El día 07 de noviembre del 2002, a eso de las seis de la tarde, la comunidad Montutui Mapu junto a comuneros proivenientes de otros lugares del Wallmapu trabajaban al interior del fundo Santa Elisa en la comuna de Ercilla, territorio entonces en conflicto que era controlado a través del trabajo productivo. Por orden de Forestal Mininco, las fuerzas especiales militarizadas de carabineros procedieron a sitiar la zona y desalojar a los mapuche del lugar.
La defensa de las comunidades pudo contener por breves momentos la furia policial, cuando un piquete de tres carabineros descargaron sus armas contra de un grupo de mapuche. El peñi de 17 años Alex Lemún Saavedra recibió un disparo en su frente desde el arma de fuego del mayor de carabineros Marcos Aurelio Treuer Heyssen. La bala recorrió “unos diez centímetros en su trayectoria para quedar finalmente alojado a la altura de la nuca” describió posteriormente el parte médico.
Alex fue auxiliado inmediatamente por su gente, trasladándolo en carreta y luego en ambulancia hasta Angol, hospital de Temuco, y finalmente, para intentar limpiar su responsabilidad, el gobierno lo traslada a la Clínica Alemana de esa ciudad, donde permanece resistiendo, cinco días conectado a un respirador mecánico. La bala no salió y destruiyó a su paso un importante porcentaje de masa cerebral.
Tras cinco días de agonía, el 12 de noviembre, a las 6:15 de la mañana, el peñi Alex Lemún nos deja. El proyectil fue disparado por el Mayor de Carabineros, Marcos Treuer, con una escopeta Winchester cargada con cartuchos de plomo y que, según su versión, usó “para repeler un ataque armado”.
Nadie pudo desmentir el crimen, hasta la misma institución lo reconoció. Sin embargo, las demandas judiciales, los pronunciamientos internacionales, las tantas manifestaciones.... nada ha logrado hacer justicia.
Alex Lemun tenía 17 años, hijo de Edmundo Lemun Nekul y Sonia Saavedra Horta, pertenecía a una familia de 9 hermanos, de la comunidad Rekem Lemun, de la misma comuna de Ercilla, creciendo en un entorno rodeado de plantaciones forestales exógenas, pertenecientes a las grandes empresas y particulares.
Se caracterizó por ser un joven muy sano, responsable y disciplinado, lo cual es destacado por todos quienes lo conocieron. A medida que fue adquiriendo conciencia de la realidad del pueblo mapuche y de las comunidades que emprendían recuperaciones productivas, se sumó a esta lucha, por completo, apoyando las movilizaciones en que su aporte era importante, como aquel jueves 7 de noviembre, acompañado de su wetruwe.
Hoy, el asesino sigue ejerciendo su despreciable labor en carabineros de chile. La justicia chilena no reconoce el asesinato de un mapuche como un crimen, pareciera más bien un logro de su política genocida. Lo comprobamos dolorosamente con nuevos crimenes terroristas contra nuestro pueblo: los weichafe Matias Catrileo y Jaime Mendoza Collio, asesinatos impunes del estado opresor. Asi como de muchos hermanos mapuche que han sido asesinados de una u otra forma por el institucionalidad opresora del estado chileno.
Solo la justicia mapuche, aquella que aflora en la diaria lucha ejercida por las comunidades, resistiendo y ejercenciendo sus derechos políticos y territoriales, con la fuerza de los antiguos, de Chao Ngechen... solo el continuar por la senda que con su vida defendieron, hará que la muerte de nuestros weichafe mapuche no sea en vano.