Por Ruperto Concha / resumen.cl
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Hoy día, 8 de diciembre, es una fiesta de inmenso significado teológico para las mayores Iglesias del Cristianismo: la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa, que acogen entre ambas a cerca del 65% de todos los cristianos del planeta.
Es el día en que, según la tradición, la Virgen María, aristocrática descendiente del Rey David, quedó embarazada por obra y gracia del Espíritu Santo y sin participación de un varón humano.
Por cierto, ni los evangélicos ni los judíos ni los musulmanes aceptan la creencia en un embarazo que pudiera producir un hijo varón sin que la madre hubiese recibido un Cromosoma Y… ¡pero esos asuntos biológico-teológicos no vienen al caso!
En la Historia de nuestra civilización, la Virgen María enriqueció la moral y el sentido de la salvación con una maravillosa carga de amor netamente maternal. De tolerancia y compasión por los pobres pecadores que ya en su agonía eran acechados por el Diablo impaciente por llevárselos Ud. sabe a dónde.
Toda la poesía popular de la Europa medieval se regocija en mostrar los esfuerzos, los argumentos leguleyos y hasta algunos ingenuos trucos con que la Santísima Virgen trataba de conseguir que alguna alma pecadora se fuera al Purgatorio y no al Infierno.
De ahí debe ser que el buen Papa Francisco crea que en el Infierno no hay ningún condenado, porque Dios no es rencoroso y también porque la Madre de Jesucristo tiene alma de mamá.
Es por ello que tantas de las más bellas catedrales de Europa le fueron consagradas a Ella. Desde Nuestra Señora de París hasta la de la Santa Sabiduría de Constantinopla.
Bueno, esto es hoy, domingo 8. Pero además el viernes pasado, 6 de diciembre, en España se celebra el Día de la Constitución. Es decir, el Día de la Justicia Democrática. Pero, además, en España y muchos países de América Latina, las logias masónicas celebran el 6 de diciembre como Día de la Tolerancia. Es decir, vinculan los conceptos de Justicia y Democracia con esa misteriosa forma de libertad que llamamos la Tolerancia.
¿De qué se trata eso?... Bueno, como la mayor parte de los conceptos de legalidad, justicia y derecho, la palabra Tolerancia viene del latín, Tollero, que significa sostener, aguantar con fuerza.
Hay que recordar que los romanos fueron siempre campesinos. Incluso en el glorioso apogeo imperial. Y de allí que en la médula del derecho romano se encontrará siempre esa virtud campesina que se llama “Sentido común”.
Todos los que trabajan la tierra saben que con frecuencia hay que hacer algunas cosas que tenemos que hacer, aunque no nos gusten. Bueno, tolerar significa aceptar lo que es necesario, aun cuando no nos guste, o no nos resulte del todo conveniente, o no coincida del todo con nuestro entendimiento de lo que es correcto, bueno o verdadero.
Todavía más, tolerancia a veces implica también aceptar algo que, eventualmente, nos exija participar en acciones que normalmente no aceptaríamos, pero que nos sentimos forzados a admitir para alcanzar fines que consideramos superiores. Por ejemplo, tolerar que haya una guerra en defensa de los Derechos Humanos.
Es así que la Tolerancia es una decisión, un compromiso que surge de nuestra percepción de una realidad que, en su inmensa complejidad, pareciera que sólo se nos muestra a medias.
Una realidad que sólo percibimos a través de esas múltiples conclusiones racionales que llamamos “verdades”, sobre las que estructuramos nuestra conciencia, nuestro pensamiento coherente y nuestra ética.
A mediados del Siglo XVII, el filósofo judío Baruch Spinoza comprendió que para el ser humano la libertad es la condición indispensable que hace posible el desarrollo de su intelecto, de su espíritu y de la capacidad de crear e integrar una sociedad sana y suficientemente vigorosa para que sea capaz de evolucionar perfeccionándose a sí misma.
Comprendió que el mundo que nos rodea, la naturaleza en sí misma, es decir, la materia y las leyes físicas y matemáticas que la gobiernan, contiene todas las respuestas y toda la sabiduría que consideramos divina.
El pensamiento humano intenta penetrar más allá de las apariencias, usando como instrumento aquello que hemos llamado la Verdad. O, mejor dicho, las Verdades, esas certezas acumuladas por el pensamiento de nuestros antecesores, que nos sirven para aprehender más y más sobre la realidad y sus leyes.
Baruch Spinoza comparó las verdades que la humanidad va acumulando, con “ganchos”, o “anzuelos”… instrumentos que lanzamos a través del velo de las apariencias, tratando de capturar con esas verdades instrumentalizadas nuevos fragmentos de la realidad universal.
Y, claro, esas verdades, siendo utensilios humanos, se desgastan, envejecen y casi todas terminan siendo desechadas o relegadas a rincones específicos.
Es así como, por ejemplo, la Geometría Euclidiana sigue siendo una verdad práctica decisiva, a pesar de que está relegada sólo a las posibilidades de la geometría plana… o los descubrimientos de Newton, cariñosamente puestos en el desván de la ciencia, aunque sus conceptos de gravitación, inercia y ondas de luz fueron la claves de toda la física moderna… o las propuestas de psicoanálisis formuladas por Freud, Stekel y Jung, que siguen siendo verdad a pesar de haber sido en parte reemplazadas por las propuestas de la neurociencia....
En fin son innumerables las magníficas verdades que, tras enriquecer nuestro conocimiento, luego cedieron el paso a verdades nuevas sobre la realidad que van descubriendo.
Es decir, Baruch Spinoza tuvo la lucidez y la osadía de mostrar que los humanos no disponemos de una Verdad Suprema, infalible y universal que deba ser impuesta autoritariamente a todos.
Bueno, era el año 1660. La Torah, la Biblia, los Evangelios, el Korán, libros elevados a la categoría de sagrados, afirmaban que su verdad era la única, absoluta y perfecta.
Y por ello, ese genial precursor del Humanismo moderno y todas las ciencias de la cultura, fue excomulgado y condenado por judíos y cristianos.
Hoy estamos en un mundo en que millares de datos, grandes volúmenes de información parecen preñados de elementos generadores de nuevas verdades.
Hay una diversidad torrencial de piezas de pensamiento, de opiniones a menudo vehementes y viscerales; una especie de granizo de verdades parciales que pueden - o no - conciliarse con las demás verdades que debieran articularse entre sí.
En este contexto ¿de qué manera sigue siendo posible forjar verdades nuevas capaces de penetrar la realidad más allá de las apariencias?
Como ya lo había dicho, siglos antes, Santo Tomás de Aquino, “La fe necesita interrogar a la inteligencia”. Es decir, la fe no puede aceptarse como una rebelión del absurdo contra el pensamiento coherente.
Los contenidos noticiosos de hoy aparecen con discursos amenazantes y a menudo injuriosos, hasta calumniosos. En un mundo unificado por la tecnología, las estrategias del juego político se cargan de voluntad de dominio y de agresión más que de convivencia y protección
La intolerancia es más peligrosa cuando se usa con fines políticos o territoriales, nacionalistas, racistas. Se usan argumentos falaces, se manipulan los hechos y las estadísticas, y se miente a la opinión pública. Es apremiante promover leyes que protejan el derecho a la información, que penalicen la mentira intencionada y que garanticen la libertad de prensa.
Estamos en un mundo en que la libertad del pensamiento humano, la osadía espiritual de nuestra especie, es más necesaria que nunca.
Y eso implica que, cada vez que aceptamos discutir, poner en juego las informaciones y los conceptos sobre los que basamos nuestra opinión, tenemos que estar sincera y honradamente dispuestos a recibir las informaciones y los conceptos que otros nos opongan.
Es decir, tenemos que estar dispuestos a dejarnos convencer si nuestro interlocutor nos entrega datos y razones suficientes. Hay que entender que cada propuesta racional es una ofrenda que nos enriquece y no un ataque.
En los últimos dos días han llegado nuevas informaciones científicas sobre la destrucción del medio ambiente y el cambio climático. Se ha denunciado, por ejemplo, un enorme operativo por parte de las industrias petroleras, apuntado a manipular las negociaciones que buscan resultados concretos en la Cumbre Climática de Madrid.
La agencia noticiosa France Press informó que las principales mega empresas del rubro de energía se han ubicado como auspiciadoras de todas las actividades periodísticas, culturales y de entretenimiento en las sedes de la Cumbre climática.
De hecho, indica que las gigantes españolas Endesa e Iberdrola, del rubro energía, han pagado dos millones de euros cada una, para manejar a su gusto la atención y la entrega de contenidos publicitarios que produzcan los más de 20 mil negociadores, científicos, periodistas, activistas y organizaciones no gubernamentales de todo el mundo que están participando allí.
Endesa es una de las empresas españolas con mayores emisiones de gas con efecto invernadero, superando los 60 millones de toneladas de anhídrido carbónico el año pasado.
Por su parte, Iberdrola emitió 24.6 millones de toneladas de anhídrido carbónico en el mismo período. Y por supuesto ninguna de ambas empresas admite tener intenciones de influir en las negociaciones ni en la forma en que se difundan las noticias.
Sin embargo, fue al margen del aparato controlado por esas empresas que se conoció una de las informaciones científicas más alarmantes producidas ayer, que confirma la pérdida de un alto porcentaje de oxígeno en los océanos debido al recalentamiento del agua.
De hecho, el informe entregado por un equipo de 67 científicos especializados, señala que se duplicó el año pasado el volumen de aguas oceánicas completamente desprovistas de oxígeno. Es decir, aguas muertas, agua en que ya no sobrevive la fauna marina.
El viernes la joven activista ecológica Greta Thunberg declaró con pesadumbre que los políticos que asisten a la Cumbre Ecológica de Madrid han escuchado el mensaje de los jóvenes y los niños…
Lo han escuchado, pero siguen sin hacer nada.
La autoproclamada Presidenta Provisoria de Bolivia, doña Jeanine Añez Chávez, declaró pomposamente que ahora, fíjese Ud. en Bolivia…
“¡Jesús entró al Palacio!”.
Y un periodista chileno comentó de inmediato: Esa mujer está desinformada. Jesús sólo una vez entró a un Palacio. Fue el Palacio del prefecto romano Poncio Pilato, donde lo torturaron y condenaron a muerte.
Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro. Pero el mejor escudo es tener el espíritu cargado de Tolerancia y voluntad libertaria.