Aproximaciones al olvido cruza las historias de quienes fueron asesinados en la Masacre de Laja y San Rosendo (1973); la de Isidora Aguirre, que escribe sobre lo acontecido en plena dictadura cívico militar, y la de la Compañía de Teatro El Rostro, que lleva a escena la obra de la dramaturga. La pieza escénica documental se exhibirá de forma gratuita, vía streaming, por medio de la página web del Teatro Regional del Biobío, desde las 20 horas del jueves 4 de febrero al domingo 7 y, en el mismo horario, desde el jueves 11 de febrero hasta el domingo 14.
Daniel Erbo Caro
Un trabajo de dirección y dramaturgia de la actriz e investigadora teatral nacimentana, Nora Fuentealba, que formalmente comenzó en 2019, pero cuya existencia fue augurada por el inquietante ocultamiento del teatro de contenido político desarrollado las casi dos décadas en que las libertades más mínimas fueron suprimidas por los intereses de quienes hasta hoy dominan la economía del país.
Desde Nora nació la inquietud de juntar a quienes entregaron toda su experiencia sobre los hechos perpetrados por Carabineros de Chile en coordinación con civiles ligados a la papelera CMPC de Laja con quienes aún están ligados a la primera obra que cuenta esta masacre, El Retablo de Yumbel.
La investigación documentada y la memoria
La figura de Isidora Aguirre fue fundamental para la creación de la obra así también los recuerdos de la directora. Nora nos explica que “cuando me acerqué a la obra de Aguirre me emocioné mucho, porque no sabía lo que había pasado. Junto a mi familia había asistido por muchos años a la fiesta de San Sebastián de Yumbel, mismo lugar donde se encontraron los cuerpos de quienes fueron asesinados en dictadura, pero no sabía lo que allí había pasado. Me pregunté por qué nadie me había contado sobre el caso. Había estado tan lejos y tan cerca de lo acontecido. Pensé que se debía hacer algo y me embarqué en este proceso”.
El proceso de investigación de la obra nace gracias a El Retablo de Yumbel (1986) de Isidora Aguirre, en donde se relata lo acontecido en la Masacre de Laja y San Rosendo en plena dictadura cívico militar. “Me di cuenta que nos enfrentábamos a dos silencios, por un lado, la obra de Aguirre no ha vuelto a ser montada y a pesar de ser una pieza muy importante de la escena nacional, pocos la conocen y menos saben que ella fue montada en Concepción por la valiente compañía El Rostro. Por otro lado, está el caso de Laja y San Rosendo que muchas personas de la región parecen ignorar. De esta forma, estos lugares no solo se cruzan por la anécdota, sino por el olvido que parece cubrir con un manto su pasado”, precisa Nora.
Luego de esta revelación, comenzó el proceso de documentación y acercamiento de las y los familiares de los asesinados y a miembros de la compañía El Rostro.
“Pude leer los expedientes del caso y analizar detenidamente la obra de Aguirre. Mas, el gran peso se lo llevan los testimonios. Fue con ellos, cruzados con reflexiones propias y datos históricos específicos que se construyó el texto. Así los primeros meses del proceso fueron para que cada una y uno contara su historia, se grabaron los ensayos y todas y todos tenían un cuaderno para anotar sus reflexiones, los que me fueron facilitados para escribir la obra. En ese sentido, lo que más me importó a la hora de dirigir la pieza fue que se contaran estas historias”, relata la directora.
[caption id="attachment_92102" align="aligncenter" width="1280"] Aproximaciones al olvido[/caption]
Arte y recuperación
De esta forma el trabajo investigativo trajo consigo un reflotar de las memorias que ,“pese a que en un principio no conocía a todo el equipo y que algunas no somos actrices o familiares de los detenidos y ejecutados políticos, nos encontramos con espacio seguro donde nos pudimos abrir y exponer nuestros dolores y sensibilidades”, explica Sofía Araneda, nieta del trabajador ferroviario y ejecutado político Luis Alberto Araneda Reyes y parte del elenco ciudadano junto a María Riquelme y Gloria Urra, hija y hermana de otros asesinados en el mismo hecho, respectivamente.
Durante 2019, semana a semana, se introdujo al elenco en la práctica escénica mezclado con diversos ejercicios que aportaron a la construcción del texto. En la tarea fueron importantes los aportes de la asesora en dramaturgia de la documentalista Susana Díaz y la asesoría de dirección de la directora de Kimun Teatro, Paula González. También el acompañamiento psicológico de Evelyn González, también de Kimun Teatro, y del trabajo constante de quienes además estuvieron en escena: Fernanda Videla, diseñadora teatral de la obra, y de Francisca Díaz y Cristóbal Troncoso, quienes la musicalizaron.
Desde la compañía El Rostro actúa también Julieta Sáez, hija de Ximena Ramírez y Gustavo Sáez, reconocidos dramaturgos de la región y quienes en conjunto montaron Retablo de Yumbel. Julieta aportó con un nexo importante en el entramado de la memoria colectiva que propone Aproximaciones al olvido, la trama familiar del arte sensibilizado por las violaciones a los derechos humanos.
“En este compartir nos íbamos sanando con cada ensayo que finalmente logró reivindicar estas memorias y que, por otro lado, nos fue fortaleciendo como compañeros porque se produjeron varios acontecimientos con lo que si bien nos retrasaron la obra iba cobrando más sentido hacerla. Porque esa historia de violencia policial y de violación a los derechos humanos se iba repitiendo en el Chile actual con la revuelta social”, agrega Sofía.
[caption id="attachment_92100" align="aligncenter" width="1280"] Aproximaciones al olvido[/caption]
Interrupciones y nuevos sentidos
El estallido social de octubre de 2019 llegó terminando el proceso de creación y el equipo vio reflejada la violencia estatal de la cual se dialogó durante el casi año de trabajo, modificando el contenido de lo ya estaba por estrenarse.
“Nos llenamos de esperanza, pero también de rabia. Sentimos que lo que estábamos haciendo tenía más sentido que nunca. No podíamos callar y continuamos, considerando el peso de lo que estaba pasando”, acota Nora.
Luego, justo a un par de semanas del estreno, llegó la crisis sanitaria por COVID 19, lo que significó un tiempo para retomar los ensayos para volver a encontrarse. “Tuvimos que ensayar vía zoom por algunos meses. Así que debido a la naturaleza del proceso fue la palabra la que tomó protagonismo. De alguna manera, todo nos decía, no olviden que lo más importante es que la historia se cuente, que las voces no se silencien”, recuerda Fuentealba.
Justamente esto hizo coincidir que este estreno se realice previo a que se dicte el fallo de la segunda instancia por la Corte de Apelaciones de Concepción, cuyos alegatos buscan aumentar las penas de los acusados por los asesinatos de los trabajadores de Laja y San Rosendo en septiembre de 1973.
“La espera no ha sido en vano y, aunque hayan transcurrido 48 años desde la matanza, tenemos cifradas esperanzas de que aumentarán las penas a los carabineros como autores materiales y la justicia va a llegar para castigar a los civiles de la CMPC Planta Laja por su autoría cobarde como articuladores e instigadores de estos hechos horribles y aunque no tenemos fecha precisa es preferible esperar por un sentenciador que castigue a los responsables que apresuradamente dejar las cosas como están desde la primera instancia a cargo del ministro Carlos Aldana, quien no fue capaz de dictaminar lo que en justicia, verdad y dignidad esperamos los familiares”, recalca enfáticamente Sofía.
“Hacer memoria, también es hacer justicia, es devolverles el tiempo a quienes se le arrebató la historia. Por lo tanto, esperamos que nuestro trabajo sirva para denunciar, para hacer memoria y así contribuir a elaborar ese pasado que reclama su espacio en el presente, porque hoy más que nunca pesa sobre nuestros hombros las consecuencias de la violencia de Estado. Por otro lado, es un llamado a agotar esa violencia con compañerismo y como decía Aguirre: “Entre la tierra y el cielo, es la injusticia un flagelo y su remedio el amor”, finaliza Nora.