Ahora más que nunca tenemos medios para combatir la dictadura de los medios de comunicación, sobretodo la tele, la peor de todas y su programación sexista, racista, clasista y atontadora. Por lo mismo, aquí te ofrecemos reseñas de películas poco difundidas y que puedes descargar gratis desde internet.
El ejercicio de apagar la tele durante dos horas y mirarte una película entretenida y crítica puede que no cambie tu vida, pero el gustito de conocer historias diferentes, nuevos enfoques a las bellezas y a las miserias del mundo te hará sentir un poco más libre, con más ideas para enfrentar el día a día, prueba, bájate esta película y apaga la tele.
Esta película para televisión fue realizada en el año 2000 por el director Yves Simoneau. Resulta interesante pensar que estos productos televisivos casi no existen en nuestra televisión pública y que son habituales en países de mayores recursos, como es el caso canadiense que hoy analizamos.
Si bien encontramos varios de los tópicos que abundan en la prolífica cinematografía sobre la segunda gerra y afines, esta cinta tiene el mérito de hacer pedagogía sobre un tema crucial, la doctrina de los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad, es decir, se reflexiona fuertemente sobre estos temas y se concluyen ideas que derivarán en legislación a raíz del holocausto y demás atrocidades nazis.
Cabe destacar que la película transcurre muy bien para con su objetivo, las historias íntimas de los personajes no se comen la centralidad del argumento y tampoco la parafernalia del juicio excede a los razonamientos que remueven el genocidio y otros delitos. Es una película para la televisión y con ello, hay cierta simplificación en los lenguajes visuales, pero esto no resta profundidad al debate que se nos muestra, a veces, con una epicidad que resulta facilista.
Las imágenes de los campos de concentración no dejan de impactar, a pesar de concerlos y volverlos a ver, es de las cosas más espeluznantes que se pueda llegar a ver nunca, porque son reales. El debate que nos propone este filme es conocido por los chilenos, con Pinochet en Londres revivió la idea de justicia internacional que animó a Nuremberg y los relatos e imágenes de la crueldad del fascismo, el horror planea en esta película como un fantasma que puede cobrar vida en cualquier momento de la historia.
La película deja entrever otros temas, sin profundizarlos, por ejemplo el daño provocado al pueblo alemán y la gran destrucción que la guerra hizo en el frente oriental, en Rusia, cosa que el cine todavía no ha contado con más fuerza, de la misma manera, molesta la propaganda yanqui a su buena fé y compasión, cuando sabemos que económicamente fueron ellos los que más se beneficiaron con la guerra y con la reconstrucción posterior. A ello podemos agregar el que en esa misma época el racismo institucionalizado en Estados Unidos hacia negros e indígenas violaba las reglas que se quisieron relevar con los juicios de Nuremberg, claro que el tufillo de superioridad moral de los estadounidenses, molesta y esta película no es la excepción.
El compromiso con una justicia centrada en la detención de la guerra como instrumento político es fundamental en el alegato de hacer los juicios en la ciudad de Nuremberg, cuna de grandes manifestaciones nazis en el pasado. Los estadounidenses buscan crear un precedente e impulsan un tribunal que se encargue de racionalizar ese deseo y aportarlo como las nuevas reglas del juego, lástima que lo olvidaron muy pronto y allí queda Vietnam, Irak, Afganistán y todas las intervenciones criminales en América Latina.
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