[AUDIO] Crónica Ruperto Concha: Entre llantos y terrores....

Por Ruperto Concha

En todo el Tercer Mundo, siempre se ha dicho que en Estados Unidos no hay golpes de estado, debido a que allí no hay embajada de los Estados Unidos.

Sin embargo, mientras se acerca la toma del mando presidencial por Donald Trump, el 20 de enero, la gran prensa sumisa a los grandes avisadores ha seguido elevando hasta la estridencia el tono escandaloso, en un intento de anular por secretaría la victoria electoral de Trump.

El retumbar incesante de los tambores en los titulares de la prensa, los canales de TV, las radios y las grandes publicaciones en Internet, ya está teniendo por efecto una crispación exasperada en la base social, tanto entre los republicanos que finalmente se volcaron masivamente en favor de Trump, como entre los demócratas, que temen que la directiva de su partido pueda estar atentando contra la institucionalidad política de Estados Unidos.

Es decir, temen que pueda estar armándose un golpe de estado de esos que llaman “blandos”, porque no incluyen participación militar. O sea, un golpe de estado como el de Brasil o el de Paraguay.

Y entre los demócratas asustados y enojados se cuentan aquellos que apoyaban la candidatura de Bernie Sanders y sienten que el Partido los traicionó designando fraudulentamente la candidatura de Hillary Clinton.

Recordemos que, de la base electoral de los demócratas, más de un 35% de los votos eran en favor de Sanders.  Ahora esos demócratas, aunque detestan a Donald Trump, igualmente desconfían de la legitimidad de la directiva de su Partido.

El plazo para exigir recuento de votos venció legalmente el pasado 13 de diciembre, y en estos momentos se da por descontado que el triunfo de Donald Trump se confirmará.

Sin embargo, para muchos de los más importantes analistas, el aparato de poder de las grandes sociedades anónimas encabezadas por las industrias bélicas y Wall Street, ha continuado y continuará intentado impedir que el presidente electo Donald Trump pueda asumir el mando supremo de la nación, en 39 días más.

Ayer sábado, el ya célebre analista estadounidense Paul Craig Roberts, ex subsecretario de economía del presidente Ronald Reagan, denunció en la publicación OpEdNews que en estos momentos se está urdiendo y tramando un golpe contra el sistema democrático de Estados Unidos, encabezado por algunos personeros de la CIA y del equipo de Hillary Clinton tras los cuales están los propietarios de los complejos industriales que profitan del gobierno.

Señala Paul Craig Roberts que hace ya 50 años el presidente Dwight Eisenhower había advertido al Congreso y a la Nación que es necesario poner límite al poderío gigantesco de los complejos industriales de armamento y servicios de seguridad, que podría convertirse en un peligro grave para la democracia.

Según Craig Roberts, el grupo que desde las sombras está articulando el supuesto intento golpista, lo hace porque ha calculado sus posibilidades de tener éxito. Es decir, provocar una situación de hecho de tal gravedad que impida la investidura presidencial de Donald Trump.

Según él, lo que está en juego es el fluir de alrededor de un billón de dólares anuales, oiga, un millón de millones de dólares anuales, que el gobierno de Estados Unidos canaliza a la industria bélica.

Y, habiendo fracasado el intento de anular la votación, lo que ahora se intenta es fabricar una situación pavorosa, equivalente al horror del 11 de septiembre de 2001, para inducir a los electores estaduales a cambiar sus votos por Trump, en favor de votos por Hillary Clinton, como una medida de salvación de la Patria ante el ataque de Rusia.

¿Se fija Ud.? Para sustentar ese golpe de estado, los mismos medios de prensa que cobraron 450 millones de dólares de la candidatura de Hillary Clinton, están ahora tratando de convencer a la ciudadanía de que todos los electores que votaron por Trump lo hicieron porque habían sido engañados mediante noticias falsas que los rusos habrían difundido en Estados Unidos.

 

No era fácil fabricar de manera creíble el cuento de una supuestamente formidable operación periodística, cibernética y publicitaria de Rusia, que haya sido capaz de alcanzar una eficacia mayor que la del 90% de todos los canales de TV, los diarios, las radioemisoras y los principales sitios web de Estados Unidos, que apoyaban estrepitosamente a Hillary Clinton.

Recordemos que la campaña electoral de la Clinton tuvo el doble de presupuesto que la de Donald Trump. ¿Quién podría creer entonces que con cero presupuesto publicitario, los rusos hubieran logrado dar vuelta a la opinión pública de todo Estados Unidos?

Bueno, efectivamente, la opinión pública de ese país parece que no se está tragando el anzuelo de los complotadores. El jueves 15 se dio a conocer una encuesta realizada por la FOX News, sobre una muestra de 10 mil entrevistas, en que un 59% de la gente declaró que no creía que los supuestos “cíber ataques rusos” hubieran provocado el triunfo de Donald Trump. Oiga, el 59%, o sea, muchos de los que no votaron por Trump rechazan el cuento de la intervención de Rusia.

Más aún, un 67% de la gente declaró que confiaba en los informes de la CIA que reconocen no tener prueba alguna sobre el jaqueo o la difusión de noticias falsas por parte de agentes rusos.

Paralelamente, sólo un 6%, un raquítico 6% de la gente, dijo que todavía tenía confianza en las publicaciones periodísticas de los grandes medios. O sea, la credibilidad de los medios de la prensa de mayoría es tan mísera como la de los parlamentarios.

Pero eso no es sólo un asunto de los Estados Unidos. Hace dos semanas, un periodista francés realizó una encuesta telefónica, controlada técnicamente en su imparcialidad, en que preguntó a los auditores si se creía que los medios de prensa eran deshonestos. El 91% respondió que sí. Muchos agregaron que los grandes medios ocultan insidiosamente mucha información, e incluso no faltaron opiniones en que calificaban al periodismo como un oficio prostituido. Esa encuesta la realizó el periodista Jean-Jacques Bourdin, editor jefe de la radio RMC, de París.

Mientras tanto, en Gran Bretaña, un alto diplomático, ex embajador, activista de la libertad de expresión, el miércoles pasado en una entrevista por el diario Daily Mail, de Londres, impactó a la opinión pública al reconocer que fue él en persona quien entregó a Wikileaks los correos electrónicos de Hillary Clinton y sus asesores, cuyos contenidos hundieron su candidatura.

El ex embajador Craig Murray reveló que esa información le fue entregada a él por personeros del propio Partido Demócrata que sentían repugnancia por la corrupción del grupo de Hillary Clinton y por la forma en que habían traicionado la postulación de Bernie Sanders.

O sea, no fueron los rusos, sino los demócratas asqueados de su propio partido los que entregaron aquella información.

Mientras tanto, en Siria, la liberación de la ciudad de Aleppo, por el ejército leal de Siria, quedó definitivamente afianzada ayer. Después de la interrupción de la evacuación de civiles y milicianos rebeldes desarmados el día 14, cuando fuerzas rebeldes abrieron fuego contra un convoy, las fuerzas leales eliminaron esos focos y ya ayer sábado volvieron a circular las caravanas de buses.

Contradiciendo las narrativas patéticas y terroríficas de la gran prensa, la inmensa mayoría de la población civil ha pedido ser evacuada hacia las zonas controladas por el gobierno, donde ya están funcionando varios miles de comunas de reconciliación en las cuales participan también dirigentes de oposición al presidente Basher Assad.

De hecho, el gobierno de Uzbequistán esta semana reiteró su apoyo a los encuentros de negociación política para el futuro de la República Siria, que comenzaron en 2015 en la ciudad de Astana y en los que participan alrededor de 20 organizaciones. Las negociaciones son supervisadas por observadores internacionales aprobados por las Naciones Unidas.

De hecho, el gobierno ha invitado también a representantes de Turquía para integrarse a la elaboración de fórmulas de reconciliación, junto con representantes de Irán, Rusia, China, más el representante de las Naciones Unidas, Staffan de Mistura.

El propósito es alcanzar cuanto antes una fórmula básica para poner fin a la guerra en Siria y permitir que sea el pueblo sirio el que decida sobre su propio futuro político.

En tanto, se prevé que las fuerzas leales del gobierno, con apoyo de Rusia e Irán, están preparando ya los avances sobre la ciudad de Idlib, al noreste de Aleppo, que es el último baluarte de las fuerzas internacionales que enfrentan al gobierno en el norte de Siria.

Y, en Francia, el ex primer ministro Francois Fillon, candidato favorito para las elecciones presidenciales del próximo año, declaró que la gente de toda Europa ha visto con indignación cómo la Unión Europea ha sido incapaz de colaborar concretamente para alcanzar una solución política a la sangrienta guerra de Siria.

Fillon, respaldado por una muy fuerte mayoría política del centro y de la centro derecha, declaró que siente un profundo respeto por la actuación de Rusia, y que Europa necesita concebir una estrategia de largo aliento de alianza y amistad con Rusia.

En realidad, resulta incomprensible la persistencia de los medios de prensa y propaganda occidentales, en un intento de exacerbar el clima de peligrosa beligerancia contra Rusia. De hecho, hay indicios suficientes para tomar muy en serio la denuncia de Paul Craig Roberts, de que detrás de ello estaría la avidez de los industriales bélicos que anhelan seguir sorbiendo más de un billón de dólares anuales que sólo se justifican haciendo creer que la III Guerra Mundial es inevitable.

Como fuere, hay quienes ven que las posiciones de acercamiento a Rusia que ha mostrado Donald Trump, podrían ser esencialmente una estrategia apuntada a debilitar o interrumpir la temible alianza de Rusia con China e Irán.

A juicio de los más prestigiosos altos mandos militares de Estados Unidos, tanto en retiro reciente como en servicio activo, los gobiernos de Clinton, Bush y Obama cometieron errores estratégicos dramáticamente peligrosos de ensañamiento anti ruso, que en la práctica empujaron a Rusia a una alianza con China.

En la perspectiva de Trump, el principal adversario de Estados Unidos es la China, y Estados Unidos tiene muy escasas posibilidades de enfrentarse militarmente con éxito si China permanece aliada, como está, con Rusia, Irán, las repúblicas de Asia Central, Afganistán y Paquistán, y, en estos momentos, también Turquía.

Así, para la estrategia del nuevo gobierno, un reencuentro amistoso de Washington y Moscú sería un objetivo decisivo en términos de equilibrio militar.

En tanto, al margen de las aspiraciones estratégico-militares, las noticias económicas están marcando también un nuevo ritmo. Un cambio que parece derivar de rock’n roll a tango.

Esta semana se conoció que China dejó de ser el principal prestamista para las finanzas de Estados Unidos. Ahora es el Japón el que tiene mayor cantidad de bonos soberanos de la deuda externa norteamericana.

Pero eso no es porque Japón esté más rico que la China o que la China esté más pobre que el Japón. No. Se debe a que la China ya no compra más bonos de Estados Unidos. Por el contrario, los está vendiendo. No quiere tener dólares ni en efectivo, ni en bonos ni en cheques a fecha.

Y como lo reconoce Washington, el aporte crediticio de China es indispensable para cubrir las necesidades financieras de Estados Unidos, que sigue teniendo un déficit internacional del orden de 40 mil millones de dólares mensuales por déficit en la balanza comercial.

Esta todavía no declarada, o semi declarada, guerra económica entre Estados Unidos y China, reviste posibilidades de peligro extremo para el valor del dólar y el destino de la economía mundial en un futuro muy próximo.

Para los gigantes económicos asiáticos, China, Japón, Corea del Sur y Australia, la supervivencia a un colapso del dólar sólo es posible si se mantiene la tabla de salvación representada sobre todo por el yuan chino, y quizás complementado con el euro.

Así, pues. Cuando en Estados Unidos se habla de la gigantesca industria bélica, se suele pensar que se está hablando de las Fuerzas Armadas de esa nación. Pero no es tan así. De hecho, existe un sector importante de los altos mandos de las fuerzas armadas estadounidenses, que observan con reprobación muchos de los gastos enormes que hace el gobierno, en proyectos de armamento que no han sido consultados con los militares y que no han pedido evaluación de parte de los militares.

Por ejemplo, el gasto de más de un billón de dólares en el proyecto del avión F-35, ha sido considerado como escandaloso, lo mismo que otras inversiones de miles de millones de dólares en barcos de guerra que resultaron defectuosos y que no inciden en las prioridades de los propios militares.

De ahí que, en estos momentos, las fuerzas armadas estadounidenses en todas las encuestas aparecen respaldando al presidente electo Donald Trump. Y a ello se agrega que Trump esté incorporando a importantes jefes militares en retiro, tanto a su gabinete de ministros como a cargos claves de su gobierno.

A juicio de los mismos analistas que temen la existencia de una trama golpista contra Trump, el respaldo castrense podría ser el factor decisivo para frustrar una intentona de ese tipo.

De ahí que en estos momentos la misma prensa que está impugnando el triunfo electoral de los republicanos esté también lanzando sombrías advertencias por el acercamiento de Trump y las fuerzas armadas.

Así pues, Ud. ve, en este penúltimo domingo de 2016, las cosas parecen haciendo equilibrio en un enredo de alambres en el gran circo global.

Más de alguno se va a caer, lo sabemos. Pero también cada otoño las hojas se caen para que salgan otras hojas nuevitas en la primavera. Lo importante es mantenerse atentos, como quien dice, seguir con las luces altas en esta carretera a través de la noche.

Y algo más. No he podido avanzar mucho en las traducciones ofrecidas. Puede que me demore bastante. Por ello, mientras tanto, voy a enviarles el dossier en inglés a los amigos auditores que lo han solicitado.

¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense, es necesario. Ud. ve, hay peligro.

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