AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Trump, Premio Nobel de la Paz

Por Ruperto Concha / resumen.cl Se supone que las noticias se refieren a Hechos. A acontecimientos reales que tienen efectos reales. Pero, fíjese Ud., en las últimas dos semanas las más importantes noticias internacionales no se refieren a hechos, sino a opiniones y “actitudes”. Actitudes que van desde amenazas y fanfarronadas, hasta convocatorias para tomar decisiones. O sea, son noticias que importan porque prometen más noticias de hechos reales. La pintoresca visita a Washington del presidente de Francia, Emmanuel Macron, finalmente no tuvo más efecto que producir unos chistes pícaros sobre que Macron dejó que su colega Donald Trump lo llevara tomadito de la mano, en lo que parecía ser el inicio de una especie de romance estratégico. Pero sólo fue un chiste. Finalmente Macron volvió a Europa con las manos vacías, reconociendo que, al fin Trump iba a hacer lo que se le antojara. Además de eso, amargamente, destacó ante la prensa que, si Trump insiste en desconocer el Tratado con Irán, será un paso más del mundo hacia una guerra que no quiere nadie… ¡Ni siquiera el mismo Trump! En seguida le tocó el turno a la alemana Angela Merkel. Según comentó el diario británico The Guardian, Trump y la Merkel trataron infructuosamente de disimular su desentendimiento sobre los dos temas fundamentales: la OTAN e Irán. Trump declaró que Europa no ha sabido responder a la generosidad de Estados Unidos. “Ustedes tienen que ser generosos recíprocamente”, dijo. Y destacó que en el comercio de Estados Unidos con Europa, los europeos dejan a Estados Unidos con un déficit comercial de 151 mil millones de dólares anuales. Eso, en buen romance que todos entienden, implica que Europa cada año le está ordeñando a Estados Unidos 151 mil millones de dólares para engordar sus billeteras. Y, claro, a Trump eso no le parece nada de bien. Y en lo referente a la OTAN, Trump también reprendió a la primera ministro alemana señalando que los europeos no están cumpliendo su obligación de que cada país miembro aporte el 2% de su producto interno bruto para financiar los costos militares de la OTAN. Con un hilito de voz, Angela Merkel aseguró que el próximo año Alemania va a aumentar su aporte a la OTAN a un 1,5% del PIB. Pero Trump le contestó: La OTAN es algo fantástico, pero le sirve a Europa más que a Estados Unidos. ¿Por qué, entonces tenemos nosotros que cargar con la mayor parte de los costos?... Bueno, también Angela Merkel tuvo que volvese con las manos vacías y un poco de angustia en el corazón. En realidad, en estos momentos toda la Unión Europea está intentado que Estados Unidos no desconozca el tratado nuclear con Irán que fue aprobado por unanimidad de los cinco estados miembros permanente del Consejo de Seguridad, o sea, también por Estados Unidos, más Alemania y la propia República de Irán. En un esfuerzo más bien patético, Francia comenzó a promover que hubiera algunas mejoras en el texto del Tratado, cosa que, por supuesto, es rechazada de plano tanto por Irán como por Rusia y China además de la mayoría de los estados europeos. Incluso la misma Gran Bretaña, que se definía como aliado incondicional de Washington, ahora declaró que el Tratado con Irán debe ser respetado y que no existe prueba alguna de que Irán no esté cumpliendo sus compromisos pactados. Por su parte Israel, furioso enemigo de Irán, había anunciado que presentaría pruebas indiscutibles de que Irán, en forma oculta, ha continuado sus avances nucleares con fines bélicos. Pero las supuestas pruebas presentadas por Israel fueron descalificadas por la Unión Europea que señaló que sólo consistían en viejos reportes ultra conocidos y mal fundamentados. Además, la Jefe de la diplomacia europea, Federica Mogherini, advirtió secamente a Israel que si tiene pruebas válidas debe presentarlas ante la propia Agencia Internacional de Energía Atómica, que avaló el cumplimiento del tratado por parte de Irán. También el ministro de exteriores británico, Boris Johnson, declaró que la decisión de aprobar el Tratado con Irán y la verificación del cumplimiento de sus términos fue muy rigurosa y detallada. Hablando del canciller británico Boris Johnson, la elección municipal del pasado miércoles 3, fue, como se preveía, una nueva derrota para el gobierno conservador que encabeza Theresa May. El resultado electoral mostró un aumento de 62 alcaldías para el opositor Partido Laborista, junto a la pérdida de 32 cargos del Partido Conservador. Sin embargo, el mayor éxito fue el del Partido Liberal Demócrata, que aumentó en 75 cargos. A la luz de esos resultados, se prevé que en las próximas elecciones parlamentarias el Partido Conservador va a perder 17 escaños más en la Cámara de los Comunes, mientras que los laboristas ganarán 34 escaños adicionales. Con ello se prevé que el Partido Conservador seguirá sin alcanzar mayoría parlamentaria y, si quiere seguir en el gobierno, tendrá que pactar en términos incómodos con otros partidos minoritarios. Pero, por su parte, pese al gran aumento de su bancada, tampoco el Partido Laborista podría alcanzar mayoría para formar gobierno. O sea, en ambos casos el futuro gobierno de Gran Bretaña estará marcado por incertidumbre. Como fuere, el resultado electoral fue tomado con alivio por los conservadores que temían que fuera un desastre mucho mayor. Y a juicio de los analistas de Londres, las próximas elecciones generales, a realizarse en 4 años más, podrían marcar el retorno al poder del Partido Laborista, encabezado por el muy izquierdista líder Jeremy Corbyn. Mas, por supuesto, eso, al menos por ahora, no es tan seguro como antes. De hecho, un sector de ese partido ha adoptado una postura crítica contra Corbyn, y las divisiones internas de los laboristas, junto a la abstención de muchísimos de los votantes jóvenes, pueden llevar a nuevas derrotas de la izquierda como ha sido la tendencia internacional en los últimos años. Pero las noticias realmente significativas llegan desde el oriente. Por supuesto, lo más relevante fue el anuncio por parte de Corea del Norte, de que suspenderá sus pruebas con armas nucleares e iniciará negociaciones de paz con Estados Unidos. Por cierto, la prensa estadounidense y sus filiales europeas han presentado este hecho como un gran triunfo de la política amenazante de Washington, que, supuestamente, habría terminado por aterrorizar al líder norcoreano Kim Jon Un, forzándolo a negociar una paz. Y, por cierto, con esa visión se cubre de gloria la estrategia amatonada de Donald Trump. Pero los hechos netos muestran una realidad muy distinta. En realidad fue Kim Jong Un el que en la práctica obligó a Donald Trump a aceptar las negociaciones. De hecho, fue la porfiada persistencia de Kim la que, enfrentando durísimas sanciones económicas, bloqueo y amenazas, siguió desarrollando y probando su arsenal de armas termonucleares, incluyendo una poderosísima bomba de hidrógeno, y demostrando que sus misiles podían incluso alcanzar profundamente el territorio norteamericano. Se estima que Corea del Norte tiene unas 60 bombas atómicas ya. Y con ello deja a Estados Unidos en la alternativa de: O atacar a Corea del Norte en forma aniquiladora, como dijo Trump… o sentarse a negociar. El ataque ciertamente implicaba que Corea del Norte antes de ser aniquilada, alcanzaría a lanzar unas cuantas bombas atómicas que, aunque fueran pocas, provocarían daños irreparables y una terrible mortandad en Corea del Sur, en Japón y quizás también en el propio Estados Unidos. Junto a Kim Jong Un, también el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, fue un protagonista valiente y decisivo, que desafió con audacia a Washington, primero, al declarar internacionalmente que Corea del Sur de ningún modo atacará a Corea del Norte, ni colaborará con un ataque de Estados Unidos, excepto en el caso de que Corea del Norte fuese la que lanzara un ataque contra su país. Donald Trump cayó en paroxismos de rabia ante la rebeldía de Corea del Sur. Más aún, cuando el presidente Moon tomó la iniciativa de invitar a Corea del Norte a participar en las Olimpiadas de Invierno, e incluso armar un equipo de hockey femenino con jugadoras de ambas naciones. Durante esas olimpiadas, el espíritu general en Corea del Sur tanto como en Corea del Norte, fue de anhelo de integración y paz, pues Corea, aunque tenga dos estados, sólo tiene una nación coreana que comparte una historia milenaria. En esa ocasión, Corea del Norte ofreció un encuentro de Kim Jong Un con el presidente Moon Jae-in, para establecer relaciones de buena voluntad, con integración en una enorme gama de ámbitos políticos, sociales, económicos y culturales. Y al margen de ese encuentro, el presidente Moon le planteó a su colega norcoreano la posibilidad de un encuentro con el presidente de Estados Unidos. De hecho, Donald Trump había vociferado que no aceptaría ninguna negociación con Corea del Norte, sin que previamente y sin condiciones, Corea del Norte hubiese destruido totalmente su arsenal y todas sus instalaciones de tecnología nuclear. La respuesta de Corea del Norte fue sencilla: ofreció detener por completo el desarrollo de su arsenal nuclear, pero sólo después de que Estados Unidos suscriba un Tratado vinculante asegurando que levantará todas las sanciones en contra de su país y, además, que no continuará en sus intentos de derrocar al gobierno e imponer un nuevo régimen al servicio de sus intereses. Esos fueron los términos en que Estados Unidos se vio obligado a aceptar el encuentro, cara a cara, con el líder norcoreano Kin Jong un. Y, ojo, la oferta nor coreana no incluye desmantelar sus instalaciones de investigación tecnológica en energía atómica. Fue en esas circunstancias que el presidente Moon Jae-in mencionó que el logro de la paz en Corea, tras 65 años de estado de guerra que sólo estaba en tregua, merece el más alto homenaje mundial. De hecho, muy humildemente, mencionó que podrían darle a Donald Trump el Premio Nobel de la Paz. En Washington, 16 parlamentarios republicanos, de la Cámara de Representantes, se tomaron en serio el comentario del presidente Moon, y anunciaron que postularán a Trump ante la Academia Noruega que dirime el Nobel de la Paz. Hasta ahora, la postulación de Trump ha sido tomada con un silencio más bien pudoroso. Y la prensa lo ha mostrado como una señal del entusiasmo de Corea del Sur que estaría tan agradecida por la paz que en principio fue lograda. Pero, detrás de esas risueñas celebraciones de Washington, en el resto del mundo la inquietud se está agudizando. El viernes se divulgó por internet un reporte del blog Whatdoesitmean.com, de Estados Unidos, en que se señala que China notificó a Rusia de que en estos momentos ya existe estado de guerra con Estados Unidos. Mencionando un reporte del Ministerio de Relaciones de la Federación Rusa, el Consejo de Estado de la República Popular China entregó la notificación en cumplimiento del Tratado de Alianza Militar entre China y Rusia suscrito en 2015, que obliga a informar sobre los preparativos de guerra necesarios para proteger la infraestructura nacional y los eventuales peligros implícitos para sus aliados. Tanto el gobierno de la República China como el de la Federación Rusa habrían notificado a Washington que el inicio de una guerra lanzada por Israel contra Irán tendría por efecto el estallido de la guerra mundial. El reporte menciona un comunicado de más de 5 mil palabras enviado por China a Moscú. Sin embargo, versiones de medios noticiosos rusos y de la República Popular China no han respaldado aquella información. En cambio, China sí confirmó oficialmente su coordinación militar con Rusia en respaldo absoluto y defensa de Irán. Ahora, en el Mar de la China, el gobierno de Beijing confirmó en tono desafiante la instalación de bases de misiles en los islotes ocupados militarmente como parte del territorio chino. En términos reales, esta vez la China parece dispuesta a no ceder a las presiones de Estados Unidos y asumir también los riesgos de una guerra económica. Para eso, China cuenta con reservas internacionales cien veces mayores que las reservas de Estados Unidos, y un mercado interno que ya es superior al mercado estadounidense. Según opinión de la Unión Europea, la guerra económica entre China y Estados Unidos será desastrosa para todas las demás economías, y en esa guerra Europa se mantendrá neutral, no será una aliada de Estados Unidos, ni tampoco de China. O sea, se quedará sufriendo solita en un rincón. En tanto, dentro de Rusia y en algunos países aliados de Moscú han llegado a la prensa diversos análisis en que se acusa al presidente ruso Wladimir Putin de haber sido incapaz de trazar una auténtica estrategia ganadora ante las agresiones de Estados Unidos, Israel y la OTAN. En la importante agencia informativa digital Russia Insider, se ha llegado a afirmar que la debilidad y falta de estrategia de Putin ya está derrumbando la credibilidad de Rusia y que Putin se ha mostrado como incapaz de prever los movimientos de los enemigos de Rusia. De hecho, Russia Insider señala que Moscú se mostró débil e indeciso frente al brutal ataque lanzado por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña contra Siria, y luego tras el bombardeo de una base militar del gobierno sirio, por una escuadrilla de aviones israelíes. Más aún, se ha acusado al Presidente Putin de no atreverse a proporcionar sistemas antimisiles y antiaéreos modernos y eficaces como el S-300, que permitiría a Siria defenderse de tales ataques. En realidad, resonó con estridencia el lenguaje burlón del ministro Avigdor Lieberman, de Relaciones Exteriores de Israel, que señaló que su país puede incursionar sobre el territorio sirio en la forma que estime necesaria, y que si Rusia llega a instalar las baterías S-300, Israel las destruirá. Bueno, a ello la publicación de Russia Insider agrega que, de hecho, hasta el momento Rusia no se ha atrevido a instalar sus baterías S-300 en Siria. Las acusaciones contra Moscú, surgidas de sectores supuestamente aliados, no han sido hasta ahora desmentidas por acciones o por declaraciones rusas. Incluso se ha enfatizado una cierta ansiedad anhelosa del Presidente Wadimir Putin por reunirse a negociar amistosamente con el presidente Donald Trump, y la insistencia de Putin de procurar colaboración con las potencias occidentales. Sin embargo, frente a ello, hay dos elementos muy concretos y reales. Uno, la integración económica y militar con China, que en estos momentos está movilizando recursos estratégicos por un valor superior a los 100 mil millones de dólares este año. Y, dos, el Mensaje Presidencial de Putin ante el Parlamento de la Federación Rusa, en que anunció el desarrollo de su nuevo arsenal nuclear hipersónico con ojivas de hasta 50 megatones. Junto con eso, ya el año pasado Rusia disminuyó en un 20% su presupuesto militar, y este año aplicó una nueva reducción similar o aún mayor. El mensaje oculto en estos dos hechos es que Rusia no caerá en el juego de una guerra a la antigua, con miles de tanques, barcos, aviones y millones de soldados en el frente de batalla. El discurso de Putin fue claro: Primero, reiterar que Rusia no tiene intención de agredir a nadie, pero sí ha fijado líneas rojas que ninguna otra potencia debe cruzar. Y si es atacada, Rusia está en condiciones de aniquilar a cualquier enemigo mediante su nuevo arsenal de alta tecnología e inmenso poder. En estos momentos el presupuesto militar de Rusia es sólo la décima parte del presupuesto de Estados Unidos. Pero, como dato ilustrativo, recordemos que en la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, gastaron 525 mil millones de dólares de esa época, equivalentes a unos 6 billones de dólares actuales. En cambio, la Unión Soviética sólo gastó 195 mil millones, y el Ejército Rojo destruyó dos tercios de todo el poderío militar de los nazis. Es decir, el dinero se transforma en poderío sólo si se le emplea sabiamente. Y que poco dinero bien usado puede ser un poderío enorme. ¿Es débil e indecisa la Rusia de Waldímir Putin?... ¿Es Rusia una aliada fiel de sus aliados?... Los hechos traerán una respuesta al parecer bien pronto. Hasta la próxima, gente amiga. Hay que cuidarse. El peligro está más grande y más cercano.
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