos, que provienen del espacio exterior y riegan la superficie de la Tierra, contienen valiosa información acerca de la evolución del Universo. “Las aplicaciones que puede llegar a tener la física básica son inesperadas y trascendentes. Intentar entender el universo, los mecanismos de aceleración de rayos cósmicos, el Big Bang, puede no solo llegar a ser una mera aventura del pensamiento sino dar soluciones prácticas a problemas de la sociedad”, explicó Hansen quien siempre estuvo involucrada en actividades docentes durante su doctorado y sus posdoctorados.
“En mi caso, el Programa Raíces financió mi regreso al país. Este programa es muy importante, ya que vincula a argentinos que por razones personales decidieron no regresar con universidades argentinas, lo que facilita el intercambio de científicos y posibilita las colaboraciones entre los distintos centros de investigación”, destacó Hansen.
Por su parte, el doctor Guillermo Lanuza, luego de finalizar su doctorado en Argentina se desempeñó como becario posdoctoral y como Research Associate en el Departamento de Neurobiogía Molecular del Instituto Salk, en La Jolla (EEUU). “Durante esa estadía estudié los principios fundamentales que controlan el desarrollo de diferentes tipos de neuronas y determinan su participación en los circuitos de la médula espinal que gobiernan los movimientos de las extremidades”, indicó Lanuza que en la actualidad dirige el laboratorio de Genética del Desarrollo Neural en el Instituto Leloir.
“Mi retorno fue posible gracias al programa Raíces en conjunto con una beca de reinserción y la carrera de Investigador del CONICET. El impacto de la política de repatriación de científicos se manifiesta en la motorización de muchos centros de investigación del país que han incorporado a los nuevos investigadores”, destacó el doctor Lanuza.
La construcción de redes
Victoria Ugartemendia, magíster en Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, considera que “Raíces” representa la primera política sostenida desde el Estado argentino orientada a la recuperación de científicos, afirmó a la Agencia CyTA. Y continuó: “Desde el retorno de la democracia se han puesto en práctica diversas iniciativas que buscaban la repatriación de investigadores, como las llevadas a cabo por Manuel Sadosky, secretario de Ciencia y Tecnología del ex presidente Raúl Alfonsín, o el Programa PROCITEX, impulsado a comienzos de los ´90. A mi juicio no lograron sus propósitos por dos razones fundamentales: apuntaban a repatriar científicos en un contexto de crisis económica que hacía difícil aproximar los salarios y las condiciones de trabajo locales a las que los científicos tenían en su lugar de residencia; y no tuvieron continuidad, dado que estuvieron sujetas a los vaivenes políticos y cambios de funcionarios. Esto impidió contar con un tiempo de estabilización de la política que posibilitara ver sus frutos”.
Hoy el contexto es otro –aseguró Ugartemendia– puesto que “se ha logrado sostener el Programa Raíces durante más de un quinquenio lo que permitió desarrollar un grupo de técnicos con una expertise sobre el tema, al tiempo que se ha podido difundir la propuesta entre los científicos y mejorarla. Todo esto en un contexto de crecimiento económico y de aumento del financiamiento para llevar a cabo este tipo de políticas.”
Asimismo la especialista señaló que el Programa aventaja a sus antecesores al no considerar a la repatriación como su objetivo principal. Destaca que dicho programa también favorece la revinculación con la Argentina de científicos argentinos que residen en otros países (y no planean retornar por el momento), a través de proyectos de investigación. “En este sentido, incorpora las tendencias seguidas por países como Colombia que plantean la conformación de redes entre científicos residentes en el país y residentes en el exterior, y permiten afrontar la dificultad de lograr el retorno de personas que emigraron hace muchos años (como es el caso de la generación que dejó el país durante la última dictadura militar). Los expertos en la materia y las experiencias acumuladas en nuestro país sobre el tema muestran que es muy dificultoso tentar con el retorno a personas que ya han iniciado una carrera en el exterior y han encontrado una posición, que han formado una familia y construido vínculo en el país de recepción”, explicó Ugartemendia. Y agregó: “No es casual que gran parte de los que retornan del exterior con el apoyo de Raíces sean jóvenes que han concluido recientemente su posdoctorado.”
De acuerdo con Ugartemendia en la actualidad se da una combinación de condiciones no muy favorables para la permanencia de los científicos argentinos en los países más desarrollados científicamente. “Allí se vienen dando desde hace algunos años recortes presupuestarios y la competencia por algunos puestos es muy alta, mientras las condiciones son un poco más favorables en nuestro país. Esta combinación de elementos puede estar actuando favorablemente para que un Programa como Raíces obtenga estos resultados”, puntualizó.
Por otra parte la especialista consultada destaca que “la atracción hacia nuestros científicos desde los países desarrollados es estructural, ya que desde sus gobiernos se fomenta la permanencia de algunos científicos extranjeros para poder ampliar el plantel disponible y poder afrontar una dinámica económica que se considera cada vez más vinculada a la producción de conocimiento científico. Agotado el caudal migratorio que partió desde los países del Este desde fines de los ´80 y comienzos de los ´90 hacia Europa Occidental y Estados Unidos, y una vez superada la crisis económica actual que viven los países más desarrollados es probable que la presión sobre nuestros científicos vuelva”, dice Ugartemendia. Y concluye: “No hay que perder de vista que la estadía en el exterior suele formar parte de la vida del científico, y que los mecanismos de atracción de los países más poderosos se ponen en movimiento allí, cuando pueden comparar y evaluar otras condiciones de trabajo y de vida y ‘tentarse’ con una emigración permanente. Esperemos que para entonces en nuestro país se haya desarrollado una estructura científica, suficientemente amplia y fuerte, que ofrezca condiciones de trabajo y de vida también tentadoras para los argentino.
Fuente: http://www.elarcadigital.com.ar/modules/revistadigital/articulo.php?id=2077