AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Castrar conciencias

Ruperto Concha / resumen.cl Según los gobiernos de ya 16 de los estados de Estados Unidos, a partir de Arizona, Montana y Tennessee, ya sería urgente dictar leyes para frenar las emisiones de pornografía a través de Internet, impresos, y video juegos de esos “para mayores” que se venden en las tiendas de computación. Y, según ellos, no se trata de una preocupación moral. No. Se trata de un asunto médico, una “emergencia de salud pública” pues una abrumadora parte de la población, de todas las edades, millones y millones dee personas, ya tienen una adicción patológica por la pornografía. En tanto, al otro lado del Atlántico, en Gran Bretaña, se anuncia que a partir del próximo 15 de junio entrará en vigor una ley que obligará a los productores de pornografía a establecer filtros inviolables para impedir que los menores de edad puedan acceder a las emisiones pornográficas por internet. Eso, porque un estudio habría detectado que ya en estos momentos alrededor de un 10% de los niños entre 10 y 12 años se han vuelto porno-adictos. Por supuesto, ambas iniciativas políticas anti-pornográficas han sido descalificadas tanto por los médicos como por los defensores de la libertd de expresión, que denuncian que los políticos, una vez más, tratan de legislar sobre lo que no entienden, y que en eso de la pornografía, confunden la enfermedad con los síntomas. Algo así como creer que los granos provocan la viruela y no que la viruela provoca los granos. Pero, tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña, la prensa ha admitido que la afición a la pornografía realmente es muy grande. Que es realmente un gusto masivo. Que es un secretito que innumerables damas y caballeros mantienen en la más discreta intimidad. Sin embargo, todos admiten que, en estos momentos, en todo el mundo desarrollado, la pornografía es el producto estrella del consumo cotidiano.   Igualmente, aunque menos erótico, ha sido el fenómeno de las grandes teleseries. De hecho, después del último episodio de la serie Juego de Tronos, durante más de una semana los grandes medios de prensa dedicaron titulares comentándolo y analizándolo. De hecho, juntó más titulares que las noticias sobre Donald Trump. Oiga, ilusiones eróticas e ilusiones de magia, reyes y dragones, aparecen como los productos más embriagadores y adictivos en esta instancia de la civilización humana. Y no como los niños y mozalbetes se fascinaron antes con Harry Potter o el Señor de los Anillos. No, no, no, no, no. Esto agarró a los adultos con una fuerza casi hipnótica. Resulta entonces perfectamente lógico que el viernes pasado la BBC de Londres pusiera como gran titular la convocatoria lanzada por esa muchachita sueca de 16 años, llamada Greta Thunberg, en que denuncia textualmente que, fíjese Ud. … “nuestros padres discuten el final de Juego de Tronos, mientras nuestro planeta está quemándose". Con esa frase, Greta Thunberg convocó a todos los niños y adolescentes a una gran huelga mundial, el 20 de septiembre próximo, como protesta fuerte, enojada y sostenida, por la hipócrita incuria de los gobiernos del mundo ante el calentamiento global. Y a iniciar todos los días viernes intensas jornadas de denuncia contra los políticos, y de convocatoria a sus queridos adultos, hermanos grandes, madres, abuelas, padres, tíos y profesores, a participar en la campaña Fridays For Future, los Viernes por el Futuro, en que ya han participado más de cinco millones de esas valientes personitas que nos hacen recordar a los niños Etienne de Troyes, Nicolás de Köln y la increíble Cruzada de los Niños en la Europa medieval. Esta Cruzada se lanzó a la lucha para tratar de impedir que la temperatura media de nuestro planeta aumente más allá de uno y medio grado centígrado. Mirando al mundo adulto, esta niña líder les dice a la gente grande: “No queremos que tengas esperanzas. Queremos que tengas miedo, el mismo miedo que sentimos nosotros porque Uds. están quemándonos el futuro. Y queremos que el miedo te de fuerzas para actuar.” Y, haciendo un muy inteligente juego de palabras, ella agrega: “Nosotros somos los que estábamos esperando”   En realidad, ese recién nacido Movimiento de los Viernes por el Futuro, asumió lo que tantos periodistas hemos denunciado durante décadas: Cumbre tras cumbre, se han producido lindos discursos sobre negociaciones vacías de contenido real y con cero acción hacia el sistema económico e imperial que sigue teniendo carta blanca para obtener lucro mientras incineran el futuro del planeta. Y eso haciendo caso omiso del crucial informe de octubre de 2018, del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, en que se señalaba, sobre bases científicas concretas, que las emisiones de anhidrido carbónico deben disminuir a menos de la mitad, antes de 2030, para evitar los efectos más catastróficos del cambio climático. Ya en 2008, el especialista en climatología y gases atmosféricos de la NASA, Dr. James Hansen, había advertido que se produciría una pérdida irreversible de hielo en los casquetes polares si la temperatura planetaria aumentaba más de un grado centígrado y alcanzaba una presencia de 450 partes de CO2 por millón. En esos momentos, la contaminación de CO2 llegaba a 385 partes por millón. Pues bien, hoy, once años más tarde de su advertencia, la contaminación por CO2 ya alcanzó las 410 partes por millón. Es decir, no sólo no se logró reducir la contaminación. Además se llegó a muy cerca del límite de daño irreversible. Y de acuerdo a los estudios científicos logrados en todo el mundo, estamos derivando hacia una saturación que, en muy pocas décadas, provocará un aumento de 4  grados centígrados. Y, oiga, eso ya implica que la mayor parte del planeta Tierra sería imposible de habitar, afectando gran parte del continente africano, del Asia subcontinental y del sudeste asiático, así como gran parte de América Central. Por supuesto, eso implica que millones y millones de seres humanos tendrán que emigrar tratando de instalarse a cualquier precio en otras regiones donde no quieren recibirlos. Simultáneamente, los médicos siguen detectando la aparición de cepas de  bacterias, hongos y virus que evolucionan adaptándose al cambio climático y a la presencia industrial de antibióticos, y que ahora causan enfermedades graves, muy difíciles de curar. Ahora, hace apenas un par de semanas, otro estudio de las Naciones Unidas señaló que hay un millón de especies de seres vivos, animales y vegetales, que hoy están en peligro inminente de extinción. Morirán todos para siempre.   Los informes entregados por los hombres de ciencia inevitablemente revelan cómo la catástrofe ecológica es provocada por el sistema económico y político actual, orientado a la obtención de un máximo de lucro y respaldar a las empresas con el poderío militar. De hecho, el sólo despliegue militar de Estados Unidos sobre el resto del mundo, con mil bases militares distribuidas en más de cien países, hace que el Pentágono por sí mismo sea el principal ente polucionador que, además, exige un presupuesto de billones de dólares que podrían invertirse en iniciativas tecnológicas para detener el cambio climático. En Estados Unidos, una vigorosa iniciativa encabezada por las recién elegidas parlamentarias progresistas del Partido Demócrata, sobre todo por Alexia Ocassio Cortez, esbozó una nueva política de desarrollo económico compatible con el medio ambiente. Fue el llamado “Green New Deal”, el Nuevo Contrato Social Verde. Sin embargo, incluso dentro del propio establishment del Partido Demócrata, ese proyecto fue desechado sin mayor análisis, pues lo consideraron, fíjese Ud., “demasiado caro y sin buena proporción de costos y beneficios”. Y esos supuestos izquierdistas, tan derechistas ellos, se negaron a percibir que las nuevas tecnologías verdes no son demasiado caras y que en cambio sí producen réditos. Y, en todo caso, que no se crean trabajos ni se produce riqueza en un planeta que esté muerto.   La propuesta del Green New Deal, de los progresistas de Estados Unidos, aunque fue descartada por los dirigentes del Partido Demócrata, se transformó en un documento profusamente distribuido en las organizaciones y las comunidades juveniles en todo el país, y ha pasado a ser un potente material de estudio, de discusión y análisis y de perfeccionamiento práctico. Ya en Estados Unidos hasta los más derechistas republicanos han tenido que incorporar en sus discursos y propuestas, elementos de algún contenido ecológico. Y en Europa, donde hoy día están culminando las elecciones del Parlamento Europeo, ya el tema ecológico y ambientalista es el eje de todos los sectores políticos. De hecho, por ejemplo, en Alemania, según las encuestas, un 81% de los electores exigen que se tomen medidas concretas e inmediatas para luchar contra el cambio climático. De hecho, el pequeño Partido Verde alemán ha aumentado su apoyo en más de un 25%. Los liberales centristas también han incorporado el tema ecológico en su programa, aunque centrándose en mayor desarrollo tecnológico. Pero la centro-derecha demócrata cristiana y social cristiana, aunque incorpora las inquietudes ecológicas, advierte que trazar una política concreta y rápida para limitar la polución es algo muy difícil, que la gente de la calle, la gentecita común, no entiende bien. Según ellos, en palabras de la portavoz de la Democracia Cristiana, Marie Luisse Dött, “Hay que considerar cómo se financiarán los proyectos, qué efectos tendrán para los inversionistas que han arriesgado su dinero, y qué efecto habrá en pérdidas o en creación de puestos de trabajo. Eso no puede hacerse de la noche a la mañana”. Pero eso, para el 81% de los electores alemanes, no es más que una excusa para seguir postergando las soluciones reales y concretas.   Al igual que el proyecto Green New Deal, en Estados Unidos, un importante cúmulo de información está pasando de mano en mano entre los jóvenes europeos, incluso entre colegiales todavía niños. Versiones de esa documentación han sido traducidas al inglés, al castellano, a lenguas eslavas. Incluso han llegado a América Latina, donde está despertándose con mucha intensidad la noción de que hay que darles un remezón fuerte a los políticos, para sacarlos de su ignorancia y su pasividad. Por cierto, eso implica también una carga de rabia, miedo, impaciencia y un fuerte grado de bronca contra el sistema imperante. Hay una peligrosa carga de resentimiento entre los colegiales de ambos sexos. Y ciertamente esa carga producirá incidentes con varios grados de violencia, como los que se produjeron en Santiago en la marcha juvvenil del viernes. Las versiones periodísticas de los incidentes han resultado fruncidas y de desaprobación. Incluso hay medios de prensa que han tratado de mostrar los incidentes violentos del viernes como algo ajeno a la lucha ecológica. Como si hubiese infiltrados. Bueno, es posible que haya algunos infiltrados, también es posible que haya infiltrados agentes provocadores que tratan desacreditar el movimiento juvenil. Pero la bronca está allí. Los chicos son inteligentes, se han dado cuenta clara del nivel repugnante de corrupción y codicia que está impregnando las instituciones nacionales. Y se dan cuenta también de cómo se sigue manipulando la educación que se les entrega en los colegios, rebajando ostensiblemente los aportes intelectuales que les dan para poder entender y enfrentar el momento de descalabro en que se encuentra nuestra civilización. Va a haber más incidentes. Y ante ello, la autoridad va a tener que demostrar si es o no es capaz de enfrentar a los colegiales furiosos… sin faltarles el respeto. Mostrar que hay una autoridad civilizada de veras, con valores que aún sobrevivan a pesar de la corrupción.   Bueno, gente amiga, ahora debo pedir  perdón, muy avergonzado, por un error en mi crónica del domingo pasado. Refiriéndome al trágico final del acuerdo de paz entre Israel y Palestina, mencioné al Primer Ministro israelí Menahem Begin, como el líder asesinado en Tel Aviv por un fanático derechista. En realidad me refería a Yitchak Rabin. No sé cómo se me produjo esa confusión de nombres. Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro. ¿Tendrá quizás razón la joven Greta Thunberg, en que es mejor tener un miedo activo y no una esperanza pasiva?
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