Por Ruperto Concha / resumen.cl
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Los personajes supuestamente mejor informados y más inteligentes, entre los poderosos más poderosos del mundo, se quedaron boquiabiertos en la medianoche del jueves pasado. Al igual que los capos de la burocracia y la política del llamado “Mundo Occidental”, también los súper-economistas ejecutivos de los grandes bancos transnacionales, hasta el último instante habían estado segurísimos de que el Brexit no pasaría más allá de ser un “casi”. Un casi ocurrió, un casi para darle a uno un sustito entretenido de esos que rompen la monotonía pero sin efectos graves.
Por eso, cuando vieron que la cosa iba en serio, y que la gente británica estaba mayoritariamente por salirse de la Unión Europea, fue, literalmente, como si hubieran tragado un litro de purgante. Tanto así, que la primera ministro alemana Ángela Merkel lanzó un llamamiento a que los líderes “controlaran al menos el temblequeo de las rodillas”. Tal cual.
Ud. recordará lo que fue la crisis de la bolsa de valores en China, el año pasado, que, en tres semanas, supuestamente significó la pérdida de 5 billones de dólares para los inversionistas. Pues bien, ahora el Brexit, en sus primeras 24 horas, en un solo día, aniquiló valores bursátiles por dos billones de dólares.
¿Cuánto dinero son dos billones de dólares? Bueno, hasta esta mañana, si esa suma se repartiera en billetes y por igual, le tocarían más de cien mil dólares a cada uno de los habitantes de Chile, incluyendo las guagüitas.
Pero no se preocupe. Ese dinero es como el oro de los duendes o los millones de Arlequín. Es imaginario. Ni siquiera existen 20 mil millones de billetes de 100 dólares en circulación.
Imaginario o no, el dinero que está en los bancos eventualmente debe ser entregado en dinero real a las personas que, por ejemplo, llegan a las cajas a cambiar un cheque. De hecho ya el viernes y el sábado, los bancos británicos suspendieron la venta de euros a la gente.
Desde primera hora del viernes se había informado que la libra esterlina, en cuestión de minutos había pasado a valer 18 centavos de dólar menos y frente a eso todos trataban de cambiar sus libras comprando euros, y cerca de mediodía ya se temía una corrida bancaria desastrosa.
Pero hasta aquí, nadie nos ha explicado por qué razón la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea ha provocado semejante cataclismo. De hecho, el parlamentario Boris Johnson, ex alcalde de Londres y actual miembro de la Cámara de los Comunes, enfocó su campaña en pro de la salida de la Unión Europea, estableciendo una comparación con Noruega, país que rechazó en dos referéndums sucesivos ingresar a la Unión Europea.
Pues bien, Noruega era el más pobre de los países de Europa occidental, y su economía se basaba sobretodo en la agricultura y la pesca. Sin embargo, a partir de una política de economía dirigida y respaldada por el Estado, Noruega, primero, logró desarrollar una poderosa industria productora de energía mediante centenares de plantas hidroeléctricas. Ello le permitió desarrollar una economía de producción industrial sobre todo metal-mecánica y, finalmente, la explotación de hidrocarburos submarinos llevó a que Noruega sea en estos momentos uno de los estados europeos más ricos, más desarrollados y con mejor distribución de la riqueza.
Todo ello, a pesar de que en 1995 un segundo referéndum rechazó definitivamente el ingreso de Noruega a la Unión Europea y, por supuesto, rechazó también adoptar el Euro, como lo hicieron Suiza, Suecia, Islandia y la misma Gran Bretaña.
Sin embargo, Noruega se incorporó a la Asociación Europea de Libre Cambio y al Acuerdo Schengen, de libre tránsito en fronteras abiertas, radicación y trabajo para todos los ciudadanos europeos. Con ello y otros acuerdos, ese país escandinavo mantiene un status europeo que le resulta incluso ventajoso porque no está obligado, por ejemplo, a permitir que otros países de la Unión puedan realizar faenas de pesca en aguas territoriales de Noruega, y cosas por el estilo. Le da independencia frente a los demás países de Europa.
Igualmente, en diciembre pasado también Dinamarca realizó un referéndum apuntado a restringir un aumento de las facultades y atribuciones de la Unión Europea. Entre esas nuevas atribuciones se habría contado la de asignar cuotas de la oleada de inmigrantes llegados de África y del oriente medio.
¿Por qué ninguno de esos casos de rebeldía o marginalización de la Unión Europea provocó turbulencias en la economía de Europa y del resto del mundo?
En realidad, es la Unión Europea misma la que aparece tan debilitada que cualquiera turbulencia adquiere caracteres de crisis. De hecho, en vísperas del referéndum, los directivos de los bancos centrales europeos y del propio Banco Central de la Unión Europea, se reunieron secretamente en Suiza, previendo la necesidad de tener que inyectar mayores estímulos de dinero en un intento de estimular el crecimiento económico.
De hecho, la Eurozona tendrá un crecimiento prácticamente nulo este año y el próximo. Se estima en un 0,2%, que viene a ser sinónimo de recesión maquillada. Y en esta manipulación de emergencia, Gran Bretaña es el principal centro operativo de la banca internacional. Y es a través de Gran Bretaña que se realiza la mayor parte de la financiación del comercio mundial con la Unión Europea.
La analista Anne Appelbaum, del Washington Post, señala que un factor de crisis que reforzó el voto británico contra la Unión Europea, ha sido la obstinación de los políticos en suponer que los problemas se resuelven mediante el crecimiento económico.
Según ella, la economía neoliberal parece hipnotizada, obsesionada por el axioma marxista de que es la base la que determina la superestructura. O sea, que la economía es la que modela y determina todo lo demás en la conducción histórica de una nación.
En el caso de Gran Bretaña, resulta evidente que la campaña anti Unión Europea mantuvo un nivel bajo en sus enfoques sobre la economía neoliberal, limitándose a destacar los ejemplos de Noruega e Islandia. En cambio, puso énfasis en la necesidad de frenar la invasión de inmigrantes, la pérdida de soberanía nacional y la necesidad de preservar el carácter británico en la manera de enfrentar un mundo que es cada vez más peligroso.
Más aún, el Fondo Monetario Internacional disparó andanadas de advertencias tremebundas sobre los efectos de incumplir las políticas económicas trazadas por la Unión Europea. Pero ante esas advertencias, la respuesta fue: ¿Y qué?... Somos capaces de aguantar una recesión si eso fuera necesario.
Y lo más sorprendente es que aquel potente impulso que culminó en el referéndum del jueves pasado, en contra de la economía neoliberal, fue encabezado específicamente por un sector mayoritario del Partido Conservador británico. Es decir, por la derecha.
¿Está la derecha europea apostando a poner los valores sociales, culturales y políticos, por encima del enriquecimiento tradicional?
Uno de los análisis más fuertes sobre el triunfo del Brexit, lo publicó el célebre diario London Times, en un artículo de Ian Bremmer que afirmó: “El 52% de los británicos votó por salir de la Unión Europea. Y su decisión fue tomada después de escuchar la andanada de advertencias y profecías terroríficas del bloque pro-europeo, políticos, economistas, banqueros, académicos, pupilos de los think-tanks, estrellas de cine y de la tele, deportistas, curas y pastores, además de Barack Obama.
Pues bien, este referéndum dejó en claro que la mayoría de los británicos ya no les creemos. No confiamos en ellos. Y éste fue un referéndum en contra de la totalidad de la clase política. Los flojos privilegiados van a tener que largarse.
Oiga, y hay que tener en cuenta que el London Times es el más poderoso y tradicional periódico de la derecha británica.
En el otro lado, ciertamente el Partido Laborista, la supuesta izquierda británica, se jugó con todo en contra del Brexit, eludiendo los temas más álgidos para los trabajadores y sus familias, como la política de austeridad, la reducción de los servicios sociales y la reforma laboral que hace cada vez más precaria la situación de los trabajadores.
En ese contexto, la directiva del Partido Laborista, que desde el comienzo ha sido antagónica con el recién elegido presidente, Jeremy Corbyn, ahora se ha lanzado en una agria campaña pidiendo la destitución o la renuncia de Corbyn por no haber sido suficientemente contrario al Brexit. Corbyn, considerado “demasiado izquierdista” por el Neo-Laborismo, se ha negado a renunciar.
Una encuesta de opinión entregada en mayo por la empresa IPSOS, revela que hay numerosos países donde la derecha y la izquierda de Europa, cada una a su manera, están compartiendo su voluntad de llegar a referéndums similares al de Gran Bretaña, enfocados a restar atribuciones al gobierno burocrático de Bruselas, y modificar profundamente la manera en que el gobierno europeo emite sus leyes, ordenanzas y programas. Hasta ahora, según ellos, el gobierno de Europa es básicamente una oligarquía de burócratas vinculados a la banca, y que son sordos a los deseos, las propuestas y las necesidades de la ciudadanía.
Según esa encuesta de IPSOS, en Italia hay un 58% de la gente que quisiera que su país se salga de la Unión Europea.
La gran prensa de Europa y Estados Unidos ha coincidido en referirse a los movimientos políticos con mestizaje de derecha e izquierda bajo el nombre de “Partidos Populistas”, aunque en la mayoría de los casos la estructura partidaria es muy simple y básica, de modo que movilizan a las bases sociales sin mucha discriminación ideológica.
Por ejemplo, el derechista Frente Nacional de Marine Le Pen, en Francia, que incluye a un gran número de dirigentes campesinos y activistas de los derechos civiles.
Algo similar se está perfilando en Alemania, Italia, España, Portugal, Grecia, los Países Bajos, Suecia, Dinamarca, Austria, Polonia y Hungría. Varios países, ¿ve Ud.?
Y muchos analistas consideran que una movilización poco visible, casi secreta pero bastante fuerte, se está manifestando en las bases que apoyan en Estados Unidos a Donald Trump y Bernie Sanders, la derecha y la izquierda.
Ganen o no las elecciones, todas esas movilizaciones de la base social en Europa y Estados Unidos están recién poniéndose en marcha y seguirán cobrando fuerza cuando ya las turbulencias del Brexit se hayan aquietado.
Nadie tiene muy claro cuáles van a ser, a mediano plazo, los efectos del Brexit para Gran Bretaña y también para la Unión Europea. El Reino Unido había llegado a ser el principal centro de operaciones para acuerdos comerciales y de inversiones de la China con Europa. Tras el Brexit, China va a mantener buenas relaciones con Londres, pero el grueso de los acuerdos y negocios tendrá que ser tomado por otros interesados. Principalmente Alemania e Italia.
Para China, Europa ya ha pasado a ser su principal socio comercial. Bueno, Europa tiene 450 millones de habitantes y una economía de conjunto que es bastante mayor que la de Japón.
Como fuere, para China, Europa ya es un territorio aliado en su proyecto de hacer del Yuan o Renminbi, la moneda china, un rival del dólar como divisa internacional.
A la vez, particularmente Alemania e Italia son países que se han mostrado comparativamente menos dóciles frente al autoritario liderazgo de Estados Unidos, a la vez que mantienen grandes expectativas de prosperidad asociándose al gigantesco bloque euroasiático que encabezan Rusia y China.
En cambio, a Gran Bretaña se le perfilan posibles crisis internas, graves. Por ejemplo, el movimiento independentista de Escocia, que incluye al Partido Laborista escocés, ya anunció consultas para realizar un nuevo referéndum que podría separar a Inglaterra de Escocia. Recordemos que en septiembre de 2014, Escocia perdió un referéndum independentista, bajo la amenaza de que, si se separaba, Escocia podría quedar fuera de la Unión Europea.
O sea, ahora el Brexit ahora se ha convertido en un empuje adicional para los independentistas. Otro tanto podría producirse en Irlanda del Norte, y podría llevar aquello nada menos que a la unificación de toda Irlanda.
Pero quizás la peor amenaza para Gran Bretaña será la hostilidad feroz de muchas grandes empresas del continente que aparecen decididas a lesionar a sus competidores británicos, a hacerles dolorosísima la situación y forzarlos a que trasladen sus empresas al continente, principalmente a Polonia, Austria y la República Checa.
Respecto de la OTAN, los analistas europeos disimulan una sonrisa. El Brexit no tiene ningún efecto grave que pudiera debilitar al Pacto Militar. De hecho, la OTAN es en un 85% el Ejército de los Estados Unidos, sólo el 15% es Europa.
Y en cuanto a la materialización concreta de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, se trata de un proceso laborioso, lleno de detalles legales y contables, que puede tomar un mínimo de dos años, pero podría prolongarse hasta por cuatro años.
Sin embargo, tanto Alemania como Francia y Polonia se han mostrado impacientes por ponerle fin cuanto antes a esta situación. Que los ingleses de vayan de una vez por todas. Gran Bretaña está representada en el Parlamento Europeo por 73 eurodiputados que tendrían ya que estar armando sus valijas y partir de regreso sin más trámite. Pero, según algunos de esos europarlamentarios ingleses, no hay prisa y podrían mantenerse ahí hasta el 2019… ¡Cobrando sueldo, por supuesto!
Y finalmente, el anhelado Tratado Transatlántico de Estados Unidos con Europa propugnado por el presidente Obama, ya quedó en claro que no seguirá tramitándose en un futuro cercano. Europa lo pondrá a dormir.
Pero, inesperadamente también, entre ayer sábado y esta mañana, en Londres se realizó una velocísima campaña para juntar firmas y recabar al Parlamento que realice un nuevo referéndum en reemplazo del del 23 de junio, y que establezca que para que la consulta popular sea válida tendrá que contar con una participación mínima del 75% del electorado, y la propuesta ganadora tendrá que contar con una mayoría mínima del 60% de los votos válidos.
En buenos términos, se trata de una propuesta en que ningún cambio sería posible y en la que el que pierda va a ganar de todos modos. Como fuere, la iniciativa fue tomada en Londres, donde el Brexit fue derrotado y donde hay más de 400 mil empleados de alto rango, con altos sueldos, en la gran empresa financiera.
En menos de 24 horas, los peticionarios reunieron más de 2 millones de firmas, presentando la solicitud al Parlamento. Según antecedentes mencionados por la agencia periodística francesa Resseau Voltaire, el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos habría puesto en marcha una vasta operación para anular el Brexit e impedir que el líder conservador Boris Johnson sea elegido Primer Ministro en reemplazo del renunciado David Cameron que abandonará el cargo en octubre próximo.
El proyecto apuntaría a lograr que el próximo primer ministro sea el liberal-demócrata George Osborne.
Según el reporte de la Resseau Voltaire, Barack Obama habría encomendado directamente a la primera ministro alemana Angela Merkel para dirigir estas operaciones en Europa continental, y a George Osborne, para hacer lo mismo en Gran Bretaña.
El presidente en ejercicio de la Unión Europea, el polaco Donald Tusk, convocó a una sesión extraordinaria del Consejo de Europa el próximo 29 de junio, con participación del Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg.
A la reunión ya no invitaron al gobierno británico.
Así pues, como vemos, el asunto del Brexit es todavía una noticia en pleno desarrollo. Son muchas cosas las que pueden ocurrir, pero no hay muchos indicios alentadores de que las cúpulas políticas estén entendiendo que hay que escuchar a la gente antes de imponerles leyes tontas, impopulares, inútiles y exasperantes.
Sin embargo, resultan muy explícitos los síntomas de que está cundiendo una movilización de clase, social, que parece dispuesta a imponer cambios muy profundos. Quizás se demoren, pero la tardanza no provocará debilidad sino acumulación de fuerzas.
El jefe de gobierno de Italia, Matteo Renzi, comentó sobre el Brexit que a la Unión Europea hay que cambiarla, hay que hacerla más humana y más justa. Pero, agregó, “Europa es nuestra casa, es nuestro futuro”.
¿Cómo reverberará eso en nuestra desvencijada casa que es nuestra América Latina?... ¿Podremos hacerla más humana y más justa?
¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Hay peligro.