AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Razas y naciones

Por Ruperto Concha / resumen.cl Opción 1: archive.org Opción 2: Spotify https://open.spotify.com/episode/1Ekh8meAUMpQKDsQ732qQU Tal como habíamos previsto en crónicas anteriores, la acusación constitucional o “impeachment” contra el Presidente Donald Trump terminó con la absolución total del acusado. Y, como también señalábamos en los análisis anteriores, el descalabro de un segundo intento de los demócratas de desbancar a Trump, ha tenido por efecto reforzar la posición del presidente, a la vez que el propio Partido Demócrata quedó exhibiendo gravísimas disensiones internas que incluyen primero, el derrumbe de la candidatura de John Biden, ex vicepresidente de Barack Obama, y la confirmación de que los tres precandidatos más resistidos por el aparato oficialista del Partido, quedaron ocupando los primeros lugares mientras que  Biden quedó en un cuarto puesto al parecer irremediable. Junto con eso, resulta estruendoso que los dos primeros lugares, según las encuestas, los han conquistado, en virtual empate, el socialista Bernie Sanders y Pete Buttigieg quien, además de ser también izquierdista, se atrevió a declararse abiertamente y completamente gay. No es, entonces, aventurado considerar que Trump esté sintiéndose muy seguro de ganar su reelección en las elecciones del próximo 2 de noviembre. No porque gane él, sino porque los demócratas son incapaces de ganar.   Pero una vez más las noticias llegan sugiriendo más de lo que callan las obviedades que llenan sus titulares. Por ejemplo, la tácita aceptación de que, en estos momentos, la tecnología de China está aventajando claramente a la de Estados Unidos. De hecho, según la muy capitalista publicación Business Insider, de Estados Unidos, ya China logró articular un sistema comercial basado en el “blockchain”, o sea en los algoritmos que generan dinero digital perfectamente autorregulado, infalsificable, blindado contra la inflación y capaz de servir a las finanzas mundiales a gran velocidad y fuera de alcance de las sanciones políticas como las que está imponiendo Estados Unidos. Según Business Insider, el logro chino de manejar las finanzas y el comercio digital puede implicar una herida desastrosa al predominio del dólar y la influencia de Washington en la economía mundial. También la China aparece logrando inesperados avances en nuevos aviones y drones de combate, en tecnología digital de alta velocidad, como en sus teléfonos Huawei, y, sobre todo, en la nueva tecnología nuclear basada en sales  radiactivas, que no requiere agua para su refrigeración. Con ello, las nuevas plantas nucleares chinas eliminarían los accidentes por incendio radiactivo del uranio, como fueron los casos de Chernobyl en Ucrania y Fukushima en Japón, en plantas instaladas por la soviética Rusatom y la estadounidense General Electric, respectivamente. Según informes técnicos revelados por el periódico alemán Der Spiegel, estas nuevas plantas nucleares serían la única posibilidad de producir el volumen de energía mundial capaz de reemplazar las emisiones contaminantes. Es decir, los logros en ciencia aplicada que está alcanzando la China ya perfilan un derrumbe del dominio imperial que prometía el “Fin de la Historia” que pasaría a ser sólo una administración del futuro a través de gigantescas sociedades anónimas con sede en Washington. Eso implica necesariamente dirimir el enfrentamiento a través de una guerra. Pero, ¿qué guerra es posible si soñamos con ganarla sin aniquilar el planeta?...   La mayoría de los analistas de estrategia concuerdan en que esa guerra ya comenzó con fintas protagonizadas por países-peones, y otros países equivalentes a las demás piezas de un ajedrez ominoso y quizás fatal. Ya se están  cruzando en las redes sociales denuncias de que el coronavirus Wuhan sería un atentado con arma biológica contra China, y, por supuesto, otros que afirman lo contrario, que sería un arma biológica china contra el mundo occidental, que se les escapó de las manos. Al mismo tiempo, pareciera que la gran prensa no se interesa en los avances biológicos que están lográndose y la sorprendente lentitud con que el virus se está expandiendo. En cambio, el énfasis mayor se centra en la necesidad de aislar a China por completo, suspender todo contacto mercantil y, de pasada, generar una atmósfera de repugnancia y odio contra todo lo que sea chino. Incluso la gente… Oiga, y esa forma de conducir una guerra viene desde lo más profundo del pasado de la humanidad. En la práctica, viene desde el momento en que los grupos humanos comenzaron a odiarse entre sí, justificando su odio en supuestos valores morales o incluso religiosos.     De hecho, a todos los dioses de todos los textos considerados como “sagrados”, la sangre les parece apetitosa y no vacilan en masacrar a multitudes. Al bíblico dios Jehovah, llamado también Elí y Alá, le gustaba tanto la sangre que en el sagrario de su templo en Jerusalén, tuvieron que incorporar canaletas para escurrir ríos de sangre de innumerables víctimas sacrificadas allí. Bueno, y qué decir de esos dioses griegos y romanos, o los dioses guerreros de la India, o los dioses fratricidas de la antigua Persia, o los sanguinarios dioses escandinavos y germánicos…,  y eso sin olvidarnos, de paso, de los dioses caníbales de la América precolombina. Los científicos han investigado profundamente el origen del hombre, tanto en su evolución corporal como en su cultura y la generación de valores capaces de diferenciar el bien y el mal. Y han logrado avances extraordinarios que, sin embargo, muestran a nuestros más arcaicos antepasados como personas alegres, amistosas y curiosas, fíjese. Más aún, la paleontología y la arqueología, enriquecidas con las nuevas ciencias de investigación del ADN y la evolución biológica, han permitido eliminar la mayor parte de esos cuentos terroríficos sobre los cromañones comiéndose a los neanderthal. Más aún, hay indicios muy fuertes de que se produjo mixigenación ya entre las primeras razas del Homo sapiens. Incluso hay indicios de que los ojos azules podrían ser un aporte genético de los neanderthal, llevado hacia el futuro por mestizas y mestizos de las decenas de otras razas humanas detectadas en las últimas investigaciones. ¿Cuándo y por qué, entonces, comenzaron las guerras y las matanzas?   En estos momentos nuestra supuestamente civilizada humanidad parece por completo incapaz de conjugar los intereses de los pueblos en términos de un sano interés común. Y eso, en momentos en que todas las éticas y todas las teologías dicen respetar el amor al prójimo y la caridad. En China, unos 8 millones de personas racialmente mestizas de chino con turcomano, se sienten esclavizados por la mayoría de sus connacionales que tratan de convertirlos en chinos normales, comunes y corrientes. Según la prensa occidental, los chinos estarían haciéndoles un lavado de cerebro al darles una educación similar a la del resto de sus nacionales. En Myanmar, por otro lado, un millón de personas de raza Rohingya,  son víctimas de persecución, abusos y gravísimas violaciones, debido a que insisten en ser devotos de la religión musulmana, lo mismo que más de cien millones de habitantes de la India, que también están quedando fuera de la ley. En Turquía, Irak, Irán y Siria, hay un estimado de entre 35 y 40 millones de kurdos, unidos por su raza aunque están profundamente divididos por ser de religiones distintas y de posiciones políticas distintas, los cuales se debaten sangrientamente por su anhelo de tener un país propio basado en su raza. En Bolivia, hay unos 6 millones de habitantes racialmente indígenas del altiplano, a los que despectivamente llaman “los coyas”, y unos 8 millones de habitantes de los llanos orientales, que son los “cambas” y que presumen de ser mestizos de alemán con español e italiano y aborrecen y desprecian a los altiplánicos. En Brasil, más de la mitad de sus 215 millones de habitantes son negros o mulatos. Y en Estados Unidos, un 14% de la población, o sea más de 45 millones de estadounidenses, son racialmente “African-American”, o sea mulatos de africano con anglo-sajón, que tienen un grado de superioridad con los demás mulatos que son de negro con hispano. También en Estados Unidos se estima que hay una población de alrededor de 12 millones de judíos, un 4% de la población, aunque por sus rasgos corporales no aparecen diferenciados de la mayoría blanca del país. Y aquí, en Chile, hay alrededor de 2 millones de personas identificadas como “mapuche”, muchos de los cuales se niegan a sentirse chilenos y aspiran a tener un territorio soberano.   Todos sabemos lo que significa la palabra “todos”. Es una palabra latina, “Tota”, de la que se derivan las ideas de “totalidad”, aplicada a la gente. Esa palabra nos llegó en la antiquísima lengua de los emigrantes llamados “indoeuropeos”, de los que heredamos gran parte de las palabras de nuestro lenguaje. De hecho la palabra “todos” está presente en la palabra “Deutche” del alemán, y “Dutch”, del holandés, y “Tuata” del gaélico irlandés. Era la palabra con que el grupo humano se definía a sí misma como siendo la humanidad entera. Y luego, tras la invasión masiva de nuestra América por una multitud de gentes de todas las razas, nosotros, la gente americana, nos encontramos siendo más “todos” que los de los demás lugares. Aquí todos somos mestizos, nacemos y evolucionamos como americanos, en el crisol donde todas las viejas razas vierten sus singularidades. Y aquí es donde puede generarse la gran síntesis de la humanidad. Y todas las razas son las que de veras pueden crear una nación planetaria.   Hasta la próxima. Gente amiga. Hay peligro. Pero bien lo sabían esos hippies querendones, curiosos y aventureros, cuando decían… Hay que hacer el amor, no la guerra.
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