En nuestro lenguaje cotidiano, decir que alguien es un idiota equivale a una injuria. Pero decir que alguien es un “idiota moral” resulta perfectamente claro y fácil de entender. La gran enciclopedia americana McGraw-Hill, de términos científicos y técnicos, señala que el idiotismo moral es una expresión de psicología para referirse a un individuo, fíjese Ud., que es incapaz de comprender los principios y los valores morales, y es incapaz de tomar decisiones y actuar en concordancia con ellos.
Y agrega que esa incapacidad no aparece relacionada con disminución del razonamiento, del cálculo y otras facultades intelectuales. O sea, los idiotas morales pueden ser muy astutos y funcionar perfectamente como hábiles sinvergüenzas. Pueden ser directivos de corporaciones transnacionales, pueden ser jefes de estado, parlamentarios, o ministros, o fiscales, y, por supuesto, pueden también ser generales.
Quizás el más rimbombante de los idiotas morales del siglo 21 sea el joven multimillonario estadounidense Martin Shkreli, capo máximo de la farmacéutica Turing, quien, luego de asumir el control de esa empresa, en 2015, ordenó, sencillamente, aumentar en un 5 mil % el precio de un medicamento indispensable contra la inmunodeficiencia. Con un simple memorándum hizo que alrededor de 30 millones de enfermos que compraban la droga a 13 dólares con 50 centavos, ahora tendrían que pagar 750 dólares.
Interrogado por la prensa, en medio de la indignación generalizada, Shkreli se encogió de hombros y contestó: “Lo hice porque puedo hacerlo. Soy el dueño y la ley me autoriza a fijar el precio de mis productos”.
Y bueno, saque Ud. la cuenta: 30 millones de enfermos, en un instante, tuvieron que rendirse y comenzar a pagarle al señor Shkreli un tributo de más de 22 mil millones de dólares adicionales cada vez que compran su remedio. Pero, ¿tenemos derecho de sentirnos escandalizados por la repugnante codicia de dinero del señor Shkreli?... ¿Acaso nos olvidamos de que la Economía de Mercado tiene como fundamento absoluto la llamada Ley de la Oferta y la Demanda?
Aceptamos como natural que cuando escasea un producto que la gente necesita o desea, ese producto va a subir de precio. O sea, el que tiene ese producto va a ganar más dinero sólo porque quiere y porque puede ganar más. Y en muchos, demasiados casos, eso equivale simplemente a medrar, a obtener lucro de la necesidad y la miseria ajena. Trátese de simples lujos, o bien de medicinas, de alimentos o de auxilio médico, la Ley de la Oferta y la Demanda hace que sea legítimo enriquecerse aún a costa de lo que los demás necesitan.
Para muchos, desde los tiempos más remotos, ese aprovechamiento de la necesidad ajena, esa “especulación” constituye en esencia una inmoralidad, una especie de “pecado”. Pero también, desde los tiempos más remotos, fue un recurso corriente de los grandes comerciantes y políticos el provocar acaparamiento de los bienes necesarios, con el propósito de producir escasez para aumentar los precios y enriquecerse más, o, en las luchas por el poder, provocar desabastecimiento y estallidos sociales.
En estos momentos, un número creciente de académicos y cientistas sociales han vuelto a poner de actualidad el concepto de Idiotismo Moral, y lo vinculan con el fracaso en que están desembocando todos los grandes proyectos de justicia social y desarrollo, incluyendo la totalidad de aquel enorme proyecto que fue la creación de las Naciones Unidas, que se están haciendo cada vez más irrelevante.
Entre ellos destaca el profesor Lawrence Davidson, historiador y cientista político de la Universidad de Chester, Pennsylvania, que no vacila en calificar de “idiotas morales” a los miembros de la cúpula política de Estados Unidos, incluyendo a demócratas, a republicanos, y a un desalentador número de periodistas a los que acusa de ser mercenarios.
El profesor Davidson pregunta: ¿Cómo se convierte uno en un idiota moral?... Por cierto, dice, no es una cosa genética, como la acromegalia o la idiotez cerebral. No. Es una degeneración adquirida, aprendida. Por cierto, la mayoría de la gente aprende y comprende que los valores éticos son indispensables para que una civilización no se derrumbe en caos. Pero hay grupos que actúan impulsados por la avidez de alcanzar posiciones de poder y de riqueza, y con ello necesariamente pasan a considerar que los valores éticos y morales son un estorbo.
Son eso que han llamado el “Estado Profundo”. El Estado en la Sombra. Y la mayor parte de esas minorías u oligarquías, tiende rápidamente a integrarse en grupos socialmente establecidos. Por ejemplo, en las Fuerzas Armadas, en las cúpulas políticas, en las cúpulas financieras y en los círculos más bien anónimos y oscuros de funcionarios que articulan el mundo de los negocios con el mundo de la política.
En lenguaje de Washington, en la Casa Blanca y el Capitolio, el gobierno de Barack Obama puso de moda la palabra “Consecuencialismo”, que él utilizó en su discurso ante la Academia de Noruega cuando fue a recibir el Premio Nobel de la Paz.
Casi haciendo mofa de los académicos que le estaban confiriendo el Premio Nobel, Obama insertó el concepto de “consecuencialismo” para decidir la política internacional, la guerra y la paz. Dijo Obama que hay que tener sentido práctico, hay que aprender a hacerse amigo de tiranos asesinos y a menudo hay que aplicar la guerra para lograr resultados buenos… y claro, por supuesto, los resultados buenos son únicamente los que Estados Unidos desea.
En fin, fue el discurso que definía el gobierno de Obama como el único presidente de Estados Unidos que no tuvo ni un solo día en que sus tropas no estuvieran matando gente en algún lugar del mundo.
De alguna manera, el “consecuencialismo” de Washington correspondía a la reducción neoliberal de lo que califica que un resultado sea bueno o malo. Bueno es lo que produce ganancias, y puesto que las ganancias se miden en dinero, se deduce que “bueno” es lo que produce dinero.
O sea, “consecuencialismo” es una manera elegante de decir idiotismo moral.
El tema es complejo, y me propongo tocarlo a lo largo de varias crónicas, al analizar las noticias que lo están dejando en evidencia. Es otra invitación a reflexionar. Por ahora, podemos analizar en esa perspectiva las noticias de América Latina y del Oriente Medio.
Ciertamente es Venezuela el país donde el idiotismo moral se extiende como pandemia. Ayer, la Deutsche Welle informaba que el diputado opositor Julio Borges, Presidente de la Asamblea Nacional, o sea del Congreso venezolano, está amenazando al Deutsche Bank, de Frankfurt, Alemania, con denunciarlo de hacer negocios con el gobierno de Caracas al que califica de “dictadura”.
Borges declaró abiertamente que, con apoyo y recursos de la oposición política y de gobiernos amigos, está realizando una intensa campaña internacional para impedir que el gobierno del Presidente Maduro pueda resolver la crisis económica en que está el país. Señaló Julio Borges que tiene valijas completas con misivas y demandas dirigidas a otros gobiernos y a entidades financieras, a fin de hacer fracasar todas las iniciativas del gobierno. Por supuesto, eso implica un intento sórdido y ensañado de impedir que se alivie la situación de la gente de su propia patria.
En el caso del Deutsche Bank, la operación consiste en un importante crédito, del orden de los 20 mil millones de dólares, respaldado por las reservas de oro de Venezuela. No se trata de que Caracas esté vendiendo sus reservas de oro, sino simplemente las empeña en garantía.
De hecho, Venezuela ya pagó sus obligaciones financieras internacionales correspondientes a este año, y sus necesidades financieras consisten ahora en necesidad de hacer caja para proporcionar de inmediato abastecimiento de bienes de consumo.
En tanto, los proyectos implementados de desarrollo y diversificación industrial, están materializándose con éxito. Incluso, a juicio del propio Fondo Monetario Internacional, se prevé que Venezuela tendrá una recuperación económica rápida en la medida en que logre superar su crisis política e institucional.
Simultáneamente, la prensa especializada de Estados Unidos, incluyendo el periódico Business Insider, que es furiosamente anti socialista, acepta que las intensas protestas callejeras de la oposición están debilitándose a la vez que aumentan las movilizaciones de las bases en apoyo al gobierno.
A esto se suma el consenso de que Estados Unidos de ninguna manera intervendrá directamente en el territorio venezolano, mientras que las fuerzas armadas, junto a las Milicias Ciudadanas, han reiterado su respaldo al gobierno chavista de Maduro.
Por otra parte, causó revuelo mundial el informe de la BBC de Londres que revela que la policía del Estado de Florida, Estados Unidos, logró desbaratar una poderosa red de contrabando de armas hacia Venezuela y Bolivia. Según la publicación especializada Gun Policy, organizaciones clandestinas han importado ilegalmente cerca de tres millones de armas de fuego con sus correspondientes municiones.
Por supuesto, ese armamento se encuentra en poder de los movimientos clandestinos de oposición, y existe la sospecha de que elementos extremistas empeñados en provocar la caída del gobierno puedan estar dispuestos a “producir” algunas víctimas fatales de los enfrentamientos que luego podrían ser exhibidas como mártires.
Resulta cada vez más claro que un sector decisivo de la base política socialista que apoya al presidente Nicolás Maduro se está mostrando insatisfecha por lo que consideran una política débil ante las exigencias liberales, tanto de Europa y Estado Unidos, como de grupos empresariales dentro de Venezuela.
En un amplio artículo en la importante publicación estadounidense OpEdNews, un analista con el seudónimo Guglielmo Tell señala que tanto el Partido Socialista Unido como las Fuerzas Armadas esperan que, si la crisis política se mantiene y la oposición sigue negándose al diálogo, Venezuela tendrá que dar los pasos decisivos para implantar en el país un régimen revolucionario.
Incluso han planteado la ruptura de relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
O sea, se plantea la posibilidad de instaurar una nueva Cuba, con alianzas económicas, políticas y militares con el grupo de naciones anti hegemónicas: Rusia, China, Irán, más los demás estados del Pacto de Shanghai, varias de las naciones caribeñas incluyendo Nicaragua y posiblemente otras dos repúblicas centroamericanas más.
O sea, el empecinamiento de la oposición por lograr un ilusorio derrocamiento del régimen chavista en Venezuela, finalmente podría llevar a un desenlace irremediable, que ellos no son capaces de prever.
En cuanto al Oriente Medio, los informes técnicos de más alto nivel han desmentido frontalmente las acusaciones de Estados Unidos de que el Presidente de Siria, Basher Assad, hubiese lanzado un ataque con armas químicas contra la población en la localidad de Jan Shergún, provincia de Idlib. El viernes, el informe de la Comisión Investigadora del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas informó oficialmente que no existe evidencia alguna del supuesto ataque con armas químicas. Asimismo, la Comisión Investigadora señaló que tampoco hay evidencia alguna acerca de qué aviones hubiesen podido participar en el supuesto ataque.
Pero aún más importante que el informe de la Comisión de las Naciones Unidas, es el del grupo de investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, el célebre MIT, considerado como la máxima autoridad en ciencias aplicadas de Estados Unidos.
El informe fue entregado por el Dr. Theodor Postol, ex Presidente del Departamento de Estudios de Seguridad del Instituto, y demuestra taxativamente que las pruebas concretas, más las propias versiones de los denunciantes del supuesto ataque químico, en realidad evidencian más allá de cualquier duda que no hubo ningún lanzamiento de bombas con gases venenosos, y que el supuesto cráter de impacto de la supuesta bomba con gas sarín, lo que evidencia es que hubo allí un simulacro criminal que implicó el asesinato de inocentes, incluyendo niños, aparentemente con el solo fin de inculpar al gobierno de Assad y derrumbar el proceso de paz elaborado por Rusia, Irán y Turquía, con participación de las Naciones Unidas.
El farsesco ataque con andanadas de misiles Tomahawk, tuvo efectos militares prácticamente nulos. Al día siguiente despegaron aviones sirios desde la misma base aérea supuestamente destruida. Pero, sobre ello, ahora Rusia confirmó el envío de baterías de defensa antiaérea ultradesarrolladas, capace,s no sólo de derribar aviones intrusos, sino también de interceptar misiles.
Por cierto, estos hechos hacen pensar que el idiotismo moral, expresado en muerte, destrucción, calumnia y vergüenza, puede volverse todavía peor cuando se acompaña de escasa inteligencia y pobre calidad de planificación.
¿Podría uno alegrarse del progresivo derrumbe de Estados Unidos y sus satélites en el control mundial?... La gente de Estados Unidos, en su inmensa mayoría, ha sido capaz de alimentar durante siglos un proceso cultural que todavía no acaba de definirse bien, que comenzó incluso antes del nacimiento del jazz, antes del nacimiento de sus geniales poetas como Walt Whitman, a quien nuestro Pablo Neruda reconoció como maestro.
¿Quién podría desear que esa gente magnífica se hunda en la desgracia arrastrada por idiotas morales que se han trepado al poder?...
Hasta la próxima, amigos. Cuídense. Es necesario. Ud. ve, hay peligro, pero todavía queda un trecho de camino que hay que recorrer.