Un nuevo golpe de teatro de La Socialdemocracia alemana (SPD)
Por Mario Morasan
Frankfurt/ Berlín- En una nueva acción teatreal, el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, ha anunciado la dimisión de Kurt Beck como presidente del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y comunicó su propia candidatura a la cancillería alemana en los próximos comicios legislativos que tendrán lugar en un año.
El jefe de la diplomacia alemana y vicecanciller federal señaló que asumirá interinamente la presidencia del SPD hasta la celebración de un congreso extraordinario en el que propondrá
a su correligionario Franz Müntefering para dirigir la formación política más antigua de Alemania.
Steinmeier subrayó que la dimisión de Beck durante la reunión de la cúpula del SPD celebrada a las orillas del lago de Schwielow, junto a Potsdam y en los lindes de Berlín, "ha sorprendido y conmocionado" a los dirigentes del partido.
En una breve alocución ante la prensa, el ya presidente interino del SPD reconoció que "la jornada de hoy ha sido muy difícil para el partido" y destacó que su formación "necesita de un nuevo comienzo con un nuevo centro", así como "el fin de la lucha entre las distintas alas y personas".
Steinmeier subrayó que en la reunión celebrada Beck respaldó claramente su candidatura a la cancillería federal y manifestó su voluntad de "conducir al SPD como cabeza de lista" en los comicios legislativos que tendrán lugar el 27 de setiembre de 2009.
Aspectos
Un seísmo político de intensidad desconocida y cuyos efectos pueden acabar con la frágil unidad del Partido Socialdemócrata alemán (SPD) o hacerlo revivir como un glorioso ave fénix azotó ayer Werder, una idílica localidad ubicada a orillas del lago Schwielow, en las cercanías de Postdam. En este marco incomparable se había dado cita la cúpula del SPD para aprobar un documento base de cara a las próximas elecciones nacionales, que tendrán lugar el 27 de septiembre de 2009.
Pero la reunión, en lugar de llevar la cordura y la unidad al viejo partido, y de dotarlo de una eficaz herramienta electoral, se convirtió en el escenario de un extraordinario golpe político interno que acabó con la impopular gestión de Kart Beck como presidente del SPD; coronó al ministro de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, como candidato oficial a la jefatura del gobierno y llevará de regreso a la dirección del partido a Franz Müntefering.
En un desesperado intento para poner fin a la erosión política del SPD, el ministro de Asuntos Exteriores y actual vicecanciller, Frank-Walter Steinmeier, aprovechó la reunión para poner fin a la larga y lenta agonía del partido con una estrategia de doble filo, que culminó con su coronación como candidato a la cancillería.
Steinmeier, actualmente el político más popular del SPD, decidió aprovechar la reunión para buscar su nominación oficial y pública como candidato al cargo de canciller. En una bien orquestada campaña mediática, Steinmeier y sus aliados filtraron a la prensa una decisión que no había sido aprobada por la cúpula.
La revista 'der Spiegel', bien informada sobre los planes del ministro, adelantó la nominación de Steinmeier y señaló que la designación había sido negociada entre el candidato y el presidente del SPD en los últimos días. La repercusión mediática que tuvo la primicia periodística indignó a los participantes en la reunión, que se enteraron de la designación de Steinmemeir a través de la prensa.
La tormenta política que azotó Werder a primeras horas de la mañana se convirtió en un peligroso terremoto cuando emisarios sin rostro dejaron saber que, en el marco de una pequeña reunión de crisis, a la que asistieron Beck, Steinmeier y otros dos vicepresidentes del partido, el presidente había presentado su renuncia.
Cambio de timón
Que la era Schröder dejó al partido sin velamen ni timón lo demuestra que Franz Müntefering (68) vaya a ser--de nuevo- su quinto presidente en cuatro años, que el voto haya caído al mínimo de los 133 años de vida del SPD y decenas de miles de militantes huyeran; y de los que quedan, una encuesta de Forsa ve que uno de cada tres piensa aún abandonar el viejo partido de Bebel y Liebknecht.
Ante las elecciones en Sarre a comienzos de 2009, el SPD cae por primera vez por detrás de La Izquierda, del disidente populista Oskar Lafontaine; y el propio presidente del SPD Kurt Beck se habría desplomado 10 puntos y está detrás de la CDU en el Palatinado donde gobierna. El jefe de filas en Hamburgo Michael Neumann, quien culpó abiertamente por su giro izquierdista a la reciente derrota regional, calificó su cese como «liberador». El SPD hamburgués había dudado incluso si apoyar a la cancillería a un Beck candidato.
El ya ex presidente cree en una conjura y, desde luego, la palanca la han accionado entre los ex cancilleres Schmidt y Schröder, la derecha del SPD, las regiones federadas de Baviera y Turingia (que encaran elecciones) y la propia de Steinmeier (Sajonia Inferior), también para que Steinmeier no terminara siendo candidato por designación de Beck sino por iniciativa propia.
La «operación Werder», cerca de Potsdam y llevada a cabo por los barones, en paralelo a la reunión de la directiva, ha enfadado a ésta al haberse enterado por los medios, así de la renuncia de Beck como de su relevo por los escuderos de Schröder: Müntefering, como próximo presidente, y Steinmeier como interino y candidato.
Pero ante los resultados de la deriva izquierdista del pasado congreso, la depresión general y las aproximaciones hacia La Izquierda, visibles en el atolladero con la líder en Hesse Andrea Ypsilanti, el secretario Hubertus Heil pudo anunciar ayer «unanimidad» en el nombramiento de Steinmeier.
Mientras los populistas de La Izquierda les comen terreno, numerosos dirigentes locales no saben si deberían en realidad enfrentarse o aliarse con ellos; y pese al giro a la derecha, el giro es personal y se ha aclarado menos la línea que el candidato. Con la consagración de los prohombres de Schröder se reconoce al menos que el reformismo de la Agenda 2010 ha sido la mejor herencia del bi-mandato rojo-verde; y la recuperación alemana bajo la coalición de Angela Merkel así lo constata.
La pregunta que muchas analistas se hacen es cuanta "democracia" se puede permitir el partido más viejo de Alemania. El Putsch contra Beck significa dejar cancha libre al ala más derechista del partido y limita una posible alianza a nivel nacional con Die Linke (La Izquierda). La crisis es más grande que muchos imaginamos.