Por Ruperto Concha / resumen.cl
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En estos momentos, las cifras de contagios y casos de muerte causados por el fatídico Corona Virus 19 resultan ciertamente gravísimas. En fríos números, la Organización Mundial de la Salud lo puso en claro: La pandemia se demoró más de 3 meses en alcanzar sus primeras diez mil víctimas. Ahora, en sólo 12 días, los contagios ya son más de cien mil.
O sea, una aceleración aterradora. Pero más allá de las cifras conocidas, las organizaciones médicas internacionales enfatizan su temor de que exista una “epidemia silenciosa”, extendiéndose sin ser detectada en gran parte del sudeste asiático, del África Subsahariana y de América Latina.
Se trataría de una masa aún no cuantificada de contagios del Corona Virus 19 que no son reconocidos por la falta de capacidad médica o también, a veces, por el temor de los políticos de reconocer la gravedad de lo que está ocurriendo. Una masa de portadores del virus que puede llegar a cientos de miles o millones de personas.
Al margen de esos temores, existe desconfianza también respecto de las informaciones oficiales que entregan los gobiernos y las organizaciones internacionales de salud. Particularmente por la desproporción aparente que hay entre la pandemia del Corona Virus, que no afecta letalmente a más del 2 por mil de los contagiados, frente al catastrófico derrumbe de la economía y la política mundial.
Lo que muchísima gente está temiendo es que se oculte una gruesa parte del peligro real que nos afecta... y que tiene poco que ver con la paralización casi total del sistema mismo de la vida cotidiana en el mundo entero.
En realidad venía acumulándose una multitud de factores amenazantes que poco tenían que ver con una amenaza de pandemia… a pesar del misterioso precedente de la súbita epidemia viral que el año pasado atacó a los cerdos únicamente en la China, y que provocó la muerte de millones de esos animales.
Más inquietante fue la situación en el Asia Occidental o Medio Oriente, especialmente en Siria e Irak, donde Estados Unidos, al margen de toda legalidad, se apoderó de los yacimientos petroleros, mientras que rechazaba, en tono amenazante, la exigencia de Bagdad de retirar sus bases militares que, de hecho, están actuando como tropas de ocupación.
La intervención de Turquía de proteger militarmente a la masa de habitantes turcomanos del norte de Siria, desató también una nueva crisis de decenas de miles de inmigrantes ilegales que procuraban desesperadamente ingresar a Europa.
En tanto, una sospechosa peleíta de precios entre los más grandes estados petroleros del mundo, Rusia y Arabia Saudita, provocaba inesperadamente una caída estrepitosa del precio del petróleo, que llegó a sólo 20 dólares el barril y dejó en bancarrota la producción petrolera de Estados Unidos cuyo costo de extracción es de 30 dólares.
Simultáneamente, en Europa se produjo un inesperado fortalecimiento de la ultraderecha nacionalista y poco dispuesta a aceptar la disciplina de la Unión Europea, a la vez que el tono político general en Europa se orientaba a una posición desafiante frente a Estados Unidos, tanto en lo económico como en lo militar.
Y, como si fuera poco, quedó en evidencia el liderazgo alcanzado por China tanto en crecimiento económico como en tecnología, incluyendo la obvia superioridad de Huawei en el campo de las comunicaciones 5G a nivel mundial.
Ya en enero pasado, los analistas económicos coincidían en un sombrío coro de malos augurios para la economía mundial, incluyendo no sólo recesión posible sino una depresión económica generalizada.
Y, bueno ya la fórmula neoliberal de divorcio total entre las empresas y los gobiernos, había sido reemplazada por un comercio mundial sometido a las sanciones impuestas por Estados Unidos.
Fue en esas circunstancias que, ¡”Bum, Cabúm”!, estalló la epidemia del nuevo Corona Virus en el corazón mismo de la China, en torno de la gran ciudad de Wuhan y afectando a 60 millones de habitantes.
Las medidas de control de la epidemia, por parte del gobierno chino, tuvieron un éxito espectacular, y fueron inmediatamente replicadas en Corea del Sur. En ambos países la epidemia resultó frenada al extremo de que, la semana pasada, pudieron ya informar cero contagios nuevos. Sólo en Hong Kong hubo un repunte de algunos casos, pero se limitó a personas llegadas desde el extranjero. Muchas de ellas habían sido contagiadas en Estados Unidos.
En cambio, en el Oriente Medio, especialmente en Irán e Israel, la pandemia del corona virus irrumpió brutalmente. Luego se extendió a Grecia e Italia y traspasó las fronteras de España, Francia, Gran Bretaña y varios países del oriente europeo, Estonia, Latvia, República Checa y Hungría, entre otros.
En Estados Unidos los primeros contagios aparecieron en la costa del Atlántico, y de hecho no provocaron una reacción enérgica del gobierno. Más bien Donald Trump se mostró escéptico de lo que él llamaba “El Virus Chino”.
Pero los contagios se multiplicaron velozmente hasta superar los 19 mil el martes pasado, y provocando bloqueo y toque de queda sobre 70 millones de estadounidenses.
En los más decisivos estados, Nueva York y California, el bloqueo y aislamiento de personas provocó de inmediato una crisis de trabajo, paralización total o parcial de empresas, suspensión de clases, y, por supuesto, con el costo estimado de 23 millones de puestos de trabajo que están en riesgo de desaparecer a muy corto plazo.
Según la publicación especializada Market Watch, sólo en la semana del 15 al 21 de marzo, hubo un estimado de tres millones de nuevos solicitantes de auxilio de desempleo.
La reacción de la Casa Blanca, aunque tardía, impactó fuerte en la opinión pública. El presidente Trump presentó al Congreso un proyecto de ley para enviar auxilio financiero directo a la población, mediante cheques por 1.500 dólares a las personas afectadas, y, además, auxilio por varios miles de dólares a las pequeñas empresas y negocios en situación de paralización o quiebra.
El proyecto está en debate acelerado en el Parlamento, y se estima que representará un costo adicional de más de un billón de dólares, que se pagará con emisiones de dinero contra bonos soberanos del gobierno.
Al mismo tiempo, la Reserva Federal dispuso disminuir la tasa de interés por crédito financiero a un 0,025 %. Es decir, la nada misma.
Junto con esa inversión de auxilio a los trabajadores y pequeños empresarios, el gobierno de Trump destinó más de 600 mil millones de dólares para implementación sanitaria e investigación farmoquímica.
Sobre esos formidables fondos, se produjo el supuesto intento del gobierno de Washington para financiar investigaciones de una de las principales industrias farmoquímicas de Alemania, con la condición de que los resultados fuesen patentados como propiedad exclusiva de Estados Unidos.
Según voceros del gobierno, las medidas de auxilio programadas inyectarán alrededor de dos billones de dólares, (dos millones de millones de dólares) para reactivar la economía.
En tanto, por supuesto, la banca norteamericana de inmediato se lanzó a hacer lobby, con el propósito de hacer que el Congreso rechace la proposición de Trump de enviar el auxilio directamente a las personas. En cambio, los banqueros señalan que esos fondos debieran ir a las instituciones bancarias que saben mejor la manera de negociar créditos y préstamos a las personas y pequeños negocios.
Igualmente, el periódico digital The Intercept reveló el viernes pasado que los bancos están presionando a las farmoquímicas para que suban los precios de los productos de protección ante el coronavirus.
En concreto denunció el caso de la farmoquímica Gilead Sciences, que produce la droga “remdesivir”, que disminuye los síntomas del Coronavirus, y que se aplica asimismo para aminorar los síntomas de otras enfermedades graves como el dengue, el virus del Nilo, el zika y variedades de influenza.
Esa farmoquímica, cuyas investigaciones contaron con grandes aportes financieros del gobierno y de la Universidad de Alabama, patentó el “remdesivir” como propiedad de su sede en California.
En estas operaciones, la farmoquímica Gilead Sciences ha obtenido ingresos por dos mil quinientos millones de dólares.
En comparación con la rapiña de los bancos y las farmacéuticas de Estados Unidos, los gobiernos europeos han impuesto un rígido control apuntado a garantizar el bajo costo y buen servicio para la gente. En España, por ejemplo, el gobierno tomó el control inmediato de todas las empresas relacionadas con la salud, incluyendo las clínicas y hospitales privados, a fin de proveer al máximo atención para los enfermos del Coronavirus.
La pandemia del Coronavirus 19, en realidad, mostró hasta qué punto era frágil e insegura la base misma de la sociedad en el mundo desarrollado, y más aún en el mundo subdesarrollado.
Los bloqueos, aislamientos y toques de queda, acompañados por el miedo al contagio, no sólo alteró la forma de trabajar. También alteró la sensación del individualismo seguro de las personas, volviendo a la búsqueda de protección y auxilio por parte del Estado. O sea, una vuelta de 180 grados de la euforia neoliberal.
Las grandes corporaciones transnacionales de la banca, el petróleo, la farmoquímica y la tecnología comunicacional, que bramaban enfurecidas contra cualquier intento del Estado de planificar o regular la economía, ahora se abalanzan tratando a agarrar al máximo posible las inmensas inversiones del Estado que enfrentan la pandemia.
Es decir, las personas humanas y las personas jurídicas aparecen ahora muy igualitas tendiendo sus manos y esperanzas hacia el Estado, hacia la clase política.
No sabemos todavía cuándo y cómo concluirá la pandemia del Coronavirus 19. Pero sí parece claro que al final de la peste tendrá que venir la puesta. Habrá que apostar con una baraja nueva, lo que equivale a decir que la actual clase política, corrupta, servil e ignorante, tendrá que dejar paso a un sistema dramáticamente nuevo.
¿Cómo será ese nuevo sistema político, cómo se implementarán los necesarios procedimientos, como se resguardarán los derechos de las personas, sin invadir los derechos de las sociedades y de la sociedad humana?...
En algunos países europeos, como en algunos países latinoamericanos, la rabia, el resentimiento por la ineficacia de los gobiernos está produciendo ímpetus ultranacionalistas, muy cercanos a la ideología nazi. Movimientos que consideran que la corrupción política demuestra que la democracia se volvió incapaz.
De hecho, gobiernos como los de Hungría, Letonia, Austria, y Rumania, entre otros, se muestran mal dispuestos a acatar las directrices de la Unión Europea, a la que pertenecen, y en cambio parecen optar a ponerle término al globalismo.
Sin embargo, las principales encuestas de opinión confirman que una fuerte mayoría de la gente, en Europa, en los países orientales y en América, comprende que es indispensable la globalización efectiva del derecho, de la educación y del razonable intercambio comercial entre las naciones de todo el mundo.
¿Podrá de alguna manera retomarse un diálogo racional en que puedan producirse acuerdos sanos e inteligentes?
En el caso de nuestro Chile, las políticas de sucesivos gobiernos supuestamente democráticos tuvieron por efecto dañar los programas educacionales privando a los colegiales de la indispensable enseñanza de la lógica, de la historia, del sentido de la ciencia y de los valores que engendran vocación de futuro.
La insolente necedad de las autoridades que consideran “triviales” o “fantasiosas” las inquietudes intelectuales de muchachas y muchachos.
Un ejemplo estruendoso lo dio ese doctor Mañalich, ministro de salud, que se permitió descalificar en forma insolente una propuesta científica elaborada por académicos del área biológica de la Universidad de Concepción, para producir un compuesto antiviral capaz de retardar en varias semanas la aparición de síntomas del Coronavirus.
El ministro Mañalich, sin haber estudiado el proyecto, calificó el trabajo de los biólogos como “uno más de las propuestas fantasiosas y negocios por supuestos remedios contra la pandemia”.
La pandemia, la peste, parece haber apestado una realidad que no daba para más. Habrá que ver qué emergerá cuando recuperemos la buena salud... ¿seguiremos tropezando una y otra vez con la misma piedra?
Hasta la vista, amigos. Cuídense. El futuro seguirá siendo peligroso.