AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Los niños lloran al nacer

Por Ruperto Concha / resumen.cl En la vorágine de tantos atentados terroristas, el del miércoles pasado, en la pequeña ciudad de Alexandria, Virginia, Estados Unidos, podría haber pasado como algo insignificante. Un hombre blanco, de 56 años, un metro ochenta de estatura y 90 kilos de peso, llegó a 10 para las 8 de la mañana hasta la pequeña cancha de béisbol donde varios diputados se entrenaban para un partido de beneficencia, entre demócratas y republicanos. El hombre se acercó a un empleado y le preguntó quiénes eran los que estaban presentes, y, al saber que eran de la bancada republicana, se acomodó junto a una cerca de madera, sacó de un bolso un rifle y una pistola. Se apoyó con el borde y comenzó a disparar contra ellos. Impactó en la cadera al diputado Steve Scalise, destrozándole los huesos y varios órganos internos. Impactó también a dos funcionarios de la Cámara y se atrincheró al llegar efectivos de la policía del Congreso, que respondieron a los disparos. Dos de los agentes fueron alcanzados por las balas, antes de que el atacante fuera abatido y muerto. El agresor fue identificado como James Hodgkinson. Un militante demócrata que había sido activista de la campaña presidencial de Bernie Sanders en Iowa. Sanders, al conocer los hechos dijo: “Siento repugnancia por esta acción despreciable. Quiero dejar muy en claro que la violencia, por cualquier medio, es inaceptable en nuestra sociedad y yo condeno este hecho en los términos más categóricos”. La noticia les cayó a los demócratas como un balde de agua muy fría y muy sucia. Por lo pronto, la CNN se apresuró a afirmar que Hodgkinson no había sido un terrorista político. No, no, no… Sólo era un buen hombre común que perdió la cabeza pues estaba exasperado por el Presidente Trump y el Partido Republicano. Pero los esfuerzos por restarle importancia a ese intento de asesinato político en masa, pronto fueron anulados por la vieja regla del dos más dos son cuatro. Ya al día siguiente se revelaba que el supuesto buen hombre en realidad llevaba en el bolsillo una lista de políticos republicanos vinculados al gobierno, incluyendo los nombres de los diputados Mo Brooks, de Alabama, Jeff Duncan, de Carolina del Sur, y Trent Frank, de Arizona, según publicó el periódico digital Daily Caller. En realidad, demasiados voceros del Partido Demócrata habían competido entre sí para denigrar, injuriar e instar a una violencia sin precedentes en contra de Donald Trump. Una violencia que los mismos demócratas ya no llamaban “oposición” sino “Resistencia”. El 11 de junio, tres días antes del atentado, el periódico Huffington Post había publicado un extenso artículo firmado por un tal David Fuller, en que hacía un llamamiento para que el Presidente Trump y otros miembros del gobierno sean condenados a muerte por traición a la patria. Afirmaba Fuller que la destitución del Presidente no es castigo suficiente. Que, si se confirman los cargos en contra del Gobierno, deben ser ejecutados. Señalaba que sólo la pena máxima puede redimir a América y demostrarle al mundo entero que Estados Unidos no ha perdido su brújula moral. Según informa el periodista Dan Lyman, de Infowars, los dueños y editores del periódico, a toda velocidad, eliminaron ese artículo de sus archivos digitales. Es decir, las instigaciones cargadas de odio e incitación a la violencia emitidas por voceros demócratas habían seguido siendo cada vez más enconadas. Personajes como el senador Tim Kaine, a través de la red de TV MSNBC, llamó a resistir al gobierno en todos los campos. Resistir en los juzgados, en los sindicatos, en las calles. Y el hijo del senador Kaine, Linwood, aplicando la opinión de su papá intentó agredir a golpes a los participantes, hombres y mujeres, de un acto de apoyo a Trump. Fue detenido y ahora enfrenta cargos criminales. Por su parte, la ex Fiscal General del gobierno de Obama, Loretta Lynch, hizo un llamamiento explícito, comparando la resistencia contra Trump, con el comienzo de la Revolución de la Independencia. Dijo: “Los revolucionarios marcharon, se ensangrentaron y algunos de ellos murieron. Ellos lo hicieron entonces, nosotros podemos hacerlo también”. Bueno, dos días después del atentado, en uno de los escenarios del Central Park, de Nueva York, un grupo de actores, financiados por el complejo publi-noticioso Time-Warner y la revista Time, exhibieron una obra de teatro en que un jefe de gobierno, presentado con la figura de Donald Trump, era ejecutado en el proscenio por el pueblo como lo fue Julio César. Una muchacha periodista, Laura Loomer, subió al escenario interrumpiendo la función y denunciando la incitación al crimen y la violencia. Bueno, la joven tuvo que admitir que también ella había sido violenta y se la llevaron detenida. Pero seamos claros. No se trata de hacer una defensa del gobierno de Donald Trump. Se trata en realidad de que en Estados Unidos el tono político ya degeneró a trifulca de conventillo. Resulta claro ahora que las propuestas programáticas de Trump durante su campaña electoral, simplemente se diluyeron en la atmósfera corrosiva creada por republicanos intransigentes y demócratas incapaces de formular contrapropuestas haciendo una oposición racional. La reacción general de la opinión pública ha sido una suerte de toma de conciencia de que la brutalización de la política está cerrando, en Estados Unidos, las puertas para construir alternativas. De hecho, ayer sábado, la agencia noticiosa Reuters destacaba cómo el candidato demócrata Jon Ossof, que postula a la Cámara como representante de Georgia, ya eliminó por completo de su campaña cualquiera mención respecto de Donald Trump. Y, ojo, antes este mismo Jon Ossof había lanzado un slogan diciendo “Hagamos que Donald Trump se vuelva loco de rabia”. Jon Ossof es el único candidato demócrata que en estos momentos tiene alguna posibilidad de vencer a su contendiente, la republicana Karen Handel, y reconoció que ya no va a convencer a nadie con decir simplemente “voten por mí porque soy enemigo de Trump”. En realidad, un sector ya muy amplio, y que sigue creciendo, está intentando consolidar y articular políticamente el fenómeno de fervor popular que logró producir el senador Bernie Sanders durante las primarias del Partido Demócrata. Por cierto, se toma en cuenta que Bernie Sanders tendrá 79 años para las próximas presidenciales, y es poco probable que acepte ser candidato. Pero su pensamiento social y su programa social demócrata que es similar al de Suecia, puede convertirlo en un líder capaz de movilizar a las grandes mayorías. Para ello, se entiende que es preciso elaborar una narrativa clara, lógica, sensata y realista sobre el verdadero estado de cosas en Estados Unidos y el resto del mundo. Y eso incluye ponerle término a la histeria anti rusa, anti china, anti iraní y anti izquierda latinoamericana, que comparten por igual los apernados políticos demócratas y republicanos. En esa coyuntura que está construyéndose, el sector progresista de la opinión pública estadounidense, integrado por una enorme mayoría de ciudadanos jóvenes, está contemplando varios modelos en otras naciones del mundo. Incluyendo a Rusia, Gran Bretaña, Francia, Alemania y la China. Hoy día, en Francia se está votando la segunda vuelta de las elecciones parlamentarias, donde se jugará el destino del movimiento La República en Marcha, la REM, del flamante y muy joven presidente Emmanuel Macron, al que la gran prensa ya está calificando como el Populismo de Centro. Un populismo que, dicen, puede apropiarse de las propuestas que haga la izquierda o la derecha, a su regalado gusto. En la primera vuelta, la abstención del electorado fue ominosa. Sólo votó un 48% de la gente. La abstención fue casi del 51%. De los 22 millones 600 mil votos que se contaron, 7 millones y medio fueron de apoyo a Macron. La derecha, en su conjunto, reunió poco menos de 5 millones. La izquierda tradicional, el Partido Socialista e Izquierda Radical, juntaron poco más de 2 millones de votos. Y la nueva izquierda, encabezada por el movimiento Francia Insumisa, de Jean Luc Melenchon, junto a los comunistas, los ecologistas y otros, juntaron 4 millones 600 mil votos. Es decir, ellos son la verdadera fuerza de oposición y el Partido Socialista Francés está en peligro de desaparecer. Por cierto, para muchos analistas la situación triunfal en que se encuentra el flamante presidente Macron, en muchos sentidos recuerda el entusiasmo que inicialmente despertó el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. Los dirigentes de Francia Insumisa admiten que la brutal abstención ciudadana en las elecciones legislativa afectó principalmente a los movimientos de la nueva izquierda, el Frente Amplio encabezado por Melenchon, donde se contabilizó una baja del 40% de la votación. El resultado que se produzca hoy marcará fatídicamente lo que se puede esperar del gobierno de Macron, sobre todo por la contradicción de dos de sus propuestas básicas. Por un lado, creación de puestos de trabajo y aumento de las remuneraciones, y por otro el despido de unos 120 mil empleados públicos y fiscales, y una reforma laboral que facilite el despido de trabajadores que las empresas consideren innecesarios. Si obtiene mayoría absoluta, Macron podrá cumplir tranquilamente su programa, incluyendo reforzar a la Unión Europea y normalizar las relaciones entre Francia y Rusia, como también lo desean Alemania y la mayoría de los partidos en Europa. Eso incluye la posibilidad de que se produzcan fuertes movilizaciones de la oposición, protestas callejeras que pueden volverse violentas, huelgas. Sin embargo, tras el desastroso gobierno socialista de derecha de FrançoisHollande, en estos momentos la cesantía en Francia sigue por encima del 10%, y alcanza a un dramático 20% entre los menores de 25 años. Otro efecto del gobierno socialista de Hollande fue que el número de trabajadores sindicalizados ya se ha reducido a apenas un 8%. En Gran Bretaña, el retroceso electoral del Partido Conservador ha despertado nuevas expectativas en el seno del Partido Laborista, que había caído a menos de un 30% frente al 55% del gobierno conservador. Pero, tras los atentados terroristas de las últimas semanas, los laboristas repuntaron hasta quedar a sólo uno o 2 puntos por debajo de los conservadores. Eso, en gran medida por la resignación de los viejos líderes laboristas, formados en la escuela de Tony Blair, el Bambi, y la Tercera Vía, equivalente al socialismo neoliberal y privatizador de Ricardo Lagos en Chile. Jeremy Corbyn, de 68 años, tiene una enorme afinidad histórica con el estadounidense Bernie Sanders, y, como Sanders, encara la responsabilidad de formar, organizar, entrenar y disciplinar a una oleada de jóvenes que están re-descubriendo la política, y asumen que la abstención finalmente equivale a aceptar que los viejos políticos apernados y corruptos se mantengan y mantengan la corrupción. Resulta importante, significativo, ver que la edad promedio de las bases sociales que apoyan a Jeremy Corbyn, a Bernie Sanders y a Emmanuel Macron, aun siendo tan diversas entre sí, comparten el hecho de que oscila en torno de los 35 años. En cambio, la edad de los parlamentarios, ministros y operadores de los partidos políticos tradicionales, oscila en tono de los 60 años. Los líderes tradicionales son gente 20 años mayor que los nuevos líderes. En realidad, lo que se está perfilando mundialmente es un cauteloso retorno de los jóvenes a la participación en política. Y eso incluye necesariamente un período de capacitación, de estudio de los procesos sociales, culturales, económicos y ecológicos. Y por lo mismo incluye también entregarle a los jóvenes todo el caudal de información real, que distinga con clara sencillez lo que es noticia y relato, frente a lo que es opinión e interpretación. En Europa, las extravagantes contradicciones tanto del presidente Trump como del Senado de Estados Unidos, están provocando muy rápido un re-alineamiento de las naciones europeas, que han comenzado a poner límites a la injerencia de Estados Unidos y abre las posibilidades de alianzas nuevas en contra de la estrategia de Washington. El jueves pasado los gobiernos de Alemania y Austria rechazaron ásperamente la intromisión de Estados Unidos en las políticas internacionales europeas, a través de las sanciones aprobadas por el Senado en contra de Rusia. Los cancilleres de Alemania y Austria calificaron de inaceptable que Estados Unidos lance amenazas y sanciones contra empresas europeas, especialmente por su oposición amenazante a la construcción del oleoducto Nord Stream 2, que llevará gas natural por el fondo del mar Báltico, en una joint venture de capitales rusos, británicos, franceses, holandeses, alemanes y austriacos. En términos muy secos, los cancilleres concluyeron afirmando que “El abastecimiento de energía a Europa, es un asunto de Europa y no de Estados Unidos.” Aparentemente, Estados Unidos va a tener que aceptar que tener amigos es muchísimo mejor que tener lacayos. Así, pues, pareciera que la Historia eventualmente puede ser una fuerza, un viento dialéctico que empuja a nuestra civilización a través de un océano de tiempos peligrosos. Más allá de las recetitas y las fórmulas de los expertos en propaganda política y mañoseo financiero, en número creciente las personas jóvenes están deseosas de saber más, de conocer las verdades y analizarlas descarnadamente. Y todos sabemos que cuando los jóvenes se enteren de las verdades, de todas las verdades, más allá de las vergüenzas, y entiendan que el saber y entender son disciplina, al fin nuestra civilización y nuestro planeta podrán tener otra oportunidad. Los viejos políticos apernados miran con desdén a los nuevos protagonistas que son tanto más jóvenes. Y afirman: esos jóvenes no saben lo que es política, no tienen experiencia. No son más que aficionados. Y bueno, ¿sabe Ud. qué es la experiencia?... Básicamente experiencia es la memoria de lo que hemos experimentado antes. Y por eso existe el peligro de que la gente que confía demasiado en la experiencia termina simplemente repitiendo una y otra vez las viejas fórmulas que en el pasado le resultaron satisfactorias. Es decir, depender de la memoria, de los viejos modelos, renunciando en cambio a la observación fresca, racional y valiente de la realidad, es someterse uno mismo a la triste realidad del pez ante el anzuelo. ¿Sabe Ud. por qué los peces muerden el anzuelo?... Si: Muerden el anzuelo porque tienen experiencia. Porque en sus memorias prevalece el modelo de alimentarse de aquellos gusanitos y bichitos que les muestra el anzuelo, eso les permitió vivir en el pasado… y eso les induce luego a tragarse el anzuelo sin perder tiempo en reflexiones. El período de cambio que se avecina, posiblemente nos someterá a pruebas, que quizás sean duras y difíciles. Y, cuando lleguen las pruebas y los jóvenes se sientan afligidos, recordemos que es por algo que todos los niños lloran al nacer. ¡Después vienen las risas y los juegos! ¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Hay peligro…
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