Parte 1
Parte 2
La semana pasada quise referirme al horrendo fenómeno mexicano como síntoma purulento de la corrupción que pareciera estar tragándose a prácticamente toda la clase política en el mundo entero.
Desgraciadamente me agarró una neumonitis, no pude referirme a ello, y luego surgieron otras noticias igualmente importantes de analizar. Y, fíjese Ud., también los nuevos hechos noticiosos apuntan hacia un naufragio generalizado de la clase política y de las instituciones tradicionales de eso que conocíamos como “la democracia”.
Ese domingo 16, en Brisbane, Australia, supuestamente el pleno de los pesos pesados del Grupo de los 20, iban a arrinconar al presidente ruso Vladimir Putin, y le iban a hacer sentir ásperamente cuán aislado se encuentra en el mundo actual.
Según un vocero del gobierno australiano, el primer ministro Tony Abbot había anunciado que él iba a encarar a Putin a los meros pechazos, camisa contra camisa, para demostrarle el desagrado de sus pares.
Pero, por supuesto, ese anuncio no se cumplió. Abbot se portó de lo más caballerito, y de hecho en todo el desarrollo de la cumbre, los líderes políticos no tocaron para nada los temas de Ucrania y de la nueva Guerra Fría.
Los pelambres vinieron después, cuando ya Vladimir Putin había regresado a Moscú, para recibir al canciller de Alemania, que quería formularle nuevas propuestas europeas. Mientras tanto, la canciller alemana Angela Merkel, aprovechó para gemir anunciando que Rusia no se contentará con invadir Ucrania, sino que seguirá luego con otros países del oriente europeo.
Por cierto, según la llamada “Gran Prensa Libre” occidental, Putin estaba muy venido a menos porque Rusia según ellos, va derechito a la recesión económica.
Pues bien, mientras los rusos y los chinos se reían socarronamente, saltó la noticia inesperada: No era Rusia la que iba a la recesión. ¡Era nada menos que Japón! Ese país que Estados Unidos y la Unión Europea estaban ensalzando como el modelo exacto y eficaz para superar la crisis económica de occidente.
Tan fuerte e inesperado fue el derrumbe económico de Japón, que el primer ministro Shinzo Abe tuvo que anular sus últimos decretos económicos. Tuvo que disolver el Parlamento, además, y llamar a elecciones anticipadas.
En tanto, en Moscú se daba a conocer que la producción industrial rusa ha aumentado en más de un 7%, y sus exportaciones aumentaron en un 4%, con un cómodo superávit en la balanza comercial.
¿Qué el rublo, la moneda rusa, estaba cotizándose hasta un 30% menos frente al dólar?... ¡Sí, por supuesto que sí! Pero Rusia no es un país deudor. Es acreedor. A Rusia le deben divisas, mientras que su deuda es extremadamente pequeña. Y con la devaluación, cuando cobra en dólares, recibe más rublos que antes. Y con ello la economía interna, la capacidad de compra de la gente, se mantiene prácticamente incólume a pesar de cualquiera sanción.
Junto a ello, sus reservas no han llegado a disminuir en forma considerable, y un número enorme de inversionistas, principalmente chinos, están instalando nuevas empresas ante los ojos tristes de los inversionistas europeos que ya no pueden tomar parte de ese auge.
En realidad, son ya muchos los economistas de alto prestigio, que están planteando que el modelo económico neoliberal que se venía aplicando ya quedó obsoleto, y que los que siguen aplicándolo son los gobiernos que todavía no perciben el surgimiento de un modelo alternativo.
Pero mientras los gobiernos se debaten buscando un rumbo, una nueva y abrumadora coalición de fuerzas está cobrando impulso y posicionándose antes de que los políticos logren saber en dónde están parados.
Ciertamente, durante la cumbre de la APEC, la alianza de la cuenca del Pacífico, se produjeron dos evidencias que la prensa occidental pareció no haber comprendido. Una, que el siempre sonriente líder chino Xi Lin Ping, les señaló a Estados Unidos, la Unión Europea y sus adláteres, que la alianza entre China y Rusia es un árbol grande, lleno de vitalidad y que se proyecta por mucho tiempo más.
Y, dos, que frente a la propuesta de un Tratado Transpacífico presentado por Estados Unidos, favoreciendo a 12 países, Pekín ofrece un Tratado General de Libre Comercio, que de inmediato contó con el apoyo de 21 países, nueve más que el tratado propuesto por Estados Unidos.
Y, atinándole un derechazo directo al plexo solar de Estados Unidos, Xi Lin Ping señaló que los términos de este nuevo gran tratado de libre comercio del Pacífico, serán elaborados abiertamente, para que las naciones lo conozcan, lo discutan y puedan alcanzar un consenso racional y transparente.
Y, oiga, la prensa occidental se quedó muda, cuando ya tenían listos sus titulares festejando que Estados Unidos lograra afianzar su rol de timonel de la economía mundial.
Por lo pronto, China anticipó que en su propuesta no se objeta que alguno de los países quisiera participar tanto en el Tratado de Estados Unidos, como en el gran Tratado General de Libre Comercio del Pacífico.
Hasta allí, los hechos aparecían como una continuación previsible del juego geopolítico y económico de las viejas potencias frente a la nueva China y la nueva Rusia. De hecho, el primer corolario difundido por la prensa fue que, pese a las buenas promesas, China y Estados Unidos acabarán enfrentándose incluso en guerra.
Pero, de repente algunos periodistas especializados comenzaron a fijarse en las opiniones de un personaje muy discreto y quitadito de bulla, que se llama Jaime Caruana, fijesé. ¿Lo había escuchado nombrar Ud? Yo no.
Pues bien, este señor no es economista, sino que es ingeniero en comunicaciones, graduado en la Universidad Técnica de Madrid. Y sin embargo, ha dirigido con mucho éxito diversos bancos incluyendo el Banco Nacional de España. Y, desde 2009, asumió como Gerente General, máximo ejecutivo, del Bank for International Settlements, el BIS. En castellano, es el Banco Internacional de Pagos.
Este banco, fíjese Ud., es el organismo supremo que diseña, establece y hace cumplir las políticas monetarias de todos los bancos centrales del mundo. Todos. Incluyendo la Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Central de Europa. Incluso el gobernador del Banco Popular de China, es miembro del directorio de ese misterioso banco Bis.
Pues bien, esta semana se dio a conocer que don Jaime Caruana, desde su alto trono bancario, señaló que la economía mundial se encuentra más frágil, más vulnerable y al borde de una súper crisis, en estos momentos, que como estaba al estallar la gran crisis de 2008.
Y básicamente, que el precipicio al que caería la economía mundial, es el endeudamiento gigantesco e irracional con que las potencias neoliberales intentaron salir de la crisis.
Ni Europa ni Japón ni Estados Unidos lograrán evitar el colapso económico con las políticas seguidas hasta ahora, y es absurdo imaginarse que la sola pujanza de China pueda salvarlos a todos de esas economías de la ruina.
Por cierto parece increíble que ese súper banco privado que gobierna a los bancos centrales y a toda la banca internacional, coincida en diagnosticar que el modelo económico neoliberal está agotado, obsoleto discapacitado.
Pero ya no suena tan increíble cuando encontramos que el súper Banco BIS está siendo obedecido no sólo por las instituciones financieras internacionales, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Más allá de eso, los gigantes financieros, como el banco Morgan Stanley y el conglomerado bancario francés Paribas, se han lanzado a operaciones enormes en apoyo de los poderosos nuevos bancos como el Banco de Desarrollo, del Brics, y los Bancos Asiáticos de Inversiones, de la China.
De hecho, ese nuevo e inmenso aparataje financiero aparece ahora apoyando resueltamente las iniciativas regionales, del Brics, del sudeste Asiático, y de un nuevo grupo de integración regional conocido como el N-11, es decir, The Next Eleven, integrado por Irán, Turkía, Indonesia, Corea del Sur, Pakistán, Filipinas, Egipto, Nigeria, Bangladesh, México y Vietnam.
Y claramente ambas nuevas potencias regionales, el Brics y el N-11, están progresivamente descartando la economía en dólares, y apoyando la propuesta de China, de la creación de una nueva moneda internacional conocida por ahora como “Derecho Especial de Giro”, o SRD, por su sigla en inglés.
Así, entonces, resulta impactante que todos los países integrantes del BRICS, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, así como los otros del N-11, tienen sus bancos centrales operando proactivamente, legítimamente, con apoyo total del súper Banco BIS, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial y de la mayor parte de los bancos más importantes del planeta.
Sin hacerle asco a la cara fea de la realidad, no queda más que aceptar que ese gigantesco edificio financiero que está empollándose y a punto de romper el cascarón, es parte de un nuevo modelo económico que ya ha condenado a muerte la hegemonía del dólar en las finanzas mundiales.
Por cierto, en Estados Unidos y en Europa se tiene ya conciencia de lo que se avecina, y de hecho las principales economías europeas, incluyendo Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia, ya están operando sus transacciones con China sin utilizar dólares.
Y es por ello, también, que Estados Unidos está jugándose a la desesperada en un intento de conservar el control del comercio mediante tratados en términos secretos, para formar alianzas con Europa y con países de la cuenca del Pacífico.
Son tratados tan intensamente marcados por la geopolítica y los intereses de control económico, que sus términos y sus negociaciones están realizándose en estricto secreto. Más aún, Estados Unidos y las grandes corporaciones que lo respaldan, han exigido que los términos y las disposiciones de esos tratados sean aprobados sin siquiera el conocimiento en detalle de los parlamentarios de los países implicados.
En el hecho, se está exigiendo que los artículos del Tratado Transatlántico se mantengan fuera de conocimiento de la ciudadanía durante 30 años, después de aprobado.
La discusión de cada uno de los puntos, en cada uno de los artículos, se está dando en el seno de un grupo selecto de políticos y representantes de las grandes corporaciones transnacionales con sede en Estados Unidos, Europa y Japón. Y según información filtrada por el Parlamento Europeo, los representantes de las transnacionales privadas controlan ya por completo lo que es la redacción del Tratado.
En España, el 6 de mayo la Izquierda Unida presentó en el Congreso de Diputados una moción para rechazar el Tratado Transatlánico con Estados Unidos, o, en su defecto, convocar a un referéndum a fin de que los ciudadanos conozcan los términos del tratado y decidan ellos si lo aprueban o no..
Sin embargo, encabezados por la derecha socialcristiana en el poder, y con apoyo también, fíjese Ud, del Partido Socialista de España, los partidos de mayoría rechazaron ambas mociones y aprobaron someterse a las exigencias de secreto formuladas por Estados Unidos y la Unión Europea y eliminando cualquier posibilidad de referendum.
En ese Tratado, el punto más dramático impuesto por Estados Unidos es la creación de una especie de tribunal llamado ISDS, entidad de resolución sobre disputas entre los inversionistas y los miembros del tratado.
Esa entidad, controlada abrumadoramente por las corporaciones transnacionales, tendrá la facultad de someter las leyes e incluso las constituciones políticas de los estados miembro, a reclamos y exigencias que planteen las empresas privadas.
Ese sistema de hecho ya está funcionando en algunos países europeos, en Australia y en Estados Unidos. De hecho, en Estados Unidos, una empresa petrolera canadiense dedicada al fracking, demandó al gobierno por impedirle realizar ciertas perforaciones que fueron consideradas peligrosas para el medio ambiente.
El tribunal acogió la demanda y según el texto del tratado vigente, condenó al gobierno de Washington a pagar una millonaria indemnización a la petrolera, por el tiempo perdido en que la demanda no le permitió ganar plata con sus explotaciones.
O sea, el gobierno tuvo que pagarle a la empresa, con dinero de los contribuyentes, por haber aplicado una ley existente de protección ambiental.
También en Alemania, el gobierno tuvo que indemnizar a una termoeléctrica sueca a la que se le había prohibido instalar una planta a carbón junto al río Elba. También allí, la ley alemana existente quedó desautorizada por el tratado impuesto por la Unión Europea.
Y en la Cuenca del Pacífico, desde ya, cuando sólo parcialmente están aplicándose algunos de los contenidos del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, ya se produjo el primer caso en que el estado fue derrotado judicialmente por una empresa privada, simplemente por hacer cumplir sus leyes.
Fue cuando el Congreso australiano aprobó una ley para cambiar los envases de cigarrillos, poniendo imágenes y textos muy crudos, por lo demás, sobre los daños que puede causar el tabaquismo.
La transnacional tabaquera Philip Morris se negó a acatar esa ley y presentó una demanda judicial basada en el tratado comercial existente. El tribunal falló en favor de la tabacalera y declaró que la ley es inaplicable porque choca con el Tratado. En ello, el estado australiano tuvo que asumir pagar cerca de cien millones de dólares por las costas del juicio.
Es decir, la arremetida diplomático comercial lanzada por Estados Unidos para recuperar sus mercados y sostener la hegemonía del dólar, ya ha sido denunciada como una maniobra que incluye el sometimiento político de las naciones, a los intereses de las gigantescas empresas transnacionales.
De hecho, se plantea que la ratificación de esos tratados de libre comercio propuestos por Estados Unidos, estaría realmente transformando a los parlamentarios en meras figuritas decorativas que finalmente sólo podrán legislar lo que las transnacionales les manden.
¿Qué saben nuestros parlamentarios chilenos sobre el contenido y los procedimientos establecidos en el Tratado Transpacífico al que el gobierno quiere apegar? ¿Exigirán los senadores y diputados chilenos que se informe abiertamente a la ciudadanía respecto de esos artículos secretos?
¿Se convocará en Chile a referéndum respecto de ese tratado, o también aquí, como en España, los socialistas votarán junto a la Udi para que la gentecita mediopelo, como uno, no se meta a opinar sobre cosas de gente decente y muy culta?
En fin, amigos. ¡Hasta la próxima, amigos! Cuídense. Es necesario.
Fuente imagen: http://elrobotpescador.com
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