Paulina Barrenechea Vergara / resumen.cl
Cuando pensamos en las implicancias de un proyecto como Corredor Sur de Danza Contemporánea, lo hacemos en virtud de los desafíos que instala y proyecta. Pero al mismo tiempo, también, supone pensarlo genealógicamente, en esos archivos corporales que le anteceden y en esas acciones formativas y creativas que, durante los años ochentas y noventas, permitieron que este proyecto accione y se mueva. Creadores y creadoras en danza cargan, en sus cuerpos, esas otras corporalidades que remecieron al sur-sur con sus propuestas, con su audacia y con ese activismo que permite hoy la profesionalización de la práctica de la danza.
La plataforma Corredor Sur reúne a cuatro colectivos artísticos del sur de Chile - Escénica en Movimiento de Concepción, Experimentación Escénica de Valdivia, Movimiento Insular de Chiloé y Tierra Húmeda de Puerto Montt- con el objetivo de difundir y mediar con diversas comunidades sus procesos creativos en danza. Precisamente, esta última compañía es la cara visible y el corazón de esta tercera versión que, a través de funciones, clases magistrales y conversatorios, está recorriendo las regiones de Biobío, Los Ríos, Los Lagos, Aysén y Magallanes gracias al Programa de Intermediación Cultural del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Llegar a territorios más alejados de los núcleos culturales y retroalimentar sus procesos creativos con los saberes que allí se anidan, son las pulsiones que atraviesan varias de las acciones del proyecto. Quizás ahí, en esos deseos, se encuentran, también, los mayores desafíos dentro de una práctica cultural cada vez más definida por las lógicas neoliberales de financiamiento. En ese contexto, resulta urgente pensar la práctica de la danza como espacio territorializado y corpolítico, dispuesta a encauzar procesos de transformación a través de la creación y de todas las posibilidades que el cuerpo en movimiento tiene.
[caption id="attachment_62216" align="aligncenter" width="1000"] Cedida Corredor Sur.[/caption]
En plena “Ruta Austral”, que llevó a las tres compañías a las localidades de Hornopirén, Chaitén, Puerto Cisne y Coyhaique, conversamos con el bailarín de Tierra Húmeda, Álvaro Facusse. Además de su trabajo escénico como intérprete y de coordinar la presente versión de Corredor Sur, Álvaro, es el actual director de la Escuela de Danza Flor de Agua, de Puerto Montt. Las dimensiones políticas de la danza en el presente, su mirada sobre la pulsión integradora del arte y la mediación, fueron experiencias sobre las que dialogamos en la ciudad de Coyhaique, casi al finalizar la circulación de esta etapa del proyecto.
A partir de tu experiencia en las artes escénicas, me gustaría que hicieras una toma de posición y nos contaras sobre tu relación con la danza, cómo se da y cuál es el sentido que prevalece en ella.“Yo fui formado en la escuela de danza de la Universidad de Humanismo Cristiano, más conocido como el Espiral. A mí me gusta el movimiento, y el movimiento visto desde muchas posibilidades. Me gusta vivenciar estos cruces que se suceden entre los estilos de danza, porque he probado mucho y eso me gusta. He ido conociendo detallitos de todas las posibilidades que plantea el movimiento. A veces me pierdo un poco, pues entro fácilmente a todas las posibilidades, incluso en la exploración de otras disciplinas como el teatro, el área vocal, etc. La danza la entiendo como una necesidad que me va moviendo internamente. No sé si hay más para mí”.Pues es bastante. Y ese contexto, ¿qué crees tú que tiene que decir la danza hoy?“La danza hoy dice que el cuerpo existe, que se reconoce y que es un vínculo necesario. Dice que es una unidad, pues no son dos partes separadas, mente y cuerpo. El cuerpo lo contiene todo, el cuerpo da vida, traspasa capas. Creo que eso es lo que tiene que decir hoy la danza, inserta en las comunidades, en el sistema educativo, en las actividades artístico-culturales. Ese es el valor que vinculo a mi pasión, la pedagogía de la danza. Generar experiencias y repetir permanentemente con otros y con otras lo que acabo de decir, el reconocimiento del cuerpo como un valor intrínseco al ser humano”.Cuando miras el cuerpo, lo que haces es quebrar todas las lógicas que te enseñan a no verlo y reconocer las relaciones de poder que ahí se anidan.“Y también lo percibo, siendo víctima de este colonialismo que hacen los estilos de danza, en el cuerpo y la libertad que podría tener el movimiento al surgir nada más, al satisfacer esa necesidad sin tener que cumplir con parámetros o reglas o visiones estéticas. Muchas veces ellas van encasillando a los artistas y las artistas para cumplir ¿qué? Puede verse como una gran fortaleza, generando especialización y profesionalización; sin embargo, hay muchos que nos vemos perdidos también en esta duda constante de qué es lo que va completando esta satisfacción a final de cuentas. Creo mucho en la motivación para hacer las cosas y, por tanto, entiendo que lo que más te mueve va a ser estar contento y satisfecho con lo que haces, sentir ese placer; la satisfacción”.¿Cómo se entrama esa mirada con el proyecto que es la red Corredor Sur?“Una de las características de Corredor Sur, es que somos todos super distintos y, precisamente, el valor radica en presentar a la comunidad esa diferencia. Al principio todo era exploratorio y estábamos reconociéndonos los unos a los otros, reconociendo cuáles eran las características que iban a tener las obras que se presentaban, etc. Creo que es super importante, y fue un conflicto hace algunos años, ver cómo veíamos morir las obras y cómo la línea de fondos concursables hacía que aparecieran y desaparecieran muy fácilmente los proyectos. Corredor Sur logra darle valor y permanencia a las propuestas. Por ejemplo, nosotros (Tierra Húmeda) quisimos tener algunas obras repetidas en la primera parte del Corredor, sostener las obras en programación y que la gente vaya sabiendo que existen estas obras de danza, no que siempre exista algo nuevo, para que pueden vivenciarlas nuevamente sin tener un conflicto con eso”.Profundicemos un poco en la dimensión política de esta versión de Corredor, donde la territorialidad es importante, ¿Qué otros elementos crees que le definen?“La apuesta, tal como tú dices, era conocer nuevos territorios y compartir principalmente con esas comunidades. Creo que en la experiencia con nuevos públicos está nuestra apuesta en esta versión, y que las obras puedan tener relación, principalmente con niños, con una proximidad distinta a la que habitualmente tenemos en los teatros. Por eso resultaba tan importante desarrollar esta ruta, como una primera instancia, para que luego las agrupaciones volvieran a sus ciudades a repasar toda esta experiencia y luego dar nuevas lecturas a lo que sucede con sus obras, a pesar de que ya todas están haciendo eso en sus propios territorios. Así y todo nunca lo habíamos hecho todos juntos, en el mismo lugar, por tanto, no habíamos visto cómo impactaban las propuestas de los demás en estos públicos. Al ser espectadores e intérpretes espero que vaya sucediendo un crecimiento. Lo que más me motiva es que los discursos vayan manteniéndose, pero que, también, se vayan releyendo a través de las experiencias."Como parte de la audiencia escolar en Ruta Austral, hubo presencia de niños no videntes en la función de danza. En ese sentido y desde una perspectiva crítica ¿qué desafíos ves tú en próximas versiones de Corredor Sur?“Creo que una de las responsabilidades de cualquier iniciativa es generar un movimiento; si este movimiento es artístico, tanto mejor. Muchas veces uno se queda encauzado en la gestión y en un montón de aspectos que tienen que ver con la formación y la profesionalización, un poco olvidando todos esos aspectos sensibles y sutiles que tienen que ver con el impacto que uno genera en las comunidades. Y percibo en la danza que poco a poco estas historias, también, van haciendo eco. La danza es súper visual y se disfruta desde lo visual. Esta ambición por la destreza, esta ambición por lo sorprendente, por lo que deslumbra, nos está dejando un poco fuera del camino que están tomando las sociedades hoy en día. Creo que las siguientes versiones del Corredor debiesen instalar actividades relevantes no solo en la muestra. Esta relación con los nuevos públicos debiese establecerse desde ahí: desde el despojar, despojar-nos de la tradición, y entender cómo las acciones mínimas van generando el impacto que todos esperamos, conformándolo, entendiéndolo y vivenciándolo”.
Corredor Sur de Danza Contemporánea ha estado girando por el sur Chile con las obras “Canto de las Manos”, “Des-nudo” y “Reflexión”, de Tierra Húmeda; también con “Y escaparon del peso de la oscuridad” y “Happyland”, de Escénica en Movimiento; y “En lugar de nada”, de Experimentación Escénica. Pronto estarán en Lautaro y Temuco, realizando clases abiertas. También la red estará marcando presencia en Valdivia, en el Festival Junto al Río y en Concepción, durante el mes de noviembre, como parte del Festival Internacional de Danza Contemporánea LOFT.
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