[AUDIO] Crónica de Ruperto Concha: Convulsión Política

Por Ruperto Concha

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A las 7 de esta mañana se abrieron las mesas para las elecciones generales de Nicaragua, ese pequeño país centroamericano, odiado por Estados Unidos y sus acólitos, donde por única vez que se conozca, se produjo una alianza de la izquierda y la derecha, para expulsar a los agentes al servicio de las grandes sociedades anónimas transnacionales que se habían instalado en el país.

Si Ud. lo recuerda bien, en Nicaragua la izquierda se había alzado en armas contra la repugnante dictadura del clan encabezado por el célebre Tacho Somoza, y tras dos años de cruenta lucha, en 1979 el dictador tuvo que darse a la fuga llevándose un botín de más de mil millones de dólares de la época, que según él le correspondían como premio por su inflexible lucha para erradicar al comunismo.

El mafioso y su gente huyeron al Paraguay, bajo el amparo del también famoso dictador Stroessner y del general Jorge Rafael Videla, dictador de Argentina. Pero, fíjese Ud. que pese a sus poderosos protectores, un comando izquierdista latinoamericano logró emboscarlo en Asunción del Paraguay, donde lo liquidaron en plena calle.

En Nicaragua, los revolucionarios, encabezados por el líder sandinista Daniel Ortega, instauraron un gobierno socialista, autoritario y muy vinculado al régimen socialista de Cuba. Frente a ello, Estados Unidos inició una gama de operaciones clandestinas, muchas de ellas de carácter criminal, para derrocarlo.

Entre esas maniobras, dirigidas por el presidente Ronald Reagan, se contó el llamado “escándalo Iran-Gate”, en que la CIA realizó ilegales operaciones de venta de armas al gobierno de Irán, para financiar una fuerza armada contrarrevolucionaria, llamada “La Contra” en Nicaragua.

Otra fuente financiera para las fuerzas contrarrevolucionarias de Nicaragua fueron los poderosos carteles de tráfico de drogas en Colombia y Panamá, en que los agentes de la CIA contrataron los servicios del corrupto militar panameño Manuel Antonio Noriega, futuro dictador y finalmente apresado por los mismos estadounidenses, que invadieron Panamá en 1989, y, además, del entonces poderoso y bien protegido cartel de traficantes de Medellín.

La guerra contra el gobierno sandinista de Nicaragua fue muy sangrienta, pero no logró desestabilizarlo. Sin embargo, en 1990, el derrumbe de la Unión Soviética generó un escenario imprevisible. Daniel Ortega comprendió que no podría sostenerse y optó entonces por una hábil solución política.

Reunido con los principales dirigentes de la oposición nicaragüense, Daniel Ortega propuso llamar a elecciones generales, bajo inspección de la OEA, y se comprometió a aceptar sin reserva alguna la decisión popular que se expresara en esa votación.

Ortega y su equipo de gobierno se postularon, frente a la lista llamada UNO, Unión Nacional Opositora, encabezada por Violeta Chamorro, viuda de un periodista y empresario asesinado por el Tacho Somoza.

Por cierto, la UNO ganó, Daniel Ortega acató el resultado y mantuvo una oposición de izquierda democrática. El gobierno de la señora Chamorro abrazó con entusiasmo la doctrina neoliberal. Y pasaron 16 años, antes de que la gente de Nicaragua asumiera que el neoliberalismo estaba llevándolos a todos a la bancarrota.

¿Qué había ocurrido?... Pues simplemente que la “Derecha” nicaragüense estaba, en su inmensa mayoría, formada por pequeños empresarios. Dueños de tiendas de abarrotes, o de pequeñas flotas de camiones, o bien pequeños y medianos propietarios agrícolas, dueños de maestranzas y talleres mecánicos, en fin, esa clase de personas modestamente enriquecidas con su trabajo y su capacidad administrativa.

Esos grupos, con sus familias, se encontraron con que la anhelada “inversión extranjera” había llegado, pero no había llegado en forma amistosa. Las ferreterías, las farmacias, los almacenes de abarrotes, los talleres, sufrieron el huracán de las multitiendas y los supermercados, las redes de farmacias coludidas con los laboratorios, y la concentración del negocio bancario que comenzó a imponerles condiciones caras y rigurosas para obtener créditos e insumos.

El transporte, a su vez, tuvo que someterse a las condiciones de los nuevos clientes, los supermercados que ahora forzaban a los camioneros a competir entre ellos, bajando sus tarifas a niveles ruinosos a fin de no quedarse sin carga que transportar.

Y, para los agricultores, las cadenas de supermercados dejaron de comprarles sus cosechas tradicionales, prefiriendo importar productos, tomates, choclos, en fin, desde Estados Unidos, a precios más convenientes y genéticamente modificados para que fuesen de larga vida y se vieran más bonitos.

¿Se fija Ud?... El milagro neoliberal no había sido bueno para la gente común ni tampoco para el pequeño y mediano empresario. Sólo era bueno para el sector de empleados dóciles y disciplinados al servicio de los inversionistas extranjeros, y para la gente fina, bien educada y siempre necesitada de propinas, que se desempeña en las cúpulas políticas, las instituciones gubernamentales y los bancos.

Así pues se llegó a las elecciones generales del 2006, y allí Daniel Ortega volvió a ser el candidato de la oposición izquierdista. Su programa era simple: defender los puestos de trabajo, recuperar la inversión social del gobierno, y aplicar drásticos controles para evitar presiones monopólicas de los grandes capitales en contra de los pequeños y medianos empresarios.

Fue así que, casi sin necesidad de una campaña publicitaria, la gente de la derecha tradicional se sumó al proyecto de Daniel Ortega, y el ex dictador socialista retornó al poder en Nicaragua, en forma perfectamente democrática, y, junto a su compañera y esposa Rosario Murillo, inició un programa de recuperación social y económica, con enfoque pragmático hacia los problemas más urgentes.

Nicaragua había pasado a ser el país más pobre de América Central, con un analfabetismo superior al 50% y una precariedad social que acarreaba violencia y criminalidad, tan brutalmente como se estaba dando en los países vecinos, El Salvador, Guatemala y Honduras.

En sus primeros 5 años, el gobierno sandinista logró reducir el analfabetismo y reducir también la cesantía mediante incorporación de nuevas tierras para la agricultura, además de abrir nuevos créditos para pequeños empresarios.

En cuanto a la criminalidad, Nicaragua pasó a ser un auténtico oasis de paz frente a la violencia incontenible de las maras, las pandillas y los carteles de narcotraficantes que operan en Honduras, Guatemala y El Salvador y, por cierto, en México.

Reelegido el 2011, Daniel Ortega obtuvo una votación abrumadoramente alta, aunque se produjo un conflicto de interpretación de los procedimientos constitucionales. La oposición sostenía que Ortega no podía ser reelegido, pero finalmente la Corte Suprema falló declarando que la Constitución no impedía realmente la reelección.

En su segundo gobierno, Daniel Ortega volvió a encontrar apoyo internacional, ahora mediante inversiones de China y de Rusia. Entre las inversiones decisivas se contó la aprobación del proyecto de construcción de un Canal Interoceánico más grande y más expedito que el Canal de Panamá.

Ese proyecto tiene una inversión de 50 mil millones de dólares, aportados por inversionistas chinos, y ya está generando miles de puestos de trabajo en sus primeras etapas. En la construcción serán contratados alrededor de 50 mil trabajadores y se estima que el Canal dará empleo directo permanente a unos 15 mil trabajadores nicaragüenses.

Por su parte, Rusia ha realizados inversiones industriales, que incluyen maestranzas para material de guerra, además de una base de radiocomunicaciones y observación, o sea, de espionaje, tanto astronómica como militar.

Por supuesto, la gran prensa occidental dependiente de las transnacionales, ha desatado una feroz guerra de propaganda anti nicaragüense. El presidente Ortega es calificado de “dictador”. Y, claro, es fácil imaginarse cómo se siente en Washington el establecimiento de un canal mayor y más moderno que el Canal de Panamá, obviamente con protección militar binacional de Nicaragua y China durante un plazo de cien años, a lo que se suma una importante base militar de Rusia.

Pues bien, en estos momentos, todas las encuestas, incluyendo la Gallup estadounidense, señalan que la reelección de Daniel Ortega para un tercer período en el día de hoy, cuenta con un apoyo superior al 66%.

En los comicios de hoy se elegirá también al vicepresidente, cargo al que postula la esposa de Ortega, Rosario Murillo, más 90 diputados a la Asamblea Nacional y 20 diputados al Parlamento Centroamericano, el PARLACEN.

Participan otras cinco candidaturas de oposición, pese a un llamamiento de Estados Unidos a no participar ni tampoco votar, a fin de quitarle legitimidad a un acto que, por cierto, va a reforzar al régimen sandinista.

El principal candidato opositor es Maximino Rodríguez, conocido como el “comandante Cero”, quien participó en las acciones de guerrilla derechista financiada por Estados Unidos contra los sandinistas. Rodríguez, según las encuestas locales, podría obtener hasta un 8% de votos, aunque la encuestadora norteamericana Gallup prevé una votación de sólo el 4% para él.

En la elección de hoy participan observadores invitados de toda América Latina y de la OEA, además de varios ex presidentes latinoamericanos.

Supuestamente, los resultados comenzarán a conocerse a partir de las 7 de esta tarde.

Pero por supuesto la atención mundial está centrada ahora en el patético desenlace de la más fea, más cara y deplorable elección de la historia de los Estados Unidos. Una campaña tal que el propio Secretario de Estado, John Kerry, declaró en Inglaterra que este proceso electoral de Estados Unidos ha sido una vergüenza y una humillación para la nación norteamericana.

De hecho, Kerry señaló cómo la campaña se ha ensañado en buscar asuntos personales para desacreditar ofensivamente al otro candidato, y no haber sido capaces, en cambio, de enfrentarse sobre los grandes temas de la política real, que afligen a los estadounidenses.

Según las últimas encuestas, un 80% de los norteamericanos se sienten deprimidos por tener que votar por alguno de los dos candidatos. Según el analista político Ted Rall, que apoya a la Clinton, es lamentable tener que votar por ella únicamente para no votar por Trump.

Por otra parte, además hay una conciencia generalizada de que la casi unanimidad de las cadenas de TV, las redes de radioemisoras, la prensa escrita y los más poderosos sitios web, realizaron una campaña cerrada, injuriosa y malévola en contra de Donald Trump. Y, sin embargo, a pesar de eso, éste se encuentra llegando al final en términos de empate absoluto con Hillary Clinton.

En términos reales, cualquiera ventaja que pueda favorecer a Trump o a la Clinton, necesariamente queda dentro del margen de error que tienen todas las encuestas.

¿Significa esto que el poder supuestamente gigantesco de los medios de comunicación, finalmente se diluye cuando la gente se da cuenta de que se está distorsionando la verdad, se está mintiendo y se está tratando de manipular la mente de toda una nación?

La unión absoluta de, vea Ud., el New York Times, más el Washington Post, más el Huffington Post, más el Christian Science Monitor, más el Miami Herald, más el Los Angeles Times y el Boston Globe, más las 500 radioemisoras de la red Clearwater, más las redes de TV CNBC y CNN, no lograron apabullar al diminuto grupo encabezado por el New York Post y el Independent, más parcialmente los canales CBS y Fox. Según el propio comando demócrata, no comprenden cómo es posible que en estos momentos la Clinton no tenga una ventaja sobre Trump, de 65 contra 35.

Y en medio alternativos, los sitios como Infowars, y el New York Observer, demostraron ser capaces de equilibrar el huracán de los bien financiados medios alternativos del gobierno.

En realidad, sea quien fuere el ganador del próximo martes, Estados Unidos se encontrará exhibiendo una realidad vergonzosa sobre la calidad de su periodismo y la falta de respeto a la inteligencia y la libertad de la gente de ese país.

Según dio a conocer antes de ayer Wikileaks, habría señales claras de que en Estados Unidos los recursos coaligados del establishment no permitirán que Donald Trump sea elegido Presidente de los Estados Unidos.

Y en cuanto a la posibilidad de manipular fraudulentamente el acto eleccionario, esta semana, fíjese Ud., se dio a conocer una grabación de 2006, de la entonces senadora Hillary Clinton, con el editor de la publicación Jewish Press, de la comunidad judía de Estados Unidos, analizando el tema de las elecciones en Palestina.

En esa grabación, Hillary Clinton afirma que Estados Unidos no debía permitir una elección, sin establecer de antemano quién será el ganador, de acuerdo a los intereses de Washington y sus aliados.

O sea, la Clinton aparece afirmando que sólo se debe apoyar una elección cuando ya se haya determinado, de antemano, quiénes serán los ganadores.

Chomsky cuenta que los judíos estadounidenses y los israelíes presentes en esa reunión, se quedaron mudos al escuchar cómo una senadora, una líder política de Estados Unidos, estaba proponiendo la idea de arreglar de antemano los resultados de una elección.

En fin, luego de conocerse cómo el Comité Central del Partido Demócrata había planificado de antemano la derrota de Bernie Sanders en las elecciones primarias, cobra fuerza aquello de que hacer fraude electoral en Estados Unidos es una posibilidad harto más cierta que una teoría de conspiraciones.

Son muchos los que opinan que, gane quien gane el martes 8 de noviembre, Estados Unidos va a ser el perdedor. De hecho, no sólo Vietnam postergó indefinidamente la ratificación del Tratado Trans Pacífico, el TPP impulsado por el gobierno de Barack Obama. Ahora también Malasia señala que China aparece como un amigo más creíble que Estados Unidos, y que si no se ratifica en Estados Unidos el Tratado Transpacífico, ya no se podrá creer en nada que Washington proponga.

En Europa, esta semana, Bélgica finalmente aceptó aprobar el tratado transatlántico con Canadá, garantizando que los derechos de los trabajadores y la protección del medio ambiente no podrán ser afectados de ninguna manera. Junto con eso, el presidente del Parlamento Valón, Paul Magnette, declaró a la prensa que “Jamás se aceptará que haya tribunales privados de arbitraje con Europa, y que el Tratado Transatlántico con Estados Unidos, “ya está muerto y enterrado”.

En Estados Unidos, el Departamento Federal del Censo confirmó que el déficit comercial del país en septiembre disminuyó en 3.600 millones de dólares. Pero, fíjese Ud., las exportaciones de Estados Unidos sólo aumentaron en un ínfimo 0,6%. Pero, a la vez, las importaciones disminuyeron en un 13%. O sea, el déficit disminuyó únicamente porque la gente en Estados Unidos disminuyó sus compras.

Esto, a juicio de la mayoría de los ingenieros comerciales de Wall Street, está dejando prever que desde el día siguiente de la elección, o sea, el miércoles próximo, Estados Unidos se comenzará a estar en dificultades muchísimo más agudas que las que había en 2008.

¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Hay peligro.

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