Si bien las películas sobre biografías, en cuico llamadas “biopic”, son abundantes en el último tiempo y rara vez defraudan, una biografía cinematográfica sobre una filósofa, eso es raro y, por lo tanto, de máximo interés. Advertimos que no es una cinta difícil de ver, ausente de emociones, pero exige que se esté atento al desarrollo de las ideas del guión.
La directora alemana Margarethe Von Trotta presentó en 2012 su película sobre Hanna Arendt, connotada filósofa nacida en Hannover, Alemania y de origen judío, condición que la llevó al exilio tempranamente, en 1933. La producción está centrada en uno de los momentos más difíciles para Arendt, el juicio a Adolf Eichmann en Israel, criminal nazi capturado en Buenos Aires por el Mosad- el servicio secreto isarelí-, y enjuiciado en Jerusalén.
Como es de esperar, la cinta está exenta de estridencias y ostenta actuaciones sobrias, impecables, todo está puesto en función de los argumentos que dan vida al filme; ello no quiere decir que todo se desarrolle en eternas conversaciones; locaciones en Nueva York, Jerusalén y zonas interiores de Estados Unidos hace que las acciones se desenvuelvan dinámicamente.
Si bien, hay recursos cinematográficos interesantes y bien utilizados, como los raccontos que nos llevan a conocer la relación entre Arendt y Martin Heidegger o las imágenes documentales del juicio a Eichmann, la última media hora se torna especialmente importante para el conflicto que plantea la dirección. De todas maneras, queda la impresión que la finalidad de la cinta es presentarnos las ideas fundamentales de Hanna Arendt, cuestión que se agradece, dada la relevancia en la filosofía política contemporánea de esta intelectual.
Las apreciaciones de Arendt sobre el juicio sumario Israelí al criminal de lesa humanidad no fueron comprendidas del todo en la comunidad judía. Con empeño y seguridad la película entra en el ejercicio intelectual que llevó a Arendt a plantear que se estaba ante la “banalidad del mal” y no sola y simplemente frente a la maldad de un monstruo, cuestión que indignó a los poderes fácticos; pero a través de ello Arendt nos entregó ideas fundamentales para entender el peligro de la miseria humana. Cuando se deja de pensar críticamente podemos, cualquiera, ser presas de las máquinas del poder, incluso para matar cruelmente a otros. Destaco la idea central: el mal no puede ser radical, sólo el bien es radical porque es consciente.
Acusando a los consejos judíos, organizaciones lideradas por miembros de las comunidades hebreas en la Europa previa al horror nazi, como, en parte, responsables de colaborar con los nazis, el coraje moral de la filósofa la pone en el ojo del sionismo y los años sesenta se trasforman en una época en que su pensamiento se torna peligroso para el pensamiento bipolar de norteamericanos e israelíes. En definitiva, una película muy interesante para adentrarse en una de las pensadoras fundamentales para entender el siglo XX, incluyendo nuestro siglo XXI.
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