La sueca Maja Hagerman, develó una impactante investigación sobre la política de "higiene racial" realizada por Suecia en contra del pueblo sami o laponés, pueblo originario del norte de la península escandinava. Esta teoría de “higiene racial” dio pie a la esterilización no solo de samis, sino también de gitanos y personas vulnerables. Así lo comenta Ferrán Barber del Diario Público de España.
Por Joaquín Pérez
El instituto sueco para la Biología Racial data de 1922, su primer director fue Herman Bernhard Lundborg (1868-1943) quien señalaba que: “los nórdicos constituyen la raza superior y cualquier clase de mestizaje con indígenas sami de Laponia, romaníes, judíos, tornedalianos, fineses u otras minorías raciales debilitaría al pueblo escandinavo”, un discurso que antecedió en más de una década al doctor Mengele y las teorías de superioridad racial de los nazis alemanes.
Tal y como firma la escritora Maja Hagerman, autora de un libro y un documental sobre los experimentos del doctor Lundborg con los sami, "colegas investigadores de Alemania, que más tarde se convertirían en influyentes expertos raciales y dictarían sentencias de muerte en el Tercer Reich, miraban con envidia a través del Mar Báltico hacia Suecia, donde se había creado el primer instituto racial del mundo".
El Instituto estatal sueco de Biología Racial, contribuyó de forma muy significativa a las teorías eugenésicas que luego se extendieran por Alemania, Estados Unidos o el resto de países escandinavos.
Lo más sorprendente de la historia del pseudocientífico racista sueco es que él mismo terminó mezclándose, teniendo sexo y procreando, con una mujer perteneciente a uno de los grupos del tipo equivocado.
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Maja Hagerman señala sobre Lundborg. "descubrí la identidad de su amante María, nativa del norte de Sami (Laponia). Al contratarla como limpiadora en su oficina de Uppsala y dejarla embarazada casi de inmediato”.
Lundborg consideraba a los sami como a insectos a los que categorizaba y estudiaba. Las miles de fotografías que tomó fueron encontradas en perfecto estado tras su muerte, encuadernadas en voluminosos libros.
La percepción social de que el pueblo sami pertenecía a una raza inferior no la inventó Lundborg, en Suecia a los sami se les denomina lapón, una palabra que significa también idiota y vagabundo, producto de lo cual hoy ha dejado de usarse. El discurso racista fue utilizado por las compañías mineras o funcionarios del Gobierno, que literalmente despojaron a los sami de sus tierras y de sus recursos naturales.
Las esterilizaciones al pueblo sami continuaron en Suecia, de diferentes maneras, hasta mediados de los noventa, incluidos los gobiernos socialdemócratas suecos. El problema se extiende hasta hoy, las heridas siguen abiertas en el pueblo sami.
"El proceso de suecificación de los indígenas fue muy duro", dice el presidente del parlamento sami Stefan Mikaelson. Hace solo unas semanas, los sami organizaron una protesta en Uppsala para reclamar que la universidad devuelva los restos óseos y cráneos que aún conserva. Se sabe que la universidad alguna vez tuvo 57 cráneos y seis esqueletos de sami, mezclados junto a los de colonos y los de reclusos muertos en prisión cuyos cadáveres eran entregados por el Gobierno sueco a la ciencia hasta el decenio de 1950.
En noviembre del 2021, el gobierno sueco se comprometió a crear una comisión de la verdad que examinara el trato que el país ha dado a la minoría sami.
El año 2014, el Gobierno sueco ya había reconocido que había esterilizando, persiguiendo e impidiendo la entrada en el país a los gitanos durante el siglo XX.
Una comisión relatora creada para investigar lo sucedido en Suecia con las esterilizaciones forzadas, estableció que 230.000 personas sufrieron de ella entre 1935 y 1996, 63.000 esterilizaciones practicadas entre 1934 y 1975 tenían por finalidad garantizar la pureza de la raza nórdica. Ni siquiera la caída del nazismo afectó esta política racista eugenésica desarrollada por el estado sueco, mientras la prensa internacional divulgaba las bondades de las sociedades escandinavas y sus estados de bienestar socialdemócratas.
Entre 1976 y 1996 se esterilizaron a otras 166.000 personas, en la mitad de los casos de un modo consentido. La mayor parte fueron madres solteras con hijos, alcohólicas, personas con patologías psiquiátricas o que vivían en la marginalidad. De todas ellas, la mayoría seguían siendo gitanos y samis.
Campañas semejantes fueron también implementadas en Francia, Canadá, EEUU, Suiza, Austria, Finlandia, Dinamarca y en la España franquista, donde el psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera, quien estudió en 1939 a presos republicanos con la esperanza de identificar un "gen rojo" que predisponía a la “perversión sexual e ideológica”.
Fuente: Diario Publico
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Antes y después de los nazis Suecia esterilizó personas para “depurar la raza”