Por Ruperto Concha / resumen.cl
¿Qué le dio al Presidente de Estados Unidos por declarar que Jerusalén es la capital de Israel?... Algunos creen que fue un antojo estimulado por su yerno Jared Kushner. Pero, en realidad, hay indicios fuertes de que esa dramática decisión es la respuesta que da una precaria alianza de Washington, Israel y los reyezuelos petróleros árabes, para evitar el colapso inminente del actual sistema económico y social, basado en la supremacía militar de Estados Unidos.
Tras el anuncio de Trump, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas convocó de inmediato a una reunión de urgencia, en la cual 14 de los 15 integrantes aprobaron un comunicado conjunto en que se declara que la decisión de Washington es una decisión lamentable, peligrosa y, sobre todo, violatoria del Derecho Internacional.
Más aún, la declaración del Consejo de Seguridad señala que Trump ha violado resoluciones del propio Consejo de Seguridad en que, por unanimidad, se había declarado como ilegítima la invasión y ocupación militar de territorios de Palestina además de las Alturas del Golán, en territorio de Siria, así como la zona este de la ciudad de Jerusalén, la llamada Al Qud, que corresponde a soberanía Palestina.
Incluso los más fuertes aliados europeos de Washington, Gran Bretaña y Francia, acusaron a Estados Unidos de estar violando el Derecho Internacional. El embajador británico, Mathew Rycroft, enfatizó que la ocupación israelí de Jerusalén del Este constituye una ocupación militar ilegítima, de carácter invasivo sobre Palestina,
Por su parte, el embajador de Francia, Francois Delattre, enfatizó que la declaración de Donald Trump es un acto nulo y vacío, pues contradice la resolución del propio Consejo de Seguridad, en 1980, en que por unanimidad se definió el estatus de Jerusalén dividido en dos zonas, una israelí y otra palestina. Y el representante de Francia recalcó: Lo que Estados Unidos está violentando ahora es nada menos que la ley misma. Es el Derecho Internacional.
Pero, antes de analizar los efectos mundiales de la decisión de Trump, es importante aclarar una noción generalizada y falsa que sugiere que Jerusalén fue una ciudad de los hebreos, construida por los hebreos, y que fue siempre la capital de los hebreos como el propio primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu ha sugerido ante la prensa mundial.
La verdad es que la ciudad fue poblada y desarrollada alrededor de 3 mil años antes de Cristo, en el Canaan, por el pueblo de los Yebuseos, que le dieron el nombre de Urushalim, en honor a una divinidad celestial de ellos. Y ese nombre, Urushalim, mal pronunciado por los hebreos, se convirtió en “Jerusalén”.
La ciudad prosperó y creció, hasta que fue necesario fortificarla con murallas y torres, hacia el 2 mil o el 1800 antes de Cristo. Luego, tras 8 siglos de próspera existencia, en el año mil antes de Cristo, el rey hebreo David lanzó la guerra contra Urushalim, tratando de conquistarla.
La ciudad resistió un asalto tras otro, hasta que, finalmente, el rey David adoptó un plan de ataque, posiblemente a partir de informantes infiltrados, que consistía en penetrar furtivamente a la ciudad, durante la noche, a través de los túneles de alcantarillado.
Otras versiones, menos sucias, afirman que las tropas hebreas simplemente cerraron el acceso de los defensores a las cisternas donde se proveían de agua.
Como fuere, la ciudad de Urushalim cayó en poder de los hebreos, y, según las versiones tradicionales de la biblia, los conquistadores fueron benignos con sus vencidos.
Sin embargo, es muy difícil creer en esa supuesta benevolencia de los vencedores, ya que en el Deuteronomio, en las propias Leyes de la Guerra, dictadas supuestamente por Moisés como parte de la Alianza con el dios Jehová, se manda que los hebreos matarán a todos los vencidos, hombres, mujeres y niños, sin perdonar a ninguno.
Es decir, el derecho de Israel sobre Jerusalén se habría basado desde el primer momento en la conquista militar justificada por un supuesto mandato de su dios.
Volviendo al presente, hasta el momento únicamente Israel y Arabia Saudita han celebrado la declaración de Donald Trump sobre un Jerusalén como capital indivisible del estado de Israel. Pero incluso en Israel hay un sector importante se muestra alarmado por la posibilidad de una guerra que, según la publicación israelí Debka Files, puede precipitarse en tres frentes simultáneos.
En cuanto a Arabia Saudita, el ya impetuoso príncipe heredero, Muhammad bin Salman, ayer le envió un mensaje a Donald Trump felicitándolo por su audaz decisión y destacando que ahora podrá producirse una alianza del mundo árabe con Estados Unidos e Israel, que podrá imponerse sobre todo el Oriente Medio.
Aunque reconoce que hay una reacción inicial de mucha hostilidad y resentimiento, el príncipe bin Salmán afirma que la indignación y las protestas pronto van a pasar, que los pueblos islámicos volverán a la obediencia y que las naciones rebeldes como Irak, Siria, el Líbano, Turquía, Yemen, Qatar, Paquistán y, por supuesto, Irán, serán reducidas a un nuevo orden mundial. En cuanto a Rusia, tendrá que retirarse a sus fronteras.
Salió bueno para hacer profecías este príncipe, que hasta ahora sigue consolidando su posibilidad de ascender al trono, mientras que, uno a uno, sus parientes millonarios acusados de corrupción están transando su libertad pagando sumas del orden de los mil millones de dólares cada uno.
En su optimismo embriagador, el príncipe bin Salmán ha anticipado ya que espera que Estados Unidos autorice hacer toda la necesaria transferencia de tecnología a Arabia Saudita, a fin de que el reino pueda ingresar al club de las potencias nucleares. Si a Israel Estados Unidos le consintió dotarse de esa tecnología y, de pasada, hacerse de un arsenal estimado en alrededor de 200 bombas atómicas, ¿por qué no consentírselo también a Arabia Saudita?
En todo caso, el futuro reyezuelo petrolero confía en que la calidad de Protectora del Islam Sunita, que tiene la monarquía saudí, va a movilizar al mundo islámico en apoyo del actual régimen, va a liquidar al Islam Shiíta. De hecho, el Islam Sunita se caracteriza por exigir estricta obediencia a las autoridades. En cambio, los Shiítas tienden a tomar posiciones filosóficas que, de repente, pueden llegar a ser heréticas, a juicio de su majestad.
Pero en el propio seno del islam sunita, la alianza con Israel, pactada secretamente por la familia real saudí, parece estar quebrantando la supuesta unidad político-religiosa de los árabes. De hecho, la sensación generalizada, detectada por observadores válidos en la base social de los sunitas, es de que la monarquía de Arabia Saudita ha traicionado cruelmente a la nación palestina, que también es sunita. Recordemos que los palestinos adhirieron al intento de derrocar al presidente sirio Bashir Assad, siguiendo dócilmente lo que estaba mandando la monarquía saudí.
Es extremadamente difícil que Estados Unidos acepte finalmente transferirle a Arabia Saudita la tecnología nuclear, aunque con Donald Trump nunca se sabe, y el Presidente de Estados Unidos puede decidir sobre ello sin necesidad de aprobación del Congreso.
También es poco probable que Israel acepte que Arabia Saudita, gobernada por un monarca absolutista de corte medieval, pueda transformarse en un vecino quisquilloso dotado de bombas atómicas.
El viernes, el periódico estadounidense Business Insider publicó un extenso artículo demostrando cómo la influencia de Estados Unidos se está debilitando velozmente en todo el mundo. Según ese periódico, que es de tendencia claramente pro norteamericana, Estados Unidos ha sufrido uno tras otro, fracasos políticos y diplomáticos en todo el sudeste asiático, especialmente en su intento de parar el control de China sobre el Mar de la China.
De hecho, ya Vietnam pactó con China los términos para compartir las zonas marítimas que están en disputa, y durante las cumbres del Sudeste Asiático, los gobiernos de aquella región, en su totalidad, se abstuvieron de mencionar acusaciones contra China.
En la cuenca del Pacífico, tras el retiro de Estados Unidos, los 11 países que habían apegado al controvertido Tratado de Asociación del Pacífico, el tristemente célebre TPP, ahora han abandonado de hecho las propuestas formuladas por Japón de mantener vivo el proyecto sin Estados Unidos.
Según el periódico norteamericano, Estados Unidos no sólo perdió ya el liderazgo en la cuenca del Pacífico. También está perdiendo su presencia material.
En Filipinas, que había pasado a ser casi un protectorado colonial de Estados Unidos, ahora Washington tiene que hacer esfuerzos y tragarse humillaciones en un intento de frenar la incorporación de Filipinas al área de influencia e intereses de Rusia y China.
Turquía, a su vez, que, fuera de Israel, había sido el más poderoso e importante aliado de Estados Unidos, y miembro de la OTAN, en el Oriente Medio, en estos momentos pasó a ser un país antagónico por el apoyo de Estados Unidos a los kurdos de Irak y del norte de Siria. De hecho, ahora Turquía pasó a ser un importante aliado de Rusia, de Irán y de la China, y no oculta su posibilidad de salirse de la OTAN.
En África, la influencia de Estados Unidos se ha reducido ahora a intervenciones de carácter militar, mientras que China ha cobrado un fulgurante liderazgo en inversiones de capital y realización de grandes proyectos de obras públicas.
Según la mayoría de los analistas estadounidenses, ya los gobiernos africanos han dejado de pedir consejo y dejarse guiar por Estados Unidos y Europa, y en cambio dialogan en términos de negocios, con China, y en términos estratégicos con Rusia.
En Europa, las amenazantes y rutinarias sanciones lanzadas por Estados Unidos contra Rusia y contra Irán, ya provocaron una respuesta dura y amenazante de las naciones europeas. En especial, las amenazas de sanciones extraterritoriales por parte de Estados Unidos contra quienes realicen negocios o proyectos con Rusia, llevaron a que el Presidente de la Unión Europea, Jean Claude Juncker, advirtiera que se están preparando sanciones de réplica, contra Estados Unidos.
Y la Primera Ministro de Alemania, Angela Merkel, señaló el distanciamiento cada vez mayor de Europa y Estados Unidos, declarando, fíjese Ud., que: “Ya se acabaron los tiempos en que nuestras decisiones dependían de la aprobación de otros. Ahora los europeos tomaremos nuestro destino en nuestras propias manos.”
En Siria e Irak, en tanto, la trágica y demencial aventura del Califato Islámico, que derivó en el Estado Islámico, o Daesh, está llegando a su fin. Derrota tras derrota, los más valiosos elementos del ISIS ya están desplazándose secretamente hacia lugares seguros en Africa, Asia Central y el Sudeste asiático. Los del resto, viéndose abandonados, buscan ahora salidas que van desde esconderse en el anonimato, hasta el terrorismo suicida.
Arabia Saudita con Estados Unidos e Israel, se están jugando en un intento de convertir su derrota en Siria, con la carta de impedir que el presidente Basher Assad pueda participar en las negociaciones para poner fin a la guerra lanzada por Estados Unidos y sus socios con vistas a derrocar al legítimo gobierno de Siria.
Ante ello, el gobierno de Assad, apoyado por más de 80 grupos de rebeldes desmovilizados, optó por retirarse de las negociaciones en Ginebra auspiciadas por las Naciones Unidas.
Por supuesto, los aliados de Siria, Rusia, Irán, el Líbano, y ahora también Irak y Turquía, han respaldado los planteamientos del gobierno sirio, que señala que ningún grupo armado y ningún gobierno extranjero tiene derecho a impedir que sea el pueblo sirio el que, libre y democráticamente, resuelva cuál será el futuro gobierno, cuál será el futuro político de su patria.
Ya está claro que, tras cuatro años de sanguinaria guerra interna financiada por Arabia Saudita y Estados Unidos, en estos momentos el presidente Basher Assad no sólo mantiene el apoyo popular que seguía teniendo su gobierno, sino que, de hecho, ha aumentado su prestigio.
Es así que el miedo de Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita, es que el apoyo popular al régimen de Basher Assad culmine en que éste pueda ser democráticamente reelegido presidente.
Tanto es lo que esos tres aliados, Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita, tienen en la mesa del juego geopolítico que, claramente, están dispuestos a arriesgar que el enfrentamiento pueda derivar en forma incontenible hacia un desenlace sangriento, una calamidad absoluta que tendremos que compartir también nosotros, los pobrecitos que no teníamos nada que ver con eso.
Pero en tanto siguen surgiendo informaciones que revelan a Estados Unidos como una nación que está siendo gobernada por pandillas de hipócritas. Esta semana la propia revista Newsweek, de Estados Unidos, publicó las revelaciones del Brigadier General del ejército kurdo de Siria, en que se denuncia cómo Estados Unidos efectivamente mantenía contactos secretos con personeros del ISIS y que los mandos militares estadounidenses permitieron que importantes fuerzas del ISIS, derrotadas en Racca, pudieran escapar hacia la frontera con Irak, a fin de mantener todavía allí las acciones de guerra.
El general kurdo fue identificado como Talal Silo, quien finalmente optó por desertar y refugiarse en Turquía. Entre las revelaciones del general, se cuenta que las fuerzas kurdas, apoyadas por Estados Unidos, invariablemente se negaron a tener enfrentamientos con las fuerzas del ejército leal al gobierno, lo que viene a confirmar que los kurdos de Siria no están en contra del gobierno del presidente Assad, y que confían en que se llegue a un desenlace democrático en que el destino de Assad lo decida el pueblo sirio.
Finalmente, en nuestra América Latina, un decisivo enfrentamiento político-judicial se suma al desprestigio generalizado que está afectado a Estados Unidos. Es la complicidad de Washington con el aparato electoral de Honduras, que culminó en una escandalosa manipulación del proceso electoral, a fin de darle un resultado favorable a la reelección del presidente Juan Orlando Hernández.
Tan escandalosa fue la manipulación del recuento de votos, que, según el gobierno, fue necesario modificar y corregir el funcionamiento de los sistemas computacionales, lo cual a su vez provocó lo que definieron como “una caída total del sistema”.
Y, claro, el efecto de las correcciones y el apagón del sistema, fue que súbitamente el candidato opositor Salvador Nasrralla, que llevaba una ventaja de más del 5% sobre Hernández, apareciera luego estancándose mientras Hernández acumulaba inesperadamente votos hasta aventajar a Nasralla con un 1,5%.
Bueno, este Orlando Hernández es un fiel seguidor de las políticas anti-izquierdistas de Estados Unidos. Fue entrenado y concientizado por el general John Kelly cuando era jefe del Comando Sur del Pentágono, y se le considera una carta de Washington contra los gobiernos de centro-izquierda de Venezuela, Nicaragua y El Salvador.
Tan grave e impresentable es el proceso electoral que incluso los observadores de la Organización de Estados Americanos, la OEA, optaron por retirarse sin reconocer los resultados oficiales, pues, según sus denuncias, fue un proceso plagado de irregularidades, sin garantías, ni sin transparencia, a lo que se agregó un cúmulo de equivocaciones, torpezas, irregularidades y fallas sistémicas.
Es muy importante el juicio de los inspectores de la OEA, sobre todo porque el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, ya se había apresurado a darle su apoyo completo al gobierno hondureño, reconociendo como ganador a Hernández.
¿Se fija Ud.? ... Estamos en una de las peores coyunturas históricas, con peligro de que las decisiones y las ambiciones de políticos innecesarios, se traduzcan en brutalidad y destrucción planetaria, tanto por la destrucción del medio ambiente, como por las guerras inútiles que esos políticos inútiles están volviendo inevitables.
¿Podremos todavía hacer algo?... ¿Podremos movilizarnos mientras aún es tiempo?
Bueno, en estos momentos estoy enviando a nuestros amigos que lo han solicitado, como primer documento del dossier ofrecido, una versión digital de la llamada Biblia del Oso, que es la primera traducción de la Biblia al castellano aprobada por el Vaticano en el siglo 16.