A 43 años de la fuga del penal de Rawson y la Masacre de Trelew

Por http://www.resumenlatinoamericano.org

“Ya van a ver, ya van a ver, cuando venguemos a los muertos de Trelew” (consigna cantada por la militancia popular de aquellos años 70)

El 15 de agosto, un grupo de guerrilleros detenidos en Rawson tomó el control del penal y logró huir. Seis de los principales dirigentes de Montoneros, FAR y ERP escaparon a Chile. Otros diecinueve se rindieron en el aeropuerto, al no poder abordar el avión que los trasladaría.

Fueron llevados a la Base Aeronaval Almirante Zar y, en un supuesto intento de fuga, el 22 de agosto, dieciséis de ellos murieron fusilados a quemarropa. La “Masacre de Trelew” aumentó el descrédito del gobierno y provocó nuevos atentados.

Mientras Lanusse negociaba con Perón una salida electoral que permitiera la participación del peronismo, a través del delegado de Perón en la Argentina, Héctor Cámpora, los cientos de guerrilleros presos en el Sur organizaron la fuga más célebre de la que se tuviera memoria en la Argentina, sólo superada por la que había protagonizado el 6 de septiembre de 1971 la famosa guerrilla uruguaya Tupamaros, liderada por Raúl Sendic, del penal de Punta Carretas, en la ciudad de Montevideo.

El 15 de agosto de 1972, los guerrilleros iniciaron la fuga de la cárcel de máxima seguridad de Rawson, provincia de Chubut. Para esta operación se habían unido las principales organizaciones guerrilleras —ERP, Montoneros y FAR— que tenían a sus líderes presos. De los cien guerrilleros dispuestos a fugarse, sólo lograron hacerlo los principales jefes, que, a duras penas, atravesando una zona casi desierta, llegaron al aeropuerto donde otro grupo comando había secuestrado un avión.

Los evadidos viajaron a Chile, donde ya gobernaba el presidente socialista Salvador Allende y donde las organizaciones guerrilleras argentinas tenían vínculos sólidos, no sólo con el Partido Socialista de Allende sino con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que dirigían el sobrino del presidente chileno, Andrés Pascal Allende, y Miguel Enríquez. De los veinticinco combatientes que habían logrado alejarse del penal en todo tipo de vehículos, sólo seis pudieron llegar a Chile y luego a Cuba.

Los diecinueve restantes quedaron varados en el aeropuerto de la ciudad de Trelew, en la misma provincia de Chubut. Se rindieron ante la Marina, el juez y la prensa bajo la promesa de que se respetarían sus vidas; sin embargo, fueron trasladados a una base aeronaval y no a un penal, como se les había prometido. En la madrugada del 22 de agosto de 1972 fueron acribillados en sus celdas. Sólo sobrevivieron tres, que contarían más tarde lo sucedido. Y años después también serían asesinados.

LA REACCIÓN DE PERÓN Y SALVADOR ALLENDE

La conmoción política y social fue inmensa. La opinión pública descreyó de la versión oficial de que se había tratado de un nuevo intento de fuga. En los días sucesivos, hubo manifestaciones en las principales ciudades de la Argentina. Y más de sesenta bombas fueron colocadas en protesta por la matanza. Peronistas, radicales, intransigentes, socialistas, comunistas, trotskistas y demo-cristianos condenaron al gobierno.

Perón, por su parte, calificó las muertes de “asesinatos” y la CGT declaró un paro activo de catorce horas. El gobierno prohibió velar en público a los guerrilleros y Lanusse envió emisarios a Chile para solicitar la extradición de los prófugos con la intención de juzgarlos como delincuentes comunes. Allende no cedió a la presión y les otorgó el salvoconducto para La Habana. Los entretelones de su decisión trascendieron muchos años después.

En la reunión con sus ministros en la que debía tomar la decisión, el presidente chileno, que sería derrocado por Augusto Pinochet en 1973, dijo: “Chile no es un portaviones para que se lo use como base de operaciones. Chile es un país capitalista con un gobierno socialista y nuestra situación es realmente difícil. La disyuntiva es entre devolverlos o dejarlos presos… Pero éste es un gobierno socialista, mierda, así que esta noche se van para La Habana”.

El asesinato de los prisioneros que se habían rendido, conocido inmediatamente como “La masacre de Trelew”, marcó el comienzo del fin del gobierno de Lanusse. Tres meses después, Lanusse permitió que Perón regresara a la Argentina luego de dieciséis años de exilio.

ASI FUE LA FUGA

A las 18:30 del 15 de agosto comenzó un masivo intento de fuga del Penal de Rawson, en la ciudad capital homónima de Chubut, provincia de la patagonia argentina. Durante la fuga, Marcos Osatinsky asesinó al guardiacárcel Juan Gregorio Valenzuela, que se resistió. De los más de cien reclusos miembros de las organizaciones armadas Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros, solamente un grupo de seis personas y otro de diecinueve lograron su objetivo.

El jefe del operativo era Mario Roberto Santucho, del Partido Revolucionario de los Trabajadores, aunque algunas declaraciones —especialmente la de Fernando Vaca Narvaja, de Montoneros, único sobreviviente de ambos grupos de evadidos— afirman que Marcos Osatinsky (de las FAR) había comenzado a planificar la fuga antes de que Santucho llegue al penal. El plan era realizar una fuga masiva de guerrilleros del Penal de Rawson, imitando la exitosa fuga que los Tupamaros protagonizaron el 6 de septiembre de 1971 en la cárcel montevideana de Punta Carretas (hoy convertida en centro comercial), y que tuvo una gran repercusión.

Estos dos dirigentes junto a Fernando Vaca Narvaja, Roberto Quieto, Enrique Gorriarán Merlo y Domingo Menna integraban el denominado Comité de fuga, y fueron los únicos que pudieron huir rápidamente en un automóvil Ford Falcon que los esperaba, y trasladarse al entonces aeropuerto de Trelew (cuya pista es utilizada hoy en día por el Aeroclub Trelew, mientras que la terminal es un Centro Cultural por la Memoria) para abordar una aeronave comercial BAC 1-11 de la empresa Austral (matrícula LV-JNS), previamente secuestrada por un comando guerrillero de apoyo, cuyos integrantes —entre los que se encontraban Víctor Fernández Palmeiro (el "Gallego", del ERP) y Anita Weissen, de FAR— viajaban como pasajeros.

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La aeronave operaba como el vuelo 811, que había despegado del Aeropuerto General Mosconi de Comodoro Rivadavia, con escalas en Trelew y Bahía Blanca, y rumbo al Aeroparque Jorge Newbery de Buenos Aires. Llevaba un total de 96 personas, entre pasajeros y tripulantes. Una vez tomado el avión, el comando de apoyo pidió a los pilotos quedarse en la pista. Allí abordó el denominado comité de fuga y esperaron al resto de los evadidos.

Mientras, los demás vehículos de transporte -dos camiones pequeños- que debían esperar al resto de los fugados no se hicieron presentes en la puerta de la cárcel. Según algunos testimonios, debido a una confusa interpretación de las señales preestablecidas (una frazada colgada de una reja). Según otros, al escuchar disparos del enfrentamiento con los guardias (en el que fue asesinado un guardiacárcel), pensaron que la operación había fracasado, y optaron por pasar frente a la puerta y continuar sin detenerse.

Sin embargo, un segundo grupo de 19 evadidos logró arribar por sus propios medios en tres taxis al aeropuerto. Allí, los que estaban dentro del avión decidieron, por el peligro de la llegada de las fuerzas de la marina y del ejército, dejar de esperar y despegar rumbo al vecino país de Chile, gobernado entonces por el socialista Salvador Allende. El avión llegó primero a Puerto Montt y finalmente a Santiago de Chile, donde los guerrilleros pidieron asilo.

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