AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Patio trasero

Ruperto Concha / resumen.cl A estas alturas, ya cualquiera persona inteligente y medianamente informada conoce en detalle cómo se desarrolló el estrepitosamente fracasado intento de golpe militar, del martes 30, que pretendía derrocar al Presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro. A 10 para las 6 de la mañana, cuando ya el cielo estaba claro, aunque todavía no salía el sol, el auto designado “presidente interino” Juan Guaidó, con elegante tenida negra, se presentaba ante las cámaras de las grandes redes noticiosas, a la vez que un huracán de mensajes saturaba las redes sociales y los teléfonos celulares. Al lado de Guaidó, y también muy elegante, estaba el furibundo dirigente y ex alcalde Leopoldo López, recién rescatado de su domicilio donde cumplía su condena por autoría intelectual e incitación al terrorismo durante las guarimbas de 2017, en que fueron asesinadas 31 personas, incluyendo un joven diputado socialista y su esposa, que fueron acuchillados en su casa, y un ministro de la Corte de Apelaciones de Caracas, baleado desde una barricada. Detrás de ambos próceres aparecía un grupo de militares enmascarados, supuestamente desertores que participaban del golpe. En un discurso incendiario, Guaidó anunció que el gobierno del Presidente Nicolás Maduro “ya se había derrumbado”. Que él, junto a gran número de generales y miembros del Poder Judicial, ya se habían apoderado de la gran base aérea La Carlota, donde se encuentran emplazados misiles interceptores rusos S-300 Llamó a que su gente se apoderara de inmediato de las calles y anunció su marcha hacia el Palacio Presidencial. Bueno, todo era mentira. En ningún momento los golpistas habían ocupado la base aérea y sólo estaban atrincherados en una plaza de trébol en el barrio Altamira, equivalente al barrio El Golf o La Dehesa, en Santiago. A la convocatoria de Guaidó sólo concurrieron alrededor de 3 mil personas. En tanto, más de 200 mil ya se habían concentrado para defender el Palacio de Gobierno. El valiente Leopoldo López no respondió al llamado de su subalterno Guaidó. Con su esposa corrió a refugiarse en la embajada de Chile. Pero viendo que había allí demasiados asilados, al caer la noche se desplazó hacia la embajada de España. De los militares desertores, que finalmente no eran más que un centenar, 35 de ellos corrieron a asilarse en la embajada de Brasil. Otros se entregaron a sus superiores leales, y otro grupo se dio a la fuga. Oiga, durante los últimos cinco días previos a la patética intentona de golpe, Guaidó y su gente venían anunciando que se preparaban gigantescas movilizaciones de masa en las calles en todo el país, protestas masivas como jamás antes se habían visto en toda la historia de Venezuela, y reiteró que su movimiento contra Maduro estaba siendo apoyado por una gran mayoría de los mandos superiores de las Fuerzas Armadas Venezolanas, incluyendo al propio Ministro de Defensa y Comandante en Jefe, general Vladimir Padrino López. Asimismo, los jefazos imperiales de la Casa Blanca, el Ministro de Exteriores, Mike Pompeo, el Asesor de Seguridad, John Bolton, y el Encargado Especial para Venezuela, Elliot Abrams, no sólo corroboraban los anuncios de Guaidó. Además, mencionaron que habían elaborado un acuerdo de 15 puntos para fijar la manera de llevar a efecto el traspaso del poder. Respecto del Presidente Nicolás Maduro, se establecía que debería irse de Venezuela, acogiéndose a un país amigo que fuera de su elección, y que, en tanto, sería tratado de forma respetuosa y humanitaria. Se había acordado además que el candidato líder para las próximas elecciones sería Leopoldo López. Los mandos militares y altos funcionarios del gobierno y del Poder Judicial, conservarían sus cargos o bien serían alejados con muy buenas gratificaciones en dólares. En cuanto a la crisis financiera en que se encuentra Venezuela, se aplicaría la fórmula propuesta en la candidatura presidencial de Henri Falcon, en 2018, de eliminar la moneda venezolana, el bolívar, y adoptar en cambio al dólar estadounidense para todos los efectos comerciales. Lo que los genios de la estrategia de Washington no sabían, es que cada una de las conversaciones, cada uno de los acuerdos y de las operaciones planificadas, eran de inmediato retransmitidas al equipo de gobierno de Nicolás Maduro y sus aliados de Rusia y Cuba. De todos los miembros del Poder Judicial y las Fuerzas Armadas, el único que no tenía ni la menor sospecha de que aquellas negociaciones en realidad eran una trampa mortífera, era el general Manuel Christopher Figuera, que, oiga, irónicamente, era director de los Servicios de Inteligencia. De los capos estadounidenses, el rol más patético le correspondió al Enviado Especial Elliot Abrams, quien durante el fatídico 30 de abril y los siguientes días hasta el viernes, se lamentaba con desesperación de que de todos sus contactos de alto rango ahora ninguno le contestaba el teléfono. A juicio de los observadores de ambos bandos, la estupidez de ese insignificante empleadito Juan Guaidó ha sido una valiosa arma en defensa de la Revolución Bolivariana. De hecho, hay consenso en que, para Estados Unidos, Guaidó le valdría más a la oposición si en una de esas lo matan, convirtiéndolo en “mártir”. De ahí que en estos momentos el gobierno venezolano parece estar haciendo vista gorda sobre él, mientras Guaidó va de un lado a otro anunciando movilizaciones inmensas, huelgas escalonadas y desafío permanente a la autoridad que él califica de “ilegítima”. Por su parte, el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, comentó con cierta crueldad que Guaidó, aunque pudiera de repente planificar bien una acción, de todos modos no podría llevarla a efecto por la sencilla razón de que no tiene fuerzas para eso. De hecho, en ninguna de sus movilizaciones masivas anunciadas ha conseguido juntar ni siquiera 10 mil personas. Y no se trata de que la gente no quiera cambios enérgicos en el gobierno bolivariano. De hecho, ya Maduro está anunciando durísimas campañas contra la corrupción y el mercado negro, así como contra la formación de grupos de poder enquistados en algunos sectores de la administración nacional. Es decir, en la perspectiva de la izquierda socialista, todos estos años de asfixia comercial y política orquestada por Estados Unidos con sus aliados como Jair Bolsonaro, Mauricio Macri, Iván Duque, Martín Vizcarra y nuestro muy vivaz Sebastián Piñera, han tenido por efecto forjar y templar profundamente el proyecto de Revolución Bolivariana. En estos momentos, los jefazos de Washington aparecen balbuceando sus mismos discursos ya fracasados, y el propio presidente Donald Trump, no vacila en contradecir a su ministro Pompeo, por propalar “rumores infundados” como el que el Presidente Maduro hubiese estado a punto de salir huyendo hacia Cuba. Asimismo, Trump, entrevistado por la CNN, ofreció eliminar todas las sanciones contra Cuba, si el gobierno de La Habana deja de apoyar a Nicolás Maduro. Por cierto, Cuba no aceptó aquel soborno. Y en su más reciente conversación telefónica con su par ruso Vladímir Putin, Trump se mostró dispuesto a suscribir un nuevo Tratado Vinculante sobre Armamento Nuclear, en el cual se incorporaría también a la China. En cuanto al lamentable Mike Pompeo, hace pocas semanas, en una conferencia en la College Station de Texas, para formación de espías, declaró fanfarronamente: “Yo fui director de la CIA. Nosotros mentimos, engañamos y robamos. Era parte de nuestros cursos y entrenamientos. Debemos comprender así la gloria del gran Experimento Americano”. ¿Qué tal? Será necesario observar muy atentamente los acontecimientos que se produzcan en el curso de la próxima semana. Sólo a partir de hechos netos y reales podremos analizar y prever lo que nos espera. Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro, pero incluso el peligro puede ser nutritivo si se le encara en el momento crucial y como es debido.   Fotografía principal: El secretario de Estado de EE.UU. Mike Pompeo anunció este sábado refiriéndose a Venezuela que: “El momento de la transición es ahora". Créditos: C. Somodevilla / Getty Images / imagen extraída de: https://www.dw.com/
Estas leyendo

AUDIO | Crónica de Ruperto Concha: Patio trasero