Por Ruperto Concha / resumen.cl
El estrambótico ataque ordenado el jueves por el presidente Donald Trump contra una base aérea siria realmente pone a prueba cualquier análisis racional sobre estrategia económica, estrategia política o estrategia militar. Pero, sobre todo, desafía completamente esa visión romántica del “Honor Militar” que se pone a prueba matando, y eventualmente muriendo, en defensa de la Patria.
https://ia601508.us.archive.org/6/items/Cr040917GuerraSinHonor/Cr040917%20-%20Guerra%20sin%20Honor.mp3Los hechos concretos son: que Trump ordenó el ataque haciendo una escapadita de su conversación con el presidente chino Xi Jin Ping. Y los misiles estaban siendo disparados mientras ambos presidentes se tomaban los bajativos. Por cierto, el presidente chino no sabía nada, y sólo se enteró cuando los hechos estaban consumados.
En cambio, el alto mando naval sí se preocupó de comunicar el bombardeo al comando militar ruso en Siria, aunque lo hizo pasada la medianoche y ni siquiera intentó comunicarse con el gobierno.
Este par de groseras irregularidades ha marcado intensamente cuáles serán los efectos previsibles de este ataque contra Siria, a corto y mediano plazo. Quizás una guerra sin honor, o quizás un hacer las paces, para salvar la cara disimulando la derrota.
Para entender el estado mental y emocional del presidente Trump al ordenar ese ataque será bueno considerar noticias de los días anteriores. El 5 de abril, o sea el miércoles pasado, el oficial de más alto rango del Comando Estratégico de los Estados Unidos, general John Hyten, declaró ante el Comité Militar del Senado que, fíjese Ud., que Estados Unidos no tiene cómo defenderse de los nuevos misiles nucleares hipersónicos de Rusia.
El general dijo: “no tenemos defensa contra esas armas, especialmente no tenemos cómo proteger a nuestros aliados de Europa”.
En su patética declaración, el general John Hyten sugirió que la mejor alternativa restante parecía ser que Estados Unidos lanzara inesperadamente un abrumador ataque nuclear contra Rusia, que quizás lograría aniquilar la totalidad de los misiles nucleares rusos antes de que pudieran ser disparados.
Sin embargo, muy honestamente, el general señaló que, de partida, sería prácticamente imposible aniquilar así, también, los misiles atómicos Kalibr, que tienen un alcance de dos mil kilómetros y están listos para el combate en un número desconocido de los nuevos submarinos súper silenciosos de Rusia que se encuentran en puntos estratégicos bajo los océanos.
Y mientras tanto, en el popular programa nocturno de televisión “Late Show”, el conductor, Stephen Colbert, entrevistaba al célebre comentarista y animador Louis CK, uno de los favoritos de la gente mayor y de clase media en Estados Unidos.
En esa entrevista, Louis CK dijo, fíjese Ud., que el Presidente Donald Trump no es más que un saco lleno de excrementos y mentiras. ¿Se da cuenta? Bueno no dijo “excrementos”. Usó la palabra “shit”, que en inglés es más popular y que su traducción al castellano rima con… pierda.
Esa declaración, brutalmente insultante, resulta inimaginable para nosotros. Jamás nos imaginaríamos ver y escuchar por TV a alguien refiriéndose en esos términos al presidente de nuestro país, aún si lo considerásemos detestable.
Pero ese era el tono con que la inmensa mayoría de los medios de prensa de Estados Unidos se referían a Donald Trump, justo en las vísperas del ataque contra Siria.
Oiga… pero al día siguiente, esos mismos medios de prensa que vituperaban a Trump, aparecieron alabándolo fervorosamente. Incluso el comentarista Fared Zakaria, de la CNN, uno de los más enconados vociferantes anti Trump, llegó a declarar, fíjese Ud., que “Con esto, pienso que Donald Trump se erigió realmente como Presidente de los Estados Unidos”.
Y entre los nuevos celebrantes, se contaron dos de los más duros parlamentarios del Partido Demócrata: El senador Chuck Schumer, y la representante Nancy Pelosi.
En términos de publicidad, disparar contra Siria una andanada de 59 misiles Tomahawk, cargados cada uno con 450 kilos de explosivos de alta potencia y con un valor conjunto de 89 millones de dólares, le valió a Donald Trump convertir los insultos en aplausos.
Internacionalmente, las reacciones han ido desde el aplauso fervoroso de Israel, Gran Bretaña, Francia, y Arabia Saudita, hasta la condena de Rusia, Irán, China y los países latinoamericanos de izquierda, entre los cuales destacó el brillante discurso del embajador de Bolivia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Sacha Llorenti, en que denunció que Washington, sin escrúpulo violó el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas, apropiándose de las facultades de actuar como “investigador”, como “fiscal”, como “juez” y como “verdugo” en contra de la República de Siria.
Junto con reiterar que el uso de armas químicas es un crimen, el embajador Llorenti enfatizó que, desde los tiempos de la Carta Magna, es inadmisible una condena y una ejecución sin realizar antes una investigación completa e imparcial para determinar a los culpables.
Otros gobernantes habían coincidido en la necesidad de investigar objetivamente la supuesta culpabilidad del presidente de Siria, Basher Assad, antes de lanzar acusaciones que ostensiblemente podían ser falsas. La Secretaria de Estado de Suecia, Margot Wallström, señaló enérgicamente que el ataque lanzado por Estados Unidos contra Siria despierta graves dudas jurídicas y resulta incompatible con el derecho internacional, e hizo un llamamiento para que el caso de las armas químicas vuelva a quedar en manos del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a fin de buscar una solución política duradera. Por su parte, el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, había apoyado realizar primero una investigación seria y confiable, antes de lanzar acusaciones de culpabilidad contra el gobierno de Siria. Pero, después del ataque, optó por sumarse disciplinadamente a los aplausos.
En Francia, las dos candidaturas extremas para las elecciones presidenciales de septiembre próximo, Marine Le Pen, del derechista Frente Nacional, y Jean Luc Melenchon, de la Izquierda Socialista, condenaron el ataque contra Siria. Marine Le Pen, que siempre se había mostrado en favor de Donald Trump, ahora declaró: “Pedir una investigación imparcial antes de calificar de culpable a un jefe de gobierno, ¿es acaso pedirle mucho a Estados Unidos?”
Según el gobierno de Siria, corroborado por Rusia, es verdad que la aviación siria bombardeó las posiciones de Al Nusra en Idlib, pero utilizando armamento convencional. Desafortunadamente una de las bombas impactó un depósito de armas y explosivos de Al Nusra, donde los terroristas tenían almacenadas cargas de gas sarín, altamente venenoso. Es decir, según esa versión, no hubo ningún “ataque” con gas sarín, y la responsabilidad recae directamente sobre quienes lo estaban almacenando para su uso criminal contra el gobierno de Siria y contra el gobierno de Iraq.
Recordemos que Al Nusra es la rama siria de Al Qaeda, y desde 2014 apoyó al Estado Islámico. Fuera de eso, ya en 2013 la investigación de las Naciones Unidas sobre el uso de armas químicas en Siria había demostrado que las facciones terroristas del Estado Islámico y Al Qaeda tenían ocultos depósitos de gas sarín, producido a partir de químicos importados desde Alemania, a través de Turquía.
Ya el año pasado, la Comisión de las Naciones Unidas dio por terminada la entrega por parte del gobierno de Siria, de la totalidad de armas químicas y de sustancias para fabricar el gas sarín. Fuera de ello, se comprobó que los químicos utilizados por Siria eran claramente distintos de los usados por el Estado Islámico y Al Qaeda o Al Nusra.
Era por ello que Siria y los países que apoyan a su gobierno, estaban exigiendo una investigación independiente, técnica y transparente, antes de lanzar acusaciones.
De hecho, el ingeniero Julien Legros, del Centro Nacional de Investigación del gobierno de Francia, dijo que no se puede descartar la versión entregada por Rusia y Siria. Indicó que, si bien es cierto que gran parte del gas sarín almacenado podría haberse destruido por la explosión, indudablemente se habría esparcido, de todas maneras, una parte del veneno. Y especificó que bastan 10 milígramos de ese gas para matar a una persona, y si en el depósito supuestamente habrían existido alrededor de 100 kilos, resulta del todo posible que haya alcanzado a esparcirse lo suficiente para provocar alrededor de 80 o 90 víctimas fatales. En cambio, si realmente hubiese habido un bombardeo con gas, el número de muertos tendría que haber sido enormemente mayor. ¡Varios centenares!
Por su parte, el profesor Günther Meyer, director del Centro de Investigaciones sobre el Mundo Árabe, de la Universidad de Maguncia, Alemania, señaló que en estos momentos los rebeldes sirios están acorralados, que la mayor parte de los rebeldes verdaderamente sirios ya han aceptado la tregua y las negociaciones de paz con el gobierno.
Según el profesor Günther Mayer, del trágico envenenamiento de civiles con gas sarín, los únicos que pueden resultar beneficiados son los rebeles contumaces, que se niegan a una tregua o alto al fuego.
O sea, la opinión de los científicos y expertos en su gran mayoría apunta a respaldar la versión entregada por Moscú y Damasco. Un respaldo que resulta infructuoso frente a las caóticas tensiones políticas internas de Estados Unidos, la temerosa obsecuencia de Europa y los demás clientes de Washington, y la comprensible aunque pueril euforia de la opinión pública estadounidense que vuelve a sentir que su país es el “poderoso defensor de la justicia y la libertad”.
Pero, ¿Qué viene ahora?... ¿Qué efectos tendrá este absurdo bombardeo?
Rusia ha reaccionado con una tranquila rabia. Su respuesta fue, primero, cortar las comunicaciones con las fuerzas armadas de Estados Unidos, acordadas para evitar posibles enfrentamientos accidentales. Ya el viernes el gobierno ruso notificó formalmente que ese acuerdo quedó anulado.
Para el Pentágono, eso representa un peligro tan grave que, de hecho, ha solicitado a Moscú que mantenga la comunicación. Segundo, Moscú anunció que proporcionará de inmediato a Siria nuevos y abundantes sistemas de defensa antiaérea, incluyendo misiles interceptores.
Sin embargo, Rusia no ha anulado la reunión en Moscú, del Secretario de Estado norteamericano, Rex Tillerson, con su homónimo ruso Sergei Lavrov. Es decir, Rusia todavía desea dialogar, con la cabeza fría de un buen ajedrecista.
Para Donald Trump las variantes se ven turbias. Según opinión de jefes militares a la prensa especializada, Trump en realidad no quiere presionar aún más a Siria ni menos a Rusia, y su intensificación de operaciones en territorio sirio se limitarían al envío de 500 efectivos más a la franja fronteriza con Turquía, y mantener los bombardeos que supuestamente atacan al Estado Islámico pero que con demasiada frecuencia atacan “por error” a las fuerzas leales del gobierno.
De hecho, ayer sábado aviones estadounidenses atacaron una lancha en que familias sirias trataban de huir de la sitiada ciudad de Raqqa, donde se están produciendo sangrientos enfrentamientos entre kurdos, apoyados por Estados Unidos, y militantes islámicos. En el ataque de ayer, los aviones estadounidenses mataron a 21 civiles, incluyendo una mamá que intentaba salvarse junto a sus seis hijos pequeños.
Pero, por cierto, el sector estratégico de mayor peligro se está dando en las fronteras de Irán y Pakistán, en el Golfo Pérsico, enfrentándose a las bases militares estadounidenses y las de Arabia Saudita.
Se ha anticipado que Estados Unidos estaría preparando el envío de una fuerza de 2.500 hombres a Yemen, supuestamente para combatir a los terroristas de Al Qaeda, pero que en realidad se sumarán a la brutal intervención de Arabia Saudita para reponer en el gobierno al renunciado presidente títere Mansur Hadi.
Uno de los efectos más negativos del ataque contra Siria, fue la apenas disimulada molestia del presidente de China, Xi Ling Pin, que le pareció encontrar allí un mensaje amenazante antes de sus conversaciones con Donald Trump. Por cierto, sin expresar nada más allá de una sonriente cortesía, la reunión de los presidentes más ricos del planeta no produjo más efecto concreto que unas palabras de buena crianza y afirmar que sí, que sería muy bueno que ambas potencias colaboren entre sí. Pero no se llegó a ningún acuerdo concreto. Y ni siquiera se mencionó el rumoreado asunto aquél de que China podría invertir un billón de dólares, un millón de millones de dólares, en Estados Unidos, para proyectos de infraestructura.
En cuanto al prestigio de las fuerzas armadas de Estados Unidos, la operación del jueves contra Siria fue desastrosa. Según el seguimiento de los radares rusos, tal como la Marina norteamericana lo había informado, los buques estadounidenses efectivamente dispararon 59 misiles contra Siria.
Sin embargo, de los 59, únicamente 23 dieron en el blanco. Los 36 restantes se hicieron humo. No se sabe qué pasó con ellos, si cayeron al mar o si fueron destruidos en el aire por los interceptores rusos. Las fotografías, tanto de Rusia como de Estados Unidos, muestran que el efecto del bombardeo en realidad fue insignificante. No se destruyeron las pistas. Sólo fueron destruidos los 9 o 12 aviones Mig 21 que estaban en reparación en los talleres y, además, la destrucción del casino del personal.
Las víctimas humanas fueron 4 soldados sirios, 3 operarios civiles y 4 niños del vecindario que resultaron muertos, mientras otras 10 personas quedaron heridas.
En tanto, informaciones de ayer sábado indican que otras dos comunas de Siria que están bajo control rebelde, y otra facción del llamado Ejército Rebelde, se sumaron al proceso de tregua y reconciliación, de acuerdo al proyecto de Rusia e Irán, entregado a las Naciones Unidas.
Esto, fíjese Ud., en las últimas 24 horas. O sea, después del ataque de Estados Unidos.
Y, bueno, como inesperado efecto colateral, el bombardeo provocó un alza del petróleo a 57,41 dólares por barril, con el consiguiente alivio económico para Venezuela, justo cuando se temía que el precio cayera por debajo de los 40 dólares.
Así mismo, el oro se disparó, alcanzando un precio récord de 1.260 dólares la onza. O sea, unos 28 mil 500 pesos chilenos el gramo.
En síntesis, al menos por ahora pareciera que el peligro de guerra se limita a las ansias heroicas de personajes como el gordo y anciano senador republicano John McCain, o la ya anciana senadora Hillary Clinton, y el aspirante a hombre fuerte de Turquía, Tayyip Erdogán.
Habrá que buscar el “honor” en oficios más dignos que el oficio de matar.
Hasta la próxima, amigos. Cuídense. Es necesario. Ud. ve, hay peligro, pero siempre hay variantes posibles.