Por Ruperto Concha / resumen.cl
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El martes próximo, el 21, se inicia el Foro Económico Mundial, en Davos, un muy aristocrático rincón turístico en los Alpes Suizos. Cualquiera podría encogerse de hombros, pensando que sólo se trata de una reunión más de súper ricachones, coludidos con políticos, tan codiciosos los unos como los otros.
Pero en Davos la cosa no es tan “así no más”. En realidad, el Foro es una Fundación privada, con sede en Ginebra, Suiza, en que participan, a través de sus máximos ejecutivos, las algo más de mil doscientas empresas más importantes del mundo entero, cada una con una facturación anual superior a los 10 mil millones de dólares.
Ellos pagan una cuota anual de más de 42 mil dólares, a lo que se suma una cuota adicional de 18 mil dólares, también anuales, para participar en las asambleas. Además, las empresas industriales, financieras y estratégicas, pagan entre 250 mil y 500 mil dólares anuales, en respaldo de participar en la conducción, selección de temas y toma de decisiones en el Foro. En realidad no pagan en dólares, pagan en francos suizos.
Son estos directivos de las más poderosas empresas mundiales, las que organizan y financian el Foro en que sólo pueden participar por invitación, personas especialmente elegidas entre hombres de ciencia, políticos y altos representantes de organizaciones internacionales incluyendo además a otros personajes escogidos entre académicos, hombres de ciencia, filósofos, religiosos de diversos credos y también líderes sindicales relevantes.
Se espera que en el Foro que se realizará entre el martes y el viernes próximo, van a participar alrededor de 2 mil invitados y unos 1.200 representantes de las mayores empresas del planeta.
El Foro Económico Mundial se declara absolutamente desligado de ideologías, partidismos políticos o intereses nacionales.
Después de esa descripción tan “virtuosa”, es lícito sospechar que el tema de sus discusiones y elaboraciones estratégicas podría ser discurrir maneras de aumentar las ganancias de las sociedades anónimas gigantes desde China y Moscú hasta Berlín y Nueva York, pasando por todos los rincones del codicioso mundo neoliberal…
Pero no es tan así. Por supuesto, quieren prosperidad y éxito, pero, más allá de ese propósito, el Foro Mundial se interesa agudamente por entender en qué rumbos se mueve la actividad humana, en qué plazos se producirán nuevas crisis, qué cambios tendrán los mercados, según cambien las necesidades y deseos de la gente...
Eso mucho más allá de las chambonas colusiones de empresarios papeleros, o farmacéuticos, para sacarles más plata a los consumidores. No, el Foro Económico Mundial es de veras una organización de estudios serios sobre el futuro que nos espera a todos. Los ricos y los pobres, que todos juntos definimos el destino económico mundial.
Es por eso que el Foro que comienza el martes ha definido como sus 5 temas básicos las amenazas generadas por la alteración del medio ambiente. Desde el cambio climático hasta la destrucción de la bio-diversidad, pasando por la necesidad creciente de energía disponible, y el costo ambiental de generar esa energía que en estos momentos depende en un 80% de la combustión de carbón o hidrocarburos, petróleo o gas, que con su polución inundan la atmósfera.
Es decir, este Foro de Davos puede ser más relevante que todas las Cumbres de París para buscar unas metas que se están manteniendo sólo a nivel de sueños hasta ahora.
La prensa internacional le sigue dando principal importancia a las singularidades de un tambaleante y enrabiado Donald Trump, y a la participación de la inesperada líder ambientalista adolescente Greta Thunberg que, fíjese Ud., ha sido especialmente invitada al foro.
Pero el tema fundamental sigue centrándose en la generación de energía. Y ello en circunstancias de que muchos de los mismos altos miembros de la Fundación del Foro son precisamente jefes máximos de empresas carboníferas, petroleras y gaseras.
Sin embargo, ya en su convocatoria, la Fundación Foro Económico Mundial afirmó abiertamente que ahora se trata de enfrenar los desafíos clave que amenazan a la humanidad, y que van desde estallidos sociales por inestabilidad económica y desigualdad ante los beneficios sociales, hasta la destrucción de la bio-diversidad y un ya catastrófico cambio climático.
La directora del área de Iniciativas Ambientalistas del Foro, Emily Farnworth, puntualizó: “Hasta hace poco, la gente consideraba que el cambio climático era un tema de conversación. Pero ahora se está viendo y experimentando lo que es la realidad concreta de lo que es el cambio climático”.
Y, de hecho, ya empresas gigantes de las finanzas mundiales, como la Goldman Sachs, están dando a conocer inversiones del orden de los 750 mil millones de dólares en empresas de desarrollo con protección al medio ambiente.
Y más impactante todavía, la organización Black Rock, que maneja capitales superiores a los 7 billones de dólares, o sea, 7 millones de millones de dólares, también está canalizando esos recursos hacia inversiones compatibles con la protección del medio ambiente. De hecho, el analista George Hay, de la agencia Reuters, señaló “la Black Rock, que invierte en empresas de todo el planeta, tiene ya muy claro que es necesario no seguir siendo parte del problema, sino parte de la solución del problema.”
En esa perspectiva, el Foro de Davos tendrá que hacer frente, por ejemplo, a las formidables empresas que están siendo acusadas de complicidad codiciosa en la destrucción del medio ambiente.
Por ejemplo, la Siemens, de Alemania, considerada la corporación diversificada más grande del mundo, con sedes en Berlín y Munich, que emplea a más de 400 mil trabajadores en 190 centros de operación en otros países, y opera en los rubros industrial, energético, farmacéutico, construcción y bienes raíces.
Ese conglomerado empresarial, que recauda anualmente ganancias por miles y miles de millones de euros, está siendo ahora furiosamente criticada por los propios alemanes por haber insistido en asociarse con inversionistas australianos en la instalación de una gigantesca mina de carbón que para la Siemens no representa más que un negocio de 40 millones de dólares... ¡y es por esa diminuta ganancia adicional que se hace cómplice de la destrucción del medio ambiente!
Más grave todavía resulta esa complicidad de la Siemens, cuando el propio gobierno de Alemania, en estos momentos, ha comprometido un presupuesto de 45 mil millones de euros para acabar con el uso del carbón en generación de energía, lo que implica el cierre de todas las minas de carbón que están activas en ese país.
Y, por supuesto, a ese gasto deberá agregarse el financiamiento de alternativas laborales para las decenas de miles de obreros que trabajan en esas minas.
También en Alemania, intensas protestas se produjeron esta semana en Berlín, contra la instalación de una mega fábrica de automóviles eléctricos de Tesla. Pese al apoyo de los políticos locales que ven la creación de muchos puestos de trabajo, la gente ha reaccionado acusando que la instalación de esa mega fábrica automotriz agotará, entre otras cosas, el agua disponible y generará una polución enorme del medio ambiente.
Igualmente, en Bélgica, una multitud furiosa irrumpió en la Gran Feria Automotriz de Bruselas, protestando por la venta de autos de lujo con exceso innecesario de potencia, que generan polución y despilfarro.
En tanto, la agencia noticiosa Reuters informa sobre el proyecto del precandidato presidencial republicano Michael Bloomberg, rival de Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre próximo.
Según Bloomberg, en un plazo de sólo 15 años todo el parque de automóviles de Estados Unidos, todo, será reemplazado por coches eléctricos, para lo cual se crearán programas financieros a fin de que la gente pueda cambiar sus vehículos en forma fácil y barata.
La propuesta de Bloomberg ha entusiasmado a muchos, pero también son muchos los que objetan que el reemplazo del combustible por electricidad implica también la necesidad de aumentar inmensamente la generación de energía eléctrica y, a la vez, por otro lado, pone a la gente y a las empresas en una peligrosa dependencia de la red de distribución de electricidad en todo el país.
Frente a eso, se está planteando que, más que el reemplazo del combustible por baterías eléctricas, la única energía segura y no contaminante es la que se produce por combustión del hidrógeno.
De hecho, toda combustión es una oxidación intensa, violenta, que libera energía y residuos oxidados. Cuando la combustión es oxidación de carbono, en forma de carbón, petróleo o gas, el residuo es dióxido o monóxido de carbono, que son gases polucionantes.
En cambio, la oxidación del hidrógeno, junto con generar más energía, como residuo produce simplemente agua, H2O, o sea óxido de hidrógeno.
El único problema para reemplazar con hidrógeno los combustibles es que todavía resulta elevado el costo de producir hidrógeno para su venta en estaciones de servicio.
El hidrógeno se obtiene mediante electrolisis y para eso es necesario emplear energía eléctrica. En estos momentos se han presentado nuevos procedimientos que supuestamente permitirán emplear la electricidad obtenida por hélices eólicas, energía a partir del viento, para lograr un abastecimiento de hidrógeno a gran escala.
Con eso, los nuevos motores a hidrógeno desplazarán en su totalidad a los vehículos eléctricos que también resultan polucionadores por el uso de baterías que tienen que ser desechadas cada cierto tiempo.
En todo caso, es indudable que en este Foro Económico Mundial, los personajes más relevantes de los principales campos de actividad de nuestra civilización están invitados a un trabajo conjunto para definir concretamente cuáles son los defectos, cuáles son los manejos erróneos y el mal uso de los recursos humanos, que han llevado a que hoy nos encontremos en lo que el diario conservador norteamericano Washington Post ha llamado “el momento o la era del desastre climático”.
Y para ello, esa multitud de selectos invitados, de la clase dirigente en toda la gama de las actividades humanas, tendrá que plantearse muchísimas preguntas.
También preguntas como ¿tenemos derecho a ser felices?... o ¿sólo tenemos derecho a tratarde ser felices?...
En estos momentos sigue habiendo una multitud de individuos con débil conocimiento pero con muchas ganas de tener la razón, que están negando las evidencias que plantean los científicos.
Ud. recordará, por ejemplo, las teorías conspirativas que negaban que el hombre hubiese llegado a la Luna. Afirmaban que el Apolo 11 jamás llegó a destino y que los astronautas Neil Armstrong y Edwin Aldrin sólo fueron unos payasos que jamás pisaron el suelo lunar.
También, hasta hace un par de años, hubo un fervoroso movimiento de personas que apegaban en serio a las afirmaciones de un tal Oliver Ibáñez de que la Tierra no es una esfera sino un plato plano.
Y hubo miles que se lo tomaron en serio, sin siquiera preguntarse por qué, si la Tierra fuera plana, puede ser que sea de día en Italia cuando en Chile es de noche. O por qué desde Chile no se ve la Estrella Polar y, en cambio, desde Estados Unidos no se ve la Cruz del Sur.
¡En fin! También ahora hay un número de personas, de poquita cultura y poquita curiosidad, que, encabezados por el atribulado presidente Donald Trump, creen que el calentamiento global es mentira.
Por cierto, esa clase de gente no nos aporta ni aportará nunca nada.
Hay que empecinarse en pensar y entender. Es valioso lo que quieren hacer en el Foro de Davos. Es bueno que los capos de la élite mundial hayan invitado respetuosamente a la peleadorcita Greta Thunberg, para escuchar lo que ella tiene que decir.
Hasta la próxima, gente amiga. Hay que cuidarse. Hay peligro. ¡Los tontos son impredecibles y por eso son extremadamente peligrosos!
*Imagen de EFE/EPA/VALENTIN FLAURAUD. Obtenida de www.efe.com