[AUDIO] Crónica de Ruperto Concha: Salvar el Planeta

Por Ruperto Concha / resumen.cl

En términos de la economía mundial, trabajosamente, China logró sostener su crecimiento económico en el 7%, y la prensa especializada mundial estalló en aplausos. Estados Unidos está haciendo pujos para llegar al 2%, y Europa difícilmente se mantendrá arriba del 1%.

Ahora, en términos de la estrategia mundial, China advirtió que una violación de sus fronteras marítimas como la anunciada por el comando naval de Estados Unidos, será considerada como acto de guerra. Y en la desgarrada República Siria, patéticas fotografías revelan el pánico de centenares de militantes del Estado Islámico, en Aleppo, Siria, que se han rapado las barbas y huyen abandonando su armamento ante la arremetida del ejército leal apoyado por sus aliados y por la aviación rusa.

O sea, al menos por ahora, los asuntos más urgentes han quedado en compás de espera. Una pausa en lo que es urgente, nos permite ahora enfocarnos en lo que es más que urgente. Lo que es verdaderamente importante. Lo que conteste a la pregunta…

¿Se puede hacer algo todavía para salvar a este planeta en que vivimos, el único habitable para la vida, en medio de un mortífero desierto que se extiende por miles de años luz?

Día a día, los equipos científicos de prácticamente todas las universidades e instituciones de investigación ecológica, vienen entregando reportes desalentadores. Y sin embargo, como señala la célebre periodista investigadora Naomi Klein, pareciera que la gente prefiere desentenderse, y seguir embriagándose de consumo adictivo.

Y sin embargo, a pesar de esa aparente indiferencia masiva, el análisis científico señala que sí, que todavía se puede evitar la catástrofe ambiental. Pero para ello es preciso tener coraje suficiente para entender el problema y asumir la única solución posible.

El periódico Christian Science Monitor, uno de los más importantes de Estados Unidos, en su edición de ayer sábado 17 de octubre, revelaba cómo algunos de los procesos de cambio climático que inicialmente fueron generados por polución humana, ahora se han vuelto autónomos y producen por su cuenta gases de efecto invernadero en cantidades aún mayores. Por ejemplo, en el fondo marino se están multiplicando las chimeneas que vacían enormes burbujas de metano, un gas que poluciona 23 veces más que el anhídrido carbónico.

Y ello se debe que el aumento de la temperatura del mar hace ahora que a cierta profundidad la presión descomponga los hidratos de metano, liberando el metano puro que sale a la superficie.

Igualmente, investigadores de la Universidad de Columbia acaban de reportar que en la Antártica, además del desprendimiento de grandes masas de hielo, están desapareciendo también grandes extensiones que antes estaban cubiertas de nieve. Los científicos descubrieron que en las temperaturas extremadamente bajas de la Antártica se producen vientos de gran fuerza y velocidad, llamados Vientos Catabáticos, que impactan la nieve de tal forma que la evaporan sin que antes se derrita. O sea, la nieve impactada no es empujada por el viento de un lugar a otro, sino que desaparece convertida en vapor.

Por cierto, la desaparición de la nieve deja al descubierto el fondo oscuro, de roca, que sí absorbe calor solar y acelera el deshielo del continente antártico, que se vacía en el océano acentuando la elevación del nivel del mar.

La publicación Tom Dispatch, especializada en medio ambiente y asociada al diario británico Independent, publicó el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, en que participan los principales centros científicos de Europa y Estados Unidos. Según el periodista Michael Klare, redactor del informe, los hechos que ahora se están dando a conocer muestran que el deterioro ambiental del planeta está alcanzando una velocidad y una complejidad que supera muy lejos lo que antes se había estimado.

Sólo limitándose al deterioro ambiental de los océanos, este informe muestra cómo fenómenos que antes se suponían inimaginables, ahora no sólo son posibles. Además se teme que puedan producirse en cualquier momento. Entre esos fenómenos se cuentan las llamadas “singularidades” del calentamiento planetario, que pueden producir efectos como los de la película “El Día Después de Mañana”, que muestran una interrupción de la corriente cálida del Golfo unida a la irrupción de huracanes glaciales que congelan todo Canadá y hasta el centro-sur de Estados Unidos. Cuando esa película se estrenó en 2004, los científicos calificaron la situación que se describía como una imaginación fantasiosa, y que una coincidencia así de factores resultaría prácticamente imposible.

Y sin embargo ahora, 11 años después, una catástrofe climática así, ya no se considera fantasiosa. De hecho, los investigadores están acumulando datos y antecedentes concretos que indican que una catástrofe de esa naturaleza es de veras una posibilidad a la que hay que prepararse.

Ya la semana pasada, la prensa del mundo desarrollado destacó que en el océano Atlántico Norte, entre las latitudes 60 y 55 norte y las longitudes 20 a 40 oeste, se ha formado una zona de aguas extremadamente frías, que sin embargo aparecen rodeadas por aguas muchísimo más tibias.

Investigando ese raro fenómeno, los científicos detectaron que esa zona de aguas heladas se formó recién ahora por efecto de la disminución de la corriente cálida del Golfo, que forma una especie de río de aguas marinas muy tibias, que calefacciona todo el oeste de Europa y luego gira hacia América donde entrega su última tibieza para luego sumergirse y fluir de regreso al sur.

Pero ahora, por efecto del cambio climático, una gran masa de agua dulce y muy fría, procedente del derretimiento del Ártico, intercepta el flujo tibio, lo hace perder fuerza y velocidad, y de hecho se ha expresado también en grandes nevazones y tormentas glaciales en América del Norte.

Es decir, se están dando de hecho algunos de los factores catastróficos mencionados en aquella película. Y paradojalmente, se trata de fenómenos glaciales provocados precisamente por el recalentamiento. Esas son las llamadas “singularidades”, al igual que los fenómenos contrastantes de sequías en una zona y simultáneamente lluvias torrenciales en otra.

El informe intergubernamental es extenso y expone la progresiva disminución de la vida en las aguas oceánicas, así como la alteración de las tundras de Rusia y Escandinavia, y la abrumadora advertencia de que incluso la selva tropical de Amazonas está siendo destruida cada vez más rápido.

Según el informe, si la temperatura planetaria llega a subir dos grados Celsius, casi la mitad de la selva amazónica desaparecerá durante este siglo. Si la temperatura sube 3 grados, la destrucción será del 75%. Y con un aumento de 4 grados, quedará destruido el 80% de la más inmensa selva de nuestro planeta.

Se señala también cómo la polución de los mares ha alcanzado un nivel crítico, en que la acumulación de basuras y plástico va tan rápida que se estima que en los próximos 10 años, fíjese Ud., por cada 3 toneladas de peces, los océanos contendrán una tonelada de residuos de plástico.

El movimiento perpetuo del oleaje oceánico, capaz de convertir las rocas en arena, también va moliendo las basuras plásticas hasta convertirlas en granitos muy finos que se confunden en el plankton y contaminan toda la inmensa cadena alimenticia oceánica. Más aún, esos granitos de plástico tienden a adherir sobre sí otros contaminantes químicos disueltos en el agua, como mercurio y arsénico, entre otros. Con ello, cada granito se convierte en una verdadera píldora venenosa que afecta incluso a las grandes ballenas.

Y por supuesto, cada vez más, se ha detectado la presencia de esos gránulos en la mayor parte de los pescados que se venden para consumo humano en todo el mundo.

Ya los gobiernos de todas las potencias económicas del planeta han conocido esos informes y muchos otros más, y se están preparando para la decisiva Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en París, del 30 de noviembre próximo al 11 de diciembre.

Todas las grandes naciones industrializadas, incluyendo al recalcitrante Estados Unidos, a la China, Japón y la India, han comprometido metas para el control de sus propias emisiones contaminantes, así como aportes financieros para que los países pobres puedan crear infraestructura moderna no sólo para reducir sus emisiones polucionantes industriales. Mucho más importante que eso, para crear basurales y procesamiento de desechos que actualmente están vaciando simplemente al mar.

Recordemos que aquí en Chile, como gran cosa, se han instalado tuberías para vaciar contaminantes químicos venenosos directamente en el océano pero a cierta distancia de la costa. En fin…

Sin embargo, a medida que se acerca la Cumbre de París, está quedando en claro que los aportes de los países desarrollados no alcanzan más que a financiar una mínima parte de los recursos necesarios para la participación real de las naciones pobres. Si no se logra reunir un fondo financiero suficiente, una vez más la Cumbre sería un fracaso. De hecho, se estima que en estos momentos cada uno de los habitantes del mundo en vías de desarrollo, emite diariamente alrededor de 20 kilos de desechos, incluyendo las aguas servidas o negras.

En el mundo desarrollado, las emisiones de desechos contaminantes aumenta a más de 35 kilos por persona. De hecho, cada vez que se vacia el estanque del escusado, se emiten más de 10 kilos de aguas servidas que tendrán que ser procesadas, sanitizadas y recicladas.

Resulta así fácil comprender lo enorme que ha de ser la modernización de infraestructura para procesar ecológicamente aquella montaña de excretas y desechos que emite la población humana.

¿Cuánto suma un promedio de 25 kilos diarios de desechos polucionantes de 7.300 millones de personas?

¿Y a dónde van a parar esos 18 millones y medio de nauseabundas toneladas que son emitidas cada día?

Resulta ya muy claro que ni Estados Unidos ni China, ni la Unión Europea ni el conjunto de las llamadas “naciones desarrolladas” o “naciones ricas”, están realmente en condiciones de asumir el costo de revertir el cambio climático.

En realidad, todos saben que sólo será posible desarrollar medidas paliativas que sólo sirvan para frenar los fenómenos desastrosos, a fin de ganar tiempo. Y la tragedia de los inmigrantes africanos y del Medio Oriente está dejando en claro que ya una parte creciente de la población del planeta ha comenzado a ponerse en marcha como una marea invasora.

Sin tomar en cuenta los factores de derechos humanos, ética y solidaridad esencial, ya está claro que existe una movilización de millones y millones de personas que intentan penetrar en el mundo de los ricos, y participar también ellos de la gran fiesta del consumo y el jolgorio.

Dentro del mundo desarrollado, ya en China la clase media es más numerosa y más rica que la clase media de Estados Unidos. Y en los países subdesarrollados, como en el caso de Chile, hay una clase media que se empina hasta un 20% de la población, y también se lanza con ansiedad en busca de aumentar su capacidad de compra, su capacidad de consumo.

La población mundial de este momento se estima entre 7.300 y 7.600 millones de habitantes. Según proyecciones de las Naciones Unidas, hacia fines del siglo la población llegaría a 11.200 millones. En sólo 15 años más, la población habrá superado los 8.500 millones de personas.

Y ese aumento de la población se centrará en las regiones más pobres, más retrasadas cultural y tecnológicamente y más desprovistas de infraestructura para concretar el desarrollo humano, la aptitud para ocupar un lugar en la sociedad y desempeñar un trabajo satisfactoriamente remunerado.

En el resto del mundo, incluyendo la mayor parte de América Latina, la natalidad ha disminuido en forma natural, por decisión libre de las familias, a través de la planificación familiar.

En el mundo desarrollado, la natalidad media está ligeramente por debajo de 2,1 hijos por mujer, que se considera un índice de estabilización, en que la población ni aumenta ni disminuye. Japón, China, la Unión Europea, Rusia y Canadá, tienen una natalidad por debajo de los 2 hijos por mujer, y eso se traduce en una progresiva disminución de la población.

Ello implica que los hijos reciben recursos muchísimo más ricos y eficaces para su desarrollo y realización personal y su capacitación para el desempeño que tendrán como adultos. Igualmente, son generaciones nuevas preparadas para una economía en la que cada vez se necesitará menos gente para producir todo lo que la gente necesita.

Según los científicos de la tendencia ecocientífica, hay que atenerse al equilibrio óptimo de la ecología humana, su capacidad de absorber sin daño los residuos humanos y a la vez permitir un alto nivel de industrialización de alta tecnología, suficiente para un elevado nivel de vida y desarrollo social. Según ellos este equilibrio se produce, con la tecnología actual, con una población humana de alrededor de 2 mil millones de habitantes, menos de un tercio de los habitantes que hay en este momento.

Si a nivel planetario las familias libremente limitaran su natalidad al promedio europeo, a finales de este siglo, en vez de 11.200 millones, la población podría haber disminuido a 6 mil millones. Y con ello, las emisiones de desechos polucionantes habrían disminuido a los niveles que había el año 2.000. Por supuesto, el proceso de disminución de la población, en forma racional y voluntaria, plantea una gama muy grande de problemas específicos, pero a la vez abre camino a soluciones inteligentes a partir del aumento de la productividad económica, en términos de satisfacer necesidades reales de la gente.

Es obvio que cada joven alemán, italiano, español o francés, tiene más y mejores recursos para encarar los problemas nuevos que vayan surgiendo. Y también es obvio que la abrumadora mayoría de los inmigrantes que buscan refugio en Europa son semi analfabetos, desprovistos de capacitación y sin posibilidades de incorporarse a las exigencias laborales europeas.

En términos llanos y netos, todas las medidas políticas que se tomen en la Cumbre de París y en los acuerdos que sigan, sólo serán medidas paliativas, que únicamente aspiran a frenar el cambio climático, sin llegar a detenerlo, y por cierto sin tener cómo corregir y restaurar el daño atroz que ya se ha hecho a nuestro hábitat planetario.

El único camino claramente definido pasa por reducir urgentemente la población planetaria, enriquecer culturalmente a los núcleos familiares y nacionales, y entender que la Tierra es nuestra casa, y que en nuestra casa sólo cabe un número natural de habitantes.

La responsabilidad de cada uno tiene que enfocarse a explicar y difundir la lógica de la planificación familiar libre y voluntaria, atendiendo a las aspiraciones espirituales y materiales de cada familia.

Un comentario en twitter, firmado por un señor Javier Reinoso, de España, menciona un hecho sobrecogedor. Señala él que hace ya 50 años que desde la Tierra se están mandando al espacio señales de radio conteniendo esquemas matemáticos que sin ninguna duda serían reconocidos por cualquiera civilización extraterrestre.

En 50 años, jamás hemos recibido ni una sola respuesta. Y de ese silencio, dice don Javier Reinoso, puede deducirse que no hay nadie por allí. ¿Por qué?... ¿Por qué los humanos somos los únicos seres inteligentes del universo?...

¿O será que los animales con inteligencia tecnológica como la humana, llegan todos fatalmente al momento en que parecen enloquecer y se destruyen a sí mismos y la vida de su propio planeta?

¡Hasta la vista, amigos! Cuídense, es necesario, hay peligro, pero hay que encararlo.

Imagen: Un trabajador se encuentra limpiando un lago lleno de pescados muertos en Wuhan, provincia central china de Hubei.

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