AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Cambio de polos

Por Ruperto Concha / resumen.cl Si le creyéramos a los titulares de la gran prensa del establishment de Estados Unidos, el martes pasado el presidente Donald Trump habría comenzado su Marcha al Cadalso. A la destitución, o quizás, a la cárcel por sus crímenes innumerables. Pero eso no es cierto. El martes, en un tribunal de Virginia, el ex administrador de la campaña electoral de Donald Trump, el señor Paul Manafort, fue hallado culpable de evadir impuestos, ocultar ingresos millonarios y decirles mentiras a los bancos para conseguir préstamos. Por ello arriesga una condena de hasta 30 años de cárcel. Eso, claro está, si es que el Presidente Trump se abstiene de ejercer su derecho constitucional a indultarlo. El mismo martes, en Nueva York, el repugnante abogado Michael Cohen, quien había sido el abogado personal de Donald Trump, pactó con los fiscales reconocerse culpable de violar los procedimientos electorales y conseguir boletas de honorarios falsas para justificar aportes financieros ilegales y pagarles fuertes sumas a dos mujeres que podían acusar a Trump de haber tenido sexo con ellas, fíjese. Y eso, por supuesto, habría afectado negativamente la campaña electoral. Los detalles de la confesión de Cohen lo harían merecer una condena enorme, de hasta 65 años de prisión, pero ese individuo pactó su confesión con los acusadores y con ello podría obtener una reducción considerable de la pena. Cohen declaró que había sido obligado, contra su inocente voluntad, a perpetrar sus delitos. Y, si bien al principio solo mencionó haber obrado en favor de “un candidato federal”, pronto pasó a acusar directamente a Donald Trump. Y mire Ud. qué clase de abogado tan desleal e hipócrita es este Cohen, que grabó ocultamente todas sus conversaciones con Trump, incluyendo las más confidenciales y personales, y luego las puso a disposición de los acusadores. En fin, lo más interesante del caso es que en ninguna de ambas acusaciones se presentó ni la menor prueba de culpabilidad de Trump. En el caso de Manafort, Trump ni siquiera fue mencionado, y en el de Cohen, su cobarde confesión lo afecta principalmente a sí mismo. Y, por supuesto, tampoco se mencionó jamás, ni remotamente, algo que aludiera esa supuesta colusión con agentes de Moscú para manipular la elección presidencial de 2016 provocando la derrota de la candidata Hillary Clinton… suposición que es el origen y la razón de todas estas investigaciones dispuestas por el fiscal Robert Mueller.   En concreto, se da por supuesto que a partir de estos dos casos no habrá ninguna acusación de delito en contra del presidente Trump. De hecho la jurisprudencia establece que ningún presidente en ejercicio puede ser acusado de un crimen, y el propio fiscal Mueller lo reconoce. También uno de los principales juristas del Departamento de Justicia de la Casa Blanca durante el gobierno de Obama, el señor Eric Columbus, señaló, burlonamente, que los que creen que Donald Trump será llevado a juicio son sólo unos ingenuos que se están engañando a sí mismos. Por supuesto, la situación del momento es penosa y quizás calamitosa para el Presidente Trump y el Partido Republicano, de cara a las elecciones parlamentarias mid term, de noviembre próximo. Para los demócratas, es indispensable mantener y en lo posible agudizar el clima de escándalo, durante los dos meses y medio que faltan, para lograr su meta de alcanzar mayoría en la Cámara de Representantes. Eso, porque para lograr una condena contra Trump ya no se trata de intervenir en los tribunales sino de obtener el voto parlamentario. Para destituir al Presidente, la acusación debe ser apoyada por mayoría absoluta de la Cámara y confirmada por mayoría de dos tercios en el Senado. O sea, la oposición demócrata no puede ni siquiera soñar con eso. Pero, como sea, para los Demócratas es la más valiosa oportunidad de reponerse, aunque sea parcialmente, de la aplastante derrota que sufrieron en las elecciones de 2016. Pero, ¿en qué medida pueden los demócratas alcanzar la votación suficiente?   Las encuestas más recientes reiteran que el apoyo a Donald Trump sigue fluctuando en torno del 50%. Es decir, hay un sector notablemente sólido que se mantiene en favor de Trump sin hacer caso del huracán periodístico y publicitario de la oposición. Según eso, de producirse en noviembre una victoria de los Demócratas, no alcanzaría para realmente controlar el Parlamento. Por otra parte, también todas las encuestas coinciden en que sólo el 28% de los jóvenes declara su intención de ir a votar. En cambio, el 74 por ciento de los ciudadanos mayores sí aseguran que votarán. Esa tendencia es desalentadora para los Demócratas, partido en el que la más intensa actividad política está ahora en manos de jóvenes de menos de 30 años. Al igual que en Chile y la mayor parte de América Latina, la indiferencia o el escepticismo de los jóvenes redunda en impedir que haya cambios y consolidar en cambio la corrupción. Junto con ello, el avance de los jóvenes en el seno del Partido Demócrata ya ha captado a gran número de parlamentarios y gestores políticos mayores, de alto prestigio, que apoyan un giro del Partido hacia la izquierda, hacia lo que llaman el socialismo democrático, como fue el del Presidente Franklin Roosevelt que impuso el New Deal y levantó el poder de los sindicatos para equilibrar el poder de la banca. Y, con ello, proponen un giro keynesiano, de economía dirigida y controlada por el Estado, como esa con la que Roosevelt fue capaz de sacar a Estados Unidos de la ruinosa crisis económica de los años 20 del siglo pasado.   De hecho la poderosa diputada Nancy Pelosi, líder de la bancada demócrata en la Cámara, ya declaró que las propuestas de intentar una acusación para destituir al Presidente no está en los intereses ni el programa de su partido. Por el contrario, junto con otras grandes figuras en el Parlamento y en los gobiernos estaduales, están desarrollando un vasto programa de saneamiento político, eliminación de prácticas corruptas y de la llamada “compra” de parlamentarios y funcionarios públicos por parte de las grandes corporaciones que financian campañas electorales. Junto con los proyectos de ley que configuran el retorno a un “capitalismo responsable”, que ellos llaman, están proponiendo la creación de un servicio nacional de salud gratuito para todos, según los modelos de Alemania, Suecia e Inglaterra, y la gratuidad también de la educación superior en las universidades que reciben financiamiento estatal. Bueno, por cierto estas propuestas están generando entusiasmo y apoyo en un gran sector de la gente, sobre todo en los jóvenes, pero, a la vez, están provocando una reacción horrorizada tanto en la derecha republicana como en el sector conservador de los demócratas… ¡Y qué decir del Establishment financiero transnacional! En estos momentos, la prensa del establishment está alternando, así como angustiadamente, un apoyo a los demócratas anti Trump, y, al mismo tiempo, el rechazo y la descalificación a lo que llaman “la nueva izquierda socialista”. Claramente, con ello no aparece que la oposición a Trump pueda alcanzar suficientes Parlamentarios, como para derrocar al Presidente. Y aún si es que llegaran a alcanzarlos, el gobierno de Estados Unidos caería en manos del vicepresidente Mike Pence, que es un conservador más duro y más agresivo que el propio Donald Trump. De hecho, Pence es partidario de intervenir militarmente en América Latina, no sólo en contra de Cuba, Nicaragua y Venezuela, sino también contra Bolivia y posiblemente contra El Salvador.   Por supuesto, el espectáculo político de Estados Unidos es observado muy detenidamente tanto por los aliados como por los adversarios del globalismo financiero-político controlado desde Nueva York y Washington. El enfrentamiento más grave se centra en la guerra de sanciones económicas lanzada por Estados Unidos contra la China, Irán, Rusia, Turquía, Corea del Norte y Venezuela y, además, también contra cualquier gobierno y cualquiera empresa que se atreva a desobedecer el mandato de sanción. Según informa el analista económico David P. Goldman, de Asia Times, en estos momentos grandes inversionistas de Alemania, Japón, Italia y Francia están desafiando las sanciones de Washington contra China, con la esperanza de trasladar al gigante asiático nuevas y modernas plantas para la fabricación allí de automóviles y vehículos de trabajo. China representa el mercado más dinámico y creciente para autos, y se estima que ya el próximo año los chinos comprarán alrededor de, fíjese Ud., 25 millones de autos atractivos. Pero las presiones financieras de Estados Unidos para imponer el cumplimiento de las sanciones contra Irán han llegado a impedir que las compañías de seguros, por ejemplo, acepten asegurar no sólo el cargamento de petróleo iraní, sino también el refinamiento y el uso de ese petróleo como materia prima. Frente a eso, las compañías de seguros de China han captado al menos en parte el mercado. Igualmente, las sanciones contra Turquía han derivado en que inversionistas de China y Qatar desafíen las sanciones de Estados Unidos, con lo cual Turquía está cada vez más integrada en la alianza euroasiática, garantizado el acceso al Mediterráneo de la Ruta de la Seda y el Camino de la Seda. De hecho, ya Turquía comenzó a liquidar sus reservas en dólares, reemplazándolas por Yuanes chinos, Euros y Rublos. Y si Ud. mira un mapa del mundo, podrá verificar cómo la integración euro asiática ya es una realidad geográfica que une desde el Océano Pacífico hasta el Mar Mediterráneo. Y contiene una población de más de mil millones de personas con un poder adquisitivo similar al de los europeos, y otros mil millones de personas con un poder adquisitivo menor, pero que es superior al de la media latinoamericana.   Pero la noticia más importante irrumpió el jueves pasado, cuando el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Heiko Maas, lanzó un llamamiento a que Europa cree su propio sistema de intercomunicación bancaria, como el Swift controlado por Estados Unidos, que permite manipular, dominar y castigar a todos los bancos y empresas del mundo, pudiendo incluso paralizar por completo toda la actividad financiera de un país. En términos durísimos, el ministro Maas declaró que Europa no puede permitir que Estados Unidos siga pisoteándola en la cabeza y propuso la creación de una nueva organización bancaria internacional, similar al Swift, pero que no se basará en el dólar, para ponerle fin al régimen de miedo y extorsión que Washington está imponiendo a través de su moneda y su sistema bancario. Es la primera vez que Europa lanza un desafío tan abierto contra Estados Unidos. Por otra parte, tanto en Europa como en China, Rusia, Irán y Turquía, se está avanzando ya al retorno del dinero con respaldo de oro, que garantiza que las fluctuaciones monetarias no sobrepasen las del mercado del oro, que durante ya más de un siglo no ha tenido ninguna devaluación significativa, sino, por el contrario, ha mostrado un aumento de su valor acumulado de más del 5 mil por ciento. Así, claramente, en Europa ya existe una toma de conciencia, a nivel de las bases sociales, de que la supuesta amenaza militar de Rusia no es más que una repetición de la fábula de “¡que viene el lobo, que viene el lobo!”, que al final ya no asusta a nadie. Por el contrario se está haciendo sentir una nueva percepción más cálida de lo que es la realidad de la nación rusa y de su carácter intrínsecamente europeo. La defensa alemana del nuevo gasoducto Corriente Norte 2, de Rusia a todo el norte de Europa, ya redujo a la invalidez las amenazas de Estados Unidos, y el encuentro en Alemania de la primera ministro Angela Merkel con el presidente Wladímir Putin fue una prueba clara de voluntad de diálogo y de compartir criterios, valores e intereses. ¿A qué velocidad se materializarán los cambios?... Por cierto sólo podemos estimar una sucesión de causas y efectos, como carambolas en una mesa de billar, que pueden precipitar conflictos desastrosos, lo mismo que alianzas constructivas y potentes. Posiblemente sea nuestro planeta mismo el que nos ponga en situación de resolver ahora mismo, en un instante, la necesidad de sacrificar los delirios de consumismo placentero y ciego, y la necesidad de recordar que, oiga, que no somos zombies que bailan el reguetón de los cangrejos mientras se calienta el agua en que herviremos. Estados Unidos está cambiando. Hay ahí mucha gente vigorosa y valiente que cuando al fin entiende una idea y una moralidad de bien vivir, sale a trabajar por ella. Esa gente va a inclinar de nuevo la balanza, tal como lo hicieron en la crisis de los años 20 del siglo pasado con el New Deal. ¿Vendrán los cambios ahora en los años 20 de este siglo cuando termina el mandato presidencial de Donald Trump?   Otra noticia de los últimos días puede sonar alarmante. Los investigadores de física planetaria descubrieron en China evidencias de que los polos magnéticos de nuestro planeta ya han cambiado muchas veces y en períodos muy dispares. A veces se estabilizan durante cientos de miles de años, y otras veces cambian en forma inesperada y a velocidad sorprendente. Los polos se desplazan y a veces incluso se ubican en oposición completa, con el polo norte en la tierra antártica y el polo sur en el Océano Ártico. Pues bien, al parecer los investigadores hallaron también indicios de que un desplazamiento de los polos puede estar a punto de producirse en cualquier momento. Los polos magnéticos de nuestro planeta son los que generan protección electromagnética que impide el paso de radiaciones peligrosas emitidas por el Sol. Pero cuando se desestabilizan los polos se prevé un muy peligroso bombardeo de radiaciones cuyos efectos en el medio ambiente y en nuestros cuerpos nos son desconocidos. Hay muchos que dicen que no hay que alarmarse, que la vida es capaz de absorber alteraciones intensas a las que, por último, termina por adaptarse evolutivamente. También se dice lo mismo respecto de una guerra atómica. La vida podrá sobrevivir al lanzamiento de varios miles de misiles nucleares.   La vida quizás sí. Pero nosotros no. Podemos ver por el microscopio a esos formidables animalitos llamados los tardígrados, que parecen unas diminutas oruguitas ciegas con muchas patitas, y que son capaces de sobrevivir en el espacio sin aire, en ambientes corrosivos y en condiciones de frío casi absoluto. Ellos sí que van a sobrevivir de todas maneras y quizás podrán ser el punto de partida de una nueva evolución de los seres vivos en el planeta Tierra. Nosotros en cambio, los que nos creemos tan habilosos, tan pillos, poderosos y ejecutivos... difícilmente tendremos una segunda oportunidad.   Si los polos magnéticos de la Tierra pueden desplazarse, ¿podrán desplazarse también los polos políticos y estratégicos que tienen el poder sobre el planeta? ¿Podremos construir una humanidad con muchos polos dialogantes, negociantes, ganosos de vivir bien y de rivalizar en la feliz competencia por penetrar audazmente en lo desconocido?... ¿Seremos capaces de entender que el amor y la razón valen más que la codicia y la fuerza? No falta tanto, me parece, para que nos veamos obligados a saber la respuesta. Hasta la próxima, gente amiga. Hay que cuidarse. Hay peligro.
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