Por Ruperto Concha / resumen.cl
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En la elección parlamentaria del jueves pasado, jueves 12, en Gran Bretaña, el Labor Party, el Partido de los Trabajadores, la gran Izquierda británica, sufrió la más humillante derrota de los últimos 80 años. Perdió 52 escaños en la Cámara de los Comunes, quedando reducido a sólo 203, mientras que el Partido Conservador, encabezado por Boris Johnson, alcanzó 365 diputados, con el 46% de los votos. O sea, una mayoría suficiente para gobernar como mejor le plazca.
De hecho, ni siquiera la suma de todos los parlamentarios no conservadores alcanzaría para aprobar, por ejemplo, un voto de censura al gobierno de Johnson, o para convocar a elecciones anticipadas.
Es decir, la derecha dura de Gran Bretaña se aseguró para mantenerse cómodamente en el poder al menos hasta el primer jueves de mayo de 2024.
Tras la derrota, la gran mayoría del aparato que maneja el Partido Laborista está culpando al Presidente de esa colectividad, Jeremy Corbyn, por haber sido “demasiado izquierdista”, y haber defendido a los palestinos ganándose el cartel de ser un “antisemita”, lo que le valió una abrumadora campaña de prensa en su contra, prensa negativa, desde luego.
De hecho, no admiten que haya sido el tema del “Brexit”, la salida británica de la Unión Europea, lo que le dio a la derecha ese triunfo avasallador.
No. Los líderes del partido laborista afirman con furia que la derrota fue una obra personal y directa del líder Jeremy Corbyn.
Pero, mientras en Inglaterra los conservadores alcanzaban esa imponente victoria que les dio el 46% de los votos, en Escocia también se producía una victoria avasalladora pero opuesta a los conservadores. Allí, el Partido Nacional de Escocia, opuesto al Brexit y defensor de la independencia escocesa, obtuvo 48 de los 59 escaños en el parlamento de su nación. Es decir, ganó un 81% de los votos.
Asimismo, en Belfast o Irlanda del Norte, por primera vez, los partidarios de separarse de Gran Bretaña y reunificarse con la República de Irlanda, alcanzaron una fuerte mayoría sobre los que defienden seguir siendo gobernados desde Londres.
De hecho, en estos momentos, la economía de Irlanda del Norte depende mucho más de su relación con la República de Irlanda y, a través de ella, con la Unión Europea, y ya es claramente mayoritaria la tesis de que Irlanda debe reunificarse en una sola república independiente de Inglaterra.
Si en los próximos meses se concreta la salida de Gran Bretaña, Irlanda pasaría a ser la única frontera terrestre con la Unión Europea. Y eso, para Irlanda del Norte, significa conservar su acceso a los mercados europeos, el libre acceso a puestos de trabajo en todos los países de la Unión, y el respaldo de toda Europa en los asuntos internacionales.
Es así que la nueva mayoría en Irlanda del Norte aparece como un fenómeno inesperado, de enorme fuerza, que ha sobrepasado electoralmente a la antigua y sangrienta división que llevó a una guerra civil con decenas de miles de muertos hasta la paz de 1981.
Así, en estos momentos Escocia e Irlanda del Norte se oponen fuertemente al Brexit. Sus habitantes, sus empresas y sus instituciones se declaran con fuerza partidarias de mantenerse dentro de la Unión Europea, y abiertamente denuncian que el gobierno de Londres no tiene derecho a obligarlos, contra su voluntad, a salirse de la Unión Europea.
Por cierto, esas victorias de la oposición en Escocia e Irlanda no han sido suficientemente evaluadas, aunque ya hay consenso de que la Gran Bretaña o Reino Unido está muy próxima a convertirse en un Reino Desunido, que se limitaría a Inglaterra y Gales.
¿Cuánta pérdida para la actual Gran Bretaña puede significar la separación de Escocia e Irlanda del Norte?...
Claramente, en estos momentos resulta inminente que el Brexit provocará para Inglaterra perder la inmensa actividad financiera que todavía se controla desde Londres, incluyendo los mercados mundiales del oro y otras materias de alto valor.
Pero, más allá de ese efecto inmediato, el Brexit implica una ruptura estratégica de Inglaterra con el resto de Europa, justo en momentos en que los intereses europeos están con creciente tensión a enfrentarse a los intereses de Estados Unidos.
Es decir Gran Bretaña, de hecho, quedará en una situación de transformarse en una especie de Estado Asociado de Estados Unidos, que recordaría un poco la situación que actualmente tiene Puerto Rico.
Algo similar, aunque en términos mucho más suaves, se está produciendo en otros países europeos, como Noruega y Polonia, que, por ejemplo, están apoyando la oposición de Estados Unidos a la puesta en marcha del gran gasoducto Nord Stream 2, que ya en los próximos meses duplicará el abastecimiento de gas natural de Rusia a Europa.
El alejamiento de Gran Bretaña obviamente aumentará la relevancia de Alemania, Francia, Italia, Austria y Hungría, en Europa, que ya se muestran cada vez menos dóciles a las imposiciones de Estados Unidos.
Asimismo, eso implica también un notorio aumento de la influencia de Israel sobre Inglaterra, en momentos en que la estrategia militar de Estados Unidos y de Israel se vuelve más apremiante sobre el Medio Oriente y el Sudeste Asiático.
Pero ciertamente el desarrollo futuro de la política y la economía mundial dependerá de protagonistas más fuertes y más decisivos que Gran Bretaña.
Por lo pronto, la masa poblacional de Escocia e Irlanda sólo supera levemente los 11 millones de habitantes, frente a los 50 millones de habitantes que tiene la Inglaterra misma.
Como fuere, el tremendo triunfo de la derecha en Gran Bretaña repercutió instantáneamente en Estados Unidos. De hecho, el principal candidato demócrata para enfrentar a Donald Trump en las elecciones de noviembre próximo, Joe Biden, ya declaró que el humillante fracaso de los laboristas se debió a que ese partido se había vuelto “demasiado izquierdista”.
Ello, en momentos en que Biden aparece perdiendo apoyo de las bases de su partido hasta quedar prácticamente empatado con el socialista Bernie Sanders.
Asimismo, el apoyo a Sanders está estrechamente vinculado al apoyo que tiene la candidata Elizabeth Warren, sólo pocos puntos por debajo de Sanders. Es decir, el apoyo a los dos candidatos más izquierdistas de Estados Unidos casi duplica el apoyo al casi derechista Joseph Biden.
Asimismo, Biden sigue fatalmente marcado por su hijo Hunter Biden, escandalosamente designado director de la principal empresa petrolera de Ucrania, con un sueldo de casi 90 mil dólares al mes, sin tener ni méritos ni capacitación para desempeñar ese cargo.
Fuera de eso, este Hunter Biden aparece implicado en tráfico de heroína y otras drogas, además de haber sido destituido de su calidad de Marino de Reserva, en 2014, al comprobársele consumo de cocaína.
En todo caso, el periódico pro demócrata Bloomberg, se refirió al triunfo de Boris Johnson en Gran Bretaña como una “advertencia catastrófica”. Y el propio pre-candidato Michael Bloomberg, entrevistado por la Fox, destacó que la elección británica podría estar asegurando el triunfo republicano y la reelección de Donald Trump en noviembre próximo.
Por otra parte, la elaboración de cargos para una acusación constitucional contra el Presidente Trump, aparece hasta ahora centrándose en supuesto abuso de poder y obstaculización a las investigaciones.
Sin embargo, los miembros del Comité de Acusación en la Cámara de Representantes se han mantenido silenciosos respecto de los términos de la acusación.
En todo caso, parece ya definitivamente claro que, tras presentarse la acusación para ser juzgada en el Senado, ningún senador del Partido Republicano votaría por destituir a Trump.
De hecho, para emitir un juicio de destitución se necesitaría que al menos 40 senadores republicanos decidieran votar junto a los demócratas contra Donald Trump.
Es decir, más allá de la acusación constitucional, el juego político en Washington en estos momentos está apuntando a la elección presidencial de noviembre, y en eso para Trump parecen cada vez más fuertes las posibilidades de ser reelegido para un segundo mandato.
Pero, ¿por qué aparece como inevitable que las bases sociales asuman posturas y decisiones políticas inesperadas e inexplicadas?
En estos momentos, Ud. lo ve, prácticamente en todo el mundo se están produciendo estallidos de rebeldía, a menudo con violencia y en perspectiva revolucionaria contra los regímenes imperantes.
Revueltas muy intensas contra regímenes de socialismo teocrático, como en Irán o Yemen, o contra regímenes de conservadores, como en Rusia, Italia, Colombia, Chile o Hongkong, o incluso contra gobiernos políticamente indefinidos, como Libia o Irak.
¿Qué tienen en común esas protestas tan fuertes y, sin embargo, tan contradictorias entre sí?
Por supuesto, hay intereses estratégicos internacionales que tratan de sacar provecho de ellas. En Irán e Irak, como antes de Ucrania, aparecen coludidos agentes de Estados Unidos e Israel. En Yemen y Libia, encuentran apoyo de Irán y Turquía… En Chile se fantaseó con supuestos agentes venezolanos y cubanos que habían organizado las protestas. Pero en realidad esas multitudes juveniles no parecen seguir ningún discurso ideológico tradicional.
Así como en Gran Bretaña el electorado le dio la espalda a la izquierda, en Argentina y Chile, el rechazo aparece contra la derecha.
Pero, ¿qué es realmente lo que se está rechazando?...
Pareciera ser que lo que está provocando exasperación es el sistema mismo de los operadores políticos, de la democracia monopolizada por burocracias administradoras de partidos políticos…
Y sobre todo por la corrupción desenfrenada de personajes que son vistos como sanguijuelas, o piojos, en fin, como parásitos movidos por la codicia, que aparecen impregnando las instituciones políticas, los cargos de gobierno, las grandes empresas y, también, las fuerzas armadas y las fuerzas policiales.
En Brasil, amparados en la manga ancha que les ofrece Jair Bolsonaro, están talando las selvas y asesinando indígenas. El viernes nomás se informó de un indiecito de sólo 15 años que murió acuchillado por sicarios de los latifundistas.
Y en Colombia, una nueva tumba colectiva donde brigadistas de derecha habían enterrado a más de 50 activistas campesinos y ecologistas, supuestamente desaparecidos.
O en México, donde un tal Genaro García Luna, ex Director General de la policía, con mando absoluto sobre más de 50 mil efectivos policiales militarizados, durante el gobierno derechista de Felipe Calderón, acaba de ser condenado en Estados Unidos por asociación criminal con los carteles de narcotráfico, que le pagaban sobornos de protección por decenas de millones de dólares cada año…
¿Quién tiene la culpa de esa exasperante corrupción que parece estar impregnándolo todo?...
Es posible que surjan otras voces jóvenes como la de Greta Thumberg, dispuestas a hablar. Dispuestas a orientarnos, a hacernos comprender por qué tantos jóvenes están tan enojados y nos desprecian a los mayores porque nos consideran despreciables.
En tanto, ¿hay que hacerles frente a ellos con nuevas leyes represivas?
Al menos, ahora, en Chile, ya están funcionando febrilmente varios miles de comités, cabildos y centros de discusión bajo el asunto de aprender a entender lo que es una nueva Constitución Política.
¿Llenarán esos cabildos, aunque sea en parte, el mísero vacío que la supuesta Educación chilena les ofrecía a nuestros jóvenes y niños?
¿Será todavía posible hacer que nuestro pueblo se decida a no conformarse con ser una masa de Consumidores, y quiera llegar a ser un conjunto de Ciudadanos?
Ningún dios nos va a regalar la salvación. Tenemos que salvarnos nosotros mismos. Y, salvar a esos que son niños y confían en que no los seguiremos traicionando.
Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro. Los humanos somos peligrosos.
Imagen: El primer ministro, Boris Johnson, durante su intervención en el club de cricket de Sedgefield. 14 de diciembre de 2019. Lindsey Parnaby / Reuters | Obtenida de France24