AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Camino al paraíso

Por Ruperto Concha / resumen.cl Opción 1 : archive.org Opción 2: Spotify https://open.spotify.com/episode/7dbBVgLWppPfbnb2xG7aKE En nuestro Chile seguimos bastante asombrados por la formidable reaparición de la juventud en la política. Esa misma juventud que año tras año, década tras década, venía negándose a votar, negándose a hacer el Servicio Militar, y también negándose a leer libros aunque fueran libros electrónicos. Y ¡vaya que reaparecieron con fuerza estos jóvenes!... De hecho, los partidos políticos, todos, oficialistas y opositores, todavía parecen atragantados, sin poder digerir los acontecimientos que en una semana desenmascararon la ineptitud, la hipocresía y la venalidad que había enfermado nuestro retorno a la democracia. Recordemos que ya en el gobierno de Patricio Aylwin la revista The Clinic había explicado los altos niveles de smog en el aire de Santiago, diciendo que era… … “la alegría que se hizo humo”.   La verdad es que en todo el mundo estaban emergiendo los síntomas de que una juventud vigorosa estaba perdiendo la paciencia. Estaba juntando esa clase de miedo o de repugnancia que termina convirtiéndose en coraje. En energía impaciente. En Estados Unidos, los ANTIFAS, negros, latinos, orientales, salieron a las calles, con una oscura especie de alegría, a agarrarse con los supremacistas blancos. Unas entretenidas peleas a golpes que rápidamente sirvieron para darle un rumbo nuevo al Partido Demócrata que se había vuelto obeso. En Francia, los Chalecos Amarillos comenzaron a hacer gala de agresivo buen humor, y fueron los primeros en subir a las redes sociales los instructivos tácticos para burlar y vencer a la policía. Verdaderos manuales para desorientar, cansar y hacer vulnerables a los escuadrones policiales, dándose tiempo  para quemar automóviles y hacer destrozos en forma selectiva. Las movilizaciones básicamente juveniles se extendieron a Cataluña, a Irak, a Hong Kong. Cundieron en Haití, en Kashmir, en Argelia y Túnez, y luego en Egipto, en Nicaragua y Venezuela, en Ecuador y Colombia, en Perú y en el Líbano, hasta llegar a nuestro Chile. Y, oiga, en estos momentos, aunque en forma distinta, es un potente movimiento de juventudes el que parece estar dándole la victoria a la dupla de Alberto Fernández y Cristina Fernández, y el retorno del peronismo a la Argentina.   Por supuesto, cada uno de esos movimientos básicamente juveniles se produce en contextos muy diversos. Incluso aparecen como contradictorios entre sí, en la medida en que diversos grupos políticos han tratado de manejarlos, como fue el caso de los jóvenes neonazis de Ucrania, o las guarimbas asesinas de Venezuela, utilizadas como fuerzas de choque para derrocar al gobierno. Pero, a pesar de sus contradicciones, esas juventudes aparecen sublevándose con muchas más coincidencias que diferencias. Y las coincidencias más claras apuntan al rechazo total del sistema político y social imperante. Un rechazo que no sólo afecta al gobierno sino a toda la institucionalidad, incluyendo en gran parte, a los partidos políticos, al sistema económico neoliberal, y a la inocultable corrupción generalizada. En los casos de Hong Kong, El Líbano, Venezuela y Nicaragua, gran parte de las protestas juveniles han sido inicialmente espontáneas, pero luego fueron infiltradas, estimuladas y financiadas más o menos secretamente por otros grupos de poder. Recordemos que en Ucrania, por ejemplo, Estados Unidos admitió haber invertido más de 5 mil millones de dólares en la preparación de la crisis de la Plaza Maidán que derrocó al gobierno del Presidente Yanukovich. Y en estos momentos, en Hong Kong y El Líbano, hay agentes infiltrados que financian y manipulan la mantención de las protestas sin permitir que surja ninguna fórmula de arreglo. De hecho, en El Líbano, los voceros de la rebelión han sido claros en que lo que quieren es que todos los partidos políticos y todos los funcionarios del gobierno sean destituidos y privados de poder.   A propósito de la reciente crisis de Ecuador, varios académicos han citado la tesis del politólogo irlandés Peter Mair, de que la “Era de los Partidos Políticos ha llegado a su fin”. Según esa tesis, la estructura interna de los partidos políticos ha generado una oligarquía que acapara la toma de decisiones a puertas cerradas, sin tomar en cuenta las inquietudes, las angustias y las aspiraciones de las bases. Como ejemplo se menciona el caso del Comité Central del Partido Demócrata, de Estados Unidos, que desoyendo a sus propias bases que apoyaban al progresista Bernie Sanders, optó en cambio por llevar como candidata a la Hillary Clinton para enfrentar a Donald Trump. Con ello, la oligarquía del Comité Central de ese Partido hizo posible el triunfo de Donald Trump y del Partido Republicano. En los casos de Ecuador, Colombia, y Chile, los partidos políticos han formado alianzas electorales sin atender a la opinión de la base social. Con ello, los partidos supuestamente de izquierda o de centro-izquierda, preocupados de mantener sus cuotas de poder político, cargos públicos y acceso a las finanzas, terminaron por plegarse a un sistema de gobierno diseñado por la derecha internacional. En la práctica, todas las circunstancias abusivas, las privatizaciones extremas que incluyen el mar, el agua dulce y los fondos de retiro de los trabajadores, contaron con el apoyo o con la indiferencia de los partidos Socialista, Demócrata Cristiano, Radical-Social Demócrata y PPD. Es decir, la tremenda movilización nacional lanzada en Chile por la juventud exasperada, no apuntó específicamente al Presidente Piñera y su gabinete, sino a toda la clase política institucionalizada. Y eso, claramente, fue reconocido por la votación unánime de los diputados y senadores aprobando una reducción de los escandalosos sueldos y granjerías que se habían auto-otorgado.   Para los analistas de la política latinoamericana, el proceso de los partidos políticos alejándose de los intereses y los deseos de sus respectivas bases sociales, fue un factor que permitió un auge de las oligarquías internas, susceptibles a la acción de lobby, o sea, de manipulación financiera sobre las decisiones políticas, lo que fatalmente se tradujo en corrupción. Así, incluso gobiernos extraordinariamente exitosos en lo económico social, como fueron los de Lula da Silva y Dilma Rousseff, en Brasil, y Cristina Fernández, de Argentina, aun siendo ellos mismos inocentes, vieron sin embargo que su entorno y sus colaboradores habían creado un clima de corrupción tan intenso que provocó un giro del electorado hacia candidaturas de derecha. Así se produjo la llamada “Marea Liberal”, que comenzó con el golpe de estado contra el Presidente Zelaya, de Honduras, en 2009, seguido con la destitución del Presidente Fernando Lugo, en Paraguay, la destitución de la Presidente Rousseff, de Brasil, y los triunfos derechistas de Macri, en Argentina, de Kukzinsky, en el Perú, de Bolsonaro en Brasil, de Duque en Colombia, y de Piñera en Chile. E incluso en los casos de Venezuela y Nicaragua, donde el apoyo mayoritario de la base social logró mantener a sus gobiernos, ciertamente había llegado a producirse un clima de oligarquía abusiva con situaciones de corrupción que los hicieron tambalear.   La gran excepción parece haberse producido en Bolivia, con el gobierno del socialista Evo Morales quien, durante ya 3 períodos presidenciales ha conducido a su país a un extraordinario crecimiento económico, unido a desarrollo industrial y tecnológico y a avances sociales vinculados a la educación técnica y superior. Ciertamente, el gobierno de Morales ha tenido algunos fracasos y ha cometido errores, pero más allá de cualquiera crítica, su gobierno claramente generó lo que se llama “El Milagro Boliviano”. Pese a las protestas del opositor Mesa, sobre supuestas irregularidades en el escrutinio de las elecciones generales, parece fuera de dudas que Evo Morales alcanzó una mayoría superior al 10% sobre la votación de Mesa. Tan es así, que Evo Morales invitó a los gobiernos de Brasil, Chile, Colombia y Perú a participar en el recuento de votos, especificando que, si se detectara alguna irregularidad, él aceptaría ir a la Segunda Vuelta. Bueno, como fuere, el nuevo gobierno de Evo estará marcado por una oposición muy ensañada, pues al parecer no tendrá una mayoría suficiente en el nuevo congreso.   Sea como fuere, ya parece claro que la llamada “marea neoliberal” ya está bajando y muy rápido. En Perú, el Presidente Martín Vizcarra, que inicialmente aparecía ligado al derechista presidente Kukzinski, ahora ha derivado a una posición centrista, con matices izquierdizantes, y ya cuenta con un apoyo popular superior al 70%. En Honduras, el Salvador y Guatemala, gravísimos escándalos de los gobiernos derechistas exhiben vínculos entre los partidos de gobierno, sus funcionarios, ministros y policías, con actividades criminales, con tráfico de drogas. En Ecuador, el actual presidente Lenín Moreno ya se encuentra reducido a un apoyo inferior al 20%, y en Colombia el Presidente Duque está enfrentando acusaciones de falsificación de documentos, además de mentir. En Brasil, las encuestas señalan que el apoyo al presidente Bolsonaro ha caído por ddebajo del 38%. Y en Chile, el presidente Piñera ya aparece hundido en un naufragio total. Si, como se espera, en la jornada de hoy resultan vencedores los peronistas Alberto Fernández y Cristina Fernández, la geografía política latinoamericana volverá a su identidad de centro-izquierda, y su buena vinculación con las naciones del gran grupo de los No Alineados.   Por Ruperto Concha / resumen.cl Opción 1 : archive.org El concepto de “Tirano” es más insultante que descriptivo. El servilismo a una “tiranía” es más un síntoma de enfermedad social que una tesis política. Recorriendo la historia, ningún tirano, ninguna tiranía, ha generado jamás bienestar y desarrollo cultural duradero para su nación. El desafío inminente de las nuevas tecnologías, el reemplazo de la mano de obra humana por sistemas autómatas, y la inminente crisis del medio ambiente planetario, son una nueva realidad que los jóvenes ya están percibiendo muy bien. Quizás esa muchachita, Greta Thunberg, fue la chispita que activó el huracán juvenil de Chile, pues su muy honesto enojo influyó en que los jóvenes acepten su propio enojo y exijan todo lo que tienen derecho de exigir como herederos del Planeta Tierra. Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro. Hay que cuidarse, a ver si podemos darle una manito a esos maravillosos herederos.
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