AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Humanidad anciana

Por Ruperto Concha / resumen.cl En toda Europa, incluyendo a Rusia, y en toda América Latina, las jubilaciones y la Seguridad Social están francamente en crisis que repercuten en inquietud social y política. De hecho, Ud. ve, en Rusia y también en Nicaragua, subir a 65 años la edad de jubilación para los hombres, llevó a provocar intensas protestas. En cambio, en Chile, esa edad, los 65 años, hace tiempo ya que fue mansamente aceptada por los partidos políticos y los sindicatos, como un sacrificio necesario para el crecimiento económico neoliberal. Mirando un poco al origen de la noción de seguridad social y financiera para la gente que ya no puede trabajar, sea por su edad o por causas físicas, recordemos que fue nada menos que Santo Tomás Moro el que propuso en su Utopía de buen vivir cristiano que a todas las personas que cumplieran 60 años la comunidad les ofreciera un vaso de veneno que les permitiera morir durante el sueño. Claro que el santo no dice que tragarse ese veneno fuera obligatorio. No. Pero el que rehusara suicidarse quedaría crudamente expuesto ante la comunidad como egoísta y un cobarde, dispuesto a echar sobre los demás el peso de su ancianidad improductiva. ¡Mire Ud.! qué manera de entender la Caridad Cristiana, este Santo Tomás Moro!... Y, por supuesto, qué manera de suponer que la gente de más de 60 años ya no sirve para nada.   Por supuesto, todas las ciencias de la cultura y la psicología humana coinciden en que las civilizaciones sin excepción contaron con las abuelas y los abuelos capaces de atesorar conocimientos y experiencias, y encontrar, o haber encontrado antes, soluciones que generaron el modo de convivir para vivir. El modo de ir enseñando y aprendiendo a ser seres humanos. Pero ahora, en estos momentos, en la práctica, las políticas sociales parecen creer que ya lo saben todo, que no necesitan aprender nada más, y que la manera más eficiente de definir a un ser humano es a través de su capacidad de consumo y su generación de plusvalía mediante algún trabajo. O sea, la medida del hombre es su efecto en el producto interno bruto. Si nos atrevemos a llamar las cosas por su nombre, tendríamos que aceptar que esa degeneración del concepto de lo que es Humano es la prueba más flagrante de la corrupción generalizada que, ya a nivel mundial, aparece amenazando a las democracias, al derecho internacional incluyendo a los mismos Derechos Humanos, y, como si fuese poco, amenazando también la supervivencia de la vida en nuestro planeta. La crisis de las jubilaciones, de los llamados Fondos Previsionales, la están justificando chambonamente los economistas liberales, por la relación entre el número de trabajadores activos que pagan cotizaciones previsionales, y el número de ex trabajadores que ya no pagan, pero en cambio perciben pensiones. La fórmula tonta de los economistas dice que el aumento de la expectativa de vida de las personas hace que sus pensiones de retiro puedan llegar a ser mayores que la suma de los aportes de los trabajadores activos. De ahí que, por un lado, intenten aumentar la población, para que haya más gente trabajando, y por otro intentan hacer que la gente trabaje durante más años haciendo aportes, antes de poder jubilar. Pero lo que la fórmula tonta no toma en cuenta es que el aumento de población con el paso del tiempo se traduce necesariamente en aumento del número de jubilados. En fin, el tema meramente financiero y neoliberal está evolucionando por su cuenta, y al parecer la dialéctica de la historia ya tiene bien definida su sentencia. El tema que realmente es urgente es el de la corrupción.   Hasta ayer sábado, ese par de huracanes o tifones, Florence, en el Atlántico, y Mangkhu en el Pacífico, habían dejado un saldo de alrededor de 30 muertos en Estados Unidos y Filipinas, aunque se teme que la cifra pueda aumentar bastante. En Filipinas, el tifón arremetió con vientos del orden de los 230 kilómetros por hora, con ráfagas que llegaron hasta 300 kilómetros por hora. Pero luego se desplazó hacia el mar, perdiendo gran parte de su intensidad, y ahora amenaza a China. En Estados Unidos, el huracán Florence perdió 3/4 partes de su fuerza antes de llegar a tierra, con vientos del orden de 90 a 100 kilómetros por hora, pero en cambio llegó cargado de millones de toneladas de agua de lluvia, provocando daños que se estima podrán ser de miles de millones de dólares. La diferencia no es sólo entre viento y lluvia. En Estados Unidos, casi la totalidad de los daños están cubiertos por seguros. En Filipinas, en cambio, la gente lo ha perdido todo. Ayer, el climatólogo Gabriel Vecchi, de la Universidad de Princeton, señaló que el cambio climático ya ha producido, en este año, 23 tormentas de gran intensidad en el Pacífico Occidental, y otras 10 en el Atlántico Occidental, o sea, un 30% más que la media de años anteriores. Y, según las cifras de recalentamiento de la atmósfera y los océanos, tifones y huracanes similares a los de ahora se repetirán con frecuencia cada vez mayor. Recordemos que, pocos meses antes, otros tifones azotaron a Japón y la India, dejando también decenas de muertos, millones de desplazados y miles de millones de dólares en pérdidas por destrucción de instalaciones, edificios industriales y campos agrícolas. Sólo en el sur de la India, las tormentas del monzón dejaron un saldo de 324 muertos y 200 mil personas perdieron sus casas. Y hasta el momento, la economía mundial sigue requiriendo un aumento constante de las emisiones con efecto invernadero, indispensable para su fórmula de crecimiento económico a partir del aumento en el consumo, con su inevitable efecto se producir miles de millones de toneladas de desechos de consumo, basura y nutrientes artificiales que polucionan el agua y la tierra. El sábado 8 de septiembre, la fundación Ocean Cleanup, Aseo del Océano, entregó las más recientes cifras sobre el Gran Vórtice Basural del Océano Pacífico. Se trata de una extensión de basura flotante que cubre una superficie oceánica dos veces más grande que la de España o la de Francia, llegando a 1 millón 600 mil kilómetros cuadrados. Y eso sólo contando el basural concentrado allí donde las corrientes marinas confluyen arrastrando las porquerías. Se estima que la cantidad real de basura plástica en el Océano Pacífico puede ser más de 15 veces mayor que lo detectado hasta ahora. Se sabe que en estos momentos se echa a la basura una masa de 320 millones de toneladas de desechos plásticos cada año, de las cuales más de la mitad son arrojadas al mar. En el Gran Vórtice Basural del Pacífico más del 46% de los desechos son trozos de redes de pesca industrializada, que, siendo basura, siguen atrapando animales marítimos, a la vez que colaboran en romper los trozos de plástico de mayor tamaño, formando una basura del llamado micro plástico, trocitos de menos de 5 centímetros, que los peces y otros seres marinos confunden con alimento. Y, lo que es aún más grave, se ha detectado que una gran masa de esta microbasura plástica flota entre dos aguas hasta profundidades muchísimo mayores. De hecho, se ha comprobado ya que una gran parte del pescado que se vende, está contaminado por partículas de micro basura plástica cuyos efectos no han sido suficientemente investigados. Pero, además de la basura, otros gravísimos síntomas nos están exhibiendo los océanos, a propósito de esa forma de corrupción.   En las últimas semanas, en la costa atlántica de Estados Unidos, han aparecido decenas y decenas de cadáveres de focas y delfines. Las autopsias de sus cuerpos detectaron dos novedades desastrosas. Una, que las focas perecieron contagiadas por un virus similar al de las gripes, las influenzas que evolucionan haciéndose transferibles de una especie a otras, como fueron la influenza aviar y la porcina. De algún modo esas pobres focas fueron afectadas por un tipo de virus similar al de la influenza humana, lo que ha llevado a que las autoridades alerten de urgencia a los veraneantes de no acercarse a ellas, pues existe la posibilidad de que las focas también puedan contagiar a los humanos de una especie de influenza inesperada y aún desconocida. O sea, podría ser el caso de que algunos de los cambios del medio ambiente, relacionados con el cambio climático, pudieran estar generando nuevas cepas virales sobre las que no existe todavía información suficiente para buscar una defensa médica. Por otro lado, en las autopsias de los delfines, se detectó que la mortandad se está produciendo por una variedad de la llamada Marea Roja, que está afectando las aguas costeras de Estados Unidos desde el Atlántico hasta el Golfo de México. La invasión de Marea Roja ya ha provocado mortandad de toneladas y toneladas de peces, tortugas, manatíes y moluscos, que mueren envenenados por una neurotoxina que anula la polaridad eléctrica de las células, provocando una muerte casi inevitable. De hecho, se ha suspendido la pesca y el consumo de productos marinos hasta que la masa de casi microscópicas algas rojizas pueda ser eliminada. Se sabe que la proliferación de la Marea Roja se relaciona con la saturación del agua de mar con restos de fertilizantes agrícolas arrastrados al mar por los ríos, pero, también, con la elevación de nutrientes depositados en el fondo marino, que son impulsados hacia la superficie por la fuerza de las grandes tormentas y los huracanes. O sea, también en este caso la mayor frecuencia y la mayor intensidad de las tormentas, debidas al cambio climático, repercuten en alteraciones y mutaciones de las especies vivas. Y un detalle extremadamente interesante. Durante los juegos Olímpicos de 2008, el Gobierno de China aplicó una medida simplísima y tradicional para eliminar o al menos reducir a niveles muy bajos la amenaza de Marea Roja. Los pescadores habían observado que, esparciendo tierra arcillosa sobre el agua de mar afectada por las algas, la arcilla las aglutina y finalmente las arrastra hasta el fondo marino. ¿Se fija Ud.? Una vez más, las tradiciones de los viejos pescadores aportaron soluciones que la alta tecnología aún no consigue.   En un importante artículo de la revista Scientific American, el investigador Matt Wilkings analizó crudamente el casi nulo efecto que tienen los esfuerzos de los consumidores para colaborar con el reciclado de sus desechos, sobre todo los plásticos. Según cifras concretas y verificadas, los esfuerzos de los consumidores podrían compararse con los que intentasen evitar el derrumbe de un rascacielos, sin más recursos que unos clavos y unos martillos. Según denuncia el investigador de Scientific America, las grandes empresas embotelladoras fueron las que, utilizando nombres de fantasía con adornitos ecológicos muy publicitarios, crearon lobbies ultra simpáticos para conseguir que los gobiernos estaduales suprimieran la prohibición de usar envases plásticos desechables para bebidas, agua y otros líquidos promocionados publicitariamente. Ya desde 1953, el gobierno del estado de Vermont había prohibido el uso de envases no retornables. De hecho, hacía obligatorio que los envases pudieran ser reutilizables. Bueno, cuatro años tardaron las maniobras de las embotelladoras en lograr que el parlamento de Vermont derogara la prohibición. Lo mismo fue ocurriendo en más y más estados, y las embotelladoras agregaron a sus ganancias la fabricación de botellas de bajísimo costo, que les permitían ahorrar un centavo por el lavado de cada envase, a la vez que les hacía ganar 4 centavos que se recargaban en el precio del líquido envasado. Y para obtener eses deliciosos centavitos de mayor ganancia, las embotelladoras inundaron los mercados con unos objetos que se utilizan sólo algunos minutos, pero que tardarán alrededor de 500 años en desintegrarse. No es acaso también corrupción ese maniobreo de sobornos directos o indirectos, que por aumentar cada vez más la rentabilidad de una empresa inyectan podredumbre en el ejercicio de una democracia que podría haber sido sencillamente honorable?   Es verdad. Es real. La corrupción generada por la avidez de dinero está demoliendo las sociedades democráticas en todo el mundo, y muy notoriamente en nuestra América Latina. El uso de acusaciones judiciales que al parecer no necesitan ser probadas, para condenar a los enemigos políticos, como ocurrió en Brasil, o como ocurre en Argentina, donde el actual presidente Macri aparece más concretamente manchado de delitos económicos por los Papeles de Panamá, mientras en cambio lanzan ya 6 acusaciones judiciales contra la ex presidente Cristina Fernández, sin haber presentado pruebas en ninguna de ellas. ¿Y el repugnante escándalo del Poder Judicial peruano, mercenario y prostituido hasta la mismísima Corte Suprema? ¿O el del ex presidente Uribe, de Colombia, o el del Secretario General de la OEA, insinuando la conveniencia de un golpe militar para democratizar Venezuela, mientras reparte billetes en dólares y euros para consolar a los opositores que huyen de Venezuela hacia Colombia?   Y aquí, en Chile, ¿se está intentando subir el costo de las AFP para los trabajadores y a la vez hacer que el dinero de los ahorrantes no lo puedan heredar sus herederos, sino que los heredarían las AFPs? Y, ¿por qué este gobierno nombra Directora del Servicio de Salud Metropolitano, a una médica condenada por negligencia, que por su torpeza y descriterio dejó lisiada a una enferma? ¿No es corrupción encomendarle a ineptos la responsabilidad de hacer funcionar al Estado? ¿No es corrupción creer que los que no ganan un sueldo tienen que morirse cuanto antes?   Hasta la próxima, gente amiga. Hay que cuidarse. Hay peligro. La corrupción puede ahogarnos.
Estas leyendo

AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Humanidad anciana