AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Reaprender a pensar

Por Ruperto Concha / resumen.cl Como preveíamos el domingo pasado, el fallido intento de asesinato de parlamentarios republicanos por parte de un activista demócrata, tuvo un efecto inmediato sobre la opinión pública de Estados Unidos. De hecho, el candidato demócrata para la elección extraordinaria de diputado en Georgia, Jon Ossof, reconoció tardíamente que ya no servía la idea de pedir que voten por uno sólo porque uno es enemigo de Donald Trump. En la elección del martes pasado, y a pesar de que las encuestas lo habían dado por ganador, inesperadamente los votos cambiaron de rumbo y le dieron la victoria a la republicana Karen Hendel, con un cómodo 6% de ventaja. El mismo día, en una elección extraordinaria en Carolina del Sur, también el candidato demócrata, fue derrotado por el republicano Ralph Norman. Antes, en Kansas, el 11 de abril, había vencido el republicano Ron Estes, y el 25 de mayo, en Montana, había ganado el también republicano Grez Gianforte. Es decir, los candidatos demócratas perdieron en sus cuatro tentativas de ganar alguno escaño en la Cámara de Representantes. Y eso, cuando se han cumplido ya seis meses de la más enconada y enfurecida campaña de los grandes medios de difusión en contra del presidente Donald Trump y del Partido Republicano. En estos momentos, a juicio de los propios analistas de ese partido, lo que se ha logrado es provocar un rechazo enorme contra el gobierno de Trump... pero, a la vez, también un rechazo similar en contra del Partido Demócrata. Según el diputado demócrata Tim Ryan, el nombre, la marca, del Partido Demócrata, de alguna manera se volvió tóxica. El Partido se desconectó de la gente y por eso va de una derrota a otra, bajo la conducción de la diputado Nancy Pelosi, líder de la oposición. En el seno del Partido Demócrata está planteándose una rebelión contra el aparato directivo del Partido y contra el liderato de Nancy Pelosi en el Parlamento. El mismo diputado Ryan señala que la aprobación al gobierno de Trump se ha derrumbado, pero a pesar de eso, los Demócratas no pueden hacerse ilusiones de ganar las próximas parlamentarias, el año próximo. Entrevistado por el New York Times, el diputado Ryan señaló: “Trump ya ha caído a sólo un 22% de aprobación, pero nuestra líder Nancy Pelosi está aún peor, con apenas un 20%. O sea, nuestro partido aparece peor que el gobierno de Trump. Otro diputado demócrata, Sean Maloney, de Nueva York, dijo: “hay que parar las campañas de mugre y caca. Hay que ganar elecciones, eso es lo que hay que hacer…” Por su parte la diputado Kathleen Rice, también de Nueva York, dijo que el liderazgo de Nancy Pelosi fue bueno en el pasado. Pero dijo: “Ahora nos están derrotando. Esa es la verdad y ella tiene que irse”. Los líderes demócratas rebeldes coinciden en que ya basta con las acusaciones personales y la búsqueda de escándalos. Según ellos, todo ese asunto del supuesto espionaje de Rusia no ha sido más que “bosta de toro”, o “bullshit”, como llaman ellos. Y que ahora hay que hacer oposición centrando el foco en el bienestar de la gente, en la economía. Y, hablando de economía… la derrota en la elección de Georgia cobró sentido especial cuando se supo que esa campaña por un escaño, campañita en un estado pequeño, había batido el récord por la danza de millones de dólares que utilizó el derrotado candidato demócrata, que gastó tres veces más que su vencedora adversaria republicana. En un vasto artículo publicado esta semana por el diario digital Intercept, se denunció que hay numerosos congresistas demócratas que en estos momentos están negociando secretamente dar su apoyo a iniciativas del gobierno de Trump, a través de organizaciones de lobby, especialmente en la industria bélica y las obras de infraestructura, incluyendo los programas de privatización de las cárceles. Por cierto, ese cambio tectónico, posiblemente un súper terremoto en la política estadounidense, está todavía en una etapa semi subterránea, aunque no clandestina. Pero será un cambio imprevisible que ya se hará sentir muy fuerte en la parlamentaria de noviembre del próximo año. Lo que sucede en estos momentos es que en Estados Unidos la oposición al gobierno está derrumbándose en un proceso de implosión por sus propias contradicciones. De hecho, el discurso programático de Trump, llegó incluso a ser compartido por el mismo Bernie Sanders en algunos temas como parar los tratados de Atlántico, con Europa, y del Pacífico, y restablecer relaciones normales con Rusia. En cambio, el discurso de la demócrata Hillary Clinton era por completo beligerante, manteniendo la estrategia militarista y anti-rusa iniciada por George W. Bush y continuada por Barack Obama. Sin embargo, tras asumir el poder, Donald Trump desechó sus promesas electorales y está ahora desarrollando una estrategia internacional que parece precipitarse hacia una crisis generalizada, que desde ya está bordeando una guerra mundial, y en la cual sus alianzas con Europa y con importantes naciones asiáticas están, en estos momentos, dando muestras de resquebrajarse. Para la opinión pública estadounidense, lo que haga o no haga Trump constituye una especie de “fatalidad” ante la cual la gente común está impotente. Sólo un renacimiento político de fuerzas opositoras podría quizás volver a movilizar a esa nación. Mas, por ahora, al menos confían como borreguitos en que Trump podrá mantener a raya las amenazas terroríficas de los terroristas en el país. Según la última encuesta Gallup, nada menos que un 70% de la gente dice confiar en que el gobierno de Trump los protegerá del terrorismo. Otra oposición que claramente se está derrumbando es la de Venezuela. Hay que admitir que la aguda crisis institucional en Venezuela en realidad fue una puesta en escena con una teatralidad que muy poco tenía que ver con los hechos reales. El coro de las transnacionales de los medios de comunicación occidentales, incluidas las principales agencias de noticias, produjo una narrativa de miseria, hambruna, falta de medicinas y ruina económica generalizada. Pero eso no estaba ocurriendo en realidad. Las dificultades económicas del gobierno, claro, correspondían a la caída desastrosa del precio del petróleo, pero el abastecimiento a bajos precios se estabilizó hace ya más de un mes para la población. Se inició la importación de trigo desde Rusia, con un volumen de 60 mil toneladas mensuales, y la comercialización de productos agropecuarios nacionales generados a partir de la reforma agraria. El viernes, la oposición convocó a lo que debía ser una movilización de protesta que pudiera al menos producir una sensación de empate, luego del fracaso de la arremetida de Estados Unidos en la OEA, que había intentado forzar al gobierno bolivariano de Venezuela a aceptar intervención internacional para negociar una paz con la oposición. Sin poder lograr mayoría necesaria, el gobierno de Estados Unidos se vio forzado ahora a pedir abiertamente a sus aliados que inicien acciones contra el gobierno de Venezuela al margen del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, y al margen de la propia OEA. En ese contexto, la movilización opositora del viernes pretendía exhibir su máxima expresión de poder ciudadano. Sin embargo, la participación fue mínima e incluso los bloqueos de calles fueron escasos, parciales y de muy corta duración. En tanto, han llegado a 52 mil las inscripciones de candidatos a integrar la Asamblea Constituyente que serán elegidos el 30 de julio por votación directa. Pese al llamado de la cúpula opositora de boicotear la Asamblea Constituyente, se ha registrado una participación considerable de candidatos llegados desde sectores de la oposición, incluyendo dos importantes federaciones de estudiantes. Lo previsible es que las protestas seguirán languideciendo en Venezuela. Y, como nota pintoresca, el viernes la agencia noticiosa Reuters informó que el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, al que equivocadamente califica como “Presidente” de la Organización, había tenido la decisión sublime de ofrecer su renuncia al cargo, a cambio de lo que él llamó “La Libertad” de Venezuela. Su teatral oferta provocó muy poca emoción, pues ya se le considera un “cadáver político”, luego de haber sido censurado por su propio partido, el Frente Amplio del Uruguay, por su injustificable actuación en contra de Venezuela. Pero es en el Cercano Oriente, llamado también el Oriente Medio, donde el laberinto de estrategias, alianzas y rupturas resulta más intrigante y más amenazante. De hecho, las dos visitas del clan Trump al Medio Oriente fueron de inmediato vistas como preludio de hechos graves y sangrientos. Primero fue la visita de Donald Trump y sus íntimos regaloneos con el autócrata absolutista de Arabia Saudita, y luego con el halcón israelí Benjamín Netanyahu. Después de eso, fue la visita del yerno de Trump, Jared Kushner, centrada principalmente en Israel. Este Jared Kushner es judío, y se menciona que la hija de Donald Trump, Ivanka, habría abrazado la religión judía. De hecho, la han mencionado como “La judía más poderosa del mundo”. Los más importantes medios independientes internacionales, encabezados por Asia Times, de la India, advirtieron que esas visitas y las discretas conversaciones que sólo conocieron sus protagonistas, hacían presagiar acontecimientos graves. De hecho, se produjo el salvaje atentado terrorista en Teherán, la capital iraní, donde sólo la formidable capacidad de respuesta de las fuerzas de seguridad impidieron que hubiera una verdadera masacre. En seguida se produjeron los dos ataques de aviones estadounidenses contra el ejército sirio, es decir, dos acciones de guerra de Estados Unidos contra un país soberano. Pese a ello, las fuerzas leales de Siria lograron asentarse en la frontera misma con Irak, cerrando con ello el flujo de mercenarios y armas proporcionados por Arabia Saudita y Estados Unidos para mantener la lucha armada en territorio sirio, a la vez que evitando que los terroristas del Estado Islámico puedan ser derrotados por el gobierno sirio y sus aliados. Irán, por su parte, bombardeó con misiles de alcance medio posiciones del Estado Islámico, demostrando la potencia de fuego y la precisión de sus misiles, como una advertencia a Estados Unidos, a Israel y a Arabia Saudita. Por su parte, la visita del yerno de Trump a Israel liquidó por completo cualquiera posibilidad de acuerdo entre Israel y Palestina. De hecho, Israel anunció que no aceptará el retorno de palestinos que hayan salido de su territorio y anunció que cuenta ya con elementos militares abrumadores y enormes para liquidar completamente a El Líbano en caso de una nueva guerra que al parecer consideran inevitable. En tanto, la monarquía de Arabia Saudita se encontró súbitamente con que uno de sus reyezuelos sometidos a vasallaje, el emir de Qatar, había asumido una posición ecuánime o conciliatoria con Irán, llegando incluso a señalar que Irán es una potencia que aporta moderación y equilibrio en todo el Medio Oriente. El llamamiento de Arabia Saudita a sus vasallos fue imperioso para reducir a Qatar de vuelta al vasallaje en forma absoluta y humillante. Pero aquella arremetida, en términos reales, ha dejado al descubierto las debilidades no sólo de la alianza Saudita-Israelí-Estadounidense, sino las del régimen mismo de las ya muy desprestigiadas monarquías petroleras. Además del rechazo de las monarquías de Jordania y Marruecos y de los emiratos de Oman y Kuwait, también las repúblicas de Irak, Turquía, Túnez, y Argelia se negaron a participar, así como dos de los tres gobiernos que contienden por el poder en Libia. Más aún, Pakistán no sólo rechazó el llamamiento de Arabia Saudita. Además, retiró sus tropas que participaban en la coalición contra Al Qaeda en Yemen. De hecho, Pakistán señaló claramente que considera inaceptable la política Saudita que intenta arrastrar al Oriente Medio a una guerra insensata por su obsesivo odio contra Irán. Como fuere, Qatar mantiene su exportación de gas natural licuado que le reporta ingresos de 2.700 millones de dólares mensuales, y dispone de un fondo de reservas de 335 mil millones de dólares. Si la agresión saudita se mantiene, ciertamente Qatar se verá en la necesidad de integrarse en términos más profundos, con los países que lo están apoyando. Principalmente Turquía, que ya envió tropas a su base militar en Qatar, en señal de que defenderá al emirato incluso en situación de guerra. Pero también Irán, que está enviando diariamente 1.200 toneladas de productos agropecuarios para abastecer las necesidades de la población, además de Pakistán y del claro apoyo expresado por Rusia y la China. Pero en el seno mismo de la enorme familia real de Arabia Saudita, también se advierten conflictos latentes, luego de que el rey Salman eliminó a su sobrino Mohammed bin Nayef, de 51 años, como heredero del trono y lo reemplazó por su hijo Mohammed bin Salman, de 31 años. Este príncipe es conocido por su personalidad muy dominante y su deseo de transformar a Arabia Saudita en una potencia militar de primer orden. De hecho, este príncipe bin Salman fue el principal impulsor de la guerra contra los rebeldes en Yemen y se ha mostrado implacable en su voluntad de aplastar cualquiera disidencia contra la monarquía saudita. El desplazado heredero bin Nayef acató humildemente la decisión del rey. Pero se sabe que en su entorno hay un importante grupo de poder que posiblemente esté esperando un momento favorable para actuar. A juicio de los analistas de las noticias más obvias, esta coyuntura en el Oriente Medio ya es una jugada muy abierta y muy audaz de la alianza de Arabia Saudita, Israel y Estados Unidos. De hecho, en actitud extremadamente desafiante, Israel volvió a lanzar un ataque contra territorio sirio, destruyendo tanques y matando soldados del ejército leal, justificado como represalia por la caída de proyectiles erráticos en el Golán, proyectiles que no habían causado daños ni habían lesionado a nadie. Ese ataque de Israel se suma a los de la aviación estadounidense contra el gobierno de Siria, desafiando incluso la advertencia de Rusia de que cualquier avión que vuele sobre Siria sin autorización, será considerado blanco de acción militar. Los altos mandos militares de Estados Unidos tomaron muy en serio la advertencia rusa, aunque algunos ex militares, que ahora son ejecutivos de las megaempresas de armas, insisten en que no hay que hacer caso de esas advertencias que no son más que fanfarronadas de los rusos que no se van a atrever a hacer nada.     Sin embargo, según la Red Voltaire, Vladimir Putin está jugando un juego grande de ajedrez planetaria, que se proyecta mucho hacia el futuro. En diálogo directo con el presidente de Siria, Basher Assad, el presidente Putin le habría dicho: Espere todavía, amigo mío. No responda… TODAVIA NO RESPONDA. Rusia, como China y las potencias europeas, saben que hay que aprovechar hasta la última instancia de salvar la paz. Eso es lo que significa el TODAVIA NO. Porque si se agota aquella última instancia, habrá llegado la guerra, el fin de nuestro pequeño mundo. Es difícil entender la paciencia de Rusia y de la China. Nada es tan obvio en estos momentos. Para entender de veras lo que está ocurriendo, quizás tendremos que aprender de nuevo el arte de pensar. ¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Hay peligro, hay mucho peligro.
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