Por Ruperto Concha / resumen.cl
Aquí en Chile no convocó a una multitud. Se estima que el viernes se juntaron en Plaza Italia unos 6 mil estudiantes, desde colegiales hasta universitarios y técnicos, respondiendo a la convocatoria mundial a defender la vida…
En Estados Unidos, en cambio, respondieron alrededor de un millón de chiquillos. Sólo en Nueva York fueron unos 20 mil los que se concentraron en la Plaza Foley, y un millón más participó en la huelga, apoyados por profesores y con respaldo de la Alcaldía que calificó como feriado ese viernes y también el de la próxima semana.
En México se realizaron 65 marchas, y en Brasil fueron 48 más. En Argentina se realizaron manifestaciones callejeras poco numerosas, pero ya se emitió la convocatoria para una protesta masiva el viernes próximo, 27, cuando concluya la cumbre climática en las Naciones Unidas.
Otras manifestaciones poco numerosas se realizaron en Lima, Perú, en Bolivia, en Venezuela, en Cuba, en Nicaragua y República Dominicana.
Y, claramente, en todo el ámbito latinoamericano se hizo sentir la poca información y la desatención de la prensa sobre el movimiento de los colegiales en defensa de la vida en nuestro planeta.
Una activista chilena comentaba que demasiados estudiantes de enseñanza media ni siquiera sabían quién es Greta Thunberg, ni comprendían que el movimiento de Los Viernes en Huelga es el comienzo de una lucha que, más allá del cambio climático, es una lucha contra la pobreza, contra la hipocresía de los políticos, contra la desigualdad de género y la sordera de los gobiernos ante el clamor de los jóvenes y sus familias.
En Europa, especialmente en Alemania y Gran Bretaña, fue enorme la participación de los estudiantes, incluyendo decenas de miles de niños recién entrados a la adolescencia.
En China, incluyendo Taiwán, en Japón, Corea del Sur, Singapur, Malasia, Indonesia, Australia, Nueva Zelandia, la India y Filipinas, la participación fue multitudinaria.
Y lo mismo en África subsahariana, Zaire, Kenya, Sudáfrica, Mozambique y Congo. En total, la participación en esta primera convocatoria fue de 120 de los 193 estados miembros de las Naciones Unidas.
El miércoles pasado, la joven activista sueca Greta Thunberg, de 16 años, fue invitada a exponer sus propuestas sobre el Cambio Climático ante el Congreso de los Estados Unidos. Ella concurrió muy correctamente, y se limitó a recalcar que no es a ella a la que los parlamentarios deben escuchar, sino a los hombres de ciencia que han hablado claro y concretamente, aunque los gobiernos no parecen capaces de entender.
De hecho uno de los carteles que llevaban los manifestantes decía en grandes letras: “¡Créanle a la ciencia, estúpidos!”
Mañana lunes, la colegiala Greta Thunberg se presentará ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en el inicio de la Cumbre Climática, y posiblemente con ello se logrará que incluso en el retardadito ambiente colegial de Chile, muchachas y muchachos entiendan de qué se trata esta protesta que ya muchos están comparando con la célebre Cruzada de los Niños, que estremeció a Europa en 1212.
Cuando los niños trataron de hacer ellos lo que los adultos eran incapaces de realizar.
La asombrosa aventura para salvar nuestro planeta exige que realmente todos los jóvenes, incluyendo a los que aún son niñas y niños, se enteren de que el tiempo ya se está acabando… que ya las esperanzas son pocas, son inseguras, tras decenas y decenas de años en que el mundo adulto ha caído en una especie de frenesí de consumo que poluciona todo y agota todos los recursos naturales.
De hecho, nadie parece haberse dado cuenta de que el único otro planeta descubierto, que podría sustentar la vida ya que dispone de agua líquida, es una bola ocho veces más grande que la tierra, que se encuentra a 111 años luz de nosotros, orbitando una estrella de neutrones.
Ese planeta tiene el doble tamaño de la tierra y se estima que su masa es 8 veces mayor que la de nuestro planeta. O sea, una persona que acá pesa 80 kilos, allá pesaría… ¡640 kilos!... Y por cierto no podría sobrevivir.
Además ese paneta gira en torno de su estrella en sólo 30 días… o sea, allá transcurren 12 años en cada año terrestre. Oiga… ¿Es ese planeta, a 111 años luz de distancia, un lugar alternativo a donde ir si matamos a nuestra Tierra?
Según los cientistas sociales y los antropólogos, la revolución de los estudiantes necesita movilizar al menos un 3,5% de los habitantes del lugar en que actúen. En Estados Unidos, por ejemplo, deben reunir una base de alrededor de 11 millones de jóvenes movilizados. En Chile, deben lograr que haya 630 mil.
Para ello, se está llamando a realizar un intenso esfuerzo comunicacional, sobre todo a través de las redes sociales, ya que los grandes medios de prensa hasta ahora parecen rehusar dar información o entrevistar a los activistas.
Y, como detalle irónico, este viernes 21 coincidió con el informe de que, en los últimos 50 años, en Estados Unidos han muerto 3 mil millones de pájaros silvestres, lo que equivale al 25% de todos los pájaros que existen en aquel vasto país.
Entre los hechos más alentadores de esta convocatoria de los colegiales en defensa de la vida y del futuro, se cuenta el alto número de personas mayores que los respaldan sin pretender manipularlos. En Nueva York, los profesores de la enseñanza básica y media, o de High School, en su totalidad, se comprometieron a apoyarlos en su lucha. Y en Australia, importantes grupos de hombres de ciencia se declararon dispuestos a participar en acciones de desobediencia civil para presionar a la clase política que se sigue mostrando miedosa y desinformada.
Según informa el diario británico The Guardian, un número mayoritario de académicos y hombres de ciencia de Australia consideran que la lucha en defensa del medio ambiente ya exige que ahora la gente asuma la decisión de recurrir a la desobediencia civil, a la huelga intelectual, la huelga inactiva, como un deber de rebelarse contra las políticas destructivas y polucionadoras, y en cambio unirse a lo que es defensa de la vida misma.
Bajo el nombre de “Rebelión contra la Extinción”, un grupo de esos intelectuales australianos está planificando crear acciones de desobediencia civil que comenzarán en octubre, desafiando al gobierno.
Asimismo, los principales analistas del movimiento de los colegiales coinciden en notar el carácter intensamente espiritual, de alguna manera místico, que caracteriza a muchos de los chicos y chicas activistas.
En San Francisco, California, el viernes dos de los líderes colegiales, que son de religión judía, hicieron sonar sus trompetas rituales, hechas de cuerno, para marcar el inicio de las manifestaciones callejeras.
Uno de ellos, Sam Saxe-Ralle, de 16 años, dijo “Nosotros no somos tan derrotistas como nuestros mayores. Nosotros creemos, con fuerza, que el mundo es mejor y más bonito de lo que hoy parece”.
En Estados Unidos, la vigorosa facción progresista o izquierdista, del Partido Demócrata, dio a conocer que los activistas estudiantiles ya saben que pueden contar con todo el apoyo político que ellos disponen. De hecho, reiteraron que la demanda de los niños y jóvenes es precisamente la propuesta de un nuevo New Deal Verde, una reforma política y social que se base en la protección del Medio Ambiente en que la sociedad humana vive, se desarrolla y evoluciona.
Frente a ello, los progresistas demócratas revelaron el último informe emitido por la Universidad de Brown respecto del costo de las guerras y los ejércitos para Estados Unidos y para el planeta. Según el documento, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, el Pentágono, es el mayor emisor de polución a nivel mundial.
A partir de la invasión a Afganistán en 2001, el Ejército de Estados Unidos ha emitido a la atmósfera nada menos que mil doscientos millones de toneladas de dióxido de carbono… Oiga, el total de las emisiones de Gran Bretaña, un país entero, por ejemplo, son sólo unos 360 millones de toneladas en el mismo período, frente a 1200 millones de toneladas de dióxido de carbono del ejército de Estados Unidos.
Toda esa brutal polución sobre la atmósfera terrestre se debe a la acción de políticos que embarcaron al país en una guerra interminable y una imparable destrucción acumulada del medio ambiente, unida a la alteración del clima planetario.
En marzo de este año, el nivel de saturación de dióxido de carbono en la atmósfera llegó a 415 partes por millón. Con eso, la atmósfera que respiramos hoy está tan saturada como la de hace 800 mil años, cuando la Antártica tenía bosques y el mar estaba 20 metros más alto que hoy.
En ese estado de polución militarizada de nuestra tierra, las noticias de estrategia y posibilidad de guerra cobran un sentido muy amenazante. De hecho, el ataque lanzado por los rebeldes de Yemen, el sábado 14, contra la principal refinería de petróleo de Arabia Saudita, logró destruir el 50% de las instalaciones y bajó a la mitad la producción de gas y petróleo refinado.
Ello, en circunstancia de que todas las instalaciones de Arabia Saudita estaban protegidas por una tupida barrera de misiles interceptores antiaéreos, Patriot y Aegis, cuyo precio fue del orden de los 20 mil millones de dólares. Es decir, los rebeldes yemenitas, utilizando tecnología de Irán, lograron sortear todas las defensas con sus drones cargados de explosivos.
Ahora, para humillación de Estados Unidos, Arabia Saudita anunció que comprará nuevos interceptores, pero ahora de la fórmula de Cúpula de Hierro, israelí, y posiblemente adquirirá también las defensas antiaéreas rusas con misiles S-400, que parece que realmente son muy buenos. Oiga, y no sólo eso. Al parecer también Estados Unidos le comprará a Israel sus misiles antiaéreos.
Bueno, en estos momentos las más importantes publicaciones norteamericanas especializadas en estrategia, USA Today y The National Interest, coinciden en calificar la guerra contra Irán como algo catastróficamente erróneo.
Y ello, sólo considerando la capacidad de autodefensa de Irán, sin tomar en cuenta que Rusia, China y Turquía han comprometido su apoyo a la defensa del régimen iraní.
Más aún, la muy conservadora revista The National Interest se extiende en describir a Arabia Saudita, fíjese Ud., como un régimen salvajemente corrupto, represivo, tiránico y asesino, que intenta usar a Estados Unidos como una suerte de perro bravo para echárselo encima a Irán.
En tanto, el mismo Donald Trump, con su Pompeo y el nuevo asesor militar Karl Esper, han insistido que no, no, no, no planean atacar a Irán y que sus desplazamientos de buques y soldados sólo tienen carácter defensivo.
Paralelamente, de los supuestos aliados militares de Washington, ya Japón, Francia y Alemania rehusaron definitivamente participar en una fuerza naval frente a las costas iraníes. Es decir, la posición de Washington ante una posible guerra con Irán, ya se volvió asombrosamente moderadita y prudente.
En América Latina, la atención está desplazándose hacia otros puntos críticos. La oposición venezolana, de hecho, se ve cada vez más dividida, luego de la acusación de traición a la Patria porque el propio Guaidó habría comprometido la renuncia de Venezuela a su soberanía sobre la desembocadura del río Orinoco, eso en favor de Gran Bretaña.
Y, en Brasil, la entrega a la totalidad de la Amazonía a inversionistas internacionales, ha llevado al régimen de Jair Bolsonaro a una situación de extrema inestabilidad enfrentando la oposición de un sector muy poderoso de las fuerzas armadas, y de la comunidad internacional.
Una vez más, los hechos y las circunstancias siguen desarrollándose como estuvieran con piloto automático. ¿Será que los colegiales, sus profesores y los hombres de ciencia, todos juntos lograrán que llegue una revolución de esas que son buenísimas?
Hasta la próxima, amigos. Cuídense. Hay peligro… todavía.