Alejandra Brito es Doctora en Estudios Americanos de la USACh, y profesora en los departamentos de Sociología e Historia de la Universidad de Concepción, además de ser miembro de la Asociación de Académicos y Académicas, ha publicado recientemente el libro “Autonomía y Subordinación: Mujeres en Concepción, 1840-1920″, editado por LOM. Sobre el acontecer universitario, las decisiones que se están tomando a nivel país y el estado actual de la sociedad en temas de género conversamos en esta entrevista.
1.- En los actos que se realizaron en conmemoración del Día Internacional de la Mujer en la Universidad de Concepción se mencionó el deseo de re-politizar la fecha. ¿De qué manera podríamos trabajar en ello como país o casa de estudios?
Es difícil pensar en cómo lograr cosas en Chile, no es tan fácil, sobre todo en esos temas porque hay una sociedad que ha cambiado mucho. Las transformaciones culturales post dictadura son evidentes, entonces la gente está muy interiorizada en aquello que le genera un beneficio o satisfacción inmediata, lo que ha aprovechado muy bien el mercado.
El mercado lo que ha hecho finalmente, es cooptar todos los espacios que antes fueron políticos, íntimos y afectivos y lo ha transformado todo en un negocio. En el caso del Día Internacional de la Mujer, es un día que yo creo que se demoraron en cooptarlo, que de alguna manera sobrevivió a la post-dictadura. Yo me atrevería a decir por lo menos durante una década todavía tenía más connotación política, y cuando decimos política quiero decir, un día en el cual se reivindica por una parte la lucha de las mujeres y por otro lado se ponen en discusión y debate todos los temas pendientes que nosotros podemos llamarlos agenda de género, agenda de las mujeres.
De repente hay una sensación de que ya hemos avanzado mucho, pero cuando tú te pones a mirar los detalles de las cosas nos damos cuenta de que hay un montón de elementos que todavía están pendientes y repolitizar significa eso: volver a poner en el debate los temas que son relevantes: derechos laborales, derechos sexuales y reproductivos como el aborto, que aquí aparecen como temas tabú.
Todos esos temas implican efectivamente ponerlos en discusión y sobre todo hacerlo como un problema que requiere solución no sólo para las mujeres, sino como problemas nacionales, que generan costos enormes para el país.
2.- ¿Y a nivel de universidad?
Esta universidad efectivamente es un espacio que laboralmente puede ser favorable para muchas mujeres, de hecho la Universidad se ha ganado premios todos los años por compatibilizar la familia con el trabajo. Y eso es cierto. Ahora, no se da igual en toda la universidad, yo creo que ese es el tema, el primer elemento, no es parejo para todos.
Si lo decimos desde el punto de vista de las académicas o académicos es cierto, a nosotras se nos enferma un hijo o una hija, y nosotros podemos cerrar la oficina e irnos y nadie nos va a decir nada. Ahora depende de los estamentos, en el caso de las secretarias, el personal administrativo o auxiliar, depende mucho del criterio del jefe. Si tú tienes un jefe o jefa que tenga sensibilidad frente al tema vas a tener permiso; si no, puedes tener dificultades.
No es parejo, no es una política que esté absolutamente instalada y de hecho, las cuestiones que se miden en el premio que recibe la universidad son fundamentalmente cumplimientos de derechos laborales. Me parece súper bueno que la universidad se lo gane y que lo esté cumpliendo, eso es loable, pero lo impresionante es que den un premio por cumplir la ley.
Y por otro lado, la Universidad también ha contribuido a despolitizar esta conmemoración, pensemos en el acto oficial que hace la casa de estudios. Yo personalmente nunca he ido porque no he estado de acuerdo en el tono en el que se plantea la invitación, se hace un acto casi festivo, con obras de teatro que no son de muy buena calidad, comedias livianas, te regalan giftcard para ir a comprar, etc. Es decir, no hay una reivindicación de los derechos de las mujeres que se conmemoran ese día.
Creo que este año fue interesante lo que están haciendo los sindicatos. Ellos sí lo están asociando e interiorizando como un asunto político, porque para ellos es particularmente sensible el Día Internacional de la Mujer, porque de hecho el día de la mujer parte como día de la mujer trabajadora, entonces ahí el sindicato toma esa reivindicación.
3.- ¿Cómo podríamos mejorar esta situación?
Yo encuentro que si tú hicieras una cosa más lúdica, pero sin quitarle el contenido nadie lo cuestionaría. Tampoco se trata que queramos que todo sea súper grave, el tema está en que lo que uno reclama, es la pérdida del contenido, no es tanto la forma. Cuando estuvimos en la actividad del Día de la Mujer con el Sindicato Nº 3 nos comentaban que los temas que afectan a las mujeres aparecen en las negociaciones colectivas como por ejemplo generar políticas para flexibilizar el horario sin que signifique el deterioro de las condiciones laborales, pero se dejaron fuera, y se privilegiaron otras cosas que también son importantes, como el tema salarial.
Pero este tipo de cosas van quedando fuera porque son a ojos del resto “menos importantes”, otro ejemplo son los acosos laborales que se dan en todos los niveles de esta universidad, entre pares, entre personas de diferente jerarquía. Las secretarias viven más acoso más de lo que uno cree, porque claro están expuestas y esos temas no se tratan. Hay que seguir insistiendo, uno no se puede dar por vencida.
4.- Uno tiende a pensar que las universidades son reflejo de la sociedad ¿La universidad tendría que ser un polo de diferenciación de alguna manera, o tendría que marcar una cierta pauta para empujar los cambios dentro de la sociedad?
La universidad en un sentido profundo, debería ser el referente de la construcción de ideas que pudiesen a su vez traducirse en pautas de comportamiento y políticas públicas en nuestra sociedad. Y en ese sentido pienso que nuestra universidad no tiene una política efectiva: los temas de género en términos de inclusión efectiva son muy pobres, salvo lo que organice algún académico o académica en su facultad. El mismo grupo PROMEG –Programa Multidisciplinario de Estudios de Género- fue transformado en un programa de Vicerrectoría, pero finalmente no ha tenido mayor visibilidad, porque es un programa que no tiene los recursos suficientes y si no tienes recursos no puedes promover.
Creo que una de las cosas que golpeó a la universidad fue sacar a la Vicerrectora Académica de su cargo. Ese es un tema delicado porque independiente del juicio que uno pudiera hacer sobre su gestión, tiene que ver con el impacto social y simbólico que tiene.
El rector dice es la primera mujer Vicerrectora que tiene la UdeC en 96 años. Nunca hubo una mujer en un cargo tan alto en la dirección de la universidad, y por lo tanto se valora mucho. Piensa tú que a la Vicerrectora se le otorga el premio del Sernam regional a la mujer destacada, en reconocimiento a su trayectoria, que la llevó a ocupar tal alto cargo al interior de las Udec, nominación realizada por la misma universidad, y un mes después de la entrega del premio la remueven. Con eso se caen los acuerdos pactados, las ideas frescas. De hecho, la Directora Regional del Sernam estuvo con ella y se planteó el tema de generar políticas de transversalización de género considerando las renovaciones curriculares que se están produciendo en la universidad, y eso no hay claridad si se mantendrán una vez que ella sale.
Además de eso se pierde el hecho de que una mujer acceda a este tipo de cargos otra vez. Ella se va sin que sepamos por qué. Difícilmente uno puede evaluar la gestión de una autoridad pública en menos de un año. Una autoridad pública sale en menos de un año cuando ha habido un error evidente, como lo que le pasó a la ministra de salud, en que uno puede no estar de acuerdo, pero aquí nunca vimos algo público. Lo más fuerte es el elemento simbólico que generaba una mirada de transformación. Había una apuesta por incorporar una mujer, porque como equipo se validó de esa manera, ahora eso queda en el aire.
5.- Y justamente habla de lo que sucede en el país. La universidad es el reflejo de lo pasa como sociedad, actualmente la crisis de confianza está creciendo cada vez más. ¿Será este el momento de la historia para poder realizar cambios más profundos?
Uno lo esperaría. Yo creo que sí. Porque cuando uno lo mira históricamente, siempre ve que las situaciones de transformaciones profundas han venido previas a situaciones de crisis. El problema es que yo no tengo tan claro que se esté evidenciando una respuesta ciudadana a esta situación de crisis, porque si tú lo miras en perspectiva comparada, con lo que sucede en nuestro país en Brasil o Argentina, ya tendrías miles de personas en las calles. En cambio aquí es como “ya, no me gusta”. La gente responde que no le gusta el gobierno, no respalda a la oposición, tampoco al parlamento, no respalda a nadie, pero al mismo tiempo no hace nada.
La última encuesta es desastrosa, si la clase política tuviera un poquito de capacidad para analizar eso sería como para cerrar la puerta e irse para la casa, porque efectivamente la cosa es grave, pero no pasa nada. Porque al final los políticos tienen la posibilidad de escaparse de esas crisis mediáticas, porque explota la crisis y después viene la semana santa, un accidente, una muerte, gente que sale de las ciudades y después viene el día de la madre y después vendrá el día del padre, el día del niño, y siempre hay algo que va generando una especie de amortiguación que baja las tensiones.
Entonces la gente, en buen chileno, se engrupe con eso. Hay una cosa de permanente compensación. Vivimos en una sociedad de compensaciones.
Es como decir “ya voy a un trabajo que me explotan, me pagan poco, pero puedo salir de carrete o puedo ver tele todo el día”. Entonces yo voy compensando en esa medida las tensiones sociales.
Creo que las transformaciones culturales en este país fueron demasiado profundas, cambiaron demasiado la sociedad, entonces yo veo que pueden haber explosiones, reventones de historicidad como lo fue el movimiento estudiantil de 2011. Un reventón que todo el mundo apoyó. Fue un impacto interesante porque efectivamente cambió la agenda, ahora a dónde va a llegar no lo sabemos, nadie estaba pensando en una transformación profunda a nivel educacional antes del 2011, en términos de la clase política me refiero. Y eso cambió y se transformó en problema prioritario.
6.- ¿Habrías pensado en el 2011 que estaríamos discutiendo lo de la gratuidad?
Para el 2011 se iba a hacer la foto aérea en la UDEC y se discutió porque la propuesta inicial era “educación gratuita” y de los propios académicos y académicas, que estábamos movilizados e íbamos a asambleas, de los estábamos participando se cuestionó y se decidió poner “educación pública ya”. No nos atrevimos. Y lo que se está discutiendo hoy es gratuidad.
Debo reconocer que soy una persona desesperanzada, porque veo que los jóvenes, que uno diría que son la esperanza, están también formados en la lógica del sistema. Siento que los estudiantes de repente reclaman porque dicen “yo soy cliente”. No hay conciencia de que están reivindicando un derecho.
De repente uno tiene esperanzas, pequeñas esperanzas en estas cosas más micro-sociales, organizaciones más de bases, pero de repente la capacidad que puedan tener estas organizaciones para generar impacto y transformación social más profunda es difícil porque uno lo ve a escala más pequeña en la misma universidad cuando vienen las elecciones de la FEC. Uno ve una enorme cantidad de colectivos, pero después cuando tú ves cómo funciona en el periodo que están dirigiendo, no se diferencian los colectivos que ahora tiene la FEC con los anteriores.
Si uno lo mira desde el funcionamiento real de lo que uno ve dentro de la acción de los estudiantes de la universidad no hay mucha diferencia. Pueden generarse algunas iniciativas, pero finalmente las posibilidades reales de acción que se tiene son pocas. Por lo que hay una desconfianza profunda en todo lo que implique institucionalidad, todo lo que tenga nombre institucional incluyendo desde los partidos hasta las organizaciones estudiantiles. Una desconfianza generalizada.
7.- Pero los jóvenes intentan generar ruido.
Claro, pero después nadie les recoge el guante.
El mundo académico es absolutamente disgregado y despolitizado. Si hay instancias de politización son fuera, porque me imagino que hay mucho militante pero no se genera la discusión acá y no se asume que el espacio académico sea un espacio de discusión. Porque cuando uno va a un pasillo a hacerse un café y hay noticias impactantes, uno las comenta, pero generar eso desde la universidad, un espacio de debate frente a la actualidad nacional, no la tenemos, ni siquiera hemos tenido la capacidad para levantarnos y tener una voz fuerte frente al tema de la reforma educacional que es un tema que nos compete directamente.
Lo que pase con la reforma educacional nos va a impactar en la forma en como nosotros desarrollemos nuestro trabajo de aquí para adelante. Cada cual está metido en su oficina o laboratorio y lo que pasa es que prima el “yo no me quiero exponer”. Es un temor a la exposición. Es hora de cambiar esto, por el bien de nosotros y de nuestro futuro.