Por Alejandro Carrasco y Juan Pablo Concha / Colectivo La Savia
Casi tres semanas lleva la paralización y huelga de uno de los sindicatos de la empresa HOCHTIEF constructora Nuevo Maipo, una de las dos empresas contratistas del Proyecto Hidroeléctrico Alto Maipo (PHAM)1. Los trabajadores denuncian condiciones laborales paupérrimas en temas de seguridad, salariales y médicas, además de prácticas antisindicales. A lo anterior se suma la paralización de los trabajadores de STRABAG, la otra empresa contratista, quienes aprobaron el paro en solidaridad de sus compañeros de HOCHTIEF-CNM.
No es primera vez que los trabajadores del PHAM toman la decisión de paralizar las obras y denunciar las pésimas condiciones laborales a las que son sometidos. Es una constante desde los inicios de las obras de Alto Maipo y es además una lógica empresarial con la cual este tipo de proyectos organizan el trabajo y su relación con el medioambiente. Ahora bien, la actual paralización se enmarca en una coyuntura caracterizada por nuevos elementos que, a nuestro entender, han generado un escenario de fuerte incertidumbre.
El hecho más grave es que las Aguas del Rio Maipo, que abastecen a más del 70% de la Región Metropolitana, están contaminadas con altos niveles de arsénico, níquel, plomo, molibdeno, hierro, manganeso, entre otros, lo cual representa un riesgo para la salud de la gente del cajón del Maipo y de la Región metropolitana. No siendo una novedad, es un elemento que, contrariamente a la actitud tomada por la Superintendencia de Medioambiente y otros servicios e instituciones públicas, no podemos evadir.
Un segundo elemento radica en el encarecimiento del proyecto, el cual aumentaría entre un 10% y un 20%, llegando a US$2.225 y US$2.427 millones, cifras que superan holgadamente, las proyecciones iniciales (US$800). Lo anterior agudizado por la caída en los precios a largo plazo de la energía en Chile gracias a la creciente contribución de generación solar y eólica2. La consecuencia inevitable seria, por ende, el retraso del proyecto. Así al menos lo entienden los controladores, quienes sostienen que si bien en 2014 el inicio de las operaciones se proyectaba para fines de 2017, en la actualidad todo apunta a que será a inicios del 20193.
A propósito de lo anterior, los propios controladores se han visto tensionados entre ellos para buscar salidas a la actual situación, generando un escenario critico para el futuro del PHAM. Así pues, Iván Arriagada (presidente ejecutivo de Antofagasta plc) señala que “Alto Maipo no es una inversión estratégica para Antofagasta Minerals. Nosotros estamos en el negocio minero y es ahí donde queremos crecer y hacer nuestras inversiones. En un momento donde estamos en la parte baja del ciclo del precio del cobre, nosotros queremos reservar nuestros recursos financieros y nuestra disponibilidad de caja para nuestros proyectos mineros. En ese contexto, vemos con dificultad poder aportar fondos adicionales al proyecto Alto Maipo”.4 Por su parte AES Gener presentara a fin de año un informe sobre el encarecimiento para así decidir si el proyecto continuara. No obstante una de las soluciones que ya se maneja es la posibilidad de que ingrese un nuevo socio a inyectar recursos5.
Ahora bien, el escenario de crisis e incertidumbre expuesto, reafirma una de las premisas que el amplio movimiento opositor a Alto Maipo viene señalando. Y es que aun cuando el PHAM se ha visto enfrentado a complicaciones legales, ambientales y de legitimidad por parte de la población, se ha mantenido en pie. En este sentido ¿Qué sostiene la continuidad de un proyecto que ha demostrado ser inviables social, ambiental y económicamente? Sostenemos que su continuidad solo se explica por el blindaje que el PHAM ha tenido de parte de los gobiernos de turno, los cuales han actuado fieles al servicio del gran empresariado nacional y transnacional.
Alto Maipo es la expresión de cómo funcionan los proyectos de carácter extractivista, los cuales no solo destruyen los ecosistemas de bastas regiones del país, sino que también construyen su ganancia a través de una alta precarización de las condiciones laborales. Los controladores y las empresas subcontratistas hacen caso omiso a las exigencias mínimas de los trabajadores, no porque no posean los medios para garantizarlas, sino porque es precisamente ese proceso de destrucción y precarización de las condiciones laborales el eje desde el cual expanden sus absurdas y demenciales utilidades.
Sin duda las condiciones actuales críticas en las que se encuentra el PHAM crean un escenario de fuerte incertidumbre, y es en él donde todas las fuerzas de quienes nos posicionamos en contra de la destrucción del medio ambiente y las precarias condiciones de las y los trabajadores de este megaproyecto deben concentrarse, evidenciando las lógicas empresariales, corruptas y destructivas de este proyecto y de todos quienes lo sustentan. Se trata, en suma, de denunciar la insustentabilidad del modelo laboral y ambiental actual y develar las múltiples aristas de la relación entre poder político y empresarial asociados en Alto Maipo. Es hora de concentrar las fuerzas y movilizarse, para que, de una vez por todas, tiremos el proyecto, sus dueños y sus lógicas mercantilistas, río abajo.
Notas: