AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Algo huele a podrido...

Por Ruperto Concha / resumen.cl Fíjese Ud. que, de los 66 millones de habitantes de Gran Bretaña, solamente 200 mil tuvieron derecho a voto para elegir al  nuevo jefe de gobierno, reemplazando a la renunciada primera ministro Theresa May. De esos 200 mil, menos de la mitad se presentó a votar, y con alrededor de 80 mil votos resultó elegido el ultra derechista Boris Johnson. Esa forma tan rara de democracia se justificaba por el hecho de que, para los británicos, la gente no  vota por un candidato, sino por un partido. Así, la designación del nuevo primer ministro en reemplazo de la conservadora Theresa May, tenía que ser decidida únicamente por los militantes del Partido Conservador. Unos 200 mil inscritos. Recién dentro tres años, en 2022, la ciudadanía británica podrá ejercer en pleno su derecho a voto, pero, ojo, también entonces, en la práctica, el que resulte elegido no será un candidato sino un partido político o una coalición. ¿Se fija Ud?... Con ello se pone un grueso colchón que amortigüe las inquietudes del ciudadano común, y, de pasada, vuelve casi completamente imposible que llegue al poder un candidato independiente.   Este sistema resulta comparable con el de las grandes sociedades anónimas, las llamadas Corporaciones Transnacionales, donde el poder no radica en tal o cual persona sino en el número de acciones que un accionista o un grupo de accionistas logre acumular. El factor humano sólo tiene la importancia de la eventual habilidad estratégica para lograr alianzas de accionistas o, en el caso político, alianza de grupos militantes. La gente común tiene un valor ínfimo, como el valor de una acción guachita entre los millones de acciones de una gran sociedad anónima. Ante ese panorama de fuerzas políticas y financieras, ¿qué importancia pueden tener las doctrinas políticas tradicionales?... ¿Qué sentido tiene, en estos momentos, hablar de la Izquierda y la Derecha? ¿De qué hablan los derechistas cuando se horrorizan de las propuestas socialistas?... ¿Se olvidan de que el Presidente de Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt, basándose en la teoría económica keynesiana, fue muchísimo más socialista que el Presidente venezolano Hugo Chávez? ¿Y que con ello sacó a Estados Unidos de la Gran Depresión de los años 20 y 30?... ¿Y que en la post guerra, el “izquierdismo” americano, del New Deal, adaptado a la realidad europea, permitió la reconstrucción de toda Europa después de la Primera Guerra Mundial? Recordemos también que, tras la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos promovió la creación de la llamada Sociedad de las Naciones, antecesora de las Naciones Unidas. Y que esa Sociedad o Liga de las Naciones fue boicoteada por el mismo Estados Unidos, que temía el surgimiento de un sistema jurídico internacional que limitara las ambiciones estadounidenses. En tanto, también en Alemania surgía otra forma de socialismo... El tristemente célebre Partido Nacional Socialista de los Trabajadores. El Partido Nazi, que en poquísimos años logró que Alemania pudiera resurgir de sus cenizas para volverse nuevamente una enorme potencia amenazante. Era, al igual que el Fascismo de Italia, un socialismo deformado y envenenado por el racismo, el ultra nacionalismo y la codicia imperial.     Recordemos también que la Liga de las Naciones no sobrevivió al baile de los imperialismos. De hecho, fue expulsada de ella la Unión Soviética... la misma que, apenas a tres años de haber sido expulsada, recibió la súplica de las potencias occidentales de que se uniera a los aliados para enfrentar a Hitler. Y, en la post guerra, vimos que la Unión Soviética ya era la única potencia suficientemente rica, y en la vanguardia científica y tecnológica, para crear un equilibrio planetario que actuó como una cúpula, con pilares en Estados Unidos y en Rusia, donde realmente pudo desarrollarse el sueño de las Naciones Unidas. Y luego, en la última década del Siglo 20, vimos cómo la Unión Soviética, inesperadamente, asombrosamente, hacía erupción y se desintegraba. En el descalabro de la Unión Soviética pudo verse, de inmediato, la enorme riqueza que quedaba yacente tras la ruina política. De hecho, de inmediato aparecieron nombres de multimillonarios rusos ocupando lugares en la lista de los individuos más ricos del mundo, de la revista Forbes. Pero el Estado mismo había quedado en bancarrota, y los grandes capitales de occidente se preparaban, frotándose las manos, para repartirse el riquísimo tesoro del país más extenso del planeta.   Pero, para decepción de las transnacionales, justo les salió al paso el joven dirigente Wladimir Putin, y, en un prodigioso proceso, en menos de tres lustros logró que la ahora llamada Federación Rusa volviera a ser una potencia mundial. Las cúpulas políticas occidentales, y la prensa occidental, se habían apresurado a afirmar que la desintegración de la Unión Soviética demostraba el fracaso del socialismo marxista. Incluso el japonesito Francis Fukuyama rápidamente escribió su folletín sobre el Fin de la Historia, el Nuevo Orden Mundial y el Siglo Imperial de los Estados Unidos con la Economía Neo-Liberal, que barría hasta las últimas migajas del New Deal keynesiano y salvador del Presidente Roosevelt. Pero quedaba muy en claro que el derrumbe soviético no había sido  un  fracaso económico ni tampoco un fracaso de estrategia. Y que la economía soviética, en realidad, había sido una exitosa economía capitalista, diferente del capitalismo occidental sólo en lo referente a quién era el dueño del capital. En occidente, los dueños del capital eran los inversionistas, los accionistas. Los que invertían dinero en comprar acciones. En la Unión Soviética, en cambio, el dueño del capital era el Estado.   Entonces, ¿qué fue lo que provocó el derrumbe soviético?...  La respuesta en gran parte la dio el último presidente soviético, Mikhail Gorbachov, en su libro “La Perestroika”, donde demuestra crudamente cómo la toma de decisiones económicas había caído en manos de una oligarquía partidista, preocupada de hacer carrera política y acumular ventajas personales, cuotas de poder, dinero, despreocupada del verdadero sentido de sus gestiones. Los grupos de oligarcas empoderados y enriquecidos crecieron hasta chocar entre sí. Y, por supuesto, ello sólo podía resultar en desintegración. Tras el fin de la Unión Soviética, los antiguos jerarcas fabulosamente enriquecidos vinieron a sumarse al club de los súper millonarios. Y los súper millonarios de hoy traen ahora muchas reminiscencias de la sociedad medieval, con nobles riquísimos, ejércitos mercenarios y un pueblo atrozmente ignorante, fanáticamente imbuido del paradigma moralístico que le imponía el clero, al servicio de la riqueza y el poder.     El señor Sean McFate es un militar retirado del ejército de Estados Unidos que participó profundamente en el proceso de generar grandes empresas privadas en el rubro de los ejércitos mercenarios. Y él mismo admite que, en estos momentos, la situación política y económica mundial se parece más a la amarga realidad de la Edad Media, y menos, mucho menos, al sueño del progreso democrático. Nos parecemos más al Siglo 12 que al Siglo 21. De hecho, en Estados Unidos, la empresa G4S se dedica al rubro de los mercenarios, la seguridad, y los matonajes que sus clientes quieran pagar. Pues bien, esta empresa ya tenía nada menos que 650 mil empleados en 2005. De hecho, ya era la empresa con más gente contratada, después de Walmart. Y no se sabe cuánta gente tiene ahora. Presta servicios a diversos gobiernos en 125 países, realizando tareas que las fuerzas armadas nacionales se negarían a realizar. Tareas que van desde la simple protección a grandes empresas, el entrenamiento de policías y agentes de servicios locales de seguridad, hasta misiones de espionaje, sabotaje, intervenciones cruentas de sus unidades de mercenarios provistos de armamento moderno, que incluye carros blindados, helicópteros artillados, e incluso, fíjese Ud., jaurías de perros asesinos muy, pero muy bien amaestrados. Otras grandes empresas del rubro mercenarios operan en toda América, sobre todo en América Central, Brasil, Colombia, Argentina y Perú. Y por cierto su presencia es muy discreta, sigilosa, calladita, quitadita de bulla. Por cierto la información disponible es muy escasa. Las sedes oficiales de estas empresas se encuentran en Estados Unidos, en Gran Bretaña, Francia y España, aunque, por cierto, existen empresas menores o filiales de las grandes en varios otros países. Siendo empresas privadas, sociedades anónimas, sus dueños son accionistas que pueden adquirir acciones desde cualquier lugar del mundo. De hecho se ha mencionado que inversionistas israelíes controlan los directorios de importantes filiales vinculadas a gobiernos y grupos de poder en América Latina, particularmente en Colombia y América Central. Hay pocas referencias sobre los volúmenes de dinero que manejan esas empresas de mercenarios. Se sabe que, en 2012, la empresa Dyn Corp facturó algo más de 3.400 millones de dólares. Otra empresa del rubro mercenarios, la Triple Canopy, facturó alrededor de 4 mil millones de dólares por tareas realizadas en Irak, África y Perú.     Bueno, es así que, más o menos gradualmente, y de acuerdo a las tensiones internacionales que eventualmente exigen hacer cosas feas que los militares de carrera no aceptarían realizar, se está avanzando en la privatización de poderosos ejércitos mercenarios. Como quien dice, Fuerzas Armadas que se están privatizando. Y ciertamente ese proceso resulta más que inquietante. De hecho, perfila posibilidades realmente aterradoras para los que somos la gente común, el Estado Llano, la verdadera base de cualquiera democracia verdadera. En tanto en oleadas sucesivas, constantes, una y otra vez, nos llegan las noticias sobre corrupción, soborno, e incluso el crimen que parece estar impregnando las instituciones y las jerarquías tanto en el área privada como en la estatal. Parecería como si, mientras los ejércitos se privatizan, las mafias y el crimen se estuvieran nacionalizando. El mes pasado, en Guatemala, la justicia pidió encarcelar al hermano y a un hijo del Presidente Jimmy Morales, acusados de fraude y lavado de dinero. En Perú, fue encarcelado nada menos que el ex comandante en jefe del ejército y actual senador, general Edwin Donaire. En Colombia, el comandante en jefe del ejército, general Nicacio Martínez Esquivel, ha sido acusado de encubrimiento de asesinatos a civiles. Según informa la agencia estadounidense Associated Press, el general Martínez Esquivel aparece vinculado al encubrimiento de nada menos que 5 mil ejecuciones extrajudiciales. O sea, 5 mil asesinatos a sangre fría. La lista de grandes figurones de la gran empresa y la política, en toda América Latina, resulta desalentadora. Cinco presidentes del Perú, más una docena de ministros de la Corte Suprema y otros jueces, han sido condenados por extorsiones, chantajes y cobros de sobornos. Y en nuestro Chile, a los escándalos de desfalcos de dineros fiscales por militares, marinos y carabineros de alto rango, se suman ahora los escándalos por brutal abuso de poder, incluyendo tortura y humillaciones repugnantes, más falsificación de documentos y elaboración de acusaciones calumniosas, por personal de carabineros, incluyendo a un capitán, un teniente y un subteniente. O sea, individuos egresados de la Escuela de Carabineros, donde, supuestamente, debiera habérseles enseñado los valores básicos y el honor que exige llevar el uniforme. Incluso se mencionó que otros dos carabineros, de grados inferiores, habían sido capturados mientras se dedicaban a asaltar transeúntes durante la noche en la vía pública. O sea, eran cogoteros en sus horas libres.     De todo el mundo confluyen las noticias de corrupción y crimen. En Filipinas, el viernes el Presidente Duterte clausuró, fíjese Ud., los sorteos de la Lotería de Beneficencia. Ello, tras descubrirse que una mafia de funcionarios estaba manipulando los resultados y saqueando los ingresos que debían distribuirse a las instituciones públicas. Se estima que el saqueo a la Lotería de Filipinas, en los últimos meses, llegó a 58 millones de dólares. En tanto, el Primer Ministro de Malasia, Mohammad Mahathir, denunció que el tribunal internacional que en Holanda asumió la investigación judicial por el derribamiento del avión de pasajeros MH17, matando a 298 pasajeros y tripulantes, había emitido un fallo acusando a Rusia, sobre bases tan infundadas que ningún tribunal en ningún país decente podría admitir. De hecho, reveló que su gobierno había tenido que destacar un batallón de sus propias fuerzas especiales en el lugar de Ucrania donde cayó el avión, para impedir que agentes del gobierno de Ucrania, junto a efectivos del FBI y la CIA estadounidense, robaran o adulteraran las evidencias. Es decir, Malasia, siendo la víctima principal del atentado en que murieron 44 ciudadanos malayos, rechazó el fallo del tribunal que acusaba a Rusia y a los rebeldes de Donetsk, de haber derribado aquel avión.   ¿Qué efectos está teniendo este espectáculo de corrupción, venalidad e hipocresía?... ¿Se trata de un proceso político, de una nueva lucha de imperialismos rivales, o es algo más profundo… como el naufragio de toda nuestra civilización? No podemos sino recordar la tragedia de Hamlet, de William Shakespeare, en que un soldadito, Marcelo, le dice al príncipe Hamlet… “Algo huele a podrido en Dinamarca”. Ahora hay que decir “Algo huele a podrido en todas partes”. Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro.  Hay que ayudar a la gente para que se decida a pensar.
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