Por Ruperto Concha / resumen.cl
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Los que somos “gentecita común” no llegamos a enterarnos de la feroz trifulca que se armó en el Foro Económico Mundial de Davos, cuando los súper millonarios petroleros se lanzaron en patota contra los súper millonarios de las baterías de litio y los supuestamente “ecológicos” autos eléctricos.
Finalmente las furias desembocaron en una especie de “empate por knock-out”… donde el que quedó knock out fue el medio ambiente planetario, ya que los petroleros y los electro-sátrapas concordaron en que, al menos por ahora, las cosas pueden seguir igual no más. Total, ellos consideran que al planeta todavía se le puede ordeñar un poquito más.
Pero, como sea, hubo al menos dos puntos que nadie se atrevió a negar. Uno, que de cualquier manera, el futuro económico de nuestra civilización exige que produzcamos más y más y cada vez más energía disponible tanto para los productores como para los consumidores.
Y, dos, que el tema de la crisis del medio ambiente, y el estancamiento de la economía, se relacionan directamente con el descontrolado crecimiento de la población, por una natalidad excesiva sumada al aumento de los años de vida de los seres humanos.
Incluso la ex directora del Fondo Monetario Internacional y actual presidente del Banco Central Europeo, doña Christine Lagarde, admitió que las transformaciones tecnológicas en la economía mundial, implicarán la pérdida de miles y miles de puestos de trabajo, y una caída del producto interno bruto mundial que podría llegar hasta un desastroso 25% menos.
En cuanto concluyó el Foro de Davos, la gran prensa internacional apareció con titulares sobre el aumento de la población mundial, en que, por una parte, se denunciaba la presión insostenible de la explosión demográfica sobre los recursos naturales del planeta, mientras que, por el contrario, otros profetizaban que frenar la natalidad actual, en que están naciendo 6 nuevas guaguas por segundo, provocaría la ruina de la economía mundial.
Los que defienden la natalidad y la explosión demográfica sostienen que frenar la tasa de nacimientos llevaría al envejecimiento de la población. O sea, a que el promedio de los habitantes sea de mayor edad que en el pasado. Con ello, se produce que haya menor número de personas disponibles para trabajar y pagar cotizaciones previsionales, las cuales, a su vez, pagan las jubilaciones de la gente mayor.
Sin embargo, ese argumento se derrumba ante la evidencia de que, por un lado, los jóvenes trabajadores que pagan cotizaciones actualmente financian, entre cuatro, cada una de las jubilaciones concedidas. Es decir, para que eso funcione sería necesario crear 4 nuevos puestos de trabajo por cada trabajador que jubila. Y eso, en momentos en que toda la actividad productiva, de bienes y servicios, está reemplazando a sus trabajadores humanos por máquinas y sistemas de automatización. O sea, la oferta de trabajo disminuye en vez de aumentar.
Por el contrario, demostraron que los resultados económicos producidos en países con planificación familiar han sido muy buenos y, en muchos casos, con un índice de nacimientos tan bajo que se traduce en disminución de la población.
Ese es el caso de Alemania, Italia, Rusia, Japón, y, por supuesto, también el caso de China, donde la planificación familiar obligatoria tuvo un papel esencial en su vertiginosamente veloz crecimiento económico que la llevó, en sólo 25 años, a ser la primera o la segunda mayor economía del mundo.
Es decir, la disminución de la natalidad incluso a menos de 2 hijos por mujer, es un fenómeno directamente vinculado a mayor desarrollo económico incluso en países relativamente pobres, como Irán, Uruguay y Bélgica.
También en Estados Unidos, los censos de los últimos años muestran que el crecimiento demográfico ha disminuido y en algunos estados ya los nacimientos son menos que las defunciones.
En cambio, los países con mayor natalidad, sobre todo en África, América Central y el sudeste asiático, donde la natalidad es de más de 4 hijos por mujer, se mantienen en subdesarrollo económico que, entre otras consecuencias, lleva a que se formen olas de emigrantes en situación de miseria que intentan desesperadamente instalarse en los países de baja natalidad.
Por otra parte, la baja natalidad, de dos o menos hijos por mujer, se traduce en un desarrollo superior de la mujer, que ya supera el ser reducida a funcionar como una simple empleada doméstica y ser une, por otro lado, a mayor y mejor educación de los hijos. O sea, en evolución positiva de las familias.
De hecho, las estadísticas de los países con planificación familiar muestran que las mujeres esperan varios años para tener su primer hijo, y, en cambio, emplean más años en su formación profesional, en educación y también en ganar aportes financieros para el progreso familiar.
También los hijos reciben más y mejores elementos para su educación y desarrollo personal, que les permite adaptarse con éxito a un mundo en que las exigencias laborales evolucionan cada vez más rápido.
Así, frente a esa realidad de las familias evolucionadas, las otras familias parecen naufragando en frustración de la mujer unida a insuficiente apoyo a los hijos. En términos del propio informe del Foro de Davos, la llamada “explosión demográfica” es fruto del subdesarrollo y tiene por efecto producir más subdesarrollo.
En tanto, las noticias internacionales ahora se están centrando en la aparición de la nueva epidemia viral que, inesperadamente, se produjo en el corazón mismo de la China ultramoderna. La gran ciudad de Wuhan, que tiene más habitantes que Nueva York y que Londres, y donde el crecimiento económico se mantiene por encima del 8,3% anual.
Por cierto, la súbita e intensa aparición de un nuevo corona virus extremadamente activo, de origen desconocido y endiabladamente hábil para producir contagio, ha impactado y provocado miedo en todo el mundo.
Las noticias de la gran prensa occidental, controlada por las transnacionales, aparecen orquestadas como una serial que busca provocar terror. De mostrar a China como incapaz de tomar el control sanitario de su propio territorio, y, a la vez, instando a producir aislamiento y bloqueo comercial contra China.
De hecho, las noticias occidentales aparecen cargadas de elementos racistas, llamando a desconfiar y a sentir repelencia por la gente china.
Tan ostensible ha sido la orquestación noticiosa occidental, que naturalmente ya ha provocado una fuerte marea de sospechas de que detrás del surgimiento del coronavirus de Wuhan pueda haber una conspiración estratégica como parte de la guerra imperial de Estados Unidos contra China.
La efectividad del gobierno chino ha sido admirablemente superior, por ejemplo, a la que tuvo el gobierno de Estados Unidos en 2014, cuando estalló la epidemia del virus Ébola en África, con un índice de mortalidad del 90% de los contagiados.
En esa ocasión, Estados Unidos tardó más de dos meses en obtener la secuencia completa del genoma de ese virus. China, ahora, identificó y analizó el nuevo coronavirus en menos de 7 días.
Antes, en 2009, cuando estalló la epidemia de la llamada “gripe porcina”, que contagió a 55 millones de estadounidenses y provocó 11 mil muertes, el gobierno de Estados Unidos se demoró un mes y medio en elaborar los procedimientos para identificar aquel virus.
China lo consiguió en menos de 10 días, y, además, hizo entrega con perfecta transparencia de cada uno de sus descubrimientos y ensayos, a las instituciones médicas de todo el mundo.
Y, para la población de toda China, y en especial las zonas aisladas por cuarentena para evitar contagios, el gobierno ha puesto en marcha un programa por internet para que, en forma instantánea, cualquiera persona pueda contactar a los centros médicos locales en relación a sus síntomas y sus necesidades de ayuda médica.
En la ciudad de Wuhan se encuentra, desde hace ya 5 años, un gran bio-laboratorio, de máxima seguridad, instalado y operado por equipos científicos de China y de Francia, luego de la trágica epidemia de neumonía SARS, y eso ha permitido los rápidos avances logrados hasta ahora.
Sin embargo, según las cifras dadas a conocer, hasta ahora no se ha logrado detener por completo la propagación del virus, aunque sí ya han desarrollado tratamientos que frenan la posibilidad de contagio.
En todo caso, la mortalidad de esta epidemia del virus Wuhan hasta ahora parece ser muy baja. Sólo 309 muertos en más de 10 mil contagios, mientras que la epidemia del coronavirus del SARS tuvo una mortalidad de más del 18% de los contagios, en Canadá y también en Hong Kong.
Sin embargo, los antecedentes y el contexto estratégico de enfrentamiento entre Estados Unidos y China ya han provocado conjeturas y análisis que sugieren un panorama bastante oscuro y amenazante.
Ya publicaciones muy respetables, como la revista Asia Times, han entregado análisis que destacan cómo fue que se han originado en China las terribles epidemias virales de 2003, 2009 y luego el año pasado, la epidemia viral porcina que prácticamente exterminó los cerdos en todo ese país.
Se ha destacado también que esas epidemias virales aparecen en contexto con las llamadas “Guerras Híbridas” de las transnacionales occidentales que manipulan el poder desde Washington, contra la China.
Se ve esa “guerra híbrida” contra China expresada también, por ejemplo, en las revueltas de Hong Kong y el agresivo militarismo de Taiwan, junto con la ofensiva amenazante contra la tecnología de Huawei en conexiones 5 G, y ha mencionado también el asesinato por Estados Unidos, del general iraní Quasem Soleimani, uno de los más vigorosos defensores del proyecto de unión comercial de China y Occidente a través de la Nueva Ruta de la Seda.
En esa perspectiva, por cierto se deja ver todo un ámbito en que podría verse el surgimiento de la epidemia del coronavirus de Wuhan como parte de una guerra que ya estalló y se está desarrollando secretamente.
Las sospechas generalizadas están invadiendo tan intensamente las redes sociales, que ya Facebook anunció que eliminará todos los mensajes que hagan referencia a los coronavirus en un contexto de teorías conspirativas.
Pero otros medios han mantenido versiones claramente orientadas a producir miedo y rechazo contra China. Por ejemplo, el periódico New Zealand Herald, de Nueva Zelandia, claro, publicó el viernes, como noticia cierta, que, fíjese Ud., “según versiones de testigos, el gobierno chino estaría cremando, secretamente, centenares de cadáveres de víctimas de la epidemia” y, claro, no aporta ninguna prueba sobre esa afirmación.
Otra versión, difundida por el sitio web Infowars, del Partido Republicano de Estados Unidos, menciona que el virus de Wuhan, según las muestras entregadas por la misma China a los científicos occidentales, presenta signos de que se trataría de un virus elaborado artificialmente, como arma biológica, y que en su estructura ese virus exhibe inserciones obtenidas del virus del SIDA.
Por cierto resulta comprensible casi cualquiera de todas esas conjeturas y teorías de conspiraciones homicidas. La opinión pública mundial se encuentra sometida a desinformación y ocultamientos que dejan muy poco espacio para que la gente pueda reflexionar sobre bases seguras.
De hecho, es mucha la gente que está dispuesta a creer cualquier cosa, o bien a no creer en nada.
En estos momentos se está, de veras, produciendo un derrumbe, un desenlace de toda una era histórica. Como habíamos previsto en crónicas anteriores, en Washington la acusación constitucional contra el presidente Donald Trump ya, de hecho, desembocó fracasada en el Senado.
De hecho, ya el Partido Demócrata aparece repitiendo sus mismos errores, aquellos cometió durante la campaña presidencial de 2016 y le dio el triunfo a Donald Trump. Resulta ahora previsible que en las elecciones de noviembre próximo, Donald Trump nuevamente va a resultar elegido.
Y, fíjese Ud., el cuadro político de Estados Unidos en el momento actual resulta casi idéntico al cuadro que mostraba Atenas en el siglo 4° antes de Cristo, cuando, en nombre de la democracia, se transformó en potencia imperial dominadora y agresiva.
Cuando la hermosa Atenas, salvadora de Grecia ante los persas, pasó a convertirse en una potencia imperial abusiva y militarizada.
Cuando Atenas exterminó a los habitantes de la isla de Milo, esa isla donde hallaron la célebre estatua de la Venus de Milo, por haberse atrevido a declararse independiente.
Atenas, en manos de los halcones, esos nacionalistas agresivos con cerebro de pájaro, encabezó una estrategia de dominio militar sobre todo el comercio y la política de los que habían sido antes sus aliados.
Después de la masacre de Milo, Atenas lanzó su guerra contra Sicilia. Ebria de arrogancia, creyó que triunfaría siempre… pero fue míseramente derrotada, y finalmente quedó gobernada por los 30 tiranos que le impuso Esparta, los que, entre otras gracias, condenaron a muerte al filósofo Sócrates, acusado de los delitos de... corromper a la juventud con ideas indebidas, y faltarle el respeto a los sagrados Dioses.
Admitámoslo: hasta hace no tantas décadas atrás Nueva York era casi una Atenas renacida en el arte, el pensamiento y el desafío a las viejas tradiciones.
Hoy Nueva York y Estados Unidos tendrán que ser gobernados de nuevo por el sorprendente señor Donald Trump
Dicen, y con razón, que el hombre es el peor enemigo del hombre. Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro, pero no sé si valdrá la pena cuidarse.