Por Ruperto Concha / resumen.cl
En 2011, el presidente Barack Obama y su ministra de exteriores Hillary Clinton estaban convencidos de que el presidente de la República Siria, Basher Assad, sería derrocado en cosa de un par de meses, y tendría el mismo destino que Muammar Khadaffi, el dictador de Libia: una muerte humillante y sucia.
Una coalición de Estados Unidos y varias potencias europeas se jugaron en la aventura contra la democracia siria, y para ello contaron con el entusiasmo de Turquía, de Egipto, de Israel, de las monarquías y otras dictaduras árabes, encabezadas por el rey de Arabia Saudita, que canalizaron miles de millones de dólares para financiar la creación y mantención de un poderoso ejército rebelde.
Para las monarquías árabes, apoderarse de Siria implicaba controlar la totalidad de los yacimientos petrolíferos del Cercano Oriente, y dominar un enorme pasadizo territorial desde el Océano Índico hasta el Mediterráneo, para conectar con oleoductos y gasoductos los mercados de Europa y Estados Unidos, cerrándole el paso tanto a Rusia como a Irán.
El plan parecía perfecto. Sólo tenía una falla: no tomaba en cuenta que el Presidente Basher Assad era realmente respetado y apoyado por una enorme mayoría de su nación. Durante 4 años, sólo con el respaldo de su pueblo y la lealtad del ejército, Assad resistió una sangrienta guerra interna.
Hacia 2015, sin embargo, las tropas rebeldes, vinculadas con los terroristas del Estado Islámico, habían logrado ocupar casi las ¾ partes del territorio nacional.
Fue entonces que el presidente Basher Assad pidió ayuda a Rusia, de acuerdo al Tratado Militar de Mutua Defensa que estaba suscrito entre ambas naciones desde los tiempos de la Unión Soviética.
El 30 de septiembre de 2015, el Congreso de la Federación Rusa aprobó la petición de su aliado en desgracia, y horas después la Fuerza Aérea Rusa comenzó su intervención en defensa de la República de Siria.
Hoy, 3 años después de su intervención, la guerra en Siria está llegando a su fin. El presidente Basher Assad sigue gobernando su país hasta la aprobación de una nueva Constitución y el llamado a elecciones generales.
Los países de la llamada Liga Árabe ya aceptaron el triunfo de Assad y el fracaso de la aventura de sus socios Estados Unidos e Israel.
El jueves pasado, 27 de diciembre, las últimas fuerzas rebeldes, encabezadas por elementos kurdos y dotadas por Estados Unidos de financiamiento, entrenamiento y armas modernas, abandonaron posiciones en el norte de Siria y, fíjese Ud., pidieron protección al gobierno de Basher Assad.
Pese a los desmentidos de Estados Unidos, videos periodísticos y fotografías confirman que las banderas del Ejército Leal de Siria están flameando en los edificios de la ciudad de Manbech, uno de los principales bastiones de los kurdos que, abandonados por las tropas de Estados Unidos, temen el ataque del ejército turco que amenaza aniquilarlos.
Más aún, en estos momentos Estados Unidos está en la dramática disyuntiva de llevarse o dejar atrás todo el poderoso armamento que le proporcionaron a los kurdos.
Si se lo llevan en la retirada de sus tropas, estarán sellando su traición a los kurdos. Pero, si lo dejan, ese armamento será utilizado para matar soldados del ejército turco, siendo Turquía un país miembro de la OTAN.
Por otra parte, se confirmó ya que en la misteriosa conversación del Presidente Trump con su colega turco Erdogán, el pasado 14 de diciembre, Trump le preguntó: “¿Es capaz Turquía de exterminar lo que queda del terrorismo islámico?”.
Erdogán le respondió que sí, y Trump, en el acto, tomó la decisión de retirar todas sus tropas de Siria cediéndole a Turquía la misión que había tenido hasta entonces Estados Unidos.
Todos estamos presenciando ahora los clamores histéricos por lo que el publi-periodismo de las transnacionales ha calificado como la locura de Donald Trump por ordenar la retirada de las tropas estadounidenses de Siria y la mitad de las tropas destacadas en Afganistán.
Sin embargo, el analista y diplomático indio B.K.Bahadrakumar, en la revista Asia Times, expone muy lúcidamente que, en realidad, esa decisión del presidente Trump fue la solución sabia, política y diplomática para terminar 17 años de una guerra desastrosa, ruinosa e inútil.
Bahadrakumar se burla de los políticos occidentales que acumulan acusaciones y anuncios apocalípticos por la decisión de Trump, pero que, en ningún momento mencionan alguna alternativa distinta.
Las alternativas reales eran tres. Una, insistir en el fracasado intento de encontrar una solución militar en Siria y Afganistán. Dos, una permanencia de tiempo indefinido de tropas de ocupación estadounidenses en Afganistán. Y tres, aumentar aún más la intensidad de la guerra, comprometiendo a Estados Unidos y a toda la OTAN.
Y, claro, ninguno de los que descalifican a Trump ha tenido el coraje de proponer alguna de aquellas 3 alternativas. Los demócratas, con su Barack Obama y su Hillary Clinton, fueron los que la iniciaron y no supieron cómo ponerle fin. El tan vilipendiado Donald Trump fue el único que tuvo suficiente coraje para admitir que Siria y Afganistán son dos guerras que no pueden ganar, y que mientras más luego de terminen, mejor será para todos.
Nadie ha mencionado que la conversación de Trump con el turco Erdogán fue coordinada con la conversación del enviado especial de Washington Zalmay Khalilzad, a Afganistán, para reiniciar conversaciones directas con los talibanes.
Es decir, el gobierno de Donald Trump eligió la posibilidad de alcanzar la paz, al menos en lo militar.
Es por ello que, pese a todas sus fallas y sus arrebatos, Trump sigue teniendo lejos más apoyo popular en su país que el que tienen en los suyos Macrón, de Francia, o Angela Merkel, de Alemania, u otros jefes de gobierno como el de España, Polonia o Gran Bretaña.
En esa perspectiva, el liberal de centro Bahadrakumar coincide con el marxista Thierry Meyssan, de la Red Voltaire, en que Donald Trump es especialmente odiado por oponerse a los intereses de las grandes corporaciones multimillonarias que más que transnacionales son apátridas.
Pero, por fallas de carácter o simplemente porque es mal educado y mandón, Trump de inmediato volvió a meter la pata sin necesidad, con su inesperada visita a las bases militares con tropas de ocupación estadounidenses en Irak. A Trump ni siquiera se le ocurrió que por lo menos y por cortesía tenía que pedirle permiso al gobierno de Irak.
El resultado fue que el parlamento iraquí, en pleno, gobiernistas y opositores en conjunto, reaccionaron con furia y están pidiéndole al gobierno de Bagdad que exija a Washington el retiro de sus bases militares y sus tropas en el país. Es decir, una desatinada falta de respeto de Trump debilitó aún más lo que va quedando del prestigio imperial de Estados Unidos.
Y esto tiene un efecto extremadamente peligroso en lo estratégico, incluso para Israel.
La rescatada y bien negociada amistad de la Liga Árabe con Siria está cobrando forma de un modo todavía indefinido pero que se proyecta sobre todo el mundo islámico, incluyendo todo el norte de África y todo el oriente del continente africano. De hecho, el jefe de los servicios de inteligencia del gobierno sirio, Alí Mamluk, ya viajó a El Cairo, invitado por su colega egipcio Abbas Kamel, para compartir informaciones y análisis.
También el gobierno de Argelia anunció que invitará al presidente Basher Assad a la Cumbre de la Liga Árabe que se realizará en Argel en abril próximo.
Y, en ese contexto, el ya revelado pacto secreto entre Arabia Saudita e Israel, comenzó a desfigurarse. Primero por la quebrantada figura del príncipe heredero de Arabia Saudita, fatalmente contaminado por el asesinato del escritor y periodista Khamal Khashoggi, y luego por la desastrosa guerra de Yemen y la feroz represión de Israel contra los palestinos de Gaza.
En estos momentos, Israel aparece como un enemigo de todas las naciones islámicas y el ataque aéreo contra Siria en esta Navidad fue percibido como un insulto no sólo a los cristianos de Siria sino también a los musulmanes, que veneran a Jesús y María como personas santas aunque no divinas.
Especial indignación provocó el hecho de que los aviones israelíes que atacaron Damasco repitieron el truco de escudarse detrás de aviones civiles para evitar ser derribados por las defensas antiaéreas sirias.
Los aviones de pasajeros utilizados como escudo se dirigían a aeropuertos comerciales en Damasco y en Beiruth, El Líbano. Pese a ello, las defensas antiaéreas sirias lograron interceptar 14 de los 16 misiles disparados por los aviones israelíes.
Rusia, El Líbano, Siria, Irak y Turquía denunciaron que el ataque israelí es un crimen de guerra y una acción terrorista contra civiles.
Ya la relación entre Rusia e Israel parece irremediablemente deteriorada. De hecho, por primera vez Israel votó apoyando una moción de censura anti rusa en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Asimismo, el gobierno israelí anunció que bloqueará, junto a Estados Unidos, cualquiera iniciativa de las Naciones Unidas para reconocer a Palestina como un Estado, miembro de la comunidad internacional.
En tanto, el ministro de Exteriores de Palestina, Riad Maliki, fue invitado a Moscú, y también lo fue el líder del partido Hamás, considerado por Israel como grupo terrorista.
La invitación extendida por Rusia apunta a buscar términos de negociación de paz con Israel, y también a la reconciliación del partido Hamás con la OLP, la organización del líder Yassir Arafat, que controla el gobierno en el Margen Occidental del Jordán.
Ante ello, Israel reaccionó con impotente furia, mientras se reorganiza el espectro político de cara a las elecciones parlamentarias de abril próximo.
Bueno, mientras se recomponen las fuerzas estratégicas antagónicas de los dos globalismos en pugna por el mundo, dos noticias de tecnología militar impactaron al planeta en este final del año 2018. Una fue la prueba final realizada en Rusia del nuevo misil hipersónico Avangard, con capacidad de llevar ojivas nucleares.
Los misiles utilizados en la prueba no sólo mostraron asombrosa precisión. Además alcanzaron una velocidad de Mach 27. Es decir, más de 33 mil kilómetros por hora.
De hecho, el jueves recién pasado, 27 de diciembre, los más altos jefes de las fuerzas armadas de Estados Unidos admitieron que no disponen de medios de defensa para interceptar esos misiles.
Entrevistado por la revista National Interest, el general John Heyten, jefe del Comando Estratégico de Estados Unidos, dijo sobriamente: “No contamos con defensa alguna que pueda interceptar esa arma”.
La otra noticia fue el desarrollo en China de un nuevo misil capaz de llevar ojivas nucleares también, y que puede dispararse desde submarinos sumergidos.
Este nuevo misil tiene un alcance de 5.600 millas, y alcanza una velocidad de Mach 6. Disparado desde el puerto chino de Shanghai, alcanzaría hasta Honolulu, en Hawai. Pero los submarinos pueden dispararlos desde cualquier punto cercano a la costa americana, y sus efectos serían de terrible destrucción en las ciudades de Estados Unidos.
En ese contexto, ¿cuál podrá ser la nueva estrategia del imperialismo globalizador neo liberal para enfrentar la tesis globalista socialdemócrata, por decir de alguna manera?
Ya hasta la muy conservadora y neoliberal agencia noticiosa Deustche Welle, del gobierno alemán, se preguntaba esta semana: “¿Podrían la Naciones Unidas funcionar como gendarmes de la paz y el derecho en el planeta?
Hasta la próxima, gente amiga. Quizás esté cambiando la marea golpista y militarista. Quizás podremos desearnos de veras unos a otros un feliz año nuevo.
Pero hay que cuidarse. Es necesario. Hay peligro.