AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Fin de la historia

Por Ruperto Concha / resumen.cl A 27 días de estallar la llamada “Crisis de Venezuela”, la situación internacional, centrada en Estados Unidos y Sudamérica,  ya está alcanzando a Europa y casi toda Asia, el Caribe e Israel. O sea, a casi todo el mundo. Parece tan complicada como en su primer día. Pero no es tan complicada como parece. Más bien han sido las agencias noticiosas europeas y estadounidenses las que han producido una confusión des-informante, silenciando parte de los hechos y distorsionando otros, y ello sin ocultar la estrategia comunicacional aplicada en todas las operaciones lanzadas por Estados Unidos para obtener un derrocamiento de régimen. O sea, para cambiar un gobierno establecido. Durante el gobierno de Barack Obama, la entonces Secretaria de Estado o ministra de Relaciones, Hillary Clinton, admitió que al gobernante condenado hay que presentarlo en tales términos que la opinión pública internacional tenga que verlo como un tirano malvado e indigno de gobernar. Eso fue exactamente lo que hicieron con el presidente Slobodan Milosevic, en Serbia, con Muammar Khadaffi, en Libia, con Saddam Houssein, en Irak y con el presidente Basher Assad, en Siria. Es decir, la estrategia para derrocar un gobierno comienza con lo que podríamos llamar la “monstruificación” del gobernante que se quiere derrocar. Rodearlo de un círculo de odio popular. Hacer que la gente quiera lincharlo. En Sudamérica, los medios masivos de comunicación, radio, prensa, internet y TV, en su inmensa mayoría, sólo reciben información internacional a través de una o dos agencias del llamado “Mundo Occidental”. Por eso, la percepción de la realidad internacional resulta insuficiente y engañosa incluso para muchos de los propios periodistas y comentaristas que normalmente sólo se abocan a las noticias de la realidad nacional.   El sábado de la semana pasada, el diario La Jornada, de México, intentó aclarar para la gente una serie de afirmaciones falsas con que se ha tratado de caracterizar la Crisis Venezolana. De partida, descarta que haya dos presidentes constitucionales en Venezuela. La proclamación del diputado Juan Guaidó, no anunciada por él mismo sino por el secretario de la OEA, Luis Almagro y reconocida, 27 minutos después por el Donald Trump, afirma que se basa en el artículo 233 de la Constitución venezolana. Pero ese artículo de la Constitución venezolana establece que el Presidente podrá ser reemplazado sólo en caso de muerte, o de renuncia, o de destitución por fallo de la Corte Suprema de Justicia, o por incapacidad física o mental diagnosticada por una junta médica. O sea, la causal aducida por Guaidó es falsa. Se dice que Guaidó tiene el apoyo de la Comunidad Internacional, y también eso es falso. En la toma de posesión de Maduro como Presidente reelecto, asistieron representantes de más de 80 países, incluyendo a China, Rusia, el Vaticano, la Liga Árabe, representando a Egipto, Jordania, Argelia, el Líbano, Siria e Irak, además de Turquía, Irán y Sudáfrica, entre tantos otros. Esos 80 países siguen reconociendo a Maduro y mantienen sus representaciones diplomáticas en Venezuela. En cambio a Guaidó lo reconocen los mismos países que desde antes querían desconocer a Maduro: Estados Unidos y el Grupo de Lima menos México, además de 15 de los 50 países europeos. Se afirma que la Asamblea Nacional, o Parlamento, es el único órgano legítimo. Eso también es falso, pues la Constitución de Venezuela, en su artículo 348, establece que el Presidente puede convocar a una Asamblea Constituyente, y en su artículo 349 señala que las decisiones que adopte esa Asamblea Constituyente deben ser acatadas por los demás poderes constituidos, tanto por el Presidente como por los diputados de la Asamblea Nacional. El periódico mexicano refuta también la acusación de que las elecciones del 20 de mayo, que ganó Maduro, hayan sido fraudulentas y sin candidatos de la oposición. Mentira. Aclara que a cargo de ellas estuvo el mismo Consejo Electoral por el cual el propio Guaidó fue elegido diputado. Y que se presentaron 3 candidatos de oposición, que obtuvieron en conjunto un 33% de los votos. Fuera de eso, el proceso electoral se realizó siguiendo exactamente las normas acordadas en la Mesa de Diálogo establecida en República Dominicana, entre el gobierno venezolano y  la oposición, en la cual actuó como mediador el ex presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero.   Paralelamente, ayer la prensa europea dio a conocer un informe elaborado para el Bundestag o Parlamento de Alemania, por juristas expertos en Derecho Internacional, sobre el reconocimiento del autodenominado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó. El informe de los juristas señala que hay fuertes y claras razones para considerar que reconocer a Guaidó es una intromisión ilegal y sin base. Y, por ello, queda claramente justificado lo planteado por un grupo de parlamentarios, de que el gobierno alemán habría tomado una decisión ilegal. Concretamente, el informe de  los juristas al Parlamento Federal de Alemania dice que el gobierno alemán no debió dar su reconocimiento a Juan Guaidó, y especificó que, en todo caso, el simple reconocimiento de su presunto gobierno no implica que Alemania le reconozca alguna legitimidad. Por su parte el diputado Andrei Hunko, de la bancada de Izquierda del Bundestag, señaló que Guaidó no tiene ningún poder legal verdadero en Venezuela, y que reconocerlo como presidente sería un acto irresponsable que agravaría la crisis. Señaló que Venezuela está al borde de una guerra interna o de una intervención militar extranjera. Y enfatizó que el gobierno de Angela Merkel podía haber asumido un papel valioso como mediador, pero perdió la oportunidad por ceder a las presiones de Washington. Por su parte, el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, entrevistado por la cadena de TV “The Voice of America”, reiteró que la época de las intervenciones militares extranjeras en América Latina, ya pasó, ya quedó en el pasado. Y agregó: “Es necesario que la ONU interponga todos sus recursos y buenos oficios para que las dos partes puedan negociar una solución. Eso, el pueblo venezolano lo necesita y lo merece”   También fueron significativas las reuniones de esta semana en Uruguay. Una, la del Grupo Internacional de Contacto, integrada por Uruguay, la Unión Europea, Costa Rica, Ecuador, España, Italia, Portugal, Suecia, Alemania, Francia, Países Bajos y Reino Unido, y la otra, la del llamado “Mecanismo de Montevideo”, respaldado por  México, Uruguay y 14 países de la Comunidad del Caribe, a los que se sumó el jueves Bolivia. “No hay diferencia de criterio porque el criterio es simplemente ayudar a una salida pacífica, democrática y de acuerdo a la Constitución y las leyes venezolanas”, indicó el canciller uruguayo, Rodolfo Nin Novoa. Pese a que el Grupo de Contacto pide que Venezuela convoque a elecciones, Nin Novoa aseguró que los países de ese grupo no ponen condiciones a Venezuela. “Debe haber elecciones, es necesario, porque no puede haber un país con dos presidentes”, afirmó. El presidente Nicolás Maduro suscribió los acuerdos del Mecanismo de Montevideo, y no los del Grupo de Contacto porque en ellos se pide la convocatoria a nuevas elecciones. Sin embargo, en gran parte, el rechazo a nuevas elecciones se debe al tono insolente y amenazante que adoptaron varios países europeos exigiendo convocar a elecciones de inmediato, en un plazo de sólo once días. De hecho, Maduro ya aceptó la posibilidad de llamar a elecciones parlamentarias en un plazo de 90 días. Y, según el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, ese plazo de 90 días podría darse también para una nueva elección presidencial, en la que el presidente Maduro vuelva a postularse frente a cualquiera otro candidato que presente la oposición. En la perspectiva de Diosdado Cabello, en esa elección supervisada rigurosamente por las Naciones Unidas junto a inspectores europeos y latinoamericanos, Maduro resultaría indudablemente vencedor, y ese triunfo electoral pondría un final definitivo a las maniobras golpistas urdidas por Estados Unidos.   En tanto, las maniobras de Estados Unidos y sus sacristanes sudamericanos parecen orientadas no a negociaciones de paz sino a crear una situación de violencia latente e inminente, tanto en la frontera con Colombia, como en la cuenca del Orinoco fronteriza con Brasil. En Colombia ya se descargaron varios camiones con la llamada “ayuda humanitaria” de Estados Unidos, consistente en medicinas e implementos médicos, por un valor de 20 millones de dólares. El gobierno de Maduro se negó a aceptar esa ayuda, que sería entregada y manipulada por el grupo de opositores encabezado por Guaidó, y no por las instituciones sociales del Estado venezolano. Es decir, se trata de entrega de recursos de uso político y subversivo. De ahí la decisión de bloquear el paso de camiones procedentes de Colombia, y establecer fuerte vigilancia militar a lo largo de la frontera. Asimismo, se ha destacado internacionalmente la realidad inocultable de que Estados Unidos se presenta como benefactor humanitario con 20 millones de dólares de ayuda, mientras le retiene y le expropia al Estado Venezolano un estimado, fíjese Ud., de 18 mil millones de dólares. Bueno, en tanto, en relación con las necesidades médicas de la población venezolana, tanto la Cruz Roja Internacional, como la Media Luna Roja Internacional del mundo islámico, confirmaron que sólo harán aportes humanitarios a Venezuela a través del gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro.   Simultáneamente, desde Colombia, representantes de la oposición venezolana, junto a elementos del ejército y del gobierno colombiano, han intensificado sus llamamientos a la sedición a miembros de las Fuerzas Armadas Venezolanas, prometiéndoles en cambio fuertes recompensas financieras y total indulto judicial por las acciones que lleven a cabo. Asimismo, ya el gobierno de Donald Trump dispuso que todos los pagos por importación de petróleo venezolano, y por refinamiento en las plantas de la empresa Citgo, perteneciente al Estado de Venezuela, pero situada en Estados Unidos e incautada por Washington, se transfieran a cuentas de Juan Guaidó y su gobierno alternativo. Sólo por ese rubro, Estados Unidos se apropió de 7 mil millones de dólares. De hecho, según algunos analistas estratégicos europeos y rusos, Estados Unidos no intervendrá con sus tropas en territorio venezolano y se limitará a proporcionar armamento, recursos logísticos y entrenamiento de combate a efectivos venezolanos, sumados a mercenarios colombianos e israelíes. Y eso, por cierto, se sostendrá sólo durante el tiempo que tarden en acabarse los 18 mil millones de dólares que le fueron despojados a Venezuela. O sea, Estados Unidos cuenta con que con el dinero venezolano se pague la destrucción de Venezuela.   ¿Podrá resistir Venezuela ese intensificado estrangulamiento económico? Por fortuna, la riqueza petrolera de Venezuela es inmensa, y, tras perder su mercado de 380 mil barriles diarios de petróleo que enviaba a Estados Unidos, podrá en cambio centrarse en el acuerdo con China, que comprará hasta un millón de barriles diarios. El petróleo venezolano es pesado y su refinación tiene un costo adicional del orden de los 5 dólares por barril, además del costo de transporte. Sin embargo, el costo de extracción es de sólo unos 15 dólares por barril, según informes de la CIA. Eso significa que, con un precio básico de solo 50 dólares por barril, Venezuela, de todas maneras, obtendrá una ganancia de 30 millones de dólares diarios, al alcanzar el máximo acordado con China. O sea, es algo más de los 10 mil millones de dólares al año, que le robaron en Estados Unidos.   No es posible prever todavía si prevalecerá el acuerdo europeo y latinoamericano, o si prevalecerá la estrategia estadounidense de imponer un gobierno títere con Juan Guaidó, lo que, inevitable, implica una sangrienta guerra interna. Las Fuerzas Armadas venezolanas disponen de muy buen armamento, incluyendo un acopio de 5 mil misiles de alta potencia, que se disparan desde camiones. Oiga, son misiles que uno solo de ellos puede hundir un buque de guerra norteamericano de mediano tamaño. No es creíble que Rusia o China vayan a intervenir militarmente en defensa de Venezuela, pero sin duda proporcionarán un enorme apoyo logístico, y, tengámoslo claro, es posible que fuerzas armadas privadas, de la empresa rusa de seguridad Wagner, puedan ser contratadas para misiones de combate, en forma equivalente a como Estados Unidos contrató a los mercenarios de  Blackwater para sus operaciones en Afganistán e Irak. Pero está claro que Estados Unidos no querrá poner sus tropas en peligro, cuando se vienen encima las elecciones presidenciales del 2020.  Cada soldado estadounidense muerto representará muchos, muchísimos votos en contra de los promotores de la guerra.   En estos momentos, la publicidad y las noticias enfatizan que Venezuela es un país víctima del socialismo. E incluso muchos socialistas latinoamericanos han adherido a los ataques contra Venezuela, acusando al gobierno bolivariano de ser dictatorial. La verdad es que el proceso político llamado “Bolivariano” no es en sí un socialismo de corte marxista-leninista. De hecho, se acusa a Maduro de no haber tomado medidas drásticas de tipo socialista para poner bajo control estatal todo el comercio de artículos de primera necesidad. En cambio, ha permitido que empresarios y especuladores privados sigan lucrando con el mercado negro, evadiendo impuestos y generando focos de corrupción. Se le ha acusado también de haber mantenido enormes valores financieros del Estado, depositados en países que claramente son hostiles al gobierno bolivariano. Por ejemplo, mantuvo en un banco de Londres un depósito de 1.200 millones de dólares en barras de oro, que hoy se niegan a devolverle. Sabemos objetivamente que el quehacer económico de todos los países se desenvuelve hoy aplicando las mismas nociones y los mismos sistemas de operación en lo financiero y en las empresas industriales y de servicio. La diferencia política no debiera percibirse en el manejo de la economía, sino en la participación que reciba el pueblo de las ganancias que generen las empresas. Detrás de estas supuestas cruzadas contra el comunismo, no hay ni la menor orientación ideológica. Lo único que hay es búsqueda de lucro, de saqueo de las riquezas venezolanas en los términos de la Escuela de Economía de Chicago, que afirmó, fíjese Ud., que “la codicia es buena”.   ¿Tienen alguna posibilidad las bases sociales, el pueblo neto, de darse cuenta de lo que está ocurriendo?... ¿Seguirán tantos analistas de izquierda acusando a la izquierda de ser dictatorial e ineficaz? ¿Seguirán tantos empresarios medianos o pequeños, creyendo que el Libre Mercado es real y les dará prosperidad? ¡Hay mucho que analizar sobre este supuesto Fin de la Historia que planteó ese tal Francis Fukuyama, como himno triunfal y feliz ante el derrumbe de la Unión Soviética! Hasta la próxima, gente amiga. Hay que cuidarse. Hay peligro y todos somos necesarios.   *Imagen: Marcha en apoyo al gobierno. Caracas 2 de febrero de 2019
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