Cuatro años después de experimentar la fuerza colectiva de la revuelta popular, mirar el estado de ese proceso político duele, porque hoy nos muestra que no supimos encauzar la microrevolución hacia un proyecto común. Duele porque una vez perdida la oportunidad histórica de desinstalar el modelo nos oprime, lo que acontece es el peor de los escenarios posibles: ver que la escritura de la nueva constitución sea pensada, escrita y quede en manos de la ultraderecha. Criminales e impunes manos. Para las miles de personas que lucharon y siguen luchando hoy contra la instalación del sistema de injusticia y la política del olvido, la imagen de la derecha siendo mayoría, resulta muy dolorosa. Evidencia una contradicción vital difícil de digerir. ¿Cómo se vive con esa confusión? ¿Cuál es la condición de un país que niega la existencia del terrorismo de Estado? ¿Cómo se construye la verdad colectiva post exterminio? ¿Cómo se digiere la injusticia mientras eso ocurre?

En la débil política de memoria que desarrolló el país durante el último medio siglo, es el lenguaje del arte donde se produce un espacio de resistencia y reparación simbólica ante el severo retroceso en derechos sociales que trae consigo el avance del negacionismo revisionista que no sólo niega los crímenes de lesa humanidad sino, además, desvirtuar el proceso político popular y pretende reescribir el estallido.

En la región del  Bío Bío, una de las convocatorias desarrolladas este año para conmemorar el golpe es “50 años, 50 acciones: Imaginando el Porvenir” organizada por Mesa 8 y el Archivo de Artes Visuales Bío Bío. En ese contexto, este miércoles 18 de octubre (20:00 horas) la artista visual y performer Lorena Muhñoz Bahamondes junto con el artista visual César Valencia Donoso intervendrán la Plaza Tribunales en la ciudad de Concepción con la acción performática CHILE PAÍS TRISTE. A CINCUENTA AÑOS DE ANDAR POR LAS CUERDAS que propone un diálogo crítico entre sus archivos artísticos para poder pensar y repensar la dictadura y postdictadura en Chile, tal como manifiestan en el siguiente ejercicio cuestionario.

¿Con qué reflexión llegan a la conmemoración del golpe de Estado? ¿Son críticos del boom conmemorativo que experimenta el país este año?

César Valencia (C.V): A mí me parece pertinente visibilizar la memoria y su importancia a la hora de la conmemoración cincuenta del comienzo de la nefasta situación en la que nos encontramos en Chile hoy, cincuenta años romantizando un golpe escribí en el diagrama que hice para una expo “The Endless Coup” El Golpe Interminable organizada en Nueva York por IN THE NEW LATIN WAVE, organizada por Amanda Riesman & Sokio- siempre tengo la impresión de que seguimos siendo blandes con nuestros opresores, claramente hay un sistema que los protege, pero también somos una sociedad que aprendió muy bien el miedo, la política del silencio que nos hace cómplices.

Lorena Muñoz Bahamondes (L.M): Tengo una postura crítica frente a la conmemoración del golpe como un duelo parcial. Considero que ha sido una forma de tamizar la experiencia del horror y que hay una falta de empatía ante la negación de un hecho que tiene al país polarizado y con serias dificultades de llegar a construir un sentido común. Las acciones simbólicas para reflexionar en torno al golpe militar son y seguirán siendo insuficientes en relación a la injusticia que históricamente ha existido en Chile y la borradura que cruza, principalmente la vida de las mujeres, las niñeces y las disidencias.

¿Cuál es el diálogo y trasfondo que proponen en CHILE PAÍS TRISTE. A CINCUENTA AÑOS DE ANDAR POR LAS CUERDAS?

L.M: El trasfondo de la intervención es acuerpar, como rebeldías sexuales, todos los embates que hemos tenido que soportar en un sistema neoliberal. La acción la planteamos como una reflexión, más allá de la conmemoración del golpe de Estado, sobre situaciones que nos afectan y abordamos desde nuestras condiciones y experiencias de vida como disidencias.

C.V: La acción pone en diálogo crítico nuestros archivos personales con los archivos de la memoria colectiva, como la fotografía de Gonzalo Rojas De Negri, por ejemplo, para poder pensar y repensar la dictadura y postdictadura en Chile en este  contexto de los cincuenta años.

¿Qué potencia tiene la tristeza como elemento identitario de Chile?

C.V: La tristeza es nuestra memoria común, es esa textura emocional en que nuestras experiencias se unen y acompañan, para mí la tristeza es una cualidad que nos permite ser colectividad. Estar tristes no es estar vencides.

L.M: Pensar nuestras tristezas es hacernos eco de una historia que nos hace conscientes, que nos ayuda en la construcción de un relato de memoria colectiva y, a través de esa experiencia de memoria, nos articulamos y situamos para expresar, sentir y compartir aquello que nos molesta.

¿Cómo observan la relación arte y espacio público actualmente?

L.M: Luego de un Chile post estallado socialmente veo que tanto las instituciones como los agentes culturales, siguen alimentando procesos de invisibilización, precarización laboral, la heterosexualidad obligatoria, el monopolio que nos siguen precarizando. La institución cultural y sus agentes tienen instalado el concepto de extractivismo, limitan quién puede o no puede hablar de asuntos pertinentes al territorio, por lo tanto, el espacio público es y seguirá siendo un lugar de apropiación ante esos límites impuestos.

C.V: Me parece que el arte y el espacio público han dialogado hace mucho tiempo, pero siempre me queda la impresión que la institucionalidad del arte sea ese lugar al que le cuesta dialogar con estos espacios o con estos cruces. Me ha impresionado que son esas institucionalidades las que no entienden este diálogo, porque los artistas o las producciones de arte o las propuestas de arte/espacio público siempre se han relacionado entre sí. Me parece que el espacio público va a permitir que el arte sea, efectivamente, una herramienta al servicio del acceso de todes. Siento que el cuerpo situado en ese territorio, en ese cruce con el espacio público toma un sentido mucho más potente y que la calle también es parte de nuestra memoria.

¿Qué dirían sobre el fin de la dictadura?

L.M:  La dictadura aún dura

C.V: Son 500 años de dictadura. La dictadura la tenemos vivita y coleando pegada cada vez más a una estructura colonial, heterosexual, capitalista patriarcal obligatoria que seguirá acomodada a este modelo maldito y pérfido que nos trajeron las dictaduras e invasiones.

* Lorena Muñoz Bahamondes es Licenciada en Artes Plásticas con mención en Pintura. Ha participado en una serie de exposiciones de carácter tanto colectivo como individual, en el ámbito nacional (Valdivia, Puerto Montt, Valparaíso, Santiago, Concepción) e internacional (Brasil, España, Colombia y Argentina). Durante los años 2004-2016, paralelamente a su producción pictórica, genera intervenciones en el espacio público en la ciudad de Concepción e incursiona en propuestas de carácter multimedia vinculadas al arte sonoro. Ha realizado talleres de pintura dirigidos a la comunidad para adultos mayores y personas con diversidad funcional. Actualmente desarrolla propuestas instalativas y performáticas donde vincula su trabajo artístico con problemáticas de género y disidencias sexuales.

* César Valencia Donoso es artista visual chileno, marika positiva latinoamericana, vive y trabaja en Santiago. Miembro del Colectivo Piñén entre los años 2010 y 2018. Desde el año 2018 desarrolla la propuesta ‘’Producción gráfica medicina emocional”, archivo gráfico que agrupa una serie de xilografías en pequeño formato que acuñan frases que reflexionan y problematizan diferentes contextos latinoamericanos.

Fotografía Registro de acción CHILE PAÍS TRISTE. FIN, Tomé 18 de Octubre de 2022, archivo personal gentileza de Lorena Muñoz Bahamondes & César Valencia Donoso.