A 40 años de la caída del primer chileno en la guerrilla sandinista: Juan Cabezas Torrealba

Por José M. Carrera / resumen.cl   Recientemente, como todos los 29 de marzo, conmemoramos el Día del Combatiente, se recuerda en calles, territorios, o donde están los sagrados restos de los hermanos Vergara Toledo, Paulina Aguirre y Mauricio Maigret, todos jóvenes militantes del MIR, asesinados por las fuerzas represivas de la dictadura de Pinochet ese día. Para muchos de nosotros, es imposible no vincular esta conmemoración a la vida y entrega de Juan Ernesto Cabezas Torrealba “Hernán”, hace 40 años, un 9 de abril de 1979 en Orosí, Nicaragua. Razones hay muchas, entre otras, cayó en combate como combatiente internacionalista solidarizando con la lucha sandinista, por su militancia en el MIR, por su juventud, apenas tenía 21 años cuando encontró la muerte y por su disposición sin límites para luchar por otros pueblos como si fuera el suyo. Cuando llegamos a esa guerrilla, “Hernán” era ya una leyenda entre los sandinistas del Frente Sur nicaragüense, fue el primero de muchos héroes internacionalistas chilenos que entregaron su vida por la causa de ese heroico pueblo, primero para derrotar la dictadura de Somoza y luego en la defensa de las conquistas de la Revolución Popular Sandinista. En el Libro “El Acierto de la Victoria”, escrito por el Sub Comandante Carlos Duarte Tabalda, conocido por nosotros como “Jerónimo”, en el capítulo “Orosí. Preludio de la Ofensiva Final” se dan detalles de los últimos momentos de la vida de Juan Ernesto, que resumo a continuación. La columna Eduardo Contreras Escobar, en honor a un destacado dirigente sandinista, al mando del Comandante Javier Pichardo, recibe la orden de realizar una ataque a una hacienda en Orosí, al sur de Nicaragua donde acampaban guardias somocistas. En el plan general de combate, uno de los objetivos militares de la operación, era “la casona Los Gallazos”, cuya misión fue asignada a una escuadra de asalto a cargo de Juan Ernesto “Hernán”, subordinándole al capitalino Enrique Zepeda, el hondureño Roberto Umanzor y el rivense “Guillermo”. Debían infiltrarse y tomar la casona. La señal para el ataque era una ráfaga de trazadoras. Según la señal convenida y con todas las unidades listas, Juan Ernesto Cabezas Torrealba ordenó a sus subordinados iniciar el ataque, unos gritos de niños y mujeres los hizo detenerse, pero igual sorprendieron totalmente a la unidad EEBI (Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería) inmovilizándolos y ocasionando numerosas bajas en sus filas. En medio del combate, cerca de las 4:30 de la madrugada, una ráfaga de fusil Galil de los somocistas alcanza a “Hernán” en la yugular falleciendo al instante, era el 9 de abril de 1979, a solo tres meses del triunfo revolucionario. Sus compañeros, en medio del dolor, lograron recuperar su cuerpo y en la retirada lo dejaron oculto, siendo descubierto por la Guardia Somocista y difundida su muerte en la prensa. En los partes de guerra informaron: “Nº 45 Pat. Bravo 111509, Abr-79 “12 horas, 9 abril 79 fue atacada patrulla G.N. en la hacienda Orosí. Se encontraron 2 cadáveres de guerrilleros. Uno portaba cédula de identidad a nombre de Juan Ernesto Cabezas Torrealba, de nacionalidad chilena, naturalizado en Costa Rica (seudónimo Hernán), número de cédula 804965, el otro no portaba identificación, pero su nacionalidad parece ser panameña.”   En una carta dictada por teléfono a La Prensa de Managua (mayo de 1979), su madre Eliana Torrealba expresa: “Al igual que tantas madres nicaragüenses, lloro y lamento la muerte de mi hijo, al igual que muchas de ellas, mis hermanas, el dolor se acrecienta por el desconocido paradero del cadáver de mi hijo, por la imposibilidad de comprometer mis manos en su sepultura.” De ella, ya fallecida, la Embajadora de Nicaragua en Chile María Luisa Robleto, la destaca como una gran revolucionaria y fundadora del Comité Chileno de Solidaridad con Nicaragua en 1988, aún en plena dictadura. Por su hermana Ema Cabezas, sabemos que Juan Ernesto hizo la Educación Básica en la Escuela Nº 1 de Osorno, luego viviendo en Santiago estudió en el liceo José Victorino Lastarria. Para el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 su madre se asila en la Embajada de Venezuela y viaja a Cuba, Juan se queda en Chile con Ema y su hermano Ariel, hasta que finalmente parten todos al exilio en Costa Rica. Con el tiempo también su madre llega a ese país centroamericano. Continuó sus estudios en un liceo de San José y entra a Sociología en la Universidad de Heredia. “Era un lector permanente, estudioso del marxismo, leía mucho de la revolución rusa y de Vietnam, entró al MIR el año 1975. Siempre andaba con el Manifiesto Comunista, sus compañeros de guerrilla le decían el “político”. Le gustaba tocar la guitarra, fanático de los Beatles y de la música reggae de Bob Marley, de Queen y las canciones de protesta.” Ema agrega que gracias a los contactos en la universidad y a los sandinistas que estaban como retaguardia en San José, Juan entró al FSLN, esto hizo que paulatinamente la familia entera fue transformando su hogar en casa de seguridad de los sandinistas. En una oportunidad, él desapareció con un grupo de 8 muchachos, que incluía nicas, ticos y chilenos, partieron a un entrenamiento, cuando volvieron, noto a su hermano mucho más serio y maduro. Y de ahí se fue a la guerrilla de Frente Sur. “Era hermoso mi hermano, por dentro y por fuera, adoraba a mis hijos, los cuidaba mucho y gracias a eso yo podía estudiar. Fuimos hermanos muy queridos, a pesar de que vivía con mi viejita, pasaba en mi casa, siempre me hacía cariño cuando se encontraba conmigo, igual que a mi mamá”, termina diciendo Ema en el mensaje donde respondió mis preguntas. “Wagner”, un compañero de su columna guerrillera, nos escribió de Nicaragua esta nota: “Hernán, el político, era un gran compañero, fraterno, solidario, estudioso y disciplinado. Estuvimos en el campamento Santa Rosa aproximadamente  2 meses  recibiendo instrucción político-militar. Siempre fue un compañero ejemplar, muy comprometido con la lucha antimperialista y en defensa de los derechos de la clase trabajadora. Su temprana muerte en combate nos impactó profundamente.  Murió como héroe, siguiendo los pasos de Sandino, Carlos Fonseca y el Che.” Aprender de nuestra historia es un ejercicio de consciencia ciudadana. Juan Ernesto no debe ser olvidado, al igual que los hermanos Vergara Toledo, Paulina Aguirre y Mauricio Maigret y tantos otros héroes del pueblo, fueron actores directos de las acciones políticos militares, de propaganda y agitación. Como ellos, miles de hombres y mujeres de nuestra clase cumplieron más de una de esas tareas o misiones. La mayoría de ellos se vieron obligados a aprender el arte militar y conspirativo con éxito, para brindarnos alegrías y justicia popular. Reivindicarlos es también una digna actitud de desprecio a los otrora “izquierdistas”, que en vergonzosa voltereta ideológica, hoy han devenidos en acérrimos “demócratas institucionales”. Nuestro pueblo no olvida a los suyos, a los jóvenes chilenos que enfrentaron la lucha directa a la dictadura, en el combate poblacional, en las jornadas de protestas y barricadas, en las universidades y liceos, en los centros de trabajo, en los grupos de combate, en los enfrentamientos armados contra las fuerzas represivas, en las acciones de notoriedad contra la “normalidad” que nos pretendían imponer la clase pudiente, en la lucha clandestina, y en reconocimiento al exilio combativo y al internacionalismo de cientos de jóvenes fuera de Chile. En homenaje también a los presos políticos que mantuvieron firme sus ideas luego de ser detenidos, torturados y encarcelados, desde el mismo 11 de septiembre de 1973.    
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