Diez años después, una multitud volvió a llenar la ex ESMA para acompañar su señalización con los pilares de Memoria, Verdad y Justicia. El aniversario de la recuperación del predio donde funcionó el más emblemático de los centros clandestinos de detención reunió a funcionarios de Gobierno y referentes de los organismos de derechos humanos, que recordaron el día en que Néstor Kirchner abrió las puertas del lugar para transformarlo en un espacio por la Memoria y valoraron el avance en los juicios a los represores. El condimento más fuerte lo puso el secretario Legal y Técnico de la Presidencia, Carlos Zannini. “Por supuesto que la lucha no está terminada”, dijo al hablar en el acto de cierre, y se preguntó: “¿Cómo va a terminar cuando todavía no están condenados los apropiadores civiles de Papel Prensa?”
La militancia había llegado temprano a la plaza central. Aunque el comienzo de los festejos estaba anunciado para las 18, grupos de La Cámpora y del abanico de las agrupaciones kirchneristas que conforman Unidos y Organizados, más militantes de H.I.J.O.S y de sindicatos se reunieron desde una hora y media antes frente al escenario y aguantaron con sus banderas un sol que caía a pique.
Como en todas las actividades por la Memoria, no faltó el arte callejero. Esta vez una silueta del ex presidente Kirchner ordenando “Proceda” recordó, paseándose entre los manifestantes, la decisión presidencial de descolgar del Colegio Militar el cuadro de Jorge Rafael Videla.
La jornada incluyó en realidad tres actividades. Las Abuelas abrieron la tarde con la inauguración de su Casa por la Identidad. “Cuando hace diez años entramos acá me temblaban las piernas”, contó Estela de Carlotto en la presentación sobre el 24 de marzo del 2004. Laura, la hija de la titular de Abuelas, había pasado por el centro clandestino de la Esma. “Sentí que estaba pisando una tierra regada con la sangre de nuestros hijos, pero la verdadera sensación fue la de triunfo del bien sobre el mal”, agregó.
“Hoy tenemos que seguir trabajando y construyendo una democracia más firme. El compromiso que tenemos que adquirir es el de defender la democracia con uñas y dientes. No van a poder dominarnos aquellos que nunca pelearon por lo que pelearon nuestros hijos: la justicia social”.
Aunque con el nombre de casa, se trata de un edificio que tiene prácticamente el tamaño de toda una manzana. Son 5200 metros cuadrados. “Era muy difícil poner en otro lugar una muestra tan grande como la historia de las Abuelas”, apuntó el nieto recuperado Manuel Gonçalves, que estará a cargo de la dirección del lugar.
El pabellón ya tiene una muestra permanente, formada por varias salas sobre el deporte, la música, y el teatro por la identidad y una sala de fotos que cuentan la historia de las Abuelas y de lo que fue pasando en el país en las últimas tres décadas. Hay además una sala de genética y otra con objetos como los primeros pañuelos y denuncias sobre el robo de bebés. En construcción está además un auditorio para 130 personas, con una sala Incaa para la proyección de películas, que recibió como donación las históricas butacas del cine Gaumont.
“Es un lugar que permite hacer muchas actividades, porque queremos que sea no sólo el reflejo de la lucha de las Abuelas sino un espacio donde se pueda crear conciencia sobre le derecho a la identidad en general”, explicó Gonçalves a Página/12. En este sentido, contó que, por ejemplo, tienen un primer acuerdo con el Ministerio de Educación para abrir un Centro de Actividades Infantiles, “específicamente enfocado a la identidad, para los chicos de los colegios puedan venir y aprender sobre el tema a través de juegos”.
Entre los funcionarios que participaron de la inauguración estuvo el ministro de Justicia, Julio Alak, que defendió el avance de los juicios por violaciones a los derechos humanos y recordó que desde la anulación de las leyes de impunidad la Justicia condenó a 521 genocidas. “Hay 1100 genocidas procesados-”, agregó, “y durante el año pasado se dictaron 143 condenas definitivas”.
Mezclados entre el público, presenciaron la inauguración Leonardo Sbaraglia, Eduardo Blanco, Daniel Fanego y otros actores que han integrado el Teatro por la Identidad.
El espacio de las Abuelas dentro del predio de la ex Esma fue llamado Casa por la Identidad Néstor Kirchner. Aunque el plan inicial era que la presidenta Cristina Fernández participara de la celebración, el esguince que sufrió durante su viaje a Francia le impidió concurrir. El gobierno estuvo representado por el secretario Legal y Técnico Zannini –preso durante la dictadura–, el ministro Alak, el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda –militante de H.I.J.O.S–, y el diputado y nieto recuperado Juan Cabandié.
Los funcionarios hablaron, junto a Carlotto, en el acto de cierre, que fue el tramo de los discursos más políticos.
Cabandié había hablado en el acto del 2004, poco tiempo después de recuperar su identidad. Ayer reclamó a “los grupos económicos” y el “poder de medios concentrados” que asuman la responsabilidad que tuvieron en el golpe de Estado. “Hace diez años uno de los nuestros se paró y como presidente pidió perdón en nombre del Estado por 20 años de silencio. Desde entonces pasó mucha agua debajo del puente, pero aún persisten algunos grupos que nunca han pedido perdón, porque fueron cómplices y artífices de esa estructura que hizo desaparecer a miles de compañeros”, señaló el diputado.
Por la ausencia de la presidenta, Zannini, un funcionario de bajo perfil que no suele hablar en actos como los de ayer, se convirtió inesperadamente en el orador de cierre. El secretario tomó el guante de una nota publicada por Clarín (“La oposición busca disputar los actos al kirchnerismo”, planteó el diario) y replicó: “Bienvenida la disputa por la bandera de los derechos humanos que es el centro de nuestra acción. El verdadero triunfo de Néstor será si los partidos políticos levantan esa bandera para que esta batalla no termine acá”.
Zannini recordó después dónde poner la línea divisoria. “El 24 de marzo del ’76 lo pasé en la cárcel”, contó. “Creo que eso me salvó la vida. En esos años discutíamos mucho, a veces por una palabra, pero cuando llegó el 24 de marzo nos pegaron a todos por igual: no importó si éramos peronistas o socialistas”.
“Por eso es necesario discutir con pasión, explicitar las diferencias, pero tratar de mantenernos unidos para seguir abriendo puertas. Por supuesto la que lucha no está terminada. ¿Cómo va a terminar cuando todavía no están condenados los apropiadores civiles de Papel Prensa?”, apuntó.
Antes del cierre, el predio fue señalado con los tres pilares de Memoria, Verdad y Justicia con los que se vienen marcando todos los lugares donde funcionaron centros clandestinos de detención. La señalización fue realizada por la secretaría de Derechos Humanos que encabeza Fresneda. El primer lugar señalizado fue La Perla, en Córdoba. La ex Esma es el 77.
“Hace diez años yo estaba en Córdoba”, contó Fresneda a Página/12. Como abogado en los juicios por violaciones a los derechos humanos, acababa de lograr junto a otros querellantes la detención de Luciano Benjamín Menéndez. “Con los compañeros de HIJOS y familiares nos quedamos perplejos viendo cómo se recuperaba la Esma. Eran sensaciones muy fuertes, aunque todavía no podíamos vislumbrar qué Argentina se venía. Néstor Kirchner la vio, pero nosotros todavía no. Como víctimas del terrorismo de Estado nos costó mucho mucho volver a creer”, recordó.
Entre los que acompañaron el corte de cintas se vio, entre otros, al ministro de Defensa Agustín Rossi y al director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Eduardo Jozami. Las columnas de Memoria, Verdad y Justicia fueron levantadas por los cooperativistas del Plan Argentina Trabaja, que desde el 2011 están haciendo las tareas de puesta en valor del predio.
Por un convenio con el Ministerio de Desarrollo Social, hay mil trabajadores cooperativos trabajando en la reparación de los edificios; muchos de ellos también participaban ayer de los festejos, que terminaron con un recital de bandas en vivo.