[AUDIO] Crónica Ruperto Concha: Desatino y destino

Por Ruperto Concha

Una trifulca así podría haberse producido en Ucrania, o en algún narcopaís latinoamericano, o, incluso, en alguna de las democracias de kindergarten que hay en África. Pero no, fíjese. Se está produciendo en Estados Unidos. Oiga… justamente en ese país que sostiene que la democracia, la decencia y la civilización, en el planeta, sólo pueden salvarse si Estados Unidos tiene el control absoluto.

La verdad es que el berrinche de conventilleros de la política estadounidense, bien perifoneado por la gran prensa y la TV, ya superó la finura de don Francisco en Sábados Gigantes y se elevó al sublime nivel de la Cuatro Dientes.

A sólo 6 días de que el presidente electo Donald Trump asumiera el mando de su nación, la comedianta Rosie O’Donnell adhirió al grupo de demócratas enfurecidos que a través del New York Times, exigían que la entrega del mando se postergue hasta agotar todas las investigaciones sobre una supuesta alianza secreta de Donald Trump con el presidente ruso Vladimir Putin.

La demanda de la señora Rosie apuntaba directamente a que el presidente Barack Obama declare Ley Marcial y Estado de Emergencia, entregando el control de la nación a las fuerzas armadas. ¿Qué tal?

 

Pero detrás de las estridencias de la cómica señora O’Donnell, la escandalera alcanza un colorido mucho más escandaloso. La acusación contra Donald Trump venía a reemplazar el desinflado escándalo de los supuestos hackers rusos que habrían espiado al Comité Central del Partido Demócrata y reveló las sucias maniobras para desbancar la candidatura de Bernie Sanders, e imponer la de Hillary Clinton.

Llegado el caso, las denuncias derivaron en admitir que no había prueba alguna que sustentara la acusación contra Rusia. Más aún, el célebre genio computacional John McAfee, creador de sistemas de cíber seguridad y programas antivirus, se burló de las infantiles afirmaciones de la Dirección de Inteligencia Nacional del gobierno de Obama, que denotaban una deplorable ignorancia sobre la materia.

El nuevo escándalo anti Trump se basaba en la afirmación de que éste habría sido filmado en una orgía con señoritas menores de edad, durante una visita a Moscú que hizo en 2012. Según la versión, el pérfido y diabólico presidente Putin había utilizado esa filmación para chantajear a Trump y tenerlo bajo su dominio.

Aquella denuncia se basaba en un “datito” elaborado por un ex espía británico del MI6, llamado Christopher Steele, que después de ser dado de baja puso una empresita privada de espionaje para clientes políticos.

Todos sabían que aquel cuento carecía absolutamente de datos demostrables, pero el funcionario de Inteligencia de Barack Obama, James Clapper, declaró que se había sentido terriblemente choqueado, y garantizó que nada de ese asunto se basaba en datos reales elaborados por los Servicios de Inteligencia de Estados Unidos.

Sin embargo, Clapper distribuyó el memorándum con el cuento del espía privado británico, asegurándose de que un gran número de parlamentarios lo recibiera. Según lo reconoce el propio New York Times, la movida de Clapper apuntaba a que de ese gran número de parlamentarios, más de uno se encargaría de entregárselo a la prensa.

Y eso fue exactamente lo que pasó. Y fue nada menos que el ultra conservador, anti-ruso y belicista senador republicano John McCain el que se encargó de entregar esos contenidos al FBI, con lo que consiguió echar a correr la falsedad.

Pero aquí viene lo que es todavía más grave.

 

El periodista Daniel Lazare, de OpEdNews, publicó el viernes, antes de ayer, un análisis titulado: El operativo para bloquear la presidencia de Donald Trump, ¿Es un golpe militar que está en proceso?

La verdad es que el mismo diario británico The Guardian, que fue el primero en proclamar el escándalo, mostró la hilacha sin querer, al afirmar que ahora Donald Trump está en peligro por haber descalificado a los servicios de inteligencia de Estados Unidos, comparándolos con la Gestapo de los nazis.

Y aquí viene lo asombroso: The Guardian dice que Trump está en peligro porque “no se ha ganado la lealtad de esos funcionarios”…

¿Se fija Ud. lo que es eso? ¿Sugiere ese diario que los agentes de inteligencia estadounidenses siguen actuando deslealmente, buscando manera de inculpar al Presidente electo?

Eso se trataría, ni más ni menos, que de afirmar que los funcionarios de los servicios de inteligencia estarían asumiendo finalmente la función de indicarle al Congreso de los Estados Unidos quién puede y quién no puede ser presidente de los Estados Unidos. Si estuviésemos hablando de Alemania, diríamos la Gestapo está en el Poder.

 

En realidad, los manotazos desesperados de los demócratas por su derrota han lanzado a todo el mundo la peor de las señales acerca de la solidez política de los Estados Unidos, y su confiabilidad como socio estratégico.

Especialmente notorios fueron los esfuerzos del moribundo régimen de Barack Obama, intentando enrielar al nuevo gobierno, en una red de compromisos internacionales, comenzando por aplicarle a Rusia un nuevo paquete de sanciones que Donald Trump dice mantendrá hasta reanudar conversaciones sanas con Rusia.

La embajadora de Obama ante Las Naciones Unidas, Samantha Powers, realizó durante más de una semana una serie maratónica de reuniones con jefes de gobierno de Europa, tratando de convencerlos de llevar al Consejo de Seguridad una acusación contra el presidente de Siria, Basher Assad, de haber empleado armas químicas contra las fuerzas que intentaban derrocarlo.

Pero sus esfuerzos fueron vanos. A partir de Gran Bretaña y Francia, los gobiernos europeos se negaron, en su gran mayoría, a participar de aquella maniobra, dejando muy en claro que ahora las nuevas decisiones se conversarán con el gobierno de Donald Trump.

Eso tiene una enorme importancia, pues si la maniobra de Obama hubiese tenido éxito, su efecto habría sido imposibilitar la participación del presidente de la República Siria en las negociaciones de paz. Es decir, se trataba de hacer que esas negociaciones fracasaran, que continuara la guerra.

Ahora, ya una muy potente mayoría de las organizaciones opositoras de Siria ratificó participar en las negociaciones siguiendo el plan elaborado por Rusia, Irán y Turquía. Entre ellas se incluye la más grande de esas organizaciones, que tiene el apoyo de Arabia Saudita, y, además, la organización de los kurdos del norte de Siria.

O sea, una mayoría ya abrumadora se ha comprometido en ponerle fin a la guerra contra el gobierno de Siria, e incluso mantener en su cargo al presidente Assad hasta que se realicen elecciones generales en las que, incluso, se contempla la posibilidad de que el mismo Basher Assad, si lo desea, sea candidato a la reelección.

Es decir, finalmente fue la intervención de Rusia, junto a Irán y Turquía, lo que puso final a la sanguinaria aventura de Barack Obama para derrocar al gobierno legítimo de Siria.

 

En fin, la bananera tragicomedia política de Estados Unidos tendrá algún desenlace el próximo viernes, cuando Donald Trump asuma finalmente como Presidente de los Estados Unidos. Hasta aquí, son muy confusas las señales de cómo se iniciará la nueva estrategia de Trump, para “hacer nuevamente grande a Estados Unidos.”

Hasta aquí, ha habido una polifonía de declaraciones que poco tienen que ver con las promesas previas, y muchos comentan que, al parecer, Donald Trump y sus ministros cantan al mismo tiempo canciones muy distintas.

Pero ni la China ni Rusia, ni sus potentes aliados orientales parecen muy preocupados. A las amenazas de bloquear las naves chinas en el Mar de la China, el presidente Xi Lin Ping respondió tranquilamente: No pueden hacerlo. Sólo podrían hacerlo al estallar la Tercera Guerra Mundial.

Así pues, las cosas se van a clarificar rápido. Quizás antes de un mes, y es posible que nos encontremos con que las declaraciones más feroces en realidad sólo tenían un carácter publicitario en los momentos en que el coro de los vencidos pedía a gritos una guerra contra Rusia, contra China, contra Irán, y el derrocamiento inmediato de los gobiernos de Filipinas, Turquía y Paquistán.

Pero al calmarse los ordinarios desatinos de la política estadounidense, al menos los cerebros más funcionales prestarán atención a una nueva crisis que se nos viene encima. Es, por cierto, una crisis económica que es también una enorme crisis política. Es la tremenda crisis del Cambio Climático.

 

Todos, incluyendo a los niños chicos, hemos advertido que el refrigerador enfría hacia adentro, pero lanza aire caliente hacia afuera, por la parte de atrás. Y lo mismo ocurre con el aire acondicionado. Lanza aire frío hacia adentro, pero a la vez lanza aire muy caliente hacia afuera.

Es la aparente contradicción que presentan las leyes de la naturaleza. Para avanzar hacia adelante, tenemos que empujar hacia atrás con nuestros pies. Las turbinas hacen avanzar el avión hacia adelante, empujando gases y viento hacia atrás, en fin, también el recalentamiento global provoca efectos contradictorios. Sequías ruinosas en un sitio, mientras en otro hay lluvias torrenciales e inundaciones.

Y ahora, en todo el círculo ártico, sobre todo en el oeste de Europa, Canadá y parte de la Siberia rusa, el recalentamiento de la atmósfera está lanzando una ola de frío glacial que ya ha provocado varias muertes en Europa, y hace temer un desastre.

Según informes de las prestigiosas publicaciones Scientific American y Live Science, esto se debe a que los océanos en realidad se han recalentado dos veces más de lo que se creía. Y con ello se han alterado las corrientes marinas que llegan al océano Ártico.

Esto afecta sobre todo a la corriente del Golfo de México, que corre desde el Caribe hacia el Atlántico Norte, llevando sus aguas cálidas que entibian todo el occidente de Europa, incluyendo las Islas Británicas y Noruega.

En su viaje, el agua cálida entrega su temperatura a la atmósfera, el agua se enfría mientras entibia el aire. Y cuando ya entregó su tibieza, el agua se vuelve más pesada y por eso se hunde y comienza a avanzar sumergida en sentido contrario, rumbo al sur, mientras nuevas masas de agua cálida llegan a reemplazarla.

Pero ocurre que, debido al recalentamiento de la atmósfera, ahora el aire absorbe menos calor del agua. O sea, el agua no se enfría lo suficiente ni suficientemente rápido. La gran masa de agua no se sumerge, y tampoco inicia suficientemente rápido su desplazamiento de regreso al Sur.

Esto significa que toda la corriente cálida del Golfo se está haciendo más lenta y más débil, y el clima europeo recibe menos calefacción oceánica.

 

Junto con ello, el debilitamiento de las corrientes afecta también al gran río de vientos que circulan en torno de los círculos polares, formando una especie de barrera de viento que evita que el heladísimo aire polar se desplace hacia el sur.

En el Ártico, el cambio climático ha derretido enormes extensiones que antes estaban cubiertas de hielo y nieve, cuya blancura relanzaba hacia arriba el exceso de calor solar. Con eso, también se ha debilitado la barrera de viento, y el aire frío ahora ha comenzado a extenderse hacia el sur, provocando las heladas terribles sobre Europa, Canadá y el norte de Estados Unidos.

En cambio, sobre Siberia Oriental y la mayor parte de la tundra, el recalentamiento sigue derritiendo el subsuelo que antes estaba congelado. Con ello se está produciendo un reblandecimiento del piso que ya ha comenzado a desestabilizar edificios, puentes y vías férreas, haciendo necesarias grandes y caras obras de ingeniería para evitar derrumbes.

Ya hemos visto los efectos ecológicos del cambio climático, que incluyen el avance hacia las antiguas zonas frías de especies que eran propias de las zonas templadas. Entre esas especies se cuentan también plagas y cepas de enfermedades que dañan la agricultura y a los seres humanos. De hecho, informes de esta semana revelan ya que los abejorros, esas hermosas abejas gigantes y doradas, están en peligro inminente de extinción. Ya ha muerto un 90% de la población de abejorros en Canadá, y la mortandad de abejas, tanto en Canadá como Estados Unidos y otros países incluyendo a Chile, están poniendo en riesgo la polinización de los árboles frutales.

En tanto, las publicaciones de la gran prensa publiperiodística siguen tratando huecamente de tapar con publinoticias optimistas la realidad de que los resonantes acuerdos internacionales de defensa del medio ambiente, en el hecho han tenido un efecto nulo en la lucha contra el cambio climático.

Tratan de convencernos de que si usamos ampolletas fluorescentes, si no recibimos bolsas de nylon, si no tiramos la cadena cada vez que orinamos, estamos haciendo aportes en favor de la ecología.

Y claro, es bueno que hagamos esas cositas. Pero no tienen ningún efecto real para evitar el desastre. Es el rumbo demencial que ha tomado nuestra civilización al confundir el progreso con la capacidad de compra, y confundir el desarrollo con el crecimiento demográfico.

Es la economía de mercado y la confusión mental, la enajenación cultural de la gente, lo que en realidad está desatando el desastre y acelerando la crisis.

 

Veamos noticias reales, concretas. Para este año, el consumo de petróleo aumentará en un millón doscientos cincuenta mil barriles diarios, o sea, 9 millones 530 mil barriles de petróleo se quemarán diariamente este 2017.

Sólo en la ciudad de Delhi, en la India, circulan cada día 8 millones de vehículos. Y en nuestro Chile chiquitito, ya el parque automotriz aumentó a más de 7 millones de vehículos.

Y eso, sólo pensando en petróleo y vehículos. En realidad, es el consumo global, las compras que hacemos, lo que fatalmente se traduce en polución, agotamiento de recursos y enajenación emocional que provoca una avidez neurótica por comprar.

China, con 1.300 millones de habitantes, en 2005 tenía un 10% de su población con capacidad de compra similar a la de Estados Unidos. Hoy, 12 años después, la proporción aumentó a un 30%. O sea, en estos momentos hay 325 millones de chinos que tienen una capacidad de compra igual a la de los Estados Unidos.

En la India, con 1.100 millones de habitantes, ya hay un 10% de la población con capacidad de compra similar a la de Estados Unidos. O sea, 110 millones de personas más. En Indonesia ya son 33 millones los que ganan y compran igual que los estadounidenses. ¿Se fija Ud.?

Eso significa que en los últimos 12 años se ha más que triplicado la masa de gente que está consumiendo febrilmente y que sueña con poder consumir aún más.

En términos políticos, ¿qué partido, qué gobierno se atrevería a desafiar la avidez de ja gente por aumentar sus ingresos y poder comprar más y más cosas?

En Chile, ¿estamos mejor en nuestra calidad de vida de lo que estábamos en 2010? Y, sin embargo, el ingreso medio per cápita en Chile aumentó en 145 mil pesos mensuales en los últimos 6 años.

 

El mal que afecta a nuestro planeta es el mal que nos afecta a nosotros mismos. Engañados, intoxicados por una demencial pseudocultura publicitaria, de consumo febril, ya una mayoría aplastante de nuestra gente, de nuestra humanidad, ha llegado a ser incapaz de imaginar siquiera un desarrollo, una plenitud existencial, que no tenga que ver con el consumismo, con andar comprando y comprando.

Estamos drogados de consumo. Nos han vuelto adictos a la demencial droga del consumismo. Ya somos los animalitos más dañinos y destructores del planeta Tierra.

Y somos la especie que se reproduce a mayor velocidad.

Somos peligrosos. Somos peligrosos para nosotros mismos. Somos capaces de reducir a basura nuestras posibilidades de optar a ser felices.

Somos el principal peligro que nos amenaza.

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