AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Al borde de la Catástrofe

Por Ruperto Concha / resumen.cl En estos días están ocurriendo cosas decisivas en todos los rincones del mundo. El buen Papa Francisco lo admitió con sencillez. Dijo “Tengo miedo. Estamos a sólo un paso de que estalle la Tercera Guerra Mundial”. Y como ilustración de su miedo apostólico, distribuyó entre los periodistas presentes copias de una fotografía que él tituló “El Fruto de la Guerra”. Se trata de una imagen que captó un reportero gráfico estadounidense en 1945, en la ciudad de Hiroshima, poco después del lanzamiento de la bomba atómica. La foto muestra a un niñito japonés de unos 10 años. Está descalzo, mortalmente serio y sin ningún aspaviento. Está esperando su turno para entregar lo que lleva a la espalda, como una patética mochila. Es el cadáver de su hermanito de unos 3 años. Para que se lo reciban en el crematorio. El Fruto de la Guerra. Y el jueves 18 de enero, aniversario del triunfo del Ejército Rojo sobre los ejércitos nazis, tras 900 días de combates incesantes, en la ciudad de Stalingrado, junto al río Volga, el presidente ruso Vladímir Putin clamó a su nación y al mundo por que jamás permitan que vuelva a producirse aquel infierno de sufrimiento y aniquilación que fue la Guerra Mundial. En los últimos meses ha habido encuestas en las principales ciudades de todo el planeta, y en todas esas encuestas la opinión de la inmensa mayoría de la gente, es un angustioso rechazo a la guerra. Incluso en Estados Unidos, casi dos tercios de los encuestados rechazan que los sucesivos gobiernos, tanto demócratas como republicanos, sigan haciendo guerras sobre otros países que no amenazan a Estados Unidos. Está claro que la gente no quiere la guerra. Y sin embargo, una guerra peor que todas las anteriores pareciera a punto de estallar. Pero veamos los hechos que se están produciendo en este momento. En Estados Unidos, la noche del sábado, el Congreso no dio al presidente Donald Trump la mayoría necesaria para aprobar la ley de Presupuesto. Ahora, con la excepción de las instituciones más fundamentales de seguridad nacional básica, todo el resto del aparato de gobierno federal queda privado de recursos financieros. No hay plata. En los ministerios de economía y hacienda, el 83% de los funcionarios quedan suspendidos, tienen que irse a sus casas, sin recibir sueldo. En Wall Street y las demás bolsas de valores, de los 4.600 funcionarios de gobierno encargados de vigilar y regular las operaciones, sólo quedarán 300. De los 232.600 funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional, 30 mil tendrán que irse a sus casas. Y esto afecta, entre otros, al Servicio Secreto, a los Guardacostas y la Oficina Nacional de Emergencias. Los miembros de las Fuerzas Armadas no quedarán suspendidos ni podrán irse a sus casas. Tendrán que mantenerse en sus puestos… pero sin cobrar sueldo hasta que el Congreso resuelva la crisis. Tampoco habrá plata para pagar a los contratistas, ni para pagar las pensiones a las familias de los soldados que han muerto en acción. Y, de los 3 millones de empleados del gobierno federal, habrá 1.200.000 que tendrán que irse a sus casas, suspendidos y sin sueldo. Se entiende entonces que los dirigentes del Partido Demócrata, que rechazaron el presupuesto luego de que Trump se negara a anular la deportación de inmigrantes ilegales, ahora están viendo con muchísima preocupación que la opinión pública se está volviendo en su contra. Por supuesto, la Casa Blanca y la mayoría de los republicanos están acusando a la oposición demócrata de paralizar al gobierno, de someter a apremios a las fuerzas armadas, y dejar sin recibir sueldo a millones de trabajadores federales, y ello sólo por defender a los inmigrantes ilegales. De hecho, los heroicos senadores y diputados ahora están anunciando que van a trabajar fuerte, intensamente, buscando un mejor entendimiento con el Ejecutivo, para que el presupuesto nacional pueda ser finalmente aprobado… quizás en febrero. En tanto, importantes parlamentarios demócratas han anunciado acciones en contra del Presidente Donald Trump por su decisión de instalar una base militar en Siria, con una guarnición de 2 mil hombres, y ello sin tener ni autorización del Congreso de Estados Unidos, ni tampoco autorización del legítimo gobierno de Siria, reconocido por la comunidad internacional. De hecho, el senador Tim Kaine, denunció que con esas acciones Trump está a punto de desatar otra guerra en la que tendrán que morir jóvenes americanos. Pues bien, ya comenzó a tener efectos el demencial anuncio de Trump de que va a mantener una fuerza militar invadiendo el territorio de Siria, y que se propone formar un ejército de 30 mil soldados kurdos que ya no estarán para combatir al terrorismo sino para derrocar al presidente Basher Assad. Desde el viernes 19, unidades pesadas del ejército turco están avanzando en la zona de Afrin, en el norte de Siria, en un demoledor ataque contra los kurdos que están siendo apoyados por Estados Unidos. Según informes de Ankara, Turquía, los efectivos turcos atacaron 113 posiciones de los kurdos, de las cuales 108 fueron completamente destruidas. Es decir, Estados Unidos ha tenido que quedarse sin reaccionar mientras su ejército proxy, supuestamente protegido por el supuestamente ejército más poderoso del mundo, está siendo masacrado frente a sus propias narices. En cuanto a Rusia e Irán, han replegado sus fuerzas sin involucrarse en esa guerra inventada por Washington en un intento de esconder su humillante derrota. Y por su parte Siria advirtió a Estados Unidos que si envía aviones de su fuerza aérea violando la soberanía de su país, hará uso de todos sus recursos para derribarlos. En fin, en estos momentos el presidente Donald Trump ha comenzado ya a modificar sus anuncios estratégicos. Está más simpático. No quiere ir al choque contra Turquía, y los infortunados kurdos se quedan refunfuñando en voz baja que Estados Unidos ha sido traidor. En fin, también Donald Trump está cambiando de tono en sus declaraciones sobre Corea del Norte. Ya no amenaza con la furia y la aniquilación. Ahora hasta está celebrando que las dos Coreas fraternicen en los juegos olímpicos de invierno, y que estén reanudando conversaciones amistosas sobre una extensa variedad de temas. Y no sólo eso. También Donald Trump ahora dice que sí, que él podría reunirse con el líder de Corea del Norte. Y también aceptó postergar las nuevas maniobras militares conjuntas con Corea del Sur y el Japón, hasta después de las Olimpiadas. En la India, en tanto, concluyó con elegancia y buenos deseos la visita de 6 días que hizo el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, acompañado de 136 delegaciones de magnates de las principales empresas israelíes. Fueron muy bien atendidos por el primer Ministro de la India, Narendra Modi, y al final Netanyahu declaró a la prensa mundial que Israel y la India habían establecido una gran serie de alianzas fundamentales. Entre otras cosas, Netanyahu destacó que la India e Israel ahora son aliados para enfrentar a los musulmanes radicales, en todos los países del mundo. Por su parte, el indio Narendra Modi fue algo más reservado y se limitó a decir que había una serie de Memorándums de Entendimiento entre India e Israel, que incluyen la colaboración contra el terrorismo. Señaló además que de la visita de Netanyahu y sus empresarios vendedores habían surgidos buenas e interesantes ideas, temas en los cuales hay que pensar, pero que no se ha firmado ningún documento y que los temas de alianza estratégica tendrán que ser estudiados concienzudamente. Bueno, recordemos que el propio primer ministro de la India fue el que instruyó a su embajador en las Naciones Unidas para votar en contra de Israel y en contra de Estados Unidos, sobre la ocupación de Jerusalén. Y, por cierto, en la India hay más de 200 millones de ciudadanos que son musulmanes. Como fuere, la India se encuentra en estos momentos en un traicionero territorio de peligros con sus más poderosos vecinos fronterizos: la China y Pakistán. Es posible que la India y la China puedan llegar a una asociación protegida por garantías recíprocas, como fue su participación en el grupo de los BRICS. Pero, en cambio, su relación con Pakistán es mucho más compleja y está plagada de desconfianza y de resentimiento. Por otra parte, también la India está sufriendo tensiones sociales internas, muy fuertes. Entre otras cosas, hay una epidemia de tuberculosis que comenzó en el estado de Utar Pradesh y se está extendiendo rápidamente. Las últimas cifras indican que están muriendo 9 personas por hora, víctimas de una tuberculosis resistente a los antibióticos. En Europa, en estos momentos, la atención de todos se centra en la cumbre del Partido Social Demócrata Alemán, que en estas horas resolverá si acepta o no integrarse a una alianza con la derecha social cristiana, que posiblemente mantendrá en el poder a la primera ministro, Angela Merkel. Lo que acuerden los directivos del partido será luego consultado a las bases, que son más de 450 mil militantes inscritos. Eso puede marcar el fin de la llamada Era de Angela Merkel, en que Alemania dominó ampliamente sobre toda la Unión Europea. Si las bases no aprueban hacer alianza con los social cristianos, posiblemente habrá que llamar a nuevas elecciones generales, las que posiblemente darán resultados parecidos a la elección anterior, y Alemania tendría que resignarse a tener un caótico gobierno de minoría. Hay que recordar que cada vez se juntan más celebridades y grandes sátrapas multimillonarios que están profetizando que la Unión Europea terminará por dar paso a una des-unión europea. Finalmente nos encontramos con los caóticos acontecimientos que siguen remeciendo a Venezuela y que incluyen el acorralamiento y la muerte del policía terrorista Oscar Pérez, quien hace seis meses, junto a un grupo de secuaces, robó un helicóptero con armamento de guerra y lanzó un ataque contra el edificio de la Corte Suprema, disparando ráfagas de ametralladora y lanzando granadas. Por fortuna, el ataque fue breve y muy impreciso, y los disparos no produjeron víctimas, aunque impactaron con granadas los muros de la guardería infantil del personal judicial. Según la oposición, la acción de Oscar Pérez no fue acción terrorista, no, porque él que tenía la sublime intención de ayudar a derrocar al régimen de Nicolás Maduro. Durante los meses siguientes, Pérez se mantuvo activo, realizó importantes robos de armamento, e incluso llegó a ofrecer una conferencia de prensa a periodistas afines. Según la jefatura castrense, algún miembro de la oposición, que participa en las nuevas conversaciones con el gobierno, fue el que proporcionó la información clave para ubicar donde estaba el centro de operaciones de Pérez, y el 15 de enero efectivos policiales rodearon el edificio e instaron a la rendición de sus ocupantes. Inicialmente, a eso de las 11 de la mañana, hubo un breve intercambio de disparos en que el propio Oscar Pérez recibió una herida leve en el rostro. Los efectivos de las Fuerzas Especiales de la policía reiteraron su llamamiento a la rendición, y Pérez, que estaba ostensiblemente asustado, pidió negociar los términos de la entrega. Se produjeron otros dos diálogos con Pérez y sus colaboradores, en que parecía evidente que éste deseaba rendirse, pero algunos de sus compañeros no querían hacerlo, querían pelear hasta el fin. Cuando los policías se acercaron por tercera vez, abiertamente a dialogar, desde el segundo piso de la casa les dispararon, hiriendo mortalmente a los oficiales Andrés Ugarte, de 32 años, y Nelson Chirinos, de 29. Por supuesto, de inmediato las fuerzas policiales lanzaron el ataque con todo y dieron muerte a 7 terroristas y capturaron a los 13 restantes, de los cuales 8 estaban heridos. Entre los muertos se contaba Óscar Pérez quien había recibido un balazo en la cabeza. Las filmaciones, tanto las que hizo la policía, como las que hicieron los propios terroristas, confirman la versión oficial, incluyendo las tres tentativas de diálogo hechas por los policías. Así mismo, el desarrollo final de los hechos, en que los sitiados fueron liquidados o capturados rápidamente, sin que hubiese ninguna baja policial, confirma que los dos policías muertos en realidad fueron asesinados en momentos en que intentaban dialogar. Al parecer, habría sido uno de los compañeros de Óscar Pérez el que, al verlo acobardado y dispuesto a rendirse, lo liquidó de un balazo en la cabeza. Pero hay muchas dudas sobre la forma en que Pérez logró evadir durante seis meses a sus perseguidores tanto de la policía como del ejército. Según observadores de las propias filas socialistas del gobierno, hay indicios suficientes de que Pérez y su grupo habían contado con apoyo secreto de personas con mucha autoridad e influencia dentro de las propias fuerzas armadas bolivarianas. De hecho, entre el viernes 19 y el sábado 20, fueron detenidos ocho oficiales del ejército venezolano que habrían ayudado al grupo terrorista, y a 2 civiles que habrían tenido una participación de poca monta, como simples choferes. Está claro que entre los más de 150 mil miembros del ejército y otro número igual de las milicias ciudadanas, es posible que existan grupos reducidos, quizás incluso algunos centenares, que estén dispuestos a participar en acciones de insurgencia. Pero en realidad las fuerzas armadas venezolanas están participando intensamente en desarrollar los programas de reformas iniciadas por el gobierno bolivariano, incluyendo especialmente la Reforma Agraria, donde personal militar realiza tareas de capacitación en los diversos oficios de la producción agrícola. Asimismo, gran parte de las inversiones rusas y chinas en Venezuela se han orientado a la agroindustria. Informaciones de los últimos días señalan que comenzó la distribución de 1500 containers cargados de paquetes de productos alimenticios básicos, incluyendo alimentos de alto contenido proteínico para niños, los que están siendo vendidos a los precios oficiales. Pero Venezuela, desde los tiempos del dictador Pérez Jiménez, hasta el último presidente antes de Hugo Chávez, que fue el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, se ha cultivado en el seno venezolano una verdadera casta de políticos, funcionarios y operadores, corrompidos hasta el mismo tuétano. Recordemos que el mismo presidente Carlos Andrés Pérez, luego del sangriento Caracazo en que su gobierno hizo una matanza de miles de pobladores que protestaban, este hombre terminó huyendo del país con un botín de al menos 30 millones de dólares fraudulentamente acumulados. Para la oposición, este hombre, Óscar Pérez no era un terrorista sino un heroico defensor de la democracia. Y los que en los últimos meses han asesinado a un magistrado de la Corte de Apelaciones, a dos diputados gobiernistas, a un miembro de la Asamblea Constituyente, y a más de una docena de policías… ¿Tampoco son terroristas? La corrupción rampante que hay todavía en Venezuela incluye médicos directores de hospitales y centros materno infantiles, que han sido atrapados por robar medicamentos para venderlos en el mercado negro. En fin, seguramente también debe haber corrupción en el aparato del gobierno bolivariano, del gobierno del presidente Maduro. Bueno, pero, ¿será que de repente la misma gente termine por hallar manera de acabar con esa corrupción suicida? Así como la inmensa mayoría de la gente no quiere que haya más guerra, también esa inmensa mayoría no quiere que haya más corrupción. Si supuestamente vivimos en democracia, ¿por qué es impotente el anhelo de la inmensa mayoría? ¡Hasta la próxima, gente amiga! Hay que cuidarse, hay peligro y no nos sobra nadie.   Foto: HispanTV.  
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