El “desarrollo económico” fue la justificación para que el estado chileno promoviera políticas de asentamientos en territorios mapuches a partir de 1850. Desde entonces comienza masivamente el aprovechamiento de la rica diversidad y cantidad de recursos naturales de Arauco. Las riquezas obtenidas han sido enormes para los dueños de los capitales, pero lo paradójico es que al año 2010 esta zona sigue siendo una de las más pobres del país, una de las más arrasadas en sus recursos y contaminada del país.
El bosque (el nativo, no las “plantaciones forestales” que convenientemente se hacen llamar también “bosque”) existente en la zona de Arauco, estaba compuesto por especies nativas muy diversas: raulí, boldos, peumos, entre otros, valorizados por la nobleza de su madera. En la época de producción carbonífera, (1870-1920) estos fueron arrasados para trabajos mineros y sobretodo por la exportación y utilización en barcos y muebles. La extinción de las especies y creciente necesidad de madera, plagó todos los territorios disponibles de pinos y eucaliptos, especies extranjeras de rápido crecimiento y fuerte impacto negativo en el ecosistema: se secaron decenas de esteros (un kilo de madera de eucalipto requiere 350 litros de consumo), emigración de aves, extinción de flora, entre otros daños.
La etapa del procesamiento industrial de la madera llegó con la instalación de celulosa Arauco en 1969 y Forestal Carampangue en 1979. Esta última fue un gran aserradero que utilizó importantes cantidades de químicos en sus procesos, que luego fueron vertidos al estero “El Molino” que desemboca en el estuario de Laraquete, caracterizado por el desove y crianza de millones de peces. Cada cierto tiempo Laraquete y su río hacían noticia en la prensa local por la sorprendente mortandad de peces que aparecía en su rivera, acompañado de un color verdoso y lechoso en el río. Cientos de niños que utilizaban el río como balneario también eran afectados.
La celulosa Arauco comenzó funcionando como todas las de su tipo en aquella época, sin ninguna restricción ambiental; utilizando altas concentraciones de cloro, azufre y otros químicos de alto riesgo para la salud animal que vertió al mar, napas subterráneas y al aire. El impacto ha sido de proporciones, como lo atestiguan los habitantes de la zona: desaparición de especies marinas, fango químico en las profundidades del océano, y eventuales derrames y explosiones químicas que han provocado pánico y evacuaciones en los pueblos cercanos. El último derrame de trementina el 2008 provocó una nube tóxica que enfermó incluso a personas de Lota y Coronel.
En los últimos años se abrió una gran interrogante respecto al elevado índice de cánceres en los habitantes de la zona, en comparación al resto del país, así como también, la gran cantidad de alumnos con problema de aprendizaje, reflejado en el aumento explosivo de programas diferenciales y atención de educación especial. La acumulación de contaminantes puede ser un detonante de estos problemas. Basta pensar que durante décadas, miles de personas aledañas a la celulosa consumieron agua de la napas subterráneas, respiraron cotidianamente el aire pestilente a azufre (aunque la “normativa” prohíbe olores nauseabundos) y consumieron peces y mariscos que asimilaron sustancias químicas Existen estudios de la especie lenguado respecto a la absorción de sustancias en la zona de Arauco
La extinción de actividades sustentables y artesanales en beneficio de la industria forestal ha sido una constante y las autoridades se han puesto del lado de los grandes capitales.
Los proyectos de industrias contaminantes no tienen ninguna oposición seria y real por parte de los mandados a defender a la población, ejemplo emblemático ha sido el funcionamiento de “Harting Aromas S.A.”, industria emplazada a metros de antiguas viviendas en Horcones y que utiliza la peligrosa trementina en sus procesos. Pese a ser sancionada en reiteradas ocasiones por las entidades de gobierno respectivas por la descuidada manera en que ha manipulado el contaminante, sigue en funcionamiento y además, está en proceso de construcción una segunda planta para multiplicar el proceso.
La contaminación es un tema que, generalmente, los ciudadanos no discuten y toleran en Arauco. Esto se entiende por la omnipotencia de la empresa y la dependencia laboral, sin embargo muchos esperan mayores beneficios de una economía exitosa que amortigüe los daños y se refleje en la ciudad y pueblos donde vive la mano de obra. Con cierta envidia se mira a ciudades como Lota, Cañete o Lebu, que proyectan mayores ofertas culturales y donde la industria carbonífera aportó al desarrollo de esas ciudades.
No es exagerado indicar que el mantenimiento y consolidación del rubro forestal en esta zona ha sido intencional, en desmedro del desarrollo cultural de los habitantes. Arauco demuestra una evidente pobreza y retraso en este ámbito, aunque en términos económicos es una de las menos pobres, en comparación a las vecinas.
Uno de los aportes de la empresa forestal, es la “Fundación Arauco”, entidad de apoyo a la educación municipal, a través de ella, se libran de pagar impuestos por la ley de donaciones. Esto es bastante decir, considerando las ganancias por 393 millones de dólares en el último semestre. (300 % más que el año pasado). Por el contrario, se han beneficiado de los caminos públicos para sus transportes y ahora pagarán menos del 30% del costo de la nueva ruta 160, que servirá casi absolutamente a la industria forestal.
Mientras el nombre de “Arauco” es materia prima para el turismo, poco y nada se ha promovido esta actividad. Aquella palabra ha sido utilizada y apropiada más bien por el complejo forestal “Arauco”, que en su publicidad omite la antelación de “forestal”. Este es un tema no menor, si consideramos la importancia y tradición histórica del concepto, de la cual todos somos herederos.
Muchos visitantes comentan haber venido a conocer la histórica comuna de Arauco, siguiendo la indicación de un gigante letrero “Arauco” en la carretera, los enviaba confusos al interior de la industria. Lo mismo en Internet, donde el dominio de la palabra, envía al internauta a páginas de la empresa forestal; 40 años de existencia de la empresa pueden más que 500 años de historia.
Los patrimonios históricos y naturales han sido arrasados sin contemplación alguna y sin ver en ellos proyección económica sustentable. El singular río de piedras cruces de Laraquete es constantemente intervenido en su lecho para obtener ripio, las arenas del río Carampangue a la altura de Ramadillas, es utilizado en la obtención de silicio para la fabricación de vidrios revolviendo y modificando su cauce indiscriminadamente.
La comuna cuenta con el humedal más grande de Chile, Raqui-Tubul. Este fue arrasado por el maremoto, pero a la vez amortiguó la catástrofe al recibir las aguas marinas impidiendo consecuencias mayores. Nada se ha indicado de su recuperación o posibles mejoramientos. Laraquete cuenta con otro gran humedal, jamás protegido, en parte de el ya se han construido proyectos habitacionales. Este humedal salvó la vida de cientos de personas, pues canalizó todas las aguas desbordadas en su cauce.
El año 2003, uno de los últimos patrimonios arquitectónicos de la época del ferrocarril, la estación de Laraquete (casona de madera nativa, con 4 chimeneas, construida en 1888), fue desmantelada en dos días por la población cercana, dada las instrucciones de la autoridad de “terminar con el antro donde los jóvenes se embriagaban y drogaban por las noches”, como si con aquella orden se acabarían esos flagelos.
El cerro Colocolo, recientemente valorado y rescatado como patrimonio por la gestión de comunidades mapuches, lugar religioso y arqueológico, fue hace poco arrasado con máquinas excavadoras y talados sus árboles por orden municipal, argumentando que era la solución más conveniente para no arriesgar a la población luego del terremoto. Si bien se entiende tal situación, se intervino un patrimonio que debió cuidarse como merece y con el parecer de las comunidades mapuches, como establece la ley.
El poco reconocimiento a la cultura primera de esta zona se refleja en la inexistencia de monolitos o calles principales de la comuna relativas a los mapuches. Solo gozan de ese privilegio personajes de la conquista (obviamente españoles) y de la guerra del salitre. Las 27 comunidades que habitan en la comuna parecen tener privado su inclusión en la vida cultural de la ciudad y reconocimiento cotidiano, pues no existen programas municipales que propaguen su identidad y enseñanzas entre la población.
Defensores de la mono actividad forestal señalan que gracias a ella miles de personas lograron un trabajo remunerado y dejar las esforzadas actividades campesinas y la pesca artesanal, únicas fuentes de trabajo anteriores. Sin embargo, existen miles de personas que dependen de esta actividad, muchos de ellos llegó de diferentes lugares. No todos quienes habitaban antes de la industria forestal cambiaron sus faenas, subsisten pescadores, mariscadores y campesinos, con menos posibilidades de prosperar debido a la creciente contaminación, el subsidio estatal a la industria forestal y el abandono.
La guinda de la torta la constituye el proyecto termoeléctrico pirquenes, emplazado a 500 mts. de la población el Pinar de Laraquete. No sólo funcionará con miles de toneladas de carbón, (polucionando el aire de la comuna) junto a ella se ubicará el depósito de cenizas mas grande de la región, recibiendo desechos tóxicos de otras termoeléctricas.
El alcalde y los concejales han “dicho” estar en contra de la termoeléctrica, pero francamente nada han “hecho” para frenar la instalación ad-portas de su aprobación. Hace 2 años que se sabe del proyecto y sólo recién están agilizando el plano regulador, única manera de frenar esta nueva industria contaminante.
El análisis anterior tiene por finalidad promover la reflexión sobre hacia dónde nos han llevado las empresas forestales y las autoridades en los últimos años, con el objetivo de revertir tan nefasta situación e intentar entregar a nuestros descendientes la tierra y dignidad que nos legaron nuestros antepasados mapuches.
Foto: Marcha en Laraquete contra la Termoeléctrica.
Foto 2: Termoeléctrica Bocamina 2 vista desde el cementerio de Coronel.