Esta película francesa fue estrenada en 2011, dirigida por Maïwenn, así sin más. La cinta trata uno de los asuntos más mal tratados por el periodismo de hoy en el mundo, el abuso a menores, con este problema a cuestas, se hace interesante ver cómo los franceses de hoy están llevando una cuestión tan relevante para los miedos sociales actuales.
Con una mezcla de comedia y drama, cuestión que marca el cine contemporáneo europeo, se entra en la cultura de una división policial parisina, encargada de perseguir los delitos por abusos a menores, que van desde el desamparo hasta la pedofilia, la directora logra recrear con gran éxito las relaciones humanas y sociales de un grupo puesto a una presión emocional más allá de los límites permitidos. Sin estridencias ni melodrama, transmite de manera certera las angustias y desahogos de los policías.
Estamos frente a una película en que no falla nada, una buena historia con actuaciones corales efectivas y muy bien dirigidos. Destaca la brillantez para poner en una película la diversidad de discursos frente al problema planteado, cuestión que es consecuente con la diversidad cultural, social y política de la Francia de hoy, entre islamistas fanáticos, africanos desprotegidos y europeos locos de poder, la película habla desde los policías acerca de los niños, no esperen ver imágenes tortuosas ni abusivas, no fue necesario para una dirección magistral.
Para explicar esta serie de personajes dolientes o esperpénticos, el rol de la fotoperiodista, a la sazón la misma Maïwenn, se encarga de develar y presentar el zoológico humano de víctimas, victimarios y policías. Hay un elemento a destacar en las actuaciones, con escenas intensas en la mayor parte de la cinta no se cae en la tentación de la estridencia, sólo cuando el conflicto recrudece se puede observar el desquiciamiento propio del trabajo que realizan los personajes, se ve que fue todo muy bien pensado y conversado antes de rodar.
El desarrollo del argumento es trepidante, a través de diversos casos de abusos se desnuda la indolencia de la sociedad francesa frente al asunto y es impresionante cómo nos acerca a nuestra sociedad, la diferencia radica en los recursos que destina el Estado para perseguir los delitos. Desde el punto de vista fílmico, el realismo del trabajo, con cámaras sobrias y una producción de fotografía y arte mesuradas, remata en un final de aquellos, de esos que no te esperas hasta los cinco segundos antes de ocurrir y que te deja atando los cabos sueltos y haciendo lecturas de la más diversa especie.
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