Por Ruperto Concha / resumen.cl
El jueves pasado, 1 de marzo, el presidente Wladímir Putin entregó la cuenta del estado de la Federación Rusa ante el congreso, o Asamblea Federal de Rusia. Además de la totalidad de los parlamentarios, estaban presentes unos 700 periodistas internacionales y más de un centenar de diplomáticos y observadores extranjeros.
La cuenta presidencial se preveía especialmente significativa, por tratarse de la primera intervención presidencial antes de las elecciones del 18 de marzo, a las que Putin se presenta como candidato a la reelección.
El discurso se prolongó durante dos horas, comenzando con la cuenta general de la gestión de su gobierno en materias sociales, económicas y diplomáticas. Pero fueron los últimos 40 minutos los que electrificaron a la opinión pública en Rusia y en el resto del mundo.
Fueron aquellos 40 minutos en que se refirió a la amenaza de guerra que se cierne sobre Rusia y sobre el planeta entero.
“Hemos hablado y no nos han querido escuchar, dijo Putin. Ahora, ciertamente van a tener que escuchar”.
Y, pausadamente, formuló y describió la forma en que Rusia se ha preparado para enfrentar el asedio amenazante de bases militares de la OTAN y de Estados Unidos, rodeando por completo a Rusia y a sus aliados.
La enumeración del nuevo armamento de las Fuerzas Armadas Rusas resulta realmente aterradora. Y Putin especificó claramente que no se refiere a proyectos en desarrollo, sino a sistemas y armamentos que ya fueron probados y están disponibles para su empleo en combate.
Ese nuevo armamento, se centra en el poder de la energía nuclear, y contempla, básicamente: Uno: La puesta en servicio de un enjambre de drones submarinos ultra veloces, de hecho, más rápidos que cualquiera embarcación de superficie, capaces de operar como torpedos con ojivas nucleares y también de lanzar misiles con cabezas nucleares. Son submarinos no tripulados, movidos por motores atómicos autónomos y capaces de maniobrar incluso en profundidades inalcanzables para otros submarinos.
Dos: Los misiles de crucero “Vanguardia”, híper-sónicos y portadores de bombas atómicas de más de 20 megatones, que desarrollan una velocidad de Mach 20, o sea 200 kilómetros por hora. Casi 6 kilómetros por segundo.
Tres: El misil “Daga”, también con cabeza nuclear, de lanzamiento desde un avión, y que desarrolla una velocidad de mach 10. O sea, casi once mil kilómetros por hora.
Cuatro, el nuevo y pequeño motor “Invencible”, movido por energía nuclear, que tiene un alcance ilimitado impulsando misiles atómicos teleguiados tanto intercontinentales como de rango medio. Se trata de un motor 100 veces más pequeño que el de los submarinos nucleares, pero que genera el doble de energía.
Y, cinco: El misil Sarmat, bautizado por la OTAN como el “Satán-2”, también de alcance ilimitado y capaz de llevar la horrenda cabeza nuclear de 100 megatones, a cualquier punto del planeta y a velocidad Mach 20.
La exposición del presidente Putin fue ilustrada con filmaciones de aquel arsenal en pleno funcionamiento. Y en el caso del misil intercontinental Sarmat, para ilustrar la trayectoria y el alcance de esa arma, se utilizó una animación describiendo un supuesto lanzamiento desde una base próxima a Moscú, hasta un objetivo que claramente sugería la forma de la península de Florida, en el sur de Estados Unidos, a donde el misil llegaría en sólo media hora desde su lanzamiento a unos 12 mil kilómetros de distancia.
Por supuesto, el ejemplo fue considerado muy de mal gusto por Estados Unidos, pero según el Kremlin fue muy preciso y adecuado para ilustrar el funcionamiento de esa arma, y también para comunicar al mundo que ya llegó el momento de escuchar y negociar de buena fe, para que jamás esas armas tengan que ser usadas.
Y, bueno, claro está, la bomba atómica del Satán 2 es de cien megatones, es decir, equivale a nada menos que 6.250, repito, 6.250 bombas atómicas como la que lanzó Estados Unidos sobre Hiroshima, en Japón, en 1945. ¿Puede imaginarse Ud. cómo sería aquel infierno radiactivo?
En la descripción del nuevo arsenal ruso, Putin destacó que todos esos misiles hipersónicos, además de su velocidad, poseen la capacidad de maniobrar horizontal y verticalmente lo que los vuelve inalcanzables para los sistemas antibalísticos existentes.
Recordemos que en el último ejercicio antimisiles realizado en Hawaii, en diciembre, sobre un hipotético misil norcoreano, los sistemas interceptores fallaron. O sea, el supuesto misil habría dado en el blanco.
Por supuesto las reacciones de la OTAN y del Pentágono fueron las previsibles. Según la OTAN, el mensaje de Putin es “inaceptable” y amenazante. Y según el alto mando militar de Washington, el discurso de Putin fue cursi, amanerado, y no asusta a nadie.
Los infaltables “expertos” de la prensa occidental coincidieron, en coro, en afirmar que esas armas sólo son bravatas para tratar de asustar, y que Rusia no ha dado a conocer los detalles tecnológicos sobre ellas. Uno de esos expertos mencionó que, hace algo más de un año, Rusia había realizado un ensayo sobre el Ártico, y que el ensayo había resultado mal. O sea, según ese “experto”, en más de un año entero, los científicos rusos no habrían podido corregir un error cometido durante un ensayo.
Pero, a pesar de todas esas declaraciones, de inmediato Estados Unidos ordenó ya duplicar el presupuesto de investigación en tecnología ultra avanzada de defensa, y el alto mando de las operaciones en el Oriente Medio admitió que la llegada de los poderosos aviones rusos Sukhoi 57, de Quinta Generación, ha puesto en jaque la supremacía aérea occidental en toda la región.
Asimismo, en Israel la prensa destacó que al desplegar su primera bandada de aviones Su57, Rusia está marcándoles una línea roja a todos los países limítrofes o que quieran violar el espacio aéreo de Siria.
Agregándose a ello, resonó muy fuerte el anuncio de Moscú de que cualquier ataque nuclear contra un país aliado de Rusia, será considerado como un ataque contra la misma Rusia.
Especial significación tuvo la publicación, en la Military Review, que, oiga, es el órgano de prensa de las propias fuerzas armadas de Estados Unidos, en que se señala que en Siria las fuerzas estadounidenses fueron derrotadas por Rusia, y dice textualmente, “Rusia actuó con impresionante eficiencia, flexibilidad y coordinación en los campos militar y político”.
Refiriéndose a Estados Unidos y sus aliados europeos, además de Arabia Saudita y Jordania, la Military Review señala que ciertamente fueron derrotados junto a los otros que intentaban derrocar el gobierno del presidente sirio Basher Assad.
En tanto, la tregua ordenada por unanimidad del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se está cumpliendo en todo el territorio de la República de Siria, con excepción de Affrin, en el norte, donde las tropas turcas continúan atacando tanto a los kurdos como al ejército leal de Siria, y de Ghouta Oriental, donde el ejército sirio continúa liberando posiciones ocupadas por los militantes islámicos de Al Nusra y sus grupos terroristas afines como el Yeish al Islam, el Ahrar al Sham y otros.
Ha resultado chocante ver las declaraciones amenazantes de los gobiernos de Francia y Gran Bretaña, que culpan al gobierno de Siria de estar violando la Resolución 2041 de tregua de las Naciones Unidas.
El texto de la resolución establece claramente, en su artículo segundo, que el cese de hostilidades no se aplica a las operaciones militares en contra del Estado Islámico, Al Qaeda, Al Nusra y otros grupos terroristas asociados.
De hecho, en Ghouta Oriental, las hostilidades fueron iniciadas por los propios terroristas que abrieron fuego con armas pesadas sobre las vías abiertas para el paso de convoyes de ayuda humanitaria, y también para evacuación de la población civil.
Pero hablando del acatamiento de las resoluciones de las Naciones Unidas, quedan muy mal parados dos de los principales socios de Estados Unidos en contra del gobierno de Siria, ya que ambas naciones, siendo miembros permanentes del Consejo de Seguridad, tienen un largo y sangriento prontuario de violaciones a los derechos humanos y de brutal desprecio por los mandatos de la ONU.
Recordemos que ya en 1956, Francia e Inglaterra hicieron alianza con Israel para lanzar una guerra netamente agresiva, violando la Carta Fundamental de las Naciones Unidas, en contra de Egipto, que había nacionalizado el Canal de Suez que une el Mar Mediterráneo con el Mar Rojo y abre la más importante ruta marítima entre Europa y todo el Oriente.
El objetivo de la guerra era apoderarse del Canal de Suez, y el hecho de que Francia y Gran Bretaña fueran miembros permanentes del Consejo de Seguridad, hizo que las Naciones Unidas quedaran paralizadas.
Mientras Israel lanzaba su ejército terrestre sobre el Sinaí, las fuerzas aéreas francesa y británica lanzaron demoledores bombardeos súbitos, con centenares de aviones, sobre ciudades, centros militares y las bases de la aviación egipcia.
Ante la amenaza de la Unión Soviética de intervenir militarmente en defensa de Egipto, el presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, en conjunto con la Unión Soviética, convocaron a la Asamblea General de las Naciones Unidas, donde se aprobó por abrumadora mayoría la orden de que las tropas de Israel, Francia y Gran Bretaña se retiraran de inmediato del territorio de Egipto.
Sin embargo, los tres aliados agresores se negaron a acatar la orden de las Naciones Unidas. Entonces, y ante la amenaza ya inminente de que la Unión Soviética interviniera con su ejército, Washington optó por paralizar por completo toda ayuda económica y todo el comercio entre Estados Unidos y aquellos tres aliados delincuentes.
Así, el precio financiero de las sanciones de Estados Unidos, llevó a que Francia, Gran Bretaña de Israel optaran por obedecer y se retiraran en términos francamente humillantes.
En el caso de Francia, sus apolilladas ínfulas imperiales la llevaron a las sangrientas represiones en Argelia y Siria, donde intentaron aplastar militarmente los movimientos de independencia de aquellas naciones.
Sólo en Siria la represión militar francesa contra la independencia fue tan brutal que se estima provocó más de 300 mil muertes.
Bueno, esos son precedentes. Ahora, en estas circunstancias actuales, Estados Unidos aparece perdiendo a su más importante aliado en territorio sirio, el ejército kurdo, que ahora está combatiendo aliado con el ejército leal de la República Siria, en contra de la invasión de Turquía en la zona de Affrin.
Y mientras Francia y Gran Bretaña amenazan con intervenir también ellos atacando a la república siria, en estos momentos se está haciendo inminente el comienzo de una guerra comercial entre Europa y Estados Unidos.
De hecho, la Unión Europea anunció que impondrá sanciones económicas contra Estados Unidos en réplica por las medidas proteccionistas de Washington. Y, por su parte, el presidente norteamericano Donald Trump advirtió que podría imponer un gravamen del orden del 35% a la importación de autos europeos a Estados Unidos.
Y en relación al comercio mundial, ya Estados Unidos dispuso aplicar impuestos ruinosos a las importaciones de acero y de aluminio, sobre todo las proceden desde China.
Según Donald Trump, una guerra comercial puede ser muy conveniente y fácil de ganar para Estados Unidos, y él espera, mediante ese sistema de agresivas sanciones comerciales, corregir el brutal déficit comercial de su país, que se mantiene por encima de los 40 mil millones de dólares mensuales.
Lo que Trump no parece tomar en cuenta es que esos gravámenes al acero y al aluminio tienen por efecto encarecer ruinosamente la propia producción industrial de su país, y consecuentemente la pérdida de puestos de trabajo y el encarecimiento de los precios al consumidor.
Durante la semana, nuevamente las bolsas de valores entraron en pérdidas que barrieron con la recuperación de febrero, y, paralelamente, sigue aumentando la tendencia a reemplazar al dólar por las cripto-monedas como el Bit Coin, que ya están oficializándose formalmente en el Japón, la China, Rusia, Corea del Sur y la India, entre otros países.
Así, pues retomando nuestro tema inicial, la cuenta presentada por el Presidente de la Federación Rusa ante el Parlamento, el panorama político de la renacida súper potencia rusa aparece bien claro. De hecho, las encuestas coinciden en que, en las elecciones del próximo 18 de marzo, el Presidente Wladímir Putin resultará reelegido con a lo menos el 70% de los votos. Y las mismas encuestas señalan que entre los jóvenes, el apoyo a Putin es aún mayor, y supera el 80%.
De los demás candidatos, se prevé que el candidato comunista, Pavel Grudinin, sería la segunda mayoría con el 7,6% de los votos, mientras la tercera mayoría, con el 4,2% de los votos, lo ganaría el nacionalista Wladimir Zhirinovski.
La periodista Xenia Sobchak, partidaria de la privatización de las empresas controladas por el estado, podría llegar a juntar el 0,7%. Grigori Yavlinski, del opositor partido Yabloko, llegaría al 0,6, y el liberal Boris Titov no superaría el 0,3%..
Lo más sorprendente es el bajísimo costo de las campañas presidenciales, que se basan esencialmente en los foros de los candidatos a través de todos los canales de TV y las redes de radioemisoras. La campaña presidencial del comunista Grudinin hasta ahora sólo ha gastado 45 mil dólares en propaganda, y la del nacionalista Zhirinovski, que ha sido la más cara, no llegó a los 5 millones de dólares.
De hecho, para la cultura política rusa, resulta grotesco e inaceptable que los líderes políticos recurran a una publicidad estridente que sólo se tolera para productos comerciales ordinarios.
En tanto, también esta semana China sacó la voz en la Naciones Unidas, defendiendo al gobierno sirio, anunciando que participará masivamente en la reconstrucción de aquel país arruinado por la guerra, a la vez que se suma a la revelación de su nuevo armamento de alta tecnología y la integración científico-tecnológica con Rusia.
De hecho, Beijing y Moscú confirmaron el proyecto de integración chino-rusa para la exploración del espacio extraterrestre incluyendo la construcción de una base permanente en la luna.
Y eso nos lleva a una consideración extraña y relevante. Mientras en la sociedad occidental siguen proliferando los casos criminales intergeneracionales de padres contra sus hijos e hijos que asesinan a sus padres, el tema del tiempo, de la evolución y de la conciencia histórica cobra una significación especial.
Fíjese que en estos momentos, muchos de los más relevantes físicos del mundo, incluyendo al célebre Stephen Hawking, plantean que no existió un “antes” del Big-Bang. Ello, porque el concepto de “antes” así como el de “después”, sólo tienen sentido mientras el tiempo se expresa en diversos procesos.
Los científicos han observado que el tiempo se vuelve más débil y más lento a medida que se exploran los primeros momentos del Big-Bang, de lo que se deduce que posiblemente el tiempo deje de existir al llegar al momento mismo de la gran explosión. O sea, que no hay un “antes” del Big-Bang, simplemente porque el tiempo desaparece.
Sería algo similar a lo que ocurre cuando se viaja rumbo al norte, por ejemplo. Cuando se llega al Polo Norte, ya no se puede seguir en dirección al norte y, hagas lo que hagas, de todas maneras ahora de dirigirás al sur.
¿Será que tendremos que entender de nuevo todo aquello que llamamos “la realidad”?
¿Será que ese desafío a la inteligencia y la voluntad humana esconderá nuestras últimas esperanzas?
Hasta la próxima, gente amiga. Hay que cuidarse. Hay peligro, sobre todo en este mes de marzo, dedicado al Dios Marte, el tonto Dios de la Guerra.