[AUDIO] Crónica de Ruperto Concha: Crisis Migratoria y la hipocresía "occidental"

Por Ruperto Concha/resumen.cl http://www.ivoox.com/cronica-ruperto-concha-la-bolsa-parte-1_md_8059225_wp_1.mp3 http://www.ivoox.com/cronica-ruperto-concha-la-bolsa-parte-2_md_8060032_wp_1.mp3   Como abuelo, yo me sentí abrumado de horror, de tristeza, de rabia, de repugnancia y… de impotencia. Ese peneca sirio Aylan, de 3 añitos, ahí, muerto, tirado como si el mar hubiese querido devolverlo suavemente a la tierra. Le habían puesto sus mejores ropitas, para que se viera lindo al llegar a Grecia… Seguro que también Ud. sintió revolvérsele el alma. El editor jefe de la agencia noticiosa alemana Deustche Welle pidió disculpas por haber subido aquella foto a Internet, sabiendo que provocaría dolor y angustia a quienes la vieran, pero agregó que tras muchas dudas había optado por publicarla nomás. En Estados Unidos una mujer se enojó porque otra estadounidense, Kristin Writh, hubiese también subido la fotografía del niñito a Facebook, y exigió que la borraran por ser una imagen impropia y perturbadora. Entonces Kristin Wright le contestó: al menos eso me dice que también a Ud. se le rompió el corazón, aunque Ud. sin duda prefiere cerrar los ojos y cerrar el corazón. Por fortuna Facebook no eliminó la fotografía, y Kristin Wright invitó a la otra a tomarse el trabajo de asumir la terrible realidad sintetizada en el pequeño cadáver de ese niñito. Muchas cosas concurrieron a que el pequeño Aylan, de 3 años, pereciera ahogado junto a su madre y su hermanito mayor de 5 años… Y en cada una de esas instancias concurrentes hay perversidad de una u otra clase. Ellos huían de la brutal guerra civil que por cuatro años y medio desgarra a la República Siria… Acudieron a las Naciones Unidas para registrarse como refugiados con peligro de muerte, pero la oficina de las Naciones Unidas rehusó inscribirlos… Presentaron una solicitud a Canadá, para que los acogieran en calidad de refugiados, pero Canadá se negó a recibirlos. Por último le solicitaron al gobierno de Turquía que al menos les concediera visas para poder salir legalmente y tratar de ingresar a Grecia. Pero Turquía se negó a darles la visa de salida, y los dejó sin más opción que lanzarse a la aventura, en un barquichuelo destartalado en el que naufragaron cuando estaban ya a punto de arribar a la isla griega de Kos. Ni las Naciones Unidas, ni Canadá ni Turquía pueden eludir la sucia gelatina de culpa que llevó a ser cómplices de esta tragedia. Pero en realidad, la culpa en su grado máximo recae en los políticos autores de la criminal estrategia de dominio occidental sobre el Oriente Medio, sarcásticamente titulada “La Primavera Árabe”, o más bien, la colorida primavera islámica. Una maniobra hábilmente urdida por Estados Unidos y sus aliados, y que comenzó a desarrollarse en el norte de África, en 2011, y llevó, primero, al derribamiento del corrupto gobierno de Túnez encabezado por Zine Ben Ali. En perfecta sincronización con la revuelta de Túnez, estallaron las revueltas en Egipto y Libia, apuntadas a derrocar las dictaduras de los generales Hosni Mubarak y Muammar Khadaffi. Analizando los acontecimientos en el mundo islámico, el presidente sirio Basher Assad presentó ante el Congreso de su país un anteproyecto de reformas políticas que contemplaban terminar con el régimen de partido único y convocar a elecciones generales en el plazo de un año, invitando a inspectores internacionales que legitimaran el proceso electoral. Sin embargo, grupos pequeños y bien organizados comenzaron a realizar protestas violentas en diversas ciudades de Siria, rechazando de antemano el proyecto de reformas del gobierno y, a la vez, apoyando la insurrección armada de la ciudad libia de Bengazi. Se hace cada vez más evidente que esos grupos están bien entrenados y coordinados para actuar con perfecta simultaneidad. El 20 de febrero, los servicios de inteligencia sirios detectaban una línea satelital con los grupos en rebeldía, y lograron interceptar un primer importante envío de dólares en billetes, procedente de Arabia Saudita a través de Turquía. En el operativo fue detenido un operador de Internet llamado Ahmad Abulkheir, quien fue acusado de espionaje y terrorismo. El 6 de marzo, los rebeldes de Libia derribaron dos aviones de combate del gobierno de Khadaffi, y anunciaron que los pilotos andaban trayendo pasaportes sirios, lo que aparecía como una clara seña de colaboración del gobierno de Basher Assad con Muammar Khadaffi. Y 9 días después ya se daba por comenzada la guerra civil en Siria. El 15 de marzo, en perfecta coordinación, estallan violentas movilizaciones simultáneas en la capital, Damasco, y las principales ciudades del país, Aleppo, Daraa, Homs, Banyas y Latakia. Los estallidos se multiplicaron y los rebeldes comenzaron a exhibir ya un poderoso armamento de infantería, incluyendo lanzagranadas, cohetes tierra-aire y tierra-tierra, ametralladoras, y además vehículos de campaña y servicios médicos. El gobierno de Turquía ya había creado zonas protegidas para eventuales retiradas de los rebeldes, en campos donde, además, se realizaba entrenamiento militar de los reclutas y se distribuían vituallas, equipamiento y dinero para la rebelión proporcionado por Arabia Saudita, y que efectivos británicos y estadounidenses tenían a su cargo la instrucción militar de los cuadros combatientes. Ya Turquía no se molestaba en ocultar que el financiamiento de la revuelta lo proporcionaba Arabia Saudita. El 20 de marzo, un ataque súbito contra la sede del partido de gobierno en la ciudad de Daraa, culminaba con el asesinato de 5 personas que se encontraban en el edificio, que además fue incendiado. El 25 de marzo el presidente Assad denunciaba ante la prensa internacional la existencia de una acción concertada desde el exterior para derribar el gobierno e imponer un nuevo régimen copado por musulmanes sunnitas, que tendrían la misión de cortar toda relación de amistad con Irak e Irán, y sobre todo con el Líbano, donde el poderoso movimiento Hizbollah había logrado incluso derrotar en forma humillante una invasión del ejército israelí. Ya el 7 de abril de 2011, de hecho, Siria se encontraba en plena guerra civil. En la ciudad de Qamishli, habitada por una mayoría de kurdos, éstos adhirieron a los rebeldes, a pesar de que el gobierno ya les había ofrecido un régimen de autonomía. El 22 de abril, de 2011 siempre, un poderoso e inesperado ataque rebelde alcanza plena ciudad de Damasco, la capital, y en la refriega perecen más de 80 rebeldes, según cifras del propio comando rebelde. Entre mayo y junio, los combates ya se generalizaron, y se informaba que varios oficiales de rango mediano y alto, habían desertado pasándose a los rebeldes. Uno de ellos, el teniente coronel Harmush, declara que con sus tropas prestará protección a los rebeldes. Y el 29 de julio de 2011, con pleno apoyo de Estados Unidos y Gran Bretaña, se forma un gobierno de Siria en el exilio que, por cierto, se ubica bien protegidito en Londres y se reconoce como legítimo, el llamado Ejército de Siria Libre. Fue nada menos que la periodista Samira Rajib, diputada en el parlamento de Bahrein, quien denunció que toda la caótica situación del Oriente Medio, incluyendo Yemen y las protestas en el reino de Jordania, en Qatar, en Bahrein y en la mismísima Arabia Saudita, son básicamente fruto de una estrategia torpe y ciega concebida por Washington bajo el gobierno de George W Bush y que la Secretaria de Estado, Condoleeza Rice, denominó la “Fundación de un Nuevo Oriente Medio”. El plan apuntaba a debilitar o derrocar los gobiernos establecidos, y reemplazarlos por nuevos gobiernos con estructuras supuestamente democráticas a la manera occidental. Estos nuevos gobiernos, por sí mismos serían débiles y tendrían que quedar bajo la tutela de Estados Unidos. Según Samira Rajib, ese fue el plan que llevó a derrocar al presidente de Georgia, Edvard Schevarbadze, y reemplazarlo por Mikhail Saakashvili, un títere de Washington que lanzó el demencial ataque de Georgia contra Osetia del Sur. Y lo mismo ocurrió con las revoluciones de colores, en Ucrania y Azerbaijan. Es decir, era un plan de Washington que aspiraba a provocar un derrumbe general del viejo orden islámico en una zona gigantesca, entre el Océano Atlántico y el Asia Central, y desde el Océano Índico hasta los mares Mediterráneo y Negro. Pero en lo inmediato, se trataba, antes que cualquier otra cosa, de derrocar al gobierno del presidente Basher Assad en Siria, pues con ello arrastraría la caída del Líbano e Irak, países con gran mayoría shiíta, y amigos de Irán. Sin embargo, la poderosa operación militar lanzada contra el gobierno constitucional de Siria, no resultó en absoluto como lo habían calculado los capos de Washington, Londres, Israel y Arabia Saudita. De hecho, el apoyo popular que siguió respaldando al presidente Assad le permitió mantener a raya a los enemigos que mayoritariamente son mercenarios. Con el invariable apoyo logístico de Rusia y de Irán, el ejército leal de Siria no sólo contuvo los avances rebeldes, sino que, además, logró recuperar la mayor parte de los territorios y emplazamientos controlados por los rebeldes. En 2013 y 2014, el presidente Assad invitó a los dirigentes rebeldes a realizar elecciones generales libres y transparentes bajo inspección de las Naciones Unidas, y declaró Assad que si el pueblo sirio resolvía democráticamente destituirlo, él acataría de inmediato el veredicto. Sin embargo, en ambas ocasiones, los rebeldes rechazaron de plano la propuesta de ir a elecciones, reiterando que no habrá fin a la guerra civil sin que previamente sea derrocado el presidente Basher Assad. En los 4 años y medio de guerra civil, ha perecido alrededor de medio millón de sirios, y la que fuera una pequeña pero próspera economía, ha quedado reducida a ruinas. Más de 2 millones de sirios han tenido que huir a refugiarse en campos de concentración de Turquía, Jordania y el Líbano, donde al peligro permanente de la guerra se agrega una pobreza desesperada. Cuando, a mediados del año pasado, parecía ya que el gobierno constitucional de Siria estaba a punto de acabar con las fuerzas rebeldes occidentales, se produjo el inesperado surgimiento del Estado Islámico de Irak y Siria, el ISIS, al que de inmediato adhirieron los aguerridos grupos sunnitas de Al Qaeda y Al Nusra. Esta nueva y devastadora fuerza, según indicios fuertes y claros, fue organizada, financiada y pertrechada por Estados Unidos e Israel, y además, siendo esencialmente de la secta islámica sunnita, el ISIS apunta a apoderarse de toda la región entre Irak, Turquía y el Mediterráneo, incluyendo el Líbano. El nuevo paisaje estratégico tuvo por efecto hacer que la nación kurda comprendiera al fin que el gobierno de Siria era el único que les ofrecía garantías reales, y sus fuerzas ahora comenzaron a combatir junto a Hizbollah y a los efectivos voluntarios de Irán e Irak, contra el Estado Islámico y contra los rebeldes pro norteamericanos. En esas circunstancias, Irán ha comprometido aumentar en todo sentido su apoyo a Damasco, mientras que Rusia ha entregado al gobierno de Basher Assad varias nuevas escuadrillas de aviones cazabombarderos y helicópteros de combate, así como abundante armamento ultramoderno. Y, por supuesto, también ha enviado a Siria efectivos del ejército ruso con la misión de instruir a sus colegas sirios en el manejo del nuevo armamento. La presencia rusa en Siria es absolutamente simétrica con la presencia de armamento e instructores militares norteamericanos en apoyo al gobierno de Kiev, en Ucrania, contra los rebeldes federalistas pro rusos. Pero, a diferencia de Washington, Moscú en cambio ha invitado a ambas partes de la guerra civil para buscar una salida política que ponga fin al desangramiento y la ruina de Siria. Sin embargo, nuevamente los rebeldes dependientes de Washington han insistido que no puede haber diálogo de paz si el presidente Assad no es previamente derrocado. Y por cierto, esa postura es considerada inaceptable por todos… menos, claro está, por Washington y sus acólitos. Sin embargo, la verdad es que el poder de presión de Estados Unidos en estos momentos está dando señales de esfumarse cada vez más. Por una parte, la economía de Estados Unidos está bastante más mala de lo que la prensa corporativista quiere mostrar. De hecho, según cifras oficiales del mismo gobierno, la balanza comercial del mes de agosto tuvo un déficit de más de 59 mil millones de dólares. Es decir, Estados Unidos ha tenido que comprar al fiado 59 mil millones de dólares, que vienen a sumarse a la deuda de 120 mil millones de los tres meses anteriores. Hay consenso en estos momentos de que en cualquier instante puede producirse ya un nuevo colapso que será aún más grave que el de 2008, ya que en este caso estará acompañado por deflación. O sea, por un proceso en que la moneda aumenta su valor, lo que hace que los productos en el mercado se abaraten. Con ello, las empresas no pueden reemplazar los productos que vendieron pues los precios de reemplazo, los nuevos precios, son inferiores al costo de producción. Ya todos los mitos que trataban de culpar a China de las últimas crisis bursátiles, han sido desenmascarados. En realidad fueron Estados Unidos, Europa y Japón los que provocaron la enorme burbuja inestable al hacer gigantescas emisiones de dinero respaldado por deuda, lo que ha obligado a mantener artificialmente la tasa de interés a niveles bajísimos. Ahora se da por supuesto que la Reserva Federal de Estados Unidos va a elevar la tasa de interés, lo que pondrá fin al flujo de dinero barato para los bancos y las especulaciones financieras. Por su parte, China recibió el apoyo y el aplauso de prácticamente todos los gobiernos del mundo desarrollado, en la cumbre de Vladivostok, Rusia, donde el programa de regulación financiera de la China aparece dándoles un respiro a los inversionistas. De hecho, el Japón, que apuntaba su artillería financiera y diplomática contra China, terminó completamente aislado, y haciéndole en voz baja propuestas a Rusia para que utilice el yen japonés como moneda de cambio internacional y deje de lado los dólares. En tanto, en Europa, según informa el diario Chicago Tribune, el viernes pasado dos de los más grandes complejos industriales de Alemania tiraron a la basura las sanciones contra Rusia y suscribieron un gran convenio de inversiones recíprocas, o joint ventures, con la petrolera rusa Gazprom, para duplicar la capacidad de ductos de combustible entre Rusia y Europa, y la de los gasoductos bajo el Mar del Norte, desde Noruega y Escocia. En este acuerdo participan también gigantes empresas químicas como la BASF, de Alemania, y la EON, de Francia. De hecho, el director de Comité Alemán de Relaciones Económicas del Este de Europa, Eckhard Cordes, declaró el viernes que se está lanzando una línea de acuerdos y joint ventures con Rusia, de alcance económicamente inmenso. Paralelamente, este viernes, se confirmó que la automotriz alemana Volkswagen está ya efectuando una inversión de 250 millones de euros, para la instalación de una nueva planta de producción de motores de 1.6 litros de cilindrada, para los autos Volkswagen Polo y Skoda Rapid, aplicando una nueva tecnología metalúrgica en frío. Esta nueva planta producirá 150 mil motores anuales. Es decir, mientras por un lado se amontonan las amenazas de guerra y las potencias orientales, China y Rusia, demuestran que tecnológicamente no están en desventaja ante Estados Unidos, por otro lado aparecen prevaleciendo intereses de otra naturaleza, que incluyen sorprendentes revisiones a los paradigmas básicos que supuestamente sustenta nuestra civilización actual. Todavía puede pasar algo inesperado en favor de un mejor destino para los que hoy son niños y que no podemos tolerar llegar a verlos como al pequeño Aylan, tiradito en una playa desolada. De hecho, fíjese Ud., el Presidente de Finlandia, Sauli Ninnistö, considerado pieza clave de la OTAN en contra de Rusia, el viernes declaró por TV que las propuestas de Rusia para resolver la tragedia de Siria, siempre fueron las propuestas más razonables y podrían haber conducido a la paz. Pero, agregó el presidente Finlandés, Estados Unidos y la OTAN han estado enceguecidos por su ambición de derrocar al presidente Basher Assad. Refiriéndose a la tragedia de los inmigrantes desesperados que en estos momentos representan para Europa un costo de más de 25 mil millones de euros, el presidente finlandés agregó: Fueron Estados Unidos y la OTAN quienes no quisieron buscar la paz en Siria. Ahora, tenemos que pagar el costo. Y concluyó pidiendo que los finlandeses acojan en sus casas a tantos inmigrantes como sea posible, para que Finlandia no tenga que compartir la culpa y la vergüenza de haber sido cómplices en la muerte del pequeño Aylan y de los otros miles de niños que han perecido por el matonaje de la codicia financiera apoyada en el poderío militar. ¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario, hay peligro.   Foto: www.infobae.com
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