“Buenos y malos”: Un cuento de Lucia Berlin

A fines de la década del cuarenta las empresas de la GMC (Gran minería del cobre) impulsaron la modernización de la industria del cobre y con ello, las empresas multinacionales buscaron la competencia de extracción en virtud que otros países producían mucho más. El artículo de Ángela Vergara Marshall (2004) “Conflicto y Modernización de la Gran Minería del Cobre (1950- 1970)”, da cuenta con detalle del contexto socio-económico y político del proceso que buscaba la implementación de nueva tecnología, injerencia empresarial en el control de los trabajadores, generación de contratos temporales y el traspaso al Estado chileno de los servicios sociales y el espacio urbano de las empresas. Ángela Vergara señala que el proceso fue contradictorio, en el sentido que aumentó la producción pero las condiciones laborales mermaron las relaciones entre los trabajadores y los inversionistas por lo que la nacionalización de la industria se veía como una salida a los conflictos en esa época. Por Gloria Sepúlveda Villa Paralelamente, en 1949 la familia de Ted Brown, que componían su esposa Mary y sus hijas Lucia y Molly, se embarca a Santiago donde Ted se incorporará como ingeniero para potenciar la modernización de la industria del cobre. La hija adolescente, Lucia, es matriculada en el Santiago College y la familia permanecerá en Chile hasta 1953, periodo suficiente para que la futura escritora, Lucia Berlin, adquiera una experiencia vital fundamental que conformará su universo literario. En 2015 apareció MANUAL PARA LAS MUJERES DE LA LIMPIEZA una colección de cuentos de una escritora fallecida casi 12 años antes. Ella tuvo una vida notable y hasta esa fecha, su trabajo no había sido traducido al español. El libro despertó cierta efervescencia en Chile, puesto que la autora vivió algunos años en Santiago lo que le permitió experimentar el proceso revolucionario chileno desde una perspectiva, literalmente, privilegiada. Los cuentos de Lucia que abordan su vida en el país la presentan como un mosaico narrativo en “Lavandería Ángel”, ahí la acción ocurre en Albuquerque y la protagonista lee una serie de consignas como: “Aquí puedes lavar hasta los trapos sucios” (2016, p. 29) o “Dios dame fuerzas” (ibíd.), la narradora encuentra a un hombre que tiene problemas con Jim Beam, la referencia los llevara a un destilado, el hombre le habla a la mujer que espera mientras las máquinas hacen el trabajo, él le ofrece un cigarro, ella le cuenta: “Una vez estuve a bordo de un yate en Viña del Mar. Acepté el primer cigarrillo de mi vida y le pedí fuego al príncipe Ali Khan. <<Enchanté>>, me dijo” (2016, p 32). Los cuentos de Lucia Berlin están plagados de convergencias, no sólo de memorias, sino de los espacios que propiciaron esa memoria y que con la ayuda de su genial sentido del humor y agudeza narrativa permite al lector ingresar en ese mundo cotidiano e íntimo y, a la vez, feroz. La ficción de Lucia Berlin va de la mano con su biografía. En BIENVENIDA A CASA (2003, en español en 2019) queda claro que ella hizo de su propia vida material literario y persistió en la escritura a pesar de la existencia sinuosa que tuvo. El cuento “Buenos y malos” está ambientado en 1952 en Santiago de Chile, la escritora anota en sus memorias: “Vivíamos cerca de Las Lilas, y de la iglesia arrebatadoramente moderna de El Bosque” (2019, p.43) ubicada en Providencia. En “Buenos y malos”, leemos: “Las monjas pusieron mucho empeño en enseñarme a ser buena” (2015, p.147) y más adelante: “seis de las alumnas seguiríamos nuestros estudios universitarios en Estados Unidos” (2016, p. 147). Como lectora, me pregunto: ¿Qué hicieron las demás compañeras? La narradora se refiere a la señorita Ethel Dawson, la única profesora norteamericana de quien las niñas se burlaban y fastidiaban. La señorita Dawson se empeñaba en mostrarles la cara de Chile que ellas no conocían: “pensaba que se estaba ganando a chicas ingenuas e influenciables, cuando en realidad hablaba para mocosas consentidas” (p. 148). La protagonista capta la atención de la profesora: “Si conseguía que una sola de nosotras pensara de otra manera, ya merecería la pena” (Ibíd.) La niña confiesa que no le es difícil “parecer rematadamente frívola”, entonces la profesora le pide que destine los sábados para ayudar, la niña pregunta por qué y Ethel Dawson responde: “-Básicamente porque creo que eres una buena persona. Creo que podrías sacarle partido” (Ibíd.). [caption id="attachment_85282" align="aligncenter" width="644"]Ted Brown´- Literaty State of Lucia Berlin LP Molly, Mary, Ted y Lucia Brown rumbo a Sudamérica, septiembre de 1949. Extraída de Literaty State of Lucia Berlin.[/caption] El cuento está narrado con la soltura e ingenuidad superficial de la protagonista, escribo superficial porque al avanzar la lectura, descubrimos que tras su frivolidad hay una profundad. La chica quiere conocer a los revolucionarios porque en su mundo son “los malos” y verá la pobreza chilena de esos años, poblaciones en el barro, letrinas, hombres sucios, el otro Chile que contrasta con sus medias y zapatos que los pequeños bebés intentan tomar. Ella reconoce que con una ayuda semanal de leche y galletas no es suficiente para los pobladores que habitan un basural. La profesora le dice que “se trata de dar esperanza” (p.150), en el tono de un placebo verbal, en el tono de “La alegría ya viene” y ya vemos qué pasó. En otro momento, en un almuerzo la niña ve la foto de su padre tachada en la pared rodeado de panfletos comunistas “pegados con chicle” (p.150). Ahí comprende que no son bienvenidas. Entonces descubrimos que la chica se llama Adele y que Ethel le pide que no revele su identidad. Agnición necesaria en el camino de la heroína: “Para crecer necesitas hacer frente a todas las realidades de las distintas facetas de tu padre” (íbid.) Después la lleva a un Orfanato que resulta ser un lugar añorado por la protagonista: “Los huérfanos se ponían contentos al verme, y a mí me encantaba ir, no porque fuera buena, sino porque me gusta jugar” (p.152). También ven teatro y asisten a lecturas poéticas: “Eran los poetas que más adelante me fascinarían, estudiaría su obra y hablaría de ellos en mis clases. Entonces ni siquiera los escuchaba, ofuscada en una agonía de timidez y confusión” (Ibíd.) ¿Quiénes fueron esos poetas? ¿Jorge Teillier? ¿Enrique Lihn? No aparecen referencias. Ahí tampoco son bienvenidas: “Mucha gente hacía preguntas sobre políticas estadounidenses que yo no podía contestar” (Ibíd.). Anaconda Copper Mining manejaba la mina de Potrerillos en Atacama desde 1920, instaló la Planta de Sulfuros de Chuquicamata y, posteriormente, la mina El Salvador (1956). Vergara (2004) afirma que el ausentismo laboral generaba problemas con los ejecutivos de Andes Copper que buscaban productividad, a eso se sumaba el consumo de alcohol, violencia y prostitución que incidía en la conducta de los obreros. Otro antecedente recogido por la historiadora Vergara es la operación descuidada de las máquinas lo que mermaba el resultado de la relación tiempo- producción. Andes Copper diseñó la implementación de sus instalaciones desde una administración científica (2004, p. 424). Los problemas de producción impulsa la contratación de mano de obra minera más barata y personal desechable cuya convenio y pago de beneficios sociales dependía de un tercero que, en ocasiones, lo usaba en beneficio propio. A los trabajadores que cumplían 50 años en la fundición se les regalaba un reloj de oro. Una fina paradoja sobre el trabajo corporativo. El artículo de Vergara permite advertir el malestar de la clase trabajadora de la década del cincuenta. En “Buenos y malos” Adele es reprendida por amistades por involucrarse con las clases bajas, es más, el relato va en crescendo y la profesora Dawson la lleva a una manifestación en la embajada de su país de la que es arrancada del brazo por otro amigo de su padre, Frank Wise. Aquí ocurre algo interesante porque Adele no está interesada en la cuestión política, ella quiere jugar. Cuando Ethel Dawson la lleva a una colecta, dos amigos de la familia la sacan de ahí y le dicen “-Eso aquí no se hace” (2016, p.153) más aún porque Ethel Dawson es lesbiana. Y Adele debe alejarse de las actividades, a esas alturas, por un asunto de honor familiar. La profesora intenta convencerla pero no lo consigue: “-He aprendido mucho. Veo que muchas cosas han de cambiar. Pero es su lucha, no la mía.” (p.154). Aquí la protagonista devela su ética en el aprendizaje y el extrañamiento de una sociedad diametralmente opuesta a su entorno. Pero la historia no termina ahí, porque Adele acompaña a su profesora nuevamente al vertedero y luego a una reunión donde lee una pancarta: “DEVUELVAN LA TIERRA A LOS TRABAJADORES” (p. 155). La protagonista ve que están todos muy borrachos, incluida la señorita Dawson y que nadie habla de revolución. Cuando unos obreros consultan a Ethel por qué están ahí, ella no alcanza a articular que es por el Partido Comunista sino por “party”, fiesta en inglés. En ese punto Adele intenta sacarla pero todo se complica hasta que logran salir a la carretera y consiguen que un vehículo las devuelva al centro: “-¡No puedes volver a tu frívola vida!” (p.157) le increpa la profesora. El relato se resuelve cuando la niña coincide con su padre en el antejardín. En ese momento a Adele se le “escapa” que la profesora es comunista y serán esas “tres palabras a mi padre” (ibíd.) suficientes para que la despidan. En este cuento y en “Andado Romance gótico” que aparece en UNA NOCHE EN EL PARAISO (2018) las protagonistas afirman que sus padres trabajan en la CIA. Lucia Berlin murió en 2004, mientras preparaba sus memorias escribió sobre su vida en Chile: “Años más tarde varias de mis compañeras de clase murieron durante la revolución. Algunas murieron luchando en ella, otras se suicidaron después porque el mundo que conocían se había desvanecido” (2019, pp. 48-49). En “Buenos y malos” Adele recuperó la amistad de sus amigas en el colegio y parece que todo está en orden con la profesora comunista lejos, pero leemos: “No había nadie con quien hablar. A quién decirle lo que sentía” (Ibíd.). Porque en esta historia de “buenos y malos”, Adele y nosotros, como lectores, vemos que son categorías dinámicas y que se trasladan continuamente en nuestras acciones, en las decisiones triviales que tomamos a diario.
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